Primero señalaremos algunas consideraciones
de índole general. Desde la antigüedad clásica se
concibe el papel de la filosofía como un intento de comprensión
del sentido. De manera sucinta puede decirse que el punto de partida
es el siguiente: implícita a toda facticidad ocurrente (léase:
Cosa, fenómeno, hecho empírico, y otros.) encontraremos
una situación (problema, principio, axioma, y otros) fundante
y fundamental. Será labor del filósofo y de la filosofía:
desentrañar, des-ocultar, patentizar, aflorar ese "algo"
situado "más allá de...", "detrás
de...". Pasando por alto el problema del método a seguir,
innegable y necesario (mas no suficiente), consideremos una de las herramientas
reflexivas básicas del quehacer filosófico, a saber: la
construcción de conceptos y categorías.
Segundo, se advierte: el significado de una cosa no es simplemente función
de ciertos sentidos pre-establecidos para cada concepto (término,
noción), ni tampoco de unas reglas sintácticas por medio
de las cuales se construyen enunciados. No se trata, pues, de mero deseo
filosófico, sino del uso de-cantador (de propalar, engrandecer
lo sujeto a estudio y comprensión) de los conceptos filosóficos.
Dos de tales categorías tradicionales y fundamentales son las
de "trascendencia" y "trascendental".
"Trascendencia"
¿Cuándo un algo posee
"trascendencia"?. Respuesta: cuando ese "algo" causa
asombro. Explicación: ésta categoría tiene su origen
en aquella actitud de sorpresa que acompaña a los hombres en su
cotidianidad. No en balde, Aristóteles sitúa a la génesis
de la filosofía en el asombro. Así, en su vida real los
seres humanos gradualmente van descubriendo diferencias manifiestas entre
las cosas que conoce y ellos como sujetos cognoscentes. Pues bien, esa
interpretación de la realidad encuentra su expresión filosófica
en la noción de trascendencia. Será "trascendente"
todo aquello sujeto a calificación (verdadero, bueno...); será
aquello que fundamenta, legitima o niega ese "algo" dado e inmediatamente
experimentado (percibido, afectado, sentido). Esto traduce: frente a lo
inmanente (empíricamente cercano), lo trascendente connota las
características de autonomía e incondicionalidad, esto es,
se presupone una "trascendencia" que se sobre-impone -hegemónicamente-
por sobre lo ya dado.
¿Qué es o trascendente que se presupone? Respuesta teológica
(teos: Dios y de logos: teoría, ciencia. "Teoría acerca
de Dios"): cierto ente divino, supra-humano. Respuesta filosófica:
una ideología, o -tal vez- una eticidad o una esteticidad, acaso
un sentido o una verdad, un progreso (histórico)... . Toda praxis,
o, si se prefiere, todo hecho comporta (conlleva implícitamente,
en sí) alguna o todas de dichos elementos y, por tal razón,
se considera una "trascendencia".
Agreguemos: los grandes paradigmas de trascendencia la comprenden a veces
desde estructuras formales de lo real (lógica, lingüística,
y otras) a veces desde contenidos temáticos definidos (el ser,
el hombre, la sociedad, la moral, la historia, el lenguaje).
En conclusión, lo trascendente no puede ser lo empírico,
puesto que de serlo no podría asumir el papel de máxima
autoridad y de fundamentación. A partir de la Edad Moderna se comienza
a hablar de lo "trascendental".
"Trascendental"
El antecedente necesario de la noción filosófica
de lo "trascendental" se encuentra en la doctrina medieval de
los trascendentales. Según ella el hombre posee conceptos ("mediaciones"
entre él y lo conocido) por medio de los cuales puede aprehender
todo, incluso a Dios. Esos trascendentales son: unum, uno; verum, verdad;
bonum, bueno; pulchrum, belleza.
Kant hereda esta doctrina, tanto que define a su sistema filosófico
como "filosofía trascendental". Sin embargo, niega que
con tales "mediaciones" pueda accederse al conocimiento de Hombre,
del Mundo y de Dios. ¿Por qué esta limitación?. Porque
no poseen base empírica alguna. Así, terminológicamente
el concepto de lo trascendental no significa algo más allá
del sujeto cognoscente, un cierto algo que deviene "a posteriori"
(después de dada la experiencia) y, por ello, en objeto del conocimiento,
sino algo más acá de dicho sujeto y, ello, de manera "a
priori" (antes de la experiencia).
¿Cuándo un conocimiento de algo es "trascendental"?.
Respuesta: Cuando se conoce de manera "pura" (fuera de toda
empiria posible) y "a priori" (antes que la experiencia se dé).
Se trata, pues, de un conocimiento no de objetos, sino de nuestro modo
de conocerlos. Por ende, "trascendental" será aquel conocimiento
que versa sobre objetos siempre y cuando se conozcan "a priori".
En este sentido, dirá Kant, espacio y tiempo serán condiciones
de posibilidad de las cosas en tanto "formas puras" de nuestra
sensibilidad, esto es, cada cosa, para darse, para aparecer (apariencias)
tienen que darse bajo las formas espaciales y temporales (en un lugar
y en un momento). Ahora bien, de ellas sólo podemos conocer la
forma fenoménica como se nos aparecen pero nunca tal como son en
sí (el clásico distingo kantiano entre "fenómeno"
y "cosa en sí").
Por lo tanto, a partir de Kant se deja atrás la doctrina metafísica
tradicional según la cual el hombre puede llegar a conocer a la
divinidad, la mundanidad y al hombre mismo. El conocimiento tiene límites,
aquellos que la misma subjetividad impone. La Filosofía pasa a
definirse como búsqueda de las condiciones trascendentales o condiciones
de posibilidad de nuestro conocimiento de la realidad.