TRASCENDENCIA Y TRASCENDENTAL
 
Prof. Francisco Zambrano

          Primero señalaremos algunas consideraciones de índole general. Desde la antigüedad clásica se concibe el papel de la filosofía como un intento de comprensión del sentido. De manera sucinta puede decirse que el punto de partida es el siguiente: implícita a toda facticidad ocurrente (léase: Cosa, fenómeno, hecho empírico, y otros.) encontraremos una situación (problema, principio, axioma, y otros) fundante y fundamental. Será labor del filósofo y de la filosofía: desentrañar, des-ocultar, patentizar, aflorar ese "algo" situado "más allá de...", "detrás de...". Pasando por alto el problema del método a seguir, innegable y necesario (mas no suficiente), consideremos una de las herramientas reflexivas básicas del quehacer filosófico, a saber: la construcción de conceptos y categorías.
          Segundo, se advierte: el significado de una cosa no es simplemente función de ciertos sentidos pre-establecidos para cada concepto (término, noción), ni tampoco de unas reglas sintácticas por medio de las cuales se construyen enunciados. No se trata, pues, de mero deseo filosófico, sino del uso de-cantador (de propalar, engrandecer lo sujeto a estudio y comprensión) de los conceptos filosóficos.
Dos de tales categorías tradicionales y fundamentales son las de "trascendencia" y "trascendental".


"Trascendencia"

          ¿Cuándo un algo posee "trascendencia"?. Respuesta: cuando ese "algo" causa asombro. Explicación: ésta categoría tiene su origen en aquella actitud de sorpresa que acompaña a los hombres en su cotidianidad. No en balde, Aristóteles sitúa a la génesis de la filosofía en el asombro. Así, en su vida real los seres humanos gradualmente van descubriendo diferencias manifiestas entre las cosas que conoce y ellos como sujetos cognoscentes. Pues bien, esa interpretación de la realidad encuentra su expresión filosófica en la noción de trascendencia. Será "trascendente" todo aquello sujeto a calificación (verdadero, bueno...); será aquello que fundamenta, legitima o niega ese "algo" dado e inmediatamente experimentado (percibido, afectado, sentido). Esto traduce: frente a lo inmanente (empíricamente cercano), lo trascendente connota las características de autonomía e incondicionalidad, esto es, se presupone una "trascendencia" que se sobre-impone -hegemónicamente- por sobre lo ya dado.
          ¿Qué es o trascendente que se presupone? Respuesta teológica (teos: Dios y de logos: teoría, ciencia. "Teoría acerca de Dios"): cierto ente divino, supra-humano. Respuesta filosófica: una ideología, o -tal vez- una eticidad o una esteticidad, acaso un sentido o una verdad, un progreso (histórico)... . Toda praxis, o, si se prefiere, todo hecho comporta (conlleva implícitamente, en sí) alguna o todas de dichos elementos y, por tal razón, se considera una "trascendencia".
          Agreguemos: los grandes paradigmas de trascendencia la comprenden a veces desde estructuras formales de lo real (lógica, lingüística, y otras) a veces desde contenidos temáticos definidos (el ser, el hombre, la sociedad, la moral, la historia, el lenguaje).
          En conclusión, lo trascendente no puede ser lo empírico, puesto que de serlo no podría asumir el papel de máxima autoridad y de fundamentación. A partir de la Edad Moderna se comienza a hablar de lo "trascendental".


"Trascendental"


          El antecedente necesario de la noción filosófica de lo "trascendental" se encuentra en la doctrina medieval de los trascendentales. Según ella el hombre posee conceptos ("mediaciones" entre él y lo conocido) por medio de los cuales puede aprehender todo, incluso a Dios. Esos trascendentales son: unum, uno; verum, verdad; bonum, bueno; pulchrum, belleza.
          Kant hereda esta doctrina, tanto que define a su sistema filosófico como "filosofía trascendental". Sin embargo, niega que con tales "mediaciones" pueda accederse al conocimiento de Hombre, del Mundo y de Dios. ¿Por qué esta limitación?. Porque no poseen base empírica alguna. Así, terminológicamente el concepto de lo trascendental no significa algo más allá del sujeto cognoscente, un cierto algo que deviene "a posteriori" (después de dada la experiencia) y, por ello, en objeto del conocimiento, sino algo más acá de dicho sujeto y, ello, de manera "a priori" (antes de la experiencia).
          ¿Cuándo un conocimiento de algo es "trascendental"?. Respuesta: Cuando se conoce de manera "pura" (fuera de toda empiria posible) y "a priori" (antes que la experiencia se dé). Se trata, pues, de un conocimiento no de objetos, sino de nuestro modo de conocerlos. Por ende, "trascendental" será aquel conocimiento que versa sobre objetos siempre y cuando se conozcan "a priori". En este sentido, dirá Kant, espacio y tiempo serán condiciones de posibilidad de las cosas en tanto "formas puras" de nuestra sensibilidad, esto es, cada cosa, para darse, para aparecer (apariencias) tienen que darse bajo las formas espaciales y temporales (en un lugar y en un momento). Ahora bien, de ellas sólo podemos conocer la forma fenoménica como se nos aparecen pero nunca tal como son en sí (el clásico distingo kantiano entre "fenómeno" y "cosa en sí").
          Por lo tanto, a partir de Kant se deja atrás la doctrina metafísica tradicional según la cual el hombre puede llegar a conocer a la divinidad, la mundanidad y al hombre mismo. El conocimiento tiene límites, aquellos que la misma subjetividad impone. La Filosofía pasa a definirse como búsqueda de las condiciones trascendentales o condiciones de posibilidad de nuestro conocimiento de la realidad.

Bibliografía

Habermas, J. (1998). Conocimiento en interés. Taurus: Madrid.

Horkheinmer, M. & Adorno, T. (1968). Dialéctica del Iluminismo. Suramericana: Buenos Aires.

Kant, I. (1998). Crítica de la Razón Pura. Alfaguara: España.

 
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