INTRODUCCIÓN
“El Tao de la Física”, importante libro del Profesor y Físico Británico Fritjof
Capra (1992)
y constituye, junto a “¿Qué
es la Vida” de Erwin Schrödinger (1944) y a “La Trama de la Vida” también de Fritjof Capra (1995), la columna vertebral del Curso
“Epistemología
de las Ciencias Sociales” que se dicta en el Programa de Maestría en Enseñanza de la Historia de
la U.P.E.L -
Instituto Pedagógico “Rafael Alberto Escobar Lara” en
Maracay, Estado Aragua, Venezuela.
El propio Fritjof Capra reconoce,
al final de “El Tao de la Física”, la gran influencia
que sobre él ejercieron hombres como Niels Böhr, Albert
Einstein, Erwin Schrödinger, Werner Heisenberg y
Geofrey Chew, todos ellos físicos de renombre mundial y creadores,
entre todos ellos de los fundamentos de lo que Capra denomina “Física
moderna” por contraponerla, de alguna forma a la Física Clásica
sustentada en los criterios matemáticos y racionalistas del cartesianismo
y de la física newtoniana.
Ahora bien, ¿por qué son tan
importantes los planteamientos de estos hombres, de los cuales, al empezar
esta asignatura sólo habíamos oído hablar del más famoso de ellos, Albert
Einstein? ¿Qué aportes han hecho a la Física “Moderna”?
(ó, ¿sería quizás mejor
decir “Postmoderna”?) ¿Por qué el autor compara a esta “Física
Moderna” constantemente con la filosofía y el misticismo de Oriente?
Estas y otras preguntas se las
plantea Capra al lector constantemente y para ayudarnos a nosotros, -neófitos
al fin y al cabo de conocimientos especializados en Física-, nos responde
él mismo paseándonos por una brillante descripción cronológica,
completa y muy sintética, sobre los principales logros de la Física en
el siglo XX y sobre cómo dichos descubrimientos alteraron la percepción
que el hombre occidental tenía sobre las ciencias básicas y el mundo
mismo, al hacernos entrar en un viaje fabuloso a través del universo de
los átomos y del mundo de la sabiduría oriental, estableciendo así los
paralelismos entre la física moderna y un universo muy parecido al que
describen las tradiciones místicas de Oriente desde Lao-Tsé y Confucio
–hace más de 2.500 años- hasta teóricos y místicos orientales
modernos como Dashitzo T. Suzuki (japonés) y K. Krihsnamurti
(hindú).
FÍSICA
MODERNA: ¿UN CAMINO CON CORAZÓN?
En este primer capítulo Fritjof Capra nos introduce, a través de
una cita del célebre escritor y místico mexicano Carlos Castañeda, al
papel que ha desempeñado la física moderna en los fundamentos científicos
sobre los cuales descansaba la cosmovisión occidental del mundo y del
universo. Capra sostiene que prácticamente ninguna industria moderna hoy
en día se sostendría sin los avances que los descubrimientos de la Física
moderna (como el descubrimiento de las leyes del electromagnetismo de Faraday
y Maxwell: base de la moderna industria de las telecomunicaciones y
los medios audiovisuales como la T.V., la radio, y la telefonía celular,
por ejemplo) y alrededor de los cuales gira, hoy en día, la vida de miles
de millones de personas a través del mundo moderno.
A continuación Capra explica en esta
parte que el propósito del libro consiste en explorar la relación
existente entre los conceptos de la física moderna y las ideas básicas
en las tradiciones filosóficas del Lejano Oriente, sobre todo la budista,
la hinduista y la taoísta. De allí el nombre de su obra, “El Tao
de la Física”,. Cuya primera versión salió a la luz en 1.975
y originó, de entrada, intensas reacciones en el público en general y en
la misma comunidad científica de los físicos. El autor intentará
describir, cómo la teoría de la física cuántica y la teoría de la
relatividad
“...
nos obligan a ver el mundo mucho más a la manera en que un hindú,
budista, o taoísta lo ven, y cómo esta similitud se hace más fuerte
cuando miramos los recientes intentos de combinar estas dos teorías con
la finalidad de describir los fenómenos del mundo submicroscópico: las
propiedades e interacciones de las partículas subatómicas de las que
toda materia está hecha. Aquí los paralelismos entre la Física moderna
y el misticismo oriental son más sorprendentes, y con frecuencia
tropezamos con afirmaciones donde es casi imposible decir si han sido
hechas por físicos o por místicos
orientales...” (pág.25)
Partiendo de estas definiciones
iniciales, el autor se adentra en un análisis histórico partiendo de los
inicios de la filosofía griega, con los pre-socráticos en la Jonia
occidental en los siglos VI y V antes de Cristo. Los nombres
de Tales de Mileto, Anaxágoras de Clazomene, Demócrito
de Abdera y Heráclito de Éfeso salen a relucir como
los primeros físicos en contraposición con los de Parménides y Zenón
de Elea; los primeros partidarios de la idea de que el mundo está
hecho todo de materia (hilozoísmo) mientras que los segundos sostenían
el origen espiritual de las fuerzas externas de la naturaleza, y
estableciendo así, la primera división entre la mente y la materia,
entre el cuerpo y el alma.
Comienza así, un dualismo
entre materia y espíritu que se prolonga hasta nuestros días y que
comenzó, ya desde el punto de vista moderno con René
Descartes (1596-1650) y se afianzó posteriormente con Isaac
Newton (1642-1727), sentando las bases, tanto de la filosofía
como de la física clásica. El autor se detiene en el examen de ambas
concepciones, que originaron lo que se conoce como la “cosmovisión”
moderna del mundo hasta por lo menos los inicios del siglo XIX.
Finaliza Capra este capítulo
explicando el concepto oriental del “Tao”, tal como es
expresado en algunos textos clásicos orientales como el “I Ching” de
Confucio.
LA
NUEVA FÍSICA
En este capítulo, el autor nos explica cuáles son los fundamentos
de la nueva física, y más importante aún, que consecuencias tiene ello
para la concepción holística del hombre sobre su mundo y el universo.
Luego de una breve entrada en donde cita a Sri Aurobindo y a Niels
Böhr, el autor esboza un cuadro preliminar del nuevo concepto del
mundo contra el contrastante fondo de la Física clásica mostrando como
la visión mecánica y clásica del mundo tuvieron que ser abandonadas a
principios de este siglo, cuando la teoría cuántica y la teoría de la
relatividad –las dos teorías básicas de la Física moderna- nos
obligaron a adoptar una visión mucho más sutil y orgánica de la
Naturaleza.
Después de explicar que el escenario
del universo newtoniano en el cual todos los fenómenos tenían lugar en
el espacio tridimensional clásico de la geometría tridimensional
euclidiana, Capra nos explica cómo esa visión del mundo fue cambiada con
los descubrimientos de la física cuántica a principios de los años
veinte del siglo XX por medio de los aportes de Niels Böhr y también
con los aportes de la nueva concepción del tiempo y del espacio que
introdujo Albert Einstein en su teoría de la relatividad especial
y general. Ambos conceptos, la certeza de la aparición de partículas aún
más pequeñas que el átomo (que se consideraba lo más pequeño
existente dentro de la materia) y la comprensión de que tiempo y espacio
no son entidades separadas sino partes indisolubles de una misma realidad
física que sólo es relativa dependiendo del observador, han influido
considerablemente en la comprensión que tenemos actualmente del mundo y
del universo.
Los conceptos de “campo” y “fuerza”,
juntos con el descubrimiento del modelo planetario del átomo,
ayudaron a conocer y a poner al ser humano por primera vez con la extraña
e inesperada realidad del mundo subatómico. No obstante, ello no fue fácil,
pues cada vez que los científicos, a través de los experimentos que se
hacían con el átomo y su estructura, esperaban respuestas, lo que la
Naturaleza les ofrecía eran paradojas aún mayores. Les llevó mucho
tiempo aceptar el hecho de que estas paradojas pertenecían a la
estructura intrínseca de la Física atómica, y en darse cuenta que éstas
surgen siempre que se intentaba describir los sucesos atómicos en los términos
tradicionales en que eran planteados por la Física clásica.
Igualmente el autor nos explica la polémica
que existió entre los físicos sobre el concepto de onda y partícula,
y que finalmente llevó a la comprensión de que ambas forman parte del
mismo fenómeno el cual se refiere a la naturaleza de la luz la
cual está conformada por partículas denominadas “fotones” y
al mismo tiempo estos fotones viajan en forma ondulatoria. Capra analiza
también los aportes de físicos como Lord Rutheford y nos ilustra,
finalmente, en cómo estos dos desarrollos de la física moderna han
mostrado que la noción de partículas elementales como la unidad primaria
de materia ha de ser abandonada.
Capra concluye así, que en la Física
moderna, el Universo se experimenta siempre como un todo dinámico,
inseparable, que siempre incluye de una manera esencial al observador.
Desde este punto de vista, los conceptos tradicionales de tiempo y
espacio, pierden su significado, tal como en los relatos místicos
orientales. Tal similitud puede observarse, según Capra, en la formulación
de la teoría cuántica y de la relatividad y se afianza aún más en los modelos cuánticos-relativistas de la física subatómica,
donde ambas teorías se combinan para producir el más sorprendente
paralelismo con el misticismo oriental.
La
Unidad de todas las cosas
Según el autor, la característica más importante del concepto
occidental del mundo, es la conciencia de que la unidad e interrelación
mutua de todas las cosas y sucesos, la experiencia que todos los fenómenos
en el mundo son manifestaciones de una unidad básica. Así, todas las
cosas son consideradas como partes interdependientes, inseparables de este
conjunto como diferentes manifestaciones de la misma realidad cósmica.
Las tradiciones orientales se refieren constantemente a esta realidad
definitiva, indivisible que se manifiesta en todas las cosas, y de la que
todas las cosa forman parte. En el misticismo oriental, este entretejido
universal siempre incluye al observador humano y su conciencia, y lo mismo
es cierto en la Física atómica.
Para Capra, la característica crucial
de la Física atómica es que al observador humano no sólo le es
necesario observar las propiedades de un objeto, sino que incluso necesita
definir estas propiedades. Igualmente, en el misticismo oriental la
percepción final de la unidad de todas las cosas es un estado de
conciencia donde la individualidad de uno se disuelve en una unidad no
diferenciada, donde el mundo de los sentidos se trasciende y el concepto o
noción de las “cosas” queda atrás.
La física moderna, trabaja dentro de
un marco diferente y no puede ir tan lejos en la experiencia de la unidad
de todas las cosas. Pero ha dado un gran paso hacia el concepto del mundo
de los místicos orientales en la teoría atómica.
Espacio
–tiempo
En este capítulo Fritjof Capra analiza que, en el completo
sentido del espacio y del tiempo de la física relativista, el espacio
y el tiempo son por completos equivalentes; están un unificados
dentro de un continuo cuatridimenional en el que las interacciones de partícula
pueden extenderse en cualquier dirección. Si nosotros queremos
representar estas interacciones tenemos que hacerlo en una “instantánea
cuatridimensional” cubriendo todo el período de tiempo así como toda
una región de espacio. Se obtiene así la verdadera sensación del mundo
relativista de las partículas, tal como decía el filósofo chino Chuang
Tzu, cuando decía que “debemos olvidar el lapso de tiempo”
y ésta es la razón por la que los diagramas de espacio-tiempo de la teoría
de campo pueden ser una valiosa analogía para la experiencia del místico
oriental.
Los místicos orientales afirman, según
Capra, afirman que al trascender el tiempo, ellos también trascienden el
mundo de causa y efecto. Como nuestros conceptos corrientes de espacio y
tiempo, la causalidad es una idea que está limitada a una cierta
experiencia del mundo y que tiene que ser abandonada cuando esta
experiencia se extiende. Las tradiciones espirituales orientales muestran
a sus seguidores varias formas de ir más allá de la experiencia
ordinaria del tiempo y de liberarse a sí mismo de la cadena de causa y
efecto. Así, el misticismo oriental es una liberación del tiempo. De
igual forma, lo mismo puede decirse de la física relativista del siglo
XX.
Simetrías
del quark, ¿un nuevo koan?
En este capítulo Capra analiza el
mundo subatómico, del cual dice que es un mundo lleno de ritmo,
movimiento y continuo cambio. No obstante, no es arbitrario y caótico,
sino que sigue patrones muy claros y definidos. El autor analiza además
que todas las partículas dadas de una especie dada son completamente idénticas
tienen exactamente la misma masa, la misma carga eléctrica y otras
propiedades características. Adicionalmente a esto, el autor nos dice que
todas las partículas cargadas transportan cargas eléctricas exactamente
iguales) u opuestas a la del electrón, o cargas que tienen justamente el
doble de esa cantidad.
Según Capra, la aparición de modelos
en la estructura de la materia no es un fenómeno nuevo, sino que ya había
sido observado en el mundo de los átomos. Del mismo modo que las partículas
subatómicas, los átomos de una clase dada son completamente idénticos y
las clases diferentes de átomos, de elementos químicos, han sido
ordenados dentro de varios grupos en la tabla periódica.
Los modelos en le mundo de las partículas
muestran a su vez grandes similitudes con el del mundo de los átomos. La
analogía con los patrones atómicos se impone más por el hecho de que
todas las partículas que interactúan con fuerza (hadrones) parecen caer
en secuencias cuyos miembros tienen propiedades idénticas excepto para
sus masas revoluciones. Estas
regularidades sugieren una analogía con los estados de excitación de los
átomos y han llevado a los físicos a ver los miembros más altos de una
secuencia de hadrón no como partículas diferentes sino como estados de
excitación del miembro con la masa más baja. Así, como en un átomo, en
un hadrón pueden, existir varios estados de excitación de corta vida que
incluye elevadas cantidades de rotación (o espín) y energía (masas).
La forma en que las partículas se
desintegran en fragmentos en los procesos de colisión está determinada
por ciertas reglas, y como los fragmentos son de nuevo partículas de las
misma clase, estas reglas pueden también observarse en el mundo de la
partícula. El concepto de simetría juega así, un papel importante.
Generalizando el concepto común de simetría y dándole un significado más
abstracto, los físicos pudieron desarrollarlo y hacer de él una poderosa
herramienta que demostró ser excepcionalmente útil en la clasificación
de las partículas. En la vida cotidiana, el caso más común de simetría
está asociado con la reflexión en el espejo. Se dice que una figura es
simétrica cuando se puede trazar una línea a través de ella y dividirla
así en dos partes que son imágenes de reflejo exacto una de otra.
Sorprende así que la mayor parte de
estas regularidades puedan ser representadas de un modo sencillo si uno
supone que todos los hadrones están hechos de un pequeño número de
entidades elementales que hasta ahora han eludido la observación directa.
A estas entidades los físicos les han dado el nombre de ¨quarks¨
El modelo del quark es muy
eficaz para explicar las regularidades halladas en el mundo de la partícula,
aunque ya no se emplee en su forma simple original.
El descubrimiento de estos modelos simétricos
en el mundo de las partículas ha llevado a muchos físicos a creer que
estos modelos reflejan las leyes fundamentales de la naturaleza. Este propósito
refleja una actitud filosófica que ha sido heredada de los antiguos
griegos y cultivada a lo largo de muchos siglos. Así, la simetría juega
un papel importante en la ciencia, la filosofía y el arte donde se
identifica a menudo con la belleza, la armonía y la perfección. Por el
contrario, la actitud de la Filosofía oriental en relación con la simetría
es contratante con la de los antiguos griegos. Las tradiciones místicas
del Lejano Oriente emplean con frecuencia los modelos simétricos como símbolos
o como mecanismos de meditación, pero el concepto de simetría no parece
jugar un papel importante en su filosofía. Como ocurre con la Geometría,
creen que es una elaboración de la mente, más que una propiedad de la
Naturaleza.
Patrones
del Cambio.
Según el autor, la teoría de campo
cuántico fue el primer modelo que explicó exitosamente las simetrías
del mundo de las partículas dentro de un modelo dinámico Esta Teoría de
campo cuántico dio una excelente descripción, según el autor, de las
interacciones electromagnéticas entre los electrones y los fotones, pero
es mucho menos apropiada para la descripción de las partículas que
interactúan fuertemente. No obstante, como cada vez era mayor el número
de partículas descubiertas, los físicos pronto se dieron cuenta de que
era altamente insatisfactorio asociar cada una de ellas con un campo
fundamental, y cuando el mundo de la partícula se reveló como una
creciente y compleja telaraña de procesos interrelacionados, tuvieron que
buscar otros modelos para representar esta realidad dinámica y siempre
cambiante.
El sistema que parecía explicar mejor
esto es el conocido como matriz-S, propuesto por Heinsenberg
en 1932. La matriz-S es una colección de
probabilidades para todas las reacciones posibles que envuelven a los
hadrones. El marco de la matriz-S es capaz de describir la
estructura de los hadrones, las fuerzas a través de las cuales se
influencian mutuamente, y algunos de los modelos que forman, de una manera
del todo dinámica en la cual cada hadrón se entiende como parte integral
de una inseparables red de reacciones. El desafío principal es emplear
esta descripción dinámica para explicar las simetrías que dan origen a
los modelos del hadrón y a las leyes de conservación.
Esta teoría de las partículas subatómicas
refleja la imposibilidad de separar el observador científico de los fenómenos
observados. Ello se acerca, entonces, a uno de los principios de la
Filosofía oriental: los místicos orientales nos dicen que todas las
cosas y sucesos que percibimos son creaciones de la mente, surgiendo de un
estado particular de conciencia y volviéndose a disolver si se trasciende
este estado. La teoría de la matriz-S se acerca mucho al pensamiento
oriental no solamente en su conclusión definitiva, sino también el mundo
general de la materia. Ésta describe el mundo de las partículas subatómicas
como una red dinámica de sucesos y enfatiza el cambio y la transformación
más que las estructuras o entidades fundamentales.
Así, tanto el físico moderno como el
místico oriental –según Capra- se han dado cuenta de que todos los fenómenos
de este mundo de cambio y de transformación están relacionados entre sí
dinámicamente. Los hindúes y los budistas ven esta interrelación como
una ley cósmica, la ley del karma pero generalmente no están
interesados en ningún modelo específico en la red universal de sucesos.
La filosofía china, por otro lado, que también enfatiza el movimiento y
el cambio, ha desarrollado el concepto de los modelos dinámicos que se
forman continuamente y se disuelven de nuevo en el flujo cósmico del Tao.
En la Física moderna, se ha llegado a
ver –según el autor- a ver las cosas del mundo subatómico de un modo
muy parecido, haciendo hincapié en el movimiento, el cambio y la
transformación y considerando las partículas como etapas transitorias de
un continuo proceso cósmico.
Interpenetración.
Comienza el autor diciendo que
hasta ahora nuestra exploración de la visión del mundo sugerida por la Física
moderna ha mostrado repetidamente que la idea de los bloques básicos
de construcción de la materia no era sostenible ya por más tiempo.
En el pasado este concepto había sido fructífero en explicar el mundo físico
en función de unos pocos átomos, las estructuras de los átomos en función
de unos pocos núcleos rodeados de electrones, y, por último, las
estructuras de los núcleos en función de dos bloques de construcción
nucleares, el protón y el neutrón. Así, los átomos, los núcleos y los
hadrones fueron, a su vez, considerados como ¨partículas elementales¨.
Ninguno de ellos, sin embargo, cumplió tales expectativas. Cada vez,
estas partículas resultaban en ser, en sí mismas, estructuras
compuestas, y los físicos esperaban que la siguiente generación de
constituyentes se revelaría finalmente como los componentes definitivos
de la materia.
Por otra parte –sostiene Capra-
existe una corriente radicalmente diferente en la Física de la partícula
que sostiene que la naturaleza no puede ser reducida a entidades
fundamentales, tales como partículas elementales o campos fundamentales.
Esta corriente, -cuyo pensador más acucioso es el físico inglés Geoffrey
Chew- surge dentro de la idea de la matriz-S y se conoce como la hipótesis
del “bootstrap”. Esta palabra inglesa tiene, entre otros
significados la de “consistente por sí mismo”.
La filosofía del “bootstrap”
constituye en sí misma el rechazo final de la visión mecánica
del mundo en la Física moderna. El universo de Newton estaba
constituido por un conjunto de entidades básicas con ciertas propiedades
fundamentales, que habían sido creadas por Dios, y por consiguiente, no
eran susceptibles de mayor análisis. En la nueva visión del mundo, el
Universo está considerado como una telaraña dinámica de sucesos
relacionados entre sí. Ninguna de las propiedades de cualquier parte de
esta telaraña es fundamental: todas ellas siguen el ejemplo de las
propiedades de las demás partes, y la consistencia total de sus
interrelaciones mutuas determina la estructura de todo el entramado.
De esta manera, la filosofía del “bootstrap”
representa la culminación de una visión de la naturaleza que nace en la
teoría cuántica con la observación de una relación mutua esencial y
universal, adquiere su contenido dinámico en la teoría de la
relatividad, y se formula en términos de probabilidades de reacción, en
la teoría de la matriz-S. Al mismo tiempo, esta idea de la naturaleza
–según Capra- se acerca más al concepto oriental del mundo y está
ahora en armonía con el pensamiento oriental, de ambas maneras, en su
filosofía general y en su representación específica de la materia.
La hipótesis del “bootstrap”
no sólo niega la existencia de constituyentes fundamentales de la
materia, sino que no acepta ningún tipo de entidades fundamentales, sean
cuales sean ‘leyes, ecuaciones o principios fundamentales- y como
consecuencia, abandona otra idea que ha sido parte esencial de la ciencia
natural durante cientos de años: el concepto de leyes eternas e
inmutables.
En la Física moderna, se ha
desarrollado una actitud muy diferente. Los físicos han llegado a ver que
todas sus teorías de los fenómenos naturales, incluyendo las “leyes”
que ellos describen, son reacciones de la mente humana; propiedades de
nuestro mapa conceptual de la realidad en sí mismas. Este esquema
conceptual necesariamente es limitado y aproximado, como lo son todas las
teorías científicas y leyes de la naturaleza. Todos los fenómenos de la
naturaleza están en definitiva relacionados unos con otros, y para poder
explicar cualquiera de ellos es preciso que comprendamos todos los demás,
lo que obviamente es imposible.
Es así evidente, - según Capra - que
la visión completa de la naturaleza en la que todos los fenómenos del
Universo están determinados únicamente por la mutua autoconsciencia, se
acerca al la visión oriental del mundo. Un Universo indivisible, el cual
todas las cosas y sucesos están relacionados entre sí, apenas tendría
sentido a menos que fuese “autoconsciente”. Así, el requisito
de la autoconsciencia, que forma parte de la hipótesis del bootstrap, y
la unidad e interrelación de todos los fenómenos, en las que tanto
hincapié se hace con el misticismo oriental, son tan sólo aspectos
diferentes de la misma idea.
Retorno a
la nueva física
(Apéndice
de la segunda edición)
En este primer Apéndice (el segundo
es el capítulo 9) Capra discute los resultados más relevantes de las
investigaciones en física desde la primera fecha de publicación del
libro, en 1975, hasta el verano de 1982. El autor halla que
uno de los más acentuados paralelismos con el misticismo oriental ha sido
la percepción de que los componentes de la materia y los fenómenos básicos
que los contienen están todos interrelacionados; que no puede considerárseles
como entes aislados, sino solamente como partes integrales de un todo
unificado.
Fritjof Capra añade en este apéndice
las contribuciones de David Bohm (no incluidas en la edición
original) quien explica la tesis del holograma como
una analogía para explicar este orden de la física implicado, en el
cual, cada una de las partes, de algún modo, contiene al conjunto. Así,
si se ilumina o se amplía cualquier parte del holograma, se reconstruirá
la imagen completa, aunque muestre menos detalle que la imagen obtenida de
un holograma completo. En opinión de Bohm, el mundo real está
estructurado según los mismos principios generales, estando el conjunto
implicado en cada una de sus partes.(Véase en esta misma página Web, el
trabajo “El Paradigma Holográfico” en la sección “Ensayos”,
de mi autoría también)
Bohm es consciente, desde luego, de
que la analogía del holograma es demasiado limitada para emplearse como
un modelo científico que explique el orden implicado en el nivel subatómico,
y para expresar la naturaleza esencialmente dinámica de la realidad a
este nivel ha inventado el término de “holomovimiento”
para el campo de todas las entidades manifiestas. El holomovimiento, según
el concepto de Bohm, es un fenómeno dinámico del que fluyen todas las
formas del universo material. El propósito de su método es estudiar el
orden implicado en este holomovimiento, no tratando con la estructura de
los objetos, sino más bien con la estructura del movimiento, teniendo así
en cuenta, la unidad y la naturaleza dinámica del universo. Así, espacio
y tiempo emergen como formas fluyentes del holomovimiento; ellos, también
están envueltos en su orden. Bohm cree que el entendimiento del orden
implicado no sólo conducirá a una comprensión más profunda de la
probabilidad de la física cuántica, sino que también hará posible
derivar las propiedades básicas del espacio- tiempo relativista. De este
modo, la teoría del orden implicado proveería una base común para la
teoría cuántica y la teoría de la relatividad.
El
futuro de la nueva física. Apéndice a la tercera edición.
En este capítulo final, el autor se
remonta a los orígenes de su obra, en el año de 1969, descrita en la
introducción de su obra, la cual describía a la naturaleza como una
especie de diosa Shiva hindú, danzando superpuesta en estelas de partículas
colisionando dentro de una cámara de burbuja para ilustrar la experiencia
mística del autor de su danza cósmica en aquella playa de Santa Cruz, México,
en 1969.
Seis años después, en 1975,
publica la primera edición de “El Tao de la Física”,
en Londres, y describe el entusiasmo, al parecer sin límites, que
despertó la publicación de esta obra en el mundo tanto de la Física
como en el de interés general. La obra se convirtió en un best - seller
mundial y fue traducida a más de doce idiomas (entre ellos el castellano)
vendiéndose más de un millón de ejemplares alrededor del mundo. Aparte
del éxito económico que ello significó para su autor, también le hizo
viajar alrededor del mundo dando conferencias a audiencias profanas y
profesionales en todo el mundo. Estas discusiones le ayudaron, por otra
parte a comprender el enorme contexto cultural de su trabajo, de lo cual
el propio autor deduce la amplia aceptación que tuvo su obra. Gente común
como amas de casa, granjeros, profesores, enfermeras y de todas las edades
acudía a escucharlo, junto con científicos y físicos. Estos últimos, a
menudo rechazaban sus ideas de comparar la física occidental con el
misticismo oriental. Sin embargo –se pregunta el autor- ¿Por qué “El
Tao de la Física” despertaba tanto interés? Ello se debía, según
Capra, el reconocimiento general de que existía un agotamiento de
paradigmas en la interpretación del mundo y el universo (macro y
micro) y de la sociedad en general.
En su segundo libro “The turning
point” (El punto crucial, 1996) Fritjof Capra explora las
implicaciones sociales del actual cambio de paradigmas que caracterizan la
llamada “postmodernidad” que es la etapa actual que vivimos
tanto social como científicamente, y que se caracteriza por la
relatividad del conocimiento científico y de sus consecuencias, en
especial las negativas, tales como la guerra nuclear, la devastación del
medio ambiente, la incapacidad de acabar con la pobreza y el hambre en
todo el mundo, etc.
CONCLUSIONES
Todo ello, según el autor, son
manifestaciones de una misma crisis, que es básicamente una crisis de
percepción que se deriva del hecho de que la mayoría de nosotros – y
de hecho de las instituciones sociales – contribuimos a los conceptos y
valores de una visión del mundo obsoleta, a unos paradigmas que son
inadecuados para tratar los problemas de nuestro mundo superpoblado y,
globalmente, interconectado. Al mismo tiempo, investigadores en la
vanguardia de la ciencia y diversos movimientos sociales y redes
alternativas de conocimiento, desarrollaban una nueva visión de la
realidad que formará parte, sin duda, de la base de conocimientos de
futuras tecnologías, sistemas económicos e instituciones sociales.
Finalmente, Fritjof Capra, agradece en este libro, los aportes que
hicieron a su obra, hombres como Werner Heinsenberg y Geoffrey
Chew sobre todo en su juventud de estudiante de física en la
Universidad de Londres y termina reiterando los argumentos que a lo largo
de su obra intenta demostrar – y efectivamente demuestra – las
estrechas relaciones que existen entre la visión oriental de mundo y del
universo con los aportes de la física cuántico-relativista de la última
mitad del siglo XX.
Referencias.
CAPRA,
FRITJOF. (1975) “El
Tao de la Física. Una exploración de los paralelos entre la
física moderna y el misticismo
oriental”.
3ra. edición. Luis Cárcamo
Editores, Madrid, España. 388 pp.
(©
2000. Juan Antonio Rodríguez Barroso. Este material sólo puede ser
utilizado
citando a su autor, para fines heurísticos
y pedagógicos )
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