RETORNO DE PAUL ELUARD Vienes a mí, lejano, en esta tarde de primavera austral, aureolada la frente de esa luz definitiva que te fuiste labrando día a día hasta fijarla ahora con tu muerte. Apenas si te vi, bella espiga de Francia, una noche de octubre, cuando aún no yacía la libertad volcada bajo un mundo de escombros y en tus libros de amor, en las palabras simples de tus sueños no había el rostro de la paz velado de luto su blancura. Hoy retornas a mí, de pie, distante, por encima del mar, hoy que has muerto. Querría seguir ahora esa amistad, que hubiera cantado tan alegre y que por tantos |
|
|||||||||||||||||||
|
||||||||||||||||||||