EPIFANÍA DEL GATO |
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¿Pero qué maúllas acá, fugitivo, acomodaticio nublo sin más embrollo que la danza en sensual desafío a la metáfora del horizonte doméstico? Reposa, ven y calla la boca. Ven y verás; al punto, esos aires de selva mal domada se disolverán en tapicería, pavesas mágicas y, oh, digámoslo por complacer a Charles Baudelaire, un rebusco de gran esfinge perezosa que satura galán la resolana. JAIME GARCÍA TERRÉS
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