“PORQUE HE DE REPARAR EN JEOFFREY, MI GATO”


Porque he de reparar en Jeoffrey, mi Gato.
Porque es siervo del Dios vivo, y como es debido cada día lo sirve.
Porque a la primera vislumbre de la gloria de Dios en el Este, a su manera lo adora.
Porque lo hace enroscándose siete veces seguidas con elegante agilidad.
Porque salta entonces al alcance del almizcle con que bendice Dios su plegaria.
Porque se revuelca, tras su cabriola, para impregnarse de ese perfume.
Porque cumplido su deber y la bendición recibida, en sí mismo repara.
Porque lo hace en diez movimientos.
Porque, primero, se examina las patas delanteras para ver si están limpias.
Porque, segundo, empina el trasero con el mismo propósito.
Porque, tercero, se lo limpia todo a lo largo extendiendo las patas delanteras.
Porque, cuarto, se afila las garras contra alguna madera.
Porque, quinto, se lava.
Porque, sexto, se alisa lo lavado.
Porque, séptimo, se espulga para que nada pueda interrumpirlo en sus actividades.
Porque, octavo, se frota contra un poste.
Porque, noveno, alza la cabeza en espera de instrucciones.
Porque, décimo, parte en busca de alimento.
Porque habiendo reparado en Dios y en su propia persona se dispone a reparar en su prójimo.
Porque si se encuentra con una gata, dulcemente la besa.
Porque cuando atrapa alguna presa juega con ella para brindarle una oportunidad.
Porque un ratón sobre siete escapa cuando así juguetea.
Porque terminado el trabajo de la jornada se dedica al asunto que más le concierne.
Porque de noche es el centinela de Dios contra todo adversario.
Porque contrarresta los poderes de la oscuridad con su pelaje eléctrico y el fulgor de sus ojos.
Porque contrarresta los del Diablo, que es la muerte, avivando a la vida.
Porque con sus oraciones matutinas prueba su amor al sol que le prueba su amor.
Porque pertenece a la tribu del Tigre.
Porque el Gato Querube es un nombre del Ángel Tigre.
Porque tiene la sutileza y el siseo de la serpiente, del que prescinde cuando está de buenas.
Porque nada destruirá si está bien alimentado, ni proferirá amenazas mientas no se le provoque.
Porque ronronea agradecido cuando Dios le dice que es un buen Gato.
Porque es el manual en que pueden los niños aprender la benevolencia.
Porque sin él toda casa está incompleta como si una bendición le faltara al espíritu.
Porque el Señor dio instrucciones a Moisés respecto de los gatos cuando los hijos de Israel 
partieron de Egipto.
Porque cada familia se llevó por lo menos a un gato en su equipaje.
Porque los gatos ingleses son los mejores de Europa.
Porque en el uso de sus patas delanteras es el más limpio de todos los cuadrúpedos. 
Porque la destreza con que sabe defenderse es señal de que Dios lo ama sobremanera.
Porque es más rápido en lograr su propósito que cualquier otra criatura.
Porque es tenaz cuando quiere salirse con la suya.
Porque en él se mezclan lo grave y lo festivo.
Porque sabe que Dios es su Salvador.
Porque nada es más dulce que su paz cuando reposa.
Porque nada es más vivaz que su vida cuando está él en movimiento.
Porque cuenta entre los pobres del Señor, y así, perpetuamente, se le dice con benevolencia:
“¡Pobre Jeoffrey!¡Pobre Jeoffrey!”, la rata te ha mordido el pescuezo.
Porque bendigo el nombre de Jesús cuando Jeoffrey ha sanado.
Porque el divino espíritu desciende sobre su cuerpo para conservarle su integridad gatuna.
Porque a tal punto es pura su lengua que su exceso de pureza compensa su falta de música.
Porque es dócil y capaz de aprender ciertas cosas.
Porque puede quedarse quieto y muy serio, que es paciencia en busca de aprobación.
Porque puede cumplir con encargos menudos, que es paciencia en el desempeño de una tarea.
Porque puede brincar por encima de un bastón, que es paciencia puesta a prueba.
Porque puede, a una orden, hacer gracias y acrobacias.
Porque puede saltar desde alguna eminencia a los brazos de su amo.
Porque puede atrapar un corcho en el aire y volver a lanzarlo.
Porque el hipócrita y el avaro lo detestan.
Porque el primero teme ser descubierto.
Porque se niega el último a mantener a un gato.
Porque arquea el lomo para compenetrarse de su papel.
Porque es muy reflexivo y, de ser hombre, se expresaría con claridad.
Porque hizo muy buena impresión en Egipto por sus señalados servicios.
Porque mató al Icneumón, el pernicioso roedor de esas tierras.
Porque es tan fino su oído que los sonidos lo hieren.
Porque de ello proviene la suma rapidez con que presta atención.
Porque acariciándolo descubrí la electricidad.
Porque advertí que la luz de Dios lo envolvía, como cera y fuego al mismo tiempo.
Porque ese eléctrico fulgor es la substancia espiritual, sustento de los cuerpos del hombre y
de la bestia que envía Dios desde los cielos.
Porque es visible el divino favor en la variedad de sus movimientos.
Porque, si no puede volar, es prodigio cómo trepa a cuatro patas.
Porque en ir y venir sobre la faz de la tierra no lo supera otro cuadrúpedo.
Porque baila al compás de cualquier música.
Porque puede nadar para salvarse la vida.
Porque puede gatear.



                                                                        CHRISTOPHER SMART (1722- 1771)

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