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EL GATO Usa tanta astucia y tanta indiferencia, que finge como una actitud de esfinge, que nada asombra ni espanta. Su malignidad me encanta y, en cambio, me desespera la crónica carraspera del runrún de su garganta. Lo estoy mirando. Su pelo es brillante terciopelo que se quema con el sol, y sobre el negro tejado duerme, y parece, enroscado, un enorme caracol. OVIDIO FERNÁNDEZ RÍOS |
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