Ovidio


 

 

HEROÍDA (DÉCIMA QUINTA) SAFO A FAÓN

¿Han conocido tus ojos desde el primer momento que venía de mí esta carta escrita por mi mano apasionada? O, si no habías visto la firma de Safo ¿no podías imaginar la procedencia de este corto trabajo? Preguntarás, quizá, por qué son mis versos alternados siendo mayor mi habilidad en los ritmos líricos... Es que tengo que llorar mi amor y la elegía es el poema de las lágrimas: la lira no puede armonizarlas.
Estoy consumiéndome como un campo fértil incendiado cuyas llamas aviva el soplo de los Euros indomables. Faón está lejos, en los campos del Etna que cubren al gigante Tifeo, y un ardor semejante al del fuego del Etna me posee a mí. Me faltan versos aptos para asociarse a las modulaciones de las cuerdas, pues los versos son la obra de la mente desocupada. No me complazco ya en la compañía de las muchachas de Pirra ni de Metimno, ni en la de las otras lesbias. Tú solo posees mi afecto.
Tu figura, tu edad son gratas a los ojos. ¡Oh, rostro que no puedo mirar sin peligro! Toma la lira o el carcaj y serás un verdadero Apolo; salgan los cuernos sobre tu frente y serás Baco. Pero Apolo amó a Dafne y Baco a Ariadna y ni ésta ni aquella conocían los ritmos líricos. A mi, en cambio, me inspiran las Pegásidas los cantos más dulces y mi nombre llena todo el mundo y compensa mi falta de belleza y la pequeñez de mi estatura. Si no soy blanca tampoco lo fue Andrómeda, que gustó a Perseo con el matiz oscuro de su raza. Muchas veces se unen las palomas blancas a otras de diferentes colores.Si sólo debe ser tuya una mujer que te iguale en belleza, ninguna mujer será tuya...Mi cabellera, sin joya alguna, cae en desorden sobre el cuello; me visto con groseros ropajes y no uso perfumes de Arabia. ¿Para quién había de adornarme, desgraciada de mi?¡ Sólo por uno lo haría y éste se halla ausente! Tengo un corazón tierno y vulnerable a las flechas ligeras y no puedo vivir sin amar, ya sea porque las Parcas hayan impuesto esta ley a mi nacimiento y no quieran hilar hilos austeros para mi vida o porque la Musa de la poesía ligera haya debilitado mi carácter al enseñarme su arte...
Sólo pienso en ti, Faón; el sueño me trae tu imagen, más luminosa que un hermoso día. Paréceme muchas veces que apoyo la cabeza en tus brazos o que tú apoyas la tuya en los míos; reconozco tus besos y tus caricias y así gozo tu amor. Pero cuando el sol vuelve me quejo de que el sueño me haya abandonado tan pronto. Visito entonces los antros y los bosques cómplices de nuestra unión y, como si me impulsaran las Furias, vago desesperada y encuentro toscos y groseros todos aquellos lugares, porque eras tu quien los hermoseaba... Hay allí un manantial sagrado cuyas aguas son más brillantes y transparentes que las del arroyo más cristalino, y son muchos los que creen que en ellas mora una divinidad. Un loto acuático frondosísimo lo cubre con sus ramas y el suelo se halla tapizado por un verde césped. Al tender en aquel lugar mis miembros fatigados, levantóse ante mí una náyade y me dijo: “Si ardes en un amor no compartido, ve a Ambracia y desde allí dirígete a la roca de Léucada. Deucalión, devorado por el amor de Pirra, la escaló para arrojarse al mar y Pirra le correspondió. Tal es el privilegio de aquel lugar. Ve allí y no temas lanzarte al océano desde aquella altura.” Y se alejó.
Iré, oh ninfa, y escalaré la roca Léucada. Sostenme, aire; mi cuerpo enflaquecido no pesa ya mucho. Y tú también, tierno Amor, sostenme con tus alas para que no haya que reprochar mi muerte a las aguas de esa isla. Entonces consagraré a Febo mi lira.Pero tú, Faón, puedes serme más saludable que aquellas aguas. Para mí, tú serás Febo. ¡Ah, como preferiría mi corazón descansar sobre el tuyo a dejarse caer en esos peñascos! Tú acostumbrabas a elogiarlo: yo quisiera ahora hacerlo elocuente. El dolor hace fracasar el arte y mis desgracias ponen trabas a mi genio. El dolor detiene mi plectro; el dolor hace enmudecer mi lira. Mujeres de Lesbos cuyos nombres ha celebrado la lira eolia, dejad de precipitaros al oir mi cítara. Haced que vuelva Faón; con él volverá vuestra poetisa; él es quien da o quita las fuerzas a mi espíritu.

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