Horacio Félix Herrera

MENFIS 



La cortesana Rodopisa no era de Egipto, pero allí
hizo su fortuna durante el reinado de Amasis,
seiscientos años antes de Cristo.

Era tracia y habían sido camaradas de esclavitud
con Esopo, el fabulista, sirviendo en casa de Yadmon.
Después fue llevada a Egipto por Xanto de Samos,
quien la explotaba como prostituta.

Su fama le atrajo una multitud de clientes, entre ellos
a Caraxo de Mitilene, hermano de la poetisa Safo,
que pagó, habiéndose apasionado de la esclava,
un alto precio por su rescate.
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Rodopisa, Dórica para los griegos entre los que era célebre,
abría la lista de las amantes de Esopo, que aunque era feo,
sólo dio una de sus fábulas para ganar sus favores.

¡Y el beso del poeta la preñó de futuro!

Caraxo, a quien la cortesana le debía su opulencia
y libertad, le permitió establecerse en Neucratis.
Allí la visitaba cada vez que iba a vender vino
a Egipto, menos por negocios que por afición
a ella. Rodopisa, en prenda de amor,
le era fiel mientras duraba su estadía.

En una de sus ausencias, Rodopisa, sentada en su azotea,
contemplaba el Nilo buscando en el horizonte
la vela amada. Una sandalia se deslizó del pie
y los bordados de oro y pedrería brillaron en el seto.
El águila vio la alhaja y la llevó en el pico por los aires.

En aquel momento, Amasis estaba con su corte,
en Neucratis, cuando el águila dejó caer la sandalia
sobre las rodillas del faraón.

Jamás el rey había visto una prenda tan pequeña y graciosa,
y se puso a averiguar quién era la dueña. Cuando la encontró,
después de probar en una multitud de pies, tomó a Rodopisa
por su favorita. Sin embargo,
ella no renunció a Caraxo y los poetas de la Hélade
cantaron los amores de Dórica, a quien Safo
persiguió con sus reproches. Atribuyen a Pausídipe,
en su libro sobre Etiopía, estas líneas:


“Un nudo de cintas realzaba tus largas trenzas, la túnica
al flotar, exhalaba perfumes voluptuosos. Tan encendida
como el vino que hierve en las copas de cristal 
estrechas entre tus brazos al hermoso Caraxo. 
Los versos de Safo te aseguran la inmortalidad 
y Neucratis guardará el recuerdo de tus amores
mientras haya barcos que rasguen el espejo
del Nilo majestuoso.”


Horacio Félix Herrera nació en la ciudad de Córdoba, Argentina, el 30 de mayo de 1956 y reside en Buenos Aires desde 1982. Publicó cuatro libros de poemas: Conjeturas (1981), Fragmentos del Exilio (1997), Notaciones (1999) y Escribas y Meretrices (2001), al que pertence el fragmento transcripto; mantiene inéditos un libro de relatos y una novela. Ha colaborado en diversas revistas literarias y en suplementos culturales de diarios de la Capital y del interior del país.

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