Reseña de Obra Poética


Lo definitivo por Rodolfo A. Alvarez
Ediciones del Árbol, Buenos Aires, 2001. Arte de tapa: Pablo Becker.

Porque "es tarea del poeta ponerle voz a la mirada de la gente", en este decimotercer libro, Rodolfo A. Alvarez nos sumerge en una realidad más intensa y dolorosa que la visible. Sin duda, Lo definitivo es un poemario que deja su marca a fuego. Su decir auténtico (pienso en el canto del pájaro modulando su verdad) alcanza un ritmo peculiar en esa encantadora unión donde convive el verso neobarroco con un lenguaje coloquial  en el que el diminutivo logra un agudo toque íntimo. Sus temas -hombre, cielo, palabra- se nutren más aún cuando entra en el juego de los opuestos: vida-muerte, palabra-silencio, olvido-memoria. Cuestionándose, el poeta expresa: "... pero al decir algo/ extraño decir lo que callo/ porque cuando hablamos/ siempre callamos/ y callando del todo/ decimos/ -siempre siempre- algo al menos." Y también: "...La vida es lo que pasa/ barajados en esta alta marea/ ... y no vinimos a pescar alguna cosita para ir/ tirando/ vinimos a parar el barajeo/ a desplumar la nada/ a descubrir jugar en el jardín que existe/ pero amiguitos/ hacerlo cuesta la vidamuerte. " Ante tantos desgarramientos hay uno que lo tironea con fuerza en su adentro y entonces se entrega plena, sinceramente: "país/ o pantano hecho a pertenecer,/ do la marea es la luz/ de suave destrucción// ante el insomnio sueño que me sueña/ país, otro realismo,/ duermo insomne y tarde utópico derrotado/ como el faisán/ ante la evidencia/ del fusil definitivo." No obstante, a pesar de "la evidencia" el suyo es un camino de luz ante el insoslayable turno: vida-poesía.
Cristina de Berbari
 

 

Emilce Anzoátegui- Antología Poética (1956-1999)

El poeta Ricardo Rubio compiló en la edición que dirige "La Luna Que" esta suma de poemas de la poeta Emilce Anzoátegui a modo de póstumo homenaje. Desde  largo tiempo atrás Rubio ha manifestado su admiración por la que según su decir fue su maestra. En la nota liminar puntualiza: E. Anzoátegui abre ante nosotros una poesía de confesión, muy íntima. Y es cierto. A través de su vasta obra se nos muestra tal como su pasión por la vida la condujo a poemar cada una de sus vivencias: dolor, alegría y vocación de lucha, el no dejarse vencer por infortunio y adversidad. Quisiera encontrar la fórmula adecuada para no utilizar lugares comunes. Estoy inerme no porque el idioma carezca de vocablos adecuados sino que al proponerme dar su justo rasgo a cada poema me sobrepasa el valor de esta antología. Quisiera el nombre de Emilce Anzoátegui ocupando una sola página, como la primera y la última de una rama, sacralizada y siempre vigente para protección del verbo poemado, su perenne presencia en la poesía, nacida en claustros de espíritu, elaborada de una realidad que no siempre es piadosa con los sentimientos y voluntades. E. Anzoátegui ha muerto de muerte fíasica. No caeremos en el hecho repetido de que está siempre con nosotros. Sí lo está en la Antología con "Mi palabra": mi palabra/ parpadea y se esconde/ espera tu mano/ y tu mirada abierta/ es obstinada/ y quiere adjetivarte al infinito... "La Estampa y el Faro" es su primer libro inédito, como "Flashes" y "Arritmia". En "Buenos Aires a toda hora", libro de melancolías, se detiene en un tiempo de reflexión: puedo estallar/ de tanto tragarme/ la ciudad yo sola... En "Yo por ejemplo" la encontramos memoriosa de la infancia feliz, de la casa natal y del amor fraterno: el limonero, la parra y "helados de vainilla, papá de verano". Podemos reconocerla después en "Pablo Milagrero" donde ya madre pone en el hijo el amor que disfrutó en  la infancia. Construirme otra vez// secretamente buscaré para él/ mis ojos buenos... y en "Mamá": soy apenas el apretado nombre que me das. "La Flor Consagrada" no fue su último libro, pero ese solo título la menciona  para siempre en el mundo poético. La involucra.

María del Carmen Chales

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