SALVATORE QUASIMODO, POETA DEL MEDITERRÁNEO

Por Alberto Daneri


 

Sin duda fue uno de los mayores poetas italianos del siglo XX. Quasimodo ha sido, según Horacio Armani, "el que más reticencias y entusiasmos desmedidos suscita". Le adjudican un grado menor de talento que a Ungaretti y Montale, lo acusan de "retórico" y aseguran que su originalidad reside en sus libérrimas traducciones de los poetas griegos. 
Nació en Modica, provincia siciliana de Ragusa, el 20 de agosto de 1901. Su familia se mudó en 1908 a Messina, el límite costero de la isla, donde su padre, empleado ferroviario, había sido trasladado. Estudia en el Instituto Técnico de esa ciudad hasta diplomarse en 1918. Empecinado en aprender, realiza lecturas desordenadas y omnívoras, y un año después viaja a Roma inscribiéndose en el Politécnico con la ilusión de ser ingeniero. Abandona enseguida a causa de sus estudios de latín y griego con un sacerdote. Orgulloso y tímido, vive en la pobreza (como casi toda su vida) cuando conoce a Bice Donetti, su primer gran amor. Y se casa joven. Con su destreza para hilvanar palabras, espera ser poeta. En esa década del '10 la poesía italiana seguía dominada por las corrientes del siglo anterior: Carducci, Pascoli, D'Annunzio. Hablaba de héroes y no de hombres, de patria, guerra y técnica futurista con la grandilocuencia de Marinetti. ¿A quién respetaban los poetas jóvenes? Por ejemplo al viajero Dino Campana, que morirá en un hospicio y será rescatado en castellano por Antonio Aliberti. Extrañamente Quasimodo lo rechazaba, tildándolo de "simulacro". Por supuesto, surgirá la voz hermé-
tica de Giuseppe Ungaretti, a quien la crítica considera el primer poeta italiano moderno que lucha contra la retórica previa.
A todos los había trastornado la Primera Guerra Mundial. Su lucidez no deja de asistir a Quasimodo. Escribe: "La guerra exige con violencia un orden inédito en el pensamiento del hombre, una posesión mayor de la verdad. Valéry, en 1918, cierra un período de la poesía francesa, y Apollinaire inicia otro, el moderno". 
¿Fue el hermetismo una escuela o un lenguaje? Para Quasimodo representó un estilo dramático. Por algo se habló de poesía "del grito" respecto a esta época de su obra, donde intenta un lenguaje no racional sino mítico (como luego buscaría Pavese). Un lenguaje patético, no explicativo, sentencioso, casi epigramático. Es así que, deseando detener el tiempo, suprime los artículos y las proposiciones subordinadas.
Todos los poetas jóvenes querían defender -dijo Alfonso Gatto- "los valores de la poesía, del ser y la vida". En 1926 Quasimodo obtiene un razonable empleo público (geómetra del Ministero dei Lavori Pubblici) y en él trabajará los siguientes doce años. Durante 1929 viaja a Florencia invitado por su cuñado, el entonces apenas conocido Elio Vittorini (luego profeta del neorrealismo y la experimentación literaria y pope intelectual). Allí conoce a los poetas de la revista Solaria, bastión antifascista. 
Inicia su primera etapa, que según los críticos es la de una "poética de la palabra". Montale le ayuda a que aparezcan sus poemas iniciales y su primer libro, Acque e terre ("Aguas y tierras"). De allí es el conocido poema "Y enseguida anochece": "Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra/ traspasado por un rayo de sol:/ y enseguida anochece".
En 1930 se traslada a Imperia, cerca de Génova; y en 1932 publica su segundo libro, Oboe sommerso ("Oboe sumergido"), por el cual le otorgan el premio Antico Fattore: "Muero por volver a tenerte,/ aunque sea desilusionada,/ adolescencia de los miembros/ enfermos". Utiliza en pocos momentos la métrica italiana de endecasílabos y heptasílabos. Compensa esa deliberada distorsión con la diafanidad de otros poemas.
Se convierte en un poeta conocido y desde 1930 le consideran uno de los iniciadores del hermetismo. "El poema hermético -acota muy bien Gianni Siccardi- requiere ser leído en soledad, bajo la luz de la lámpara. El poeta se habla a sí mismo. No es poesía intimista, es poesía interior. No instrumento de expresión sino instrumento de conocimiento". Pero a menudo resulta también Quasimodo un poeta oscuro: aúna concordancias drásticas, suprime comas y artículos o altera el orden habitual de los términos en frases que evocan la oratoria griega e intenta distorsionar el lenguaje y el tratamiento de los verbos. Su lectura a veces resulta difícil por su deliberado anhelo de ambigüedad y de violencia sintáctica.
Ya instalado en Milán en 1934, trabaja como periodista. Vivirá allí el resto de su vida. Al año siguiente nace Orietta, una hija suya de una relación extraconyugal. Durante 1936 conoce a la más importante mujer de su vida, la bailarina María Cumani, con quien se casará recién en 1948, dos años después de la muerte de su esposa Bice. Gracias a la intervención del guionista Cesare Zavattini, en 1938 entra a la redacción del semanario "Tempo". Pero lo despiden en 1940 por su oposición al gobierno fascista.
Mientras tanto, continúa colaborando en revistas del movimiento hermético, especialmente Letteratura. A partir de 1939 se transforma en crítico de arte por su relación con los plásticos de la época. En 1940 publica su alabada traducción, Lerici greci ("Líricas griegas"). Durante 1941 obtiene el puesto de profesor de literatura italiana en el Conservatorio Verdi de Milán, lo que le permite mejorar su situación económica. Enseña allí hasta los últimos años de su vida.
Fue en 1942 cuando publicó el último libro de su ciclo hermético, "Nuevos poemas". Dice: "Saqueadora de inercias y dolores,/ noche; defensa para los silencios,/ renace la edad/ de las oblicuas tristezas". Bien pronto entendió Quasimodo que el hermetismo daba muestras de decadencia. 
Despedido, como hemos señalado, de "Tempo", es uno de los pocos intelectuales opuestos a Mussolini que no participa de la Resistencia, pero debido a su conocida postura antigubernamental debe vivir de manera semi clandestina. Se siente influído por los acontecimientos y busca traer a la luz un nuevo lenguaje. Inicia así su segunda etapa, más cercana a la realidad. Siempre clásico, posee un sensual sentido del paisaje mediterráneo. 
Ya en el umbral de la madurez, a los 46 años escribe uno de sus dos libros mayores, Giorno dopo giorno ("Día tras día", 1947). Su poética ha cambiado. Asegura que el poeta "intenta abrir un diálogo con el hombre". La suya es ahora una poesía más épica, que anhela "hablar del mundo real con palabras comunes". No obstante rechaza la poesía social, porque, afirma, "la moral no puede constituirse en poética". Pero amplía su voz. El poeta de los años '30 no es el mismo que escribe en 1947: "Mi tierra es Italia, oh, remoto enemigo/ extranjero/ y yo canto a su pueblo y también al llanto/ cubierto por el murmullo de su mar,/ al límpido luto de las madres, canto su vida".
Pocos años más tarde da a conocer su otro gran libro, La vita non é sogno ("La vida no es sueño", 1948-53). En él brilla el sentido homenaje a su mujer muerta, "Epitafio para Bice Donetti": "Oh tú, que pasas, empujado por otros muertos,/ ante la fosa ciento sesenta,/ detente un minuto a saludar/ a la que nunca se lamentó del hombre/ que aquí queda, odiado, con sus versos,/ uno de tantos, obrero de sueños".
Sin duda Quasimodo, al trasladarse a Milán, se hizo poeta en el exilio. Vivía en el Norte pero hablaba desde el Sur, su "dolor activo". Dejó
el mar color de vino de su Sicilia amada cuando era (dice en la famosa "Carta a la Madre"), "aquel muchacho que huyó una noche con un abrigo corto y algunos versos en el bolsillo". Pero el Sur, último paraíso, siempre estará presente en su recuerdo.
Es el Sur mítico donde quizá nació
por casualidad pero "donde las garzas pasan por las mesetas verdes", el mismo Sur de Sciascia, poblado de hombres vencidos por la miseria; o el de Lampedusa, lleno de gente derrotada por la molicie. Tal vez por ello escribe: "Nadie tiene en su corazón / una desesperación como la mía./ Soy un hombre solo, /un único infierno". Y aún, en "Carta a la Madre": "Y no importa si ahora vierto alguna lágrima por ti,/ por todos aquellos que como tú esperan/ y no saben qué. Ah, amable muerte,/ no toques el reloj que late en la pared de la cocina,/ toda mi infancia pasó sobre el esmalte/ de su cuadrante, sobre aquellas flores pintadas:/ no toques las manos, el corazón de los viejos". 
Algunos años después, en 1953, comparte con el malogrado Dylan Thomas (galés que murió en EE.UU. bebiendo 18 whiskies) el premio Etna-Taormina. Para 1958 se hace acreedor al premio Viareggio. Ese año viaja a la URSS, donde sufre un infarto y permanece internado varios meses.
Durante 1958 publica La terra impareggiabile ("La tierra incomparable"): "Hace tiempo que te debo palabras de amor:/ o tal vez sean las que cada día/ huyen deprisa apenas pronunciadas/ y la memoria las teme, porque transforma/ los signos inevitables en diálogo/ enconado del alma. Tal vez". Traduce a Sófocles, Ovidio, Shakespeare, Moliére, Cummings, Neruda, y edita antologías de poesía italiana.
En 1959 recibe el Premio Nobel de Literatura. Semejante distinción irrita a más de uno. Zavattini recuerda en su libro "Straparole" que ese premio posibilitó a Quasimodo comprarse un sobretodo decente.
En 1966 publicó su último libro, Dare e avere ("Dar y tener"): "El silencio no me engaña, la fórmula/ es abstracta. Lo que ha de venir está aquí,/ y si no fuera por ti, amor/ el futuro tendría ya ese eco/ que no quiero escuchar y que vibra/ cierto como un insecto de la tierra".
Murió en Nápoles, donde se encontraba eventualmente, a causa de un derrame cerebral, el 14 de junio de 1968, a los 66 años. 
Tal vez en sus últimos años utilizó el Nobel, que indudablemente merecía, para vengarse de afrentas previas. Elijamos quedarnos con su ruego de poeta: "Y ahora que han escondido los cañones entre las magnolias,/ déjennos un día sin armas, sobre la hierba,/ con el rumor del agua en movimiento,/ de las hojas de caña frescas entre los cabellos,/ mientras abrazamos a la mujer que nos ama".



(Extraído de la conferencia pronunciada en la Asociación Dante Alighieri el 2/10/2001)
 

 

Alberto Daneri. Nació en Buenos Aires. Ha publicado: La Búsqueda (teatro,1964) Primer Premio Municipal; Premio Fondo Nacional de las Artes; Premio Argentores; Carta abierta a un confundido (ensayo histórico-político, 1975); A vuelo de poeta (antología poética, 1978); Teatro de soledad: La Búsqueda, Uno del montón, Juego de cuatro o el antiamor, Matar las preguntas, La cita (teatro,1983); Matanzas y melancolía (cuentos, 1986); Hijos de la niebla (teatro, 1995) Mención de Honor en España del Premio Tirso de Molina, 1994; Primera mención Facultad de Psicología UBA. El mar llora de amor, ( poesía, Buenos Aires ,1999; Poemas de sombra (poesía, México, 1999).
Permanecen inéditos: Palabra y fuego (poesía), Presencias interiores (ensayos sobre literatura italiana), Esta noche saldrá el sol (obra teatral)

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