Marcelo Juan Valenti


 


EL ÁNGEL VERSUS AGLAE



Aglae me abrazó y cerró los ojos. La aterrorizan los curas. Y aquel no paraba de hablar del infierno, de castigos, de dolores. Demasiado fervor para un público que ralea día a día y que, para ser sinceros, escucha con bastante indiferencia.
Salimos.
Aglae, siempre de mi mano, olía la tormenta que se acercaba y con la mano libre tocaba las tapias descascaradas.
Me detuve frente a la enorme placa en honor a los muertos en el frente durante la última guerra. Busco nombres conocidos. Siempre encuentro a alguien, la lista es larguísima y Aglae me tironeaba, quería seguir.
Por el camino Aglae miraba los árboles centenarios y de pronto se soltó para juntar flores amarillas.
Me asaltó un leve mareo, me senté en una piedra antigua horadada de símbolos. Todo se enrareció. La atmósfera se volvió pesada, los colores se enfurecieron.
Sentí un canto dulcísimo y miré hacia arriba. Era un ángel. Sonreía. Vi su dentadura perfecta y sus labios azules. Sólo la boca se recortaba en el óvalo reberberante de su rostro.
El ángel me tomó de la mano, me besó en la boca, me quería arrebatar.
Entonces Aglae gritó, me tomó de la otra mano, se volvió fuerte, empecinada. Gritó de nuevo, blasfemó, desplegó espadas invisibles.
El ángel sonrió y desapareció.
La naturaleza volvió a su cauce y recuperé la respiración.
Aglae seguía tomada de mi mano. Me levanté tembloroso y continuamos nuestro camino.

Marcelo Juan Valenti. Ha publicado un libro de cuentos en 1999. Reside en Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina.


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