Nira Etchenique
 

VOX POPULI ( fragmentos)

Aparecida hizo corriendo quince de las treinta cuadras que la separaban del puente hasta que la combi de la escuela frenó y ella subió, y el hombre que manejaba decretó con voz enérgica y serena hoy no hay clases pero de aquí no se baja nadie que tampoco es día de fiesta. Aparecida había corrido las quince cuadras en completo silencio, acompañada respetuosamente por el trote de los vecinos. Corría y pensaba lo levanto y me lo llevo y antes de gritarle espero que se le pase la borrachera y lo curo y después lo meto a los empujones en la tina que es lo que más le gusta y en cuanto entre en el agua empieza a mirarla con dulzura el muy desgraciado y Aparecida lo enjabona dulcemente así entre las piernas ahora dése vuelta negro sucio que vamos a ver qué tiene en ese agujero oscuro como la noche y Carica se deja se revuelve lleno de cosquillas diviértase nomás que ya viene lo bueno pero más lo toco más me ablando más me gana este zafado que ya ella se agita y él le extiende la trompa húmeda lo único que falta quiere besos eso quiere y Aparecida lo besa negro negro de seda. La combi frena, toda Maringá la mira.

Fue el Lobizón, me dijo Aparecida al abrirme la puerta de su casa. Fue el Lobizón, repitió mientras yo entraba y era el atardecer del día del funeral de Carica. Había humo de incienso y flores, y en el otro cuarto algunas voces orando, y ella fumaba uno de esos charutos nauseabundos e inclinaba la botella de Velho Barreiro y servía la cachaça que beberíamos lentamente, yo, con una debilidad impropia para razonar, ella, mirándome desde unos ojos rejuvenecidos por el odio.
Me eché en el sofá con todo mi peso, cansado como si regresara de una enfermedad seca y antigua. Quítese las zapatillas, doctor, duerma si quiere. No, Aparecida, no quiero dormir, quiero saber qué está diciendo, Aparecida, de dónde sacó esa historia. Ella seguía bebiendo y dándome de beber. Fue el Lobizón, eso es lo que estoy diciendo, doctor, y estrujaba entre sus dedos nerviosos la cruz que le colgaba del cuello, y caminaba con el vaso en la mano, y rezaba pedazos de padrenuestros, y por momentos se quedaba inmóvil, paralizada en medio del cuarto en el que había ido entrando la noche, a la cintura le llegaba la noche, y ella tambaleó, está ciega, pensé, ya no tolera el dolor, qué ocurre Aparecida, embrutecido, no puedo ni sentarme y tomarla entre mis brazos para que no se golpee, ojalá llorara, por qué no llora, Aparecida, fue el Lobizón, ay mi negro de seda, ay mi almita de Dios, ay mi amor, qué es eso, Aparecida, qué es eso mujer, venga, venga al sofá, en el suelo, doctor, en el suelo, ay mi negro zafado, levántese, no me levanto nada, aquí ahorita empiezo a morirme, no ve que estamos borrachos, Aparecida, borrachos estamos, qué me viene con el Lobizón, ay negrito, ay Carica.
Lo despertó una marejada caliente en las sienes, como latigazos detrás de los párpados y un clavo metido hasta el fondo de la nuca. Se incorporó a medias y vio contra los vidrios una pasta grisácea y quieta. Gimió y volvió a echarse en el sofá, maldita sea, sólo los pueblos salvajes pueden tomar eso. Y cuando Aparecida entró, precedida por esas fragancias que sólo tienen las brasileñas después de bañarse, murmuró dificultosamente la cachaça es para salvajes, y ella rió, y nadie hubiera dicho, oyéndola, que era una mujer de duelo. Aparecida se sentó a sus pies y él pudo observar su pelo mojado, el vestido oscuro y las dos flores amarillas que descansaban en su escote. Tome, dijo, es café bien fuerte con gotas de alcohol puro, para la resaca. Se estremeció y apartó la taza. Tómelo, insistió ella, y después váyase a vomitar. Levantó las cejas, no ande jodiendo con delicadezas, doctor.
Cuando volví del baño me temblaban las piernas. Ahora sude como Dios manda, ordenó mientras corría las cortinas para evitar que la luz me partiera en dos la poca vida que arrastraba hasta el sofá. Duerma, susurró con suavidad, como si le hablara a un niño, después tenemos que hablar. 

 

Nira Etchenique: nació en Buenos Aires. Publicó: Mi canto caído (Poemas) 1952; Esta tierra puesta en soledad (Poemas) 1955; Horario corrido y sábado inglés (Poemas- Faja de Honor SADE) 1957, traducido al frances- checoslovaco; Alfonsina Storni (Ensayo) 1958; Los dueños del hambre (Poemas) 1959; Roberto Arlt (Ensayo- Faja de Honor SADE) 1961: Diez y punto (Poemas 1ª edición 1965/ 4ª edición 1968; Sur (Cuentos 1ª edición 1966; Ültimo oficio (Poemas) 1ª edición 1967/ 2ª edición 1974; Tempestad es la palabra (Poemas) 1971; Persona (Novela- Premio Fundación Dupuytren) Ed. Sudamericana 1982; Judith querida (Novela) Ed. Corregidor 2000; Vox Populi (Cuento- Premio Ciudad de Barañáin- Navarra- España) 2001; Vox Populi (Cuentos) Roberto Goijman Editor 2004.


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