La metáfora del hombre ha sido desde el principio una metáfora espacial; la ascensiòn y la caída. Vértigo ante la profundidad de lo alto y vértigo del abismo. Nuestra condición temporal nos impone ese movimiento continuo de trascendencia, dado no como una extensión horizontal, sino como una verticalidad radical, como un empuje hacia la luz o un descenso a las sombras. La tradición clásica tiene su Ícaro y su Orfeo...Tal vez sea difícil encontrar una cultura que no haya sentido gravitar sobre sí, la rigurosa verdad existencial que discurre bajo ese perpetuo y aparente juego metafórico.
Trascendencia vertical. Tensión contradictoria que nos expande más allá de nuestra medida habitual y nos porta fuera de los naturales dominios que la Razón regenta. Esa es la dialéctica de lo sagrado y, también, la polarización de lo estético. Espacio humano y espacio literario. 

Guillermo Yepes Boscán

Dones y miseria de la poesía, Monte Ávila Ed., 1974.

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