EMILY DICKINSON (1830 - 1886) Homenaje


Carta de Thomas Higginson a su esposa 
16 de agosto de 1870 (escrita a las diez de la noche después de su entrevista con Emily)

.. Una gran casa de un jurista del condado, de ladrillo marrón, con árboles enormes y un jardín; le dejé mi tarjeta. Un recibidor oscuro, frío y un tanto estirado; unos cuantos libros y grabados, y un piano abierto...
Un paso alegre y corto como el de un niño hizo su entrada, y se deslizó una mujer pequeña y poco atractiva, con dos mechones lisos de pelo rojizo y una cara sin ningún rasgo bonito, con un vestido muy sencillo y exquisitamente limpio, de piqué blanco, y un chal de estambre azul. Se dirigió a mí con dos lirios recién cortados que puso en mi mano como lo haría un niño y dijo: “Éstos son mi presentación” con una suave , asustada y entrecortada voz infantil; y añadió sin aliento: “Perdóneme por estar sobresaltada, nunca veo a extraños y apenas sé lo que digo”; pero en seguida empezó a hablar, y a partir de ahí lo hizo continuamente -y de forma respetuosa- a veces parándose para pedirme que hablase yo en lugar de ella, pero recomenzando en seguida y diciendo muchas cosas que tú habrías considerado necias y yo sabias...
“Las mujeres hablan, los hombres se callan; ésa es la razón por la que me dan pavor las mujeres.”
“Cómo vive la meyor parte de la gente sin pensamientos... Cómo viven. Cómo sacan fuerza para vestirse por las mañanas.”
“La verdad es algo tan infrecuente que es preciso decirlo.”
“El éxtasis lo encuentro en el vivir, la mera sensación de estar viviendo es suficiente gozo.”
“Nunca tuve una madre. Supongo que una madre es alguien a quien acudes cuando estás preocupada.” 
“¿Es olvido o ensimismamiento cuando las cosas se van de la memoria?”
Al marcharme me dijo: “La gratitud es el único secreto que no puede revelarse por sí mismo”.
Cuando yo dije que volvería alguna vez, ella dijo: “Diga dentro de mucho tiempo, eso lo hará más corto. Alguna vez no es nada”.
Nunca estuve con nadie que me agotara tanto el sistema nervioso. Sin tocarla, ella me arrastraba. Doy gracias por no vivir cerca de ella.

(Traducción de Margarita Ardanaz) 

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