Exposición
de los Oráculos
Proclo
1. Los
órdenes eternos son los templos y las habitaciones de
los dioses y el orden paterno es el templo todo receptor
del padre que recibe y unifica las almas ascendentes.
El orden angélico en forma característica conduce
las almas a la región celeste "apareciendo
alrededor del alma", de acuerdo con el Oráculo,
por ejemplo, iluminándolas completamente y provocándoles
que se llenen del fuego inmaculado y les imparte un
orden inmutable y tranquilo al mismo tiempo que les
confiere poder, estando unido con la luz de cosas divinas;
esto, más aún, la retiene en su lugar natal y
le causa que se mantenga sin mezcla con la materia,
elevando el espíritu con calor y llevándolo a
lo alto por medio de la vida anagógica; pues el calentar
el espíritu es impartirle vida, y es totalmente elevado
apresurándolo hacia la región celeste, de la misma
manera que gravita hacia abajo y es llevado a la materia
o a la región de generación. Mas el fin de los
ascensos es la participación de los frutos divinos y
llenar el alma del fuego divino, que es
la contemplación de Dios, al ser puesta el alma
en presencia del Padre. El alma, al celebrar las cosas
divinas, se perfecciona, de acuerdo con el Oráculo,
poniendo ante el Padre los símbolos inefables
del Padre, el cual los ha colocado en el alma
en la primera progresión de la esencia, pues tales son
los himnos intelectuales e invisibles del alma ascendente
que despiertan la memoria de razones armoniosas que
tienen las imágenes inexpresivas en ella de los
poderes divinos.
2.
El Oráculo dice que la profundidad del alma está en
su triple poder gnóstico, intuitivo, diamental y glorioso,
pero que todos sus ojos son sus triples energías
gnósticas, ya que el ojo es el símbolo del conocimiento,
pero es la vida del deseo, y cada uno de ellos es triple.
Mas la tierra, de donde es necesario que el corazón
se eleve, significa todas las cosas materiales
y mutables en la generación, por ejemplo, la vida terrestre
y todas las demás formas corporales. A lo que sigue,
añade el Oráculo, la contemplación de la Monada
Paterna, la alegría pura en referencia a esta contemplación
y una tranquilidad inquebrantable de esta demarcación
intuitiva. De aquí es evidente que lo bueno de
esta contemplación es una mezcla de aprensión
y la alegría que naturalmente la acompañan, pues
a toda vida que posee una energía que es por naturaleza
fácil y rápidamente liberada le es dado un placer
innato. El himno del Padre no consiste de discursos
compuestos ni de la preparación de ritos sagrados, pues
siendo sólo incorruptible no recibe himnos corruptos.
Por lo tanto, no imaginemos que podemos persuadir
al Maestro de los verdaderos discursos con un
huracán de palabras, tampoco mostrándonos o desfilando
adornados con ritos artificiales, pues Dios ama lo simple,
la belleza de la forma sin adornos. Por ello, consagremos
este himno a Dios, como una asimilación de nuestra semejanza
a Él; vivamos esta esfera terrestre, que es de
una naturaleza transitoria, lleguemos a nuestro
verdadero fin, conozcamos al Maestro, amemos al Padre,
obedezcamos al llamado, corramos hacia el calor alejándonos
del frío; convirtámonos en fuego y viajemos a través
de la vida. Tenemos un sendero rápido y fácil para ascender
al Padre, el Padre guiará señalando el camino del
fuego; no flotemos en la vil corriente del Leteo, el
río del olvido.
3.
El cuerpo es la raíz del mal, de la misma manera que
el intelecto es la raíz de la virtud. Pues la virtud
florece para las almas en la región celeste, mas el
mal llega a las almas desde lo peor, en la región de
la materia. Arrojar el mal hacia la región material,
eliminado de nuestra naturaleza, permitirá al a1ma ir
hacia dondequiera que aspire. Esta temporalmente distribuida
a toda la generación o naturaleza material, desde el
momento que los males están aquí y por necesidad se
mueven en este lugar y alrededor de él. Nuestro cuerpo
es una parte de la generación o de la esfera del tiempo
y los sentidos; pero otra parte, el alma, está capacitada
para actuar liberada por el poder de la generación,
mas no puede conquistar el todo de la generación, a
menos que nosotros destruyamos el ser o esencia de ella.
Por lo tanto debemos arrojarlos celosamente y con ahínco
hacia la esfera material, de donde los sacó el alma;
ya que las cosas materiales tienen la materia como nodriza;
la "no-extinción" o el no restringir de las
tendencias de la mente hacia lo peor no se relaciona
con una mera desaparición temporal de ella, de la misma
manera que todas las pasiones que están restringidas
en un cierto ser están contenidas en él y lo llenan
con su propio calor. Mas en lugar de limitarlas, arrójalas
fuera, no manteniendo dentro sino sólo lo que
se rebasa. En referencia a lo que dice el oráculo: No
llenes el espíritu a través de lo que se encuentra interno
o escondido. Pero la envidia es material porque mora
con la privación de bienes; la privación coexiste
con la materia improductiva. La raza teúrgica
es benéfica y devota en una imitación celosa de la bondad
de Dios, y no es puesta al alcance de la pugnacidad
y enemistad de los hombres. Estas pasiones están encerradas
en las almas, impartiendo al espíritu cierto carácter
material y llenándolo con privación material y falta
de vida.
4.
El alma consistente, de acuerdo con su Poder diamental,
es cognoscitiva de los seres verdaderos o divinos. Mas
estableciéndose en la vida intelectual de su esencia
peculiar, conoce todas las cosas por intuiciones simples
e impartibles. Ascendiendo hacia la unidad, y doblando
y dejando a un lado toda multitud que esté en sí misma,
energiza entusiastamente y está unida a la hyparxis
superintelectual, ya que en todas partes lo semejante
está unido a lo semejante, y todo conocimiento a través
de la similitud esta atado a lo que es sabido por el
conocedor, a los objetos sensibles u objetos de percepción
sensible, lo perceptivo; a los cogitables, lo
diamental, al inteligible, a lo intuitivo, y por ello,
también a lo que es primero, al intelecto; la
flor del intelecto también le corresponde. Pues en otras
cosas, el intelecto no es lo más alto sino la
causa superior del intelecto; de esta manera, en las
almas la primera forma de energía no es intelectual,
sino aquello que es mas divino que el intelecto, y cada
alma y cada intelecto tienen dos energías; a saber,
la única, que es mejor que el intelecto; y la intuitiva.
Es por ello necesario que entendamos este inteligible,
que existe per se, y la hyparxis, habiendo cerrado nuestros
ojos a todas las demás vidas y poderes. Por ello
al volvernos noeídicos comprendemos el intelecto, así,
al convertirnos en seres uniformes, ascendemos a la
unidad, permaneciendo en la cumbre característica del
intelecto, desde el momento que el ojo no puede ver
el Sol, a menos que este formado solamente y no
por medio de la luz del fuego. Más aún, es claro que
este inteligible no puede ser comprendido por un proceso
de raciocinio. Más como dice el Oráculo, si aplicas
tu intelecto llegarás por intuiciones especulativas
a tener contacto con el inteligible y de esa forma
lo comprenderás como cuando entiendes algo en
particular, es decir, no puedes asir al inteligible
tomándolo de acuerdo con cierta medida de forma y conocimiento,
pues por muy fuertes que sean tales intelectos simples,
están privados de la simplicidad única del inteligible
y son llevados a condiciones secundarias del intelecto,
procediendo a multitud de cosas comprensibles; pues
ningún objeto de conocimiento es comprendido a través
del conocimiento inferior o por medio de él; tampoco
es sabido lo que es superintelectual a través
del intelecto, pues de pronto el intelecto se
lanza o proyecta en cierta cosa y pronuncia que eso
o aquello es entendido, cuya sentencia es la segunda
del inteligible. Mas si por medio de la flor de nuestro
intelecto comprendemos este inteligible establecido
en la cumbre de la primera tríada inteligible, ¿nos
unimos por cierta relación que esta desordenada con
todas las cosas y no participable? Pues si el primer
Padre, según dice el Oráculo, se separa él mismo
del intelecto y del poder ¿qué es aquello que no se
necesita de tal manera que deba ser retirado, pero que
es separado o aislado de todas las cosas simplemente
y es celebrado como el Dios de todo? ¿Es esto comentado
por el Oráculo en otro sitio acerca del padre primordial?
Y en relación del primer poder de la sagrada razón,
¿qué es aquello que está arriba de ésta y esta
dicho por el Oráculo que es sagrado? Y si la razón
brillante es tenida por el Oráculo como la razón más
inefable, es necesario que antes de la razón subsista
el Silencio como un principio de ella o como un principio
productivo, y primero a toda razón sagrada como
causa deifica. Así como más allá de los inteligibles
están las razones, o principios productores de los inteligibles
(las cosas unidas) de la misma manera el principio
productivo en ellas subsiste de otra unidad más inefable;
aunque hay una razón del Silencio de inteligibles
callados. Tal vez esta flor del intelecto no es la flor
de nuestra alma completa. Sin embargo, ésta (la flor
del intelecto) es la más exclusiva de nuestras vidas
intelectuales, y ésa, la flor del alma, es la
de todos los poderes físicos, siendo ambas multiformes.
Pues nosotros no somos solamente intelecto, sino razón
discursiva, opinión, atención y voluntad, y antes que
estos poderes somos esencia, una y múltiple, partícipes
e impartícipes, y la que se muestra brillante es de
dos formas: una es la flor del alma, que es el primero
de nuestros poderes; la otra es la esencia total
del centro y de todos los poderes alrededor de ella;
más ésta (la flor de la mente) sola nos unifica
con el padre de los inteligibles, ya que la unidad
es intelectual, más esto es comprendido por el intelecto
paterno de acuerdo con la unidad que se halla
en él. Pero la unidad a la que se aproximan todos
los poderes físicos y en la que se centran y unen en
forma natural nos conduce al principio que está
más allá de todos los seres, y es el poder unificante
de todo lo que hay en nosotros. Así pues, estamos plantados
o enraizados en este principio esencialmente,
y al estar enraizados aun cuando descendamos de la región
inteligible, no seremos apartados de nuestra causa.
5.
La filosofía dice que el olvido de las razones eternas
es la causa de la partida del alma de los dioses, y
que una reminiscencia del conocimiento de estas razones,
o ideas, es la causa del retorno hacia ellos; pero el
Oráculo declara que el olvido y la reminiscencia
de los símbolos paternos son, respectivamente, las causas
del alejamiento y el retorno. Ambas declaraciones están
en armonía, pues el alma está constituida por razones
intelectuales y símbolos divinos, de los cuales las
primeras proceden de especies intelectuales y los últimos
de las unidades divinas; nosotros somos imágenes
de las esencias intelectuales, pero somos estatuas de
los símbolos desconocidos, y de la misma manera
que todas las almas son una plenitud de formas subsistiendo
simple o totalmente de acuerdo con una causa, así también
participa de todos los símbolos y por medio de ellos
se encuentra unida a las cosas divinas, más el hyparxis
del alma en la unidad se encuentra dividida o separada
de tal forma que toda la multitud en el alma es
conducida a una cumbre. Pero es necesario saber
esto: que cada alma difiere de otras de acuerdo con
una forma específica, y que hay tantas almas como especies
de ellas. Pues hay, primero y de acuerdo con una
forma, una hipóstasis o fundamento individual, forma
únicas acerca de la materia y los componentes
de los seres, habiendo una naturaleza sujeta que
participa en varias maneras de la misma forma; entonces,
la esencia del alma es la razón y la forma simple, y
hasta este punto un alma no diferirá respecto
de otra esencialmente, pero sí en cuanto a forma, pues
tan sólo en el carácter ya difiere. Mas es solo
la forma, de aquél que es evidente que todas las almas,
aunque se hallen al mismo grado repletas de las mismas
razones, le es distribuida una forma distinta de las
otras, de la misma manera que la forma solar caracteriza
el alma solar, y a otra forma, otra alma.
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