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Y dónde está el presidente

Amigo de Hugo Chávez, Rafael Correa, Raúl Castro y otros antidemócratas, se unió al populismo latinoamericano más rancio y en lo económico sus recetas sólo han traído inmovilidad productiva. En algún momento, el presidente del empleo se extravió y hoy tenemos, a alguien que desdeña su sitio en la historia

MARZO, 2010. A la mitad de un sexenio muy lejano a cumplir lo que de él se esperaba, es justo preguntarse dónde está hoy Felipe Calderón. Sabemos que está en Los Pinos, pero eso físicamente. En algún momento de los últimos tres años el mandatario se perdió y a la vez perdió contacto con sus electores, aquellos que hicieron posible que derrotara, por milímetros, a Andrés López Obrador. Ese Felipe Calderón que prometía ser el "presidente del empleo" durante su campaña en el 2006 bien podría añadirle el adjetivo de "perdido" a ese lema que hoy suena, lejano, incluso irritante. Para muchos de quienes votaron por él ha resultado ser un desconocido, alguien que ha caminado en sentido distinto al que se esperaba. 

Muchos respiramos tranquilamente en el 2006 cuando el IFE finalmente cantó la victoria del michoacano pues la otra alternativa se antojaba un regreso al echeverrismo más ominoso. Pero luego nos preguntamos dónde estaba el presidente cuando ese IFE fue devorado por los partidos políticos los cuales terminaron sometiéndolo para de paso administraron horas de bazofia publicitaria en radio y televisión que nos han costado millones de pesos a los contribuyentes. La ciudadanía estaba consciente que al combatir el crimen organizado habría un alto costo pero a tres años y con la agudización de las matanzas, la paciencia se está agotando. Fue una guerra que el presidente no prometió mientras estuvo en campaña y de la cual se percibe el gobierno calderonista jamás midió las consecuencias y se enfrentó a las bandas sin antes tratar de recomponer la situación económica. Con un país financieramente deteriorado, enfrentar al crimen organizado se antoja una tarea inacabable, y al final estéril.

Tenemos, pues, un presidente cada vez más irreconocible. La mujer que le espetó "usted no es bienvenido" cuando visitó Ciudad Juárez tuvo resonancia entre muchos ciudadanos como alguien que ha mostrado decisión en los puntos equivocados y graves dudas donde debió haber sido más duro.

No todo ha sido culpa suya, por supuesto. Uno de sus puntos débiles, como ocurrió con Vicente Fox, ha sido su secretario de Gobernación, sin duda el puesto más "salado" dentro del gabinete. Cuando Juan Camilo Mouriño comenzaba a posicionarse y a mostrar cierta madurez como negociador falleció en un accidente de aviación. A su primer sucesor tampoco le fue bien, y al segundo menos al punto que ha tenido enfrentamientos directos con la dirigencia panista al punto que ya renunció a ese partido. Y es que si ha faltado un buen negociador con las demás fuerzas políticas, es porque también ha faltado presidente.

Cabe preguntarse de nuevo dónde está el presidente. Difícílmente se trata de la misma persona que, como mandatario electo en el 2006 dijo al periódico Reforma "mi gobierno se guiará por la austeridad y la vigilancia del gasto público". Ese presidente debe andar extraviado en algún rincón del planeta pues la "austeridad" ha resultado en un incremento de más de 90 mil burócratas en estos tres años, y la triplicación de los sueldos de los altos funcionarios. Ahí está el presidente mismo, que al asumir su puesto percibía mensualmente 154 mil pesos y hoy recibe 343 mil, casi el triple. Este hecho, al registrarse en un país que en tres años ha bajado más de 15 posiciones en competitividad mundial, evidencia una tremenda desconexión entre el mundo de Los Pinos y el resto del país.

Pero la pregunta sobre dónde quedó el presidente queda más clara es en política exterior. Pensábamos que los berrinches de los hermanos Castro habrían bastado para mantener una distancia saludable con la dictadura isleña. Por el contrario, el gobierno calderonista ha tratado de quedar bien y de dar gusto a lo que pidan desde La Habana. Cuando ganó la elección, se esperaba que Calderón pugnara por la integración comercial con Estados Unidos y Canadá pero en vez de ello el segundo país impuso la visa y el segundo ha mostrado tener el igual desinterés hacia México que mostraba el gobierno de George W. Bush. Calderón ha buscado el acercamiento con América latina aunque con los aliados menos deseados, ya sean los hermanos Castro (la dupla cubana, no los músicos), Hugo Chávez, Rafael Correa, Cristina Fernández y otros políticos con pavoneos absolutistas. 

Por supuesto que el Calderón que esperábamos habría invitado al nuevo presidente de Honduras dado que ganó en un proceso electoral limpio y determinado por su Constitución soberana. Para sorpresa, no asistió a la conferencia de Cancún y en cambio ahí estuvo Raúl Castro, antidemócrata donde los haya. De nuevo, ¿y dónde está el presidente Calderón?

Se ven escasas las posibilidades para que el presidente Calderón que conocimos pueda regresar. Su partido no ganó la mayoría en el Congreso por lo que podríamos decir que este fue otro sexenio perdido. La lucha contra el crimen organizado no avizora disminución mientras siga empeorando la crisis económica, ni tampoco se ve voluntad alguna por disminuir el gasto público. Asimismo, el presidente que prometió eliminar la tenencia nos hizo iniciar el año con otra alza impositiva, la cual ya estaba incluía en el paquete fiscal aun antes que llegara a la Cámara de Diputados. Difícilmente esto cumple la expectativa calderonista de "encontrar el marco adecuado para una Miscelánea Fiscal más equitativa y que promueva el empleo en vez de ser meramente recaudatoria", según dijo a Joaquín López Doriga durante una entrevista hecha en enero del 2007.

Mientras no aparezca ese presidente Calderón, el grito jubiloso de "¡sí se pudo!" de los diputados panistas durante la empedrada toma de posesión hace cuatro años suena muy apresurada. Hasta hoy, simplemente,. Calderón no ha podido.

 

 

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