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Una inesperada conversión

Fue en su momento uno de los guionistas mejores pagados de Hollywood pero al serle detectada una enfermedad renegó de su trabajo. Quizá no logre la redención, pero Joe Eszterhas planea, entre otras cosas, un filme sobre la Virgen de Guadalupe

ENERO, 2010. Joe Eszterhas es autor de una de las escenas más recordadas del cine contemporáneo y ocurre cuando una chica vestida de blanco es interrogada por cuatro detectives. Al sentarse ella cruza la pierna y permite ver que no lleva puesta ropa interior. Seguramente son pocos los que vieron Basic Instinct que se acuerdan de la trama pero, sin duda también, todos tienen presente ese momento por parte de Sharon Stone, poseedora de unas piernas sensacionales. Lo que pocos saben es que durante la filmación Eszterhas la llevó a su departamento y tuvo relaciones con ella, "en un sexo tan salvaje como el que muchos espectadores querían tener con ella", según escribió el guionista en su biografía, aparecida en el 2002.

A la distancia queda claro que Basic Instinct fue un bodrio ampliamente publicitado, lo cual quedó refrendado hace dos años cuando salió la segunda parte y que se hundió en taquillas su primer fin de semana. Pero la fórmula del shock fue aprovechada por Eszterhas un par de años más, sólo que sin Stone de por medio se evidenció que se trataba de verdaderos bodrios; baste mencionar a Jade y Showgirls como dos deplorables ejemplos.

Las películas de Eszterhas llevaban otras constantes. Una, su innegable misoginia, un universo donde las únicas que pueden triunfar son aquellas que venden su cuerpo para lograr su objetivo pero son destruidas al momento de querer redimirse; dos, los buenos nunca ganan, como lo muestra la chica que es brutalmente asesinada en Showgirls y quien era la "buena conciencia" del clan; tres, el uso de drogas como liberadoras, un símbolo de rebeldía: "¿acaso me van a arrestar por fumar?" dice Stone en Basic Instinct mientras en Jade una chica adicta a la cocaína es la triunfadora absoluta en un concurso de tubo.

Otra constante apología de Eszterhas era la violencia; en todos sus filmes hay asesinatos, mutilaciones y sangre que salpica el rostro de los protagonistas. También existe una obsesión fálica pues en Basic Instinct el protagonista es un picahielos y en Showgirls las chicas dan lengüetadas a las astas por donde se deslizan las strippers.

En fin, los detalles de la vida que ha llevado John Eszterhas van mucho del mal gusto a lo repugnante, y sus películas fueron siempre un reflejo de ello.

Al igual que Cameron Crowe, Eszterhas inició su carrera en el periodismo, e igualmente como reportero de Rolling Stone. Nació en un campo de concentración en Hungría aunque aún niño viajó a Cleveland junto con su familia, escribe en su biografía, "me rebelé contra el entorno del cual venía en cuanto me di cuenta de las tentaciones del nuevo mundo". Tras estudiar periodismo Eszterhas encontró acomodo en varias publicaciones, aunque su ética periodística era poca, según lo reconoció: "Me llevé a la cama a varias entrevistadas, solteras, casadas, vírgenes incluso". Acepta haber tenido un apetito sexual desbocado que pronto se convirtió en adicción, a la vez que aumentaba su repulsión por la Iglesia, en especial la católica. Por ejemplo, en un texto que escribió para Rolling Stone sobre el fallecido motociclista Eivel Knievel, el reportero se burlaba abiertamente de que Kneivel praticara esa religión.

En 1980 Eszterhas dejó la revista y entró de lleno al guionismo. Uno de sus trabajos más conocidos es Flashdance (1982), la historia un tanto convencional de una muchacha de Pittsburgh que en el día es una obrera y por las noches es una sensual bailarina. Pero quien analice cuidadosamente el guión se dará cuenta de la misoginia que corre entre las líneas pues la chica no pasa de ser un mero objeto sexual. (A propósito, en su biografía Eszterhas apunta que en ese entonces Michael Eisner, el futuro mandamás de Disney, lo era de Universal. Cuando se realizaba el casting para Flashdance Eisner reunió a varios obreros en un teatro y les mostró escenas de las tres aspirantes al papel. "Quiero que me digan a cuál de ellas les gustaría [penetrar]", dijo Eisner. Jennifer Beals fue quien recibió más votos).

Otro guión de Eszterhas llevado al cine es The Magic Box, donde un hombre tiene que enfrentar la realidad de que su padre había sido un oficial nazi durante la segunda guerra mundial, Irónicamente y sin que el guionista lo supiera, se enteró que su progenitor había sido un soplón de los nazis durante la ocupación en Budapest.

En 1992 se estrenó Basic Instinct. El éxito taquillero fue tal que entró al círculo de los guionistas best paid. Por esta historia recibió 5 millones de dólares, mientras que para Jade y Showgirls recibió en conjunto 17 millones de dólares. Pero al final se trataba de un autor sobrevalorado: ambas películas fueron destrozadas por la crítica y recaudaron juntas apenas 25 millones de dólares. Ante ello Esztheras empleó la típica excusa de quienes anhelan el shock que cimbre a las buenas costumbres y no lo logran: "Es arte, y quizá el público no está preparado para entenderlo", dijo a Vanity Fair.

En el 2002 le fue detectado cáncer en la garganta, producto de varios años de adicción al tabaco (fumaba hasta tres cajetillas diarias). Todo ocurrió casi al mismo tiempo en que descubría la superficialidad de Hollywood donde, escribió, "eres exitoso únicamente cuando piensas como los demás", y como ejemplo pone a un conocido actor de acción a quien confesó remordimiento por haber fumado tantos años, "pero cuanto condené también el uso de la mariguana, igualmente dañina y la cual él fumaba con naturalidad, dejó de dirigirme la palabra; él pensaba que la yerba posee cierta actitud de rebeldía y que los cigarrillos son parte del corporativismo".

Esztheras escribió un artículo donde se arrepentía por haber promovido el uso del tabaco en sus películas, "lo que hoy más quiero es ver crecer a mis hijos, ver una puesta de sol sin tener un tubo atravesado por la laringe". No era una contrición completa: "Deseamos a Eszterhas muchos años de longevidad al lado de sus hijos pero la promoción del tabaco no era lo único ominoso en sus películas. ¿Y la degradación de la mujer, la exhaltación de la violencia? Quisiéramos pensar que Esztheras también se siente mal por ello", refirió el columnista Matt Labash, de The Weekly Standard.

En el 2005 Esztheras sufrió una fuerte depresión, e incluso contempló el suicidio. Un día, desesperado, comenzó a rezar, algo que no había hecho en muchos años. Recordó entonces el día de su primera comunión, de su confirmación y de todo aquello que había abjurado. "Sentí que volvía a casa y que los lujos, los millones de dólares, el tener poder en un medio tan corrompido como el cine son sólo ilusiones que no te llenen espiritualmente". Tal posición le ha hecho perder al por lo menos la mitad de sus amigos de Hollywood, lo cual, según Esztheras, no podría importarle menos, "de cualquier modo ya estaba enemistado con la otra mitad".

Antes de dar el siguiente paso tuvo varias dudas ante los escándalos de los sacerdotes católicos que habían molestado a menores de edad. Pero su conversión, o más bien su reconversión, se dio luego de ver The Passion of the Christ, de Mel Gibson. "Los mismos críticos que celebraban mis guiones violentos decían de The Passion '¡Pero qué película tan más violenta, quítenla de cartelera!', aunque tras haber estado dentro del negocio sabes que la razón era otra, que les horroriza el manejo de asuntos religiosos en la pantalla: sí, hagan las películas que quieran sobre un demonio pero que no se les ocurra poner una donde Cristo es el protagonista", escribió.

Como muestra de su sinceridad, desde entonces Eztheras transfiere las regalías por sus guiones a un orfanato en Cleveland. Cuando quiso publicar un texto donde anunciaba que abrazaba el catolicismo ningún gran diario aceptó difundirlo. "La misma máquina de la que fui parte hoy estaba en mi contra", dijo, "esos medios siempre escondieron lo que la gente realmente pensaba de mis películas, del verdadero daño que habían hecho en muchas familias; hoy escondían una conversión sincera hacia una religión que perdona, en vez de condenarte, como Hollywood cree".

Entonces sucedió algo que primero lo desconcertó pues el cáncer comenzó a retroceder pese a que por lo menos una docena de médicos le habían advertido que comenzara a preparar su testamento. "Era una señal de Dios, no cabe duda alguna", afirmó el pasado octubre. Y entre sus proyectos se encuentra filmar una cinta sobre la Virgen de Guadalupe. "Se han hecho muchas películas sobre bandoleros mexicanos pero ni una sola sobre el milagro guadalupano", escribió Esztheras, "ya es hora de hacer ver a los estudios que hay un sector de la gente que quiere ver en el cine temas que le inspiren, y no los temas que yo les entregaba y ellos aceptaban gustosos".

Sabe que ningún gran estudio se atreverá a tocarla pero piensa aplicar la misma fórmula de Mel Gibson, quien invirtió todo de su bolsillo. "Cuando sabes que es un tema que atraerá a la gente no te preocupas tanto por recuperar la inversión, lo que al final es secundario si antepones un mensaje con el cual millones de personas se sienten identificadas", agrega.

Si esta película se hace realidad --sobre la Virgen de Guadalupe se han rodado al menos 50 películas en México-- también será asunto secundario. Lo importante aquí es que Joe Eszterhas parece haberse encontrado consigo mismo a través de la religión. Ya no lo apapachan en Hollywood como un "escritor vanguardista" ante lo cual ha respondido "I really don't give a fuck"("La verdad, no podría interesarme menos").

 

 

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