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Las Raíces de un fraude editorial

Hace 32 años un libro y una serie televisiva conmovieron al público al relatar las penurias y horrores de los primeros esclavos negros llegados a América. Luego se supo que Alex Haley, su autor, se había dado varias licencias que alteraron lo que en verdad ocurrió. Sin embargo su libro aún suele ser recomendado seriamente

NOVIEMBRE, 2009. A mediados de los setenta los televidentes norteamericanos se conmovieron con una serie que en su capítulo final reunió a una tercera parte de su población frente a las pantallas. Era la historia de Kunta Kinte, capturado en Gabón y llevado como esclavo a Norteamérica en el siglo XVIII. Alex Haley, el autor de esa obra, era descendiente de Kinte y había escrito esa obra un decenio antes. Cuando la serie fue llevada a la televisión recibió cuatro Emmys y no sólo eso, el libro Raíces pasó a ser lectura obligada en las universidades norteamericanas.

Es imposible quedar indiferente ante la historia. Durante el trayecto a un territorio que desconoce, Kinte es encadenado con grilletes, sobrevive con duras hogazas de pan y pasa todo el día bajo el sol del Atlántico. Al llegar a territorio americano no la pasará mejor: golpizas, humillaciones y el ser tratado como mercancía barata serán cosa diaria. Una de las escenas más recordadas es cuando su amo lo azota tras una falsa acusación de robo. Newsweek llamó a la serie "un documento que revela nuestro doloroso pasado" al tiempo que TIME llamó a Raíces "una radiografía de Estados Unidos que ya no podía ser oculta por más tiempo"; el reverendo Jesse Jackson calificó a Haley de "prócer" y agregó "en el pasado se humillaba a los negros en las plantaciones de algodón; hoy se hace en nuestras grandes ciudades".

Originalmente llamado Roots: The Saga of an American Family (Raíces: la historia de una familia americana), el libro apareció en 1976 y casi de inmediato fue llevada a la televisión para luego ser transmitida en más de 100 países, Haley recibió el Premio Pulitzer y recibió un enorme prestigio intelectual; hasta entonces nadie había escudriñado en la procedencia de las familias negras de Estados Unidos y su doloroso pasado.

¿Cómo consiguió el autor semejante información? Según él, todo lo había recopilado de los relatos de su abuela poco antes de morir y de sus tías, a quienes llamaban "el africano" a su pariente más lejano. Era una historia que se había transmitido por generaciones y que, dijo Haley, "su abuela no quería que quedara impune... era algo que había que contar".

El "africano" no era otro que Kunta Kinte, quien vivía en la Costa Occidental de Gabón y tras ser capturado por los toububs (blancos)a los 17 años recibió el nombre de "Toby", el cual siempre rechazó. La intención del libro y de la serie televisiva era dejar en claro que Estados Unidos nació como una sociedad esclavista e insensible, algo que entre los activistas políticamente correctos hoy ha pasado a ser una especie de axioma. Pero de nuevo, como en otras ocasiones, se omite el resto de la realidad de la época. España, Portugal y Holanda también comerciaban con esclavos pero de ello no se han hecho series televisivas; más aún, en la sociedad islámica, a la que pertenecía Kinte, tener esclavos era tan normal como poseer odaliscas. Algo que Haley desechó de manera sorprendente es que su antepasado igualmente habría terminado esclavizado de permanecer en su región natal.

En Brasil, Colombia y Argentina también existió el tráfico de esclavos africanos, y si bien es cierto que en los dos primeros países se abolió antes que en Estados Unidos, sus condiciones de vida no eran ni mucho mejores que las de esos esclavos llegados a costas norteamericanas. Más aún, en Argentina la actividad siguió vigente hasta fines del siglo XIX. ¿Y por qué hoy hay tan pocos de sus descendientes en tierras pampas? Es una respuesta que al lector no tomará mucho tiempo contestar.

Quedaba claro que el objetivo de Haley era exponer al esclavista norteamericano como el único bárbaro de la historia. Pero la integridad intelectual de la que alardeaba quedó cuarteada cuando Harold Coulander, un escritor historiador, demandó a Haley por violación de derechos de autor. Coulander, que en 1976 era un septuagenario, había sido coautor del libro The Cow-Tail Switch and Other West African Histories (El cambio de Rabo y otras historias de la África Occidental) ocho años antes. El caso llegó a los tribunales, donde se comprobó que Haley había copiado líneas enteras y aun párrafos de la obra de Coulander.

Predeciblemente abundaron las acusaciones de "racismo" y de querer destruir la figura de Kinte que estaba adquiriendo estatus de héroe entre la comunidad afroamericana. Finalmente se llegó a un acuerdo entre las partes que obligaban a Haley a indemnizar a Coulander con 650 mil dólares. Sin embargo los medios apenas y reportaron la nota por lo que el "fusil" de Haley --fallecido en 1992-- apenas es considerado mientras la comunidad académica de Estados Unidos sigue considerando a Raíces una obra seria. Lo insólito es que la obra de Coulander era ficticia y de la cual Haley había copiado elementos que quiso hacer pasar por reales. Naturalmente también, su Premio Pulitzer por una historia "real" nunca le fue retirado.

Un par de años después dos genealogistas terminaron por derruir el edificio haleiano. Gary Mills y su esposa Elizabeth Shows concluyeron en que Kinte, si bien fue un personaje real, sufrió la esclavitud y era conocido como "Toby", no estaba emparentado con Haley, quien según su libro, ubica en 1672 el año en que su supuesto ancestro llegó a tierras americanas. El matrimonio Mills descubrió que cinco años antes de la llegada de ese barco Kinte ya vivía en lo que hoy es Virginia Occidental. Como corolario, el reporte indicaba que Kizzy, a quien el autor ubica como hija de Kinte, nació ocho años después de la muerte de su presunto padre. A menos que se tratara de inseminación artificial, la historia de Alex Haley carecía de fundamento.

Como prueba adicional del engaño, en 1993 un periodista de The Village Voice llamado Phillip Nobile no sólo refrendaba la investigación de los Mills sino que mostraba cómo Murray Fisher y no Haley, por entonces editora de Playboy, había escrito buena parte de la obra. Murray estaba lejos de descender de esclavos: era blanca y vivía en un lujoso sector residencial de Chicago.

Otro detalle que Nobile descubrió fue que el origen de Raíces estaba muy lejos de ser una reivindicación de quienes sufrieron la esclavitud en Norteamérica. Todo nació, refiere, cuando Haley conoció a un estudiante de intercambio procedente de Gambia. Tras intercambiar algunas palabras de aquel país, Haley se tomó como tarea encontrar el origen de su significado; también le llamaba la atención cómo el acento y expresiones del estudiante, pese a hablar en otra lengua, mostraban una gran semejanza con el modo en que habla la población negra de Estados Unidos.

Según Nobile, la historia original sobre Kinte indicaba que éste había sido capturado por esclavistas portugueses y llevado a uno de sus territorios. Ello contrastaba con la información proporcionada por los Mills, quienes afirmaban haber verificado la existencia del supuesto ancestro de Haley. Quizá no revelaron la verdad por temor a la reacción de ver abiertamente cuestionada la existencia de quien ya era considerado un héroe nacional afroamericano. Para Nobile, de acuerdo a su información, "nunca había habido un Kunta Kinte".

Y con el fin de evitar las inevitables acusaciones de "racismo", Nobile coescribió con un periodista de color un libro donde abundaba en sus investigaciones, pero nadie se atrevió siquiera a discutir ese tema. Frente a toda evidencia, Alex Haley había mentido a sus lectores pero eso no pareció importar a la comunidad intelectual; de acuerdo con el periodista, Raíces forma parte de los anaqueles de más de 10 mil bibliotecas e instituciones educativas de Estados Unidos como si en verdad hubiera ocurrido y no una obra de ficción. Paradójicamente, libros con personajes ficticios, como Tom Sawyer de Mark Twain, han sido retirados por sus "estereotipos abiertamente racistas".

Al igual que el "mensaje ecologista" del Jefe Seattle que jamás fue pronunciado, la obra de Alex Haley es un mito que intenta pasar por la realidad. Lo que pasa es que nadie se ha atrevido a entrar a la raíz del fraude.

                                               © copyright, Derechos Reservados, 2009 

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