En lucha contra el colesterol

   Muchas personas vuelven de sus vacaciones habiendo comido abundantemente y con un buen apetito, por lo que parece oportuno ocuparnos en este momento del colesterol.

   El colesterol es una sustancia indispensable para que se produzcan con normalidad muchos procesos orgánicos, como son la formación de las membranas de las células, la fabricación de algunas hormonas, etc. La mayor parte del colesterol de una persona se fabrica en el hígado a través de un proceso llamado "biosíntesis del colesterol" que implica una serie de escalones sucesivos regulados por diversos enzimas, que finaliza con la producción de colesterol. Este colesterol recibe el nombre de "endógeno". Otra parte del colesterol, que recibe el nombre de "exógeno", se incorpora a nuestro organismo a través de los alimentos que ingerimos. Estas dos vías de producción de colesterol tienen mucha importancia a la hora de tratar una hipercolesterolemia porque tenemos la posibilidad de interferirlas de distinta manera, asunto del que trataremos más adelante.

   Es muy importante mantener las concentraciones de colesterol en sangre dentro de unos ciertos límites para evitar que se convierta en un factor de riesgo cardiovascular.

   Se desprende de ello que lo primero que conviene hacer es saber si se tiene el colesterol elevado o no. Para ello se recomienda realizar una determinación de colesterol siempre que se lleve a cabo alguna extracción de sangre por cualquier motivo, como pueden ser los reconocimientos médicos de empresa, los chequeos de salud, acudir al médico por cualquier enfermedad vanal, en atención primaria, etc.

   Estas determinaciones deberían efectuarse al menos una vez al año en los hombres entre los 35 y 65 años y en las mujeres de 45 a 65 años. Si hay factores de riesgo cardiovascular asociados, entonces debería realizarse esta determinación en edades más tempranas.

¿Bueno o malo?
El exceso y sus efectos
Distintos valores según el tipo
Los riesgos del colesterol bajo

¿Qué hacer para tener un colesterol normal?

Dieta y ejercicio
Fármacos para los niveles elevados
Control de los alimentos
Último recurso, medicamentos



   ¿Bueno o malo?

   Todo el mundo ha oído hablar del colesterol bueno y el colesterol malo, por lo que conviene aclarar este asunto. Desde hace muchos años ya se sabía que el colesterol total elevado era mala cosa, pero posteriormente se han ido conociendo aspectos del colesterol que han permitido ir afinando algunos puntos. Hoy en día sabemos que el colesterol se transporta a través de la sangre, formando parte de un complejo de lípidos y proteínas. Estas lipoproteínas son de distintos tipos, las hay que tienen una densidad muy alta y reciben el nombre de HDL por las siglas en inglés de High Density Lipoprotein (BUENO), y las hay que tienen baja densidad, LDL (Low Density Lipoprotein) ( MALO) o de muy baja densidad VLDL-lipoproteínas (Very Low Density Lipoprotein).

   Lo que conocemos actualmente es que es malo tener elevado el colesterol total, y sobre todo el colesterol que va con las LDL (este sería el colesterol malo) porque es el que potencialmente puede actuar peor contra la pared de las arterias. El HDL (este sería el llamado colesterol bueno) tiene un efecto protector. Esta porción suele representar entre un tercio y un cuarto del colesterol circulante, y se cree que es el encargado de extraer en la sangre el exceso de colesterol LDL que puede haber y llevarlo hacia el hígado para que sea metabolizado.Volver al menú


   El exceso y sus efectos

   El interés que tiene la concentración de colesterol en la sangre reside en que cuando se superan unas determinadas cifras, lo que se llama hipercolesterolemia, el colesterol se convierte en un factor de riesgo muy importante porque facilita el desarrollo de arterioesclerosis. Esta enfermedad, que consiste en una alteración de la pared de las arterias, es la principal causa de la aparición de modificaciones en la circulación coronaria, que es la que suministra sangre al corazón y puede producir angina de pecho y, lo que es peor, infarto de miocardio. No hace falta decir que el infarto de miocardio es una enfermedad muy grave que puede producir la muerte del enfermo en un porcentaje muy elevado de los casos.

   Además, la arterioesclerosis puede alterar el aporte de sangre a otros muchos órganos y ser la causa de enfermedades: cerebrales, renales, oftalmológicas, alteraciones en la circulación periférica en las piernas, etc.

   En el fondo, la arterioesclerosis se genera porque el colesterol elevado, sobre todo el LDL-colesterol facilita que se produzcan en la pared de las arterias unas placas duras, las placas ateromatosas, que por un lado disminuyen la elasticidad de las arterias, por otro reducen su calibre, y finalmente también facilitan la producción de trombos que son una especie de coágulos que taponan las arterias. Todos estos procesos traen como consecuencia que disminuye la cantidad de sangre que llega al órgano alimentado por la arteria afectada. Esta disminución del aporte de sangre puede ser de poca trascendencia al principio pero puede evolucionar hacia una obstrucción total y al no llegar sangre al territorio irrigado por la arteria se produce la muerte de los tejidos que es lo que conocemos por infarto.

   Los infartos son más o menos graves en función de la cantidad de tejido que destruyen y de la importancia del órgano que afectan. Los más graves son los cardíacos y los cerebrales, porque tanto el corazón como el cerebro son órganos vitales cuya alteración puede tener graves consecuencias, incluída la muerte, en un espacio de tiempo muy corto, a veces unos minutos.Volver al menú


   Distintos valores según el tipo

   Las cifras que normalmente se aconsejan cuando se habla de colesterol son las que corresponden a colesterol total en la sangre, pero tienen mucha importancia las cifras de concentraciones de HDL y LDL colesterol.

   Las concentraciones en sangre del colesterol se miden en miligramos por decilitro (mg/dl) y las cifras que se consideran actualmente deseables consisten en tener la concentración de colesterol total por debajo de 200 mg/dl. Las concentraciones comprendidas entre 200 y 239 mg/dl se consideran como cifras límites que es deseable descender y los pacientes que tienen más de 240 mg/dl de concentración de colesterol total en la sangre deben considerarse como pacientes de alto riesgo.

   Por lo que respecta al LDL-colesterol, se consideran como normales cifras de concentraciones menores de 130 mg/dl. Entre 130 y 160 mg/dl son cifras en el límite del riesgo que conviene disminuir, y por encima de 160 mg/dl son valores de alto riesgo. Los pacientes que tengan alguna alteración en la circulación coronaria deben tener menos de 100 mg/dL de LDL-colesterol para evitar en lo posible futuras complicaciones.Volver al menú


   Los riesgos del colesterol bajo

   Ya hemos citado que el HDL-colesterol tiene una función protectora y por lo tanto cuanto menos HDL-colesterol haya en sangre, peor es la situación. Actualmente se considera que es deseable tener las concentraciones de HDL-colesterol en sangre por encima de 60 mg/dl y que es un factor de alto riesgo el tenerlas por debajo de 35 mg/dL.

   Todas estas cifras hay que tener en cuenta que están establecidas a través de estudios epidemiológicos muy amplios que engloban preferentemente a personas normales, pero cuando hay algún otro factor de riesgo que puede potenciar la toxicidad del colesterol sobre las arterias, las cifras que hemos citado hay que valorarlas a la baja. Es decir, para un fumador, el colesterol total y el LDL-colesterol deben estar por debajo de las cifras que hemos citado y el HDL-colesterol más elevado.

   El problema se complica cuando en lugar de uno hay dos o más factores de riesgo, por ejemplo: fumar, estrés, obesidad, HTA, diabetes, etc. Es lógico que cuanto más factores de riesgo hay, más estricto hay que ser con las cifras de colesterol.

   En España, debido probablemente a la dieta mediterránea que se sigue en muchas regiones, no está muy mal en factores de riesgo cardiovascular, pero lo malo es que desde hace 10 ó 15 años está aumentando la incidencia de enfermedades cardiovasculares debido a un incremento de los factores de riesgo. Por todo ello, conviene plantearse muy seriamente cualquier actuación tanto de tipo social como individual que contribuya a conseguir que por lo menos no progrese esta tendencia. Volver al menú


¿Qué hacer para tener un colesterol normal?


1. Dieta y ejercicio

   Si el colesterol total está situado entre 200 y 240 mg/dL es posible que no sea necesario tomar ninguna medicación, sino que mejorando los hábitos alimenticios y haciendo más ejercicio físico, se puedan reducir las cifras. Conviene volver a realizar otra determinación de colesterol 3-6 meses más tarde para controlar la evolución. Si se alcanzan las cifras deseables, es decir 200 mg/dl o menos, se recomienda realizar controles cada 1-2 años. Si no se reducen las cifras hay que reforzar la dieta y el ejercicio físico y volver a controlar 3-6 meses más tarde para valorar si es necesario tomar otras medidas.

   Si el colesterol total está por encima de los 240 mg/dl el riesgo es alto y las medidas a tomar deben ser más drásticas. En todo caso conviene repetir el análisis al cabo de 1-3 semanas, estando rigurosamente en ayunas, para cerciorarse de las cifras y determinar además las concentraciones de HDL y LDL colesterol. Si se confirmara una concentración de colesterol entre 240 y 300 mg/dl hay que seguir al pie de la letra las recomendaciones dietéticas que le haga el médico y hacer el ejercicio físico adecuado todos los días. Debe repetirse el análisis cada 3 meses y si al cabo de 6 meses no se ha producido un descenso adecuado del colesterol es posible que sea necesario iniciar tratamiento farmacológico.

   Si el colesterol está por encima de 300 mg/dl se comenzará rápidamente con la dieta, se eliminarán de raíz otros factores de riesgo que pudiera haber y se hará un nuevo control a los 2 meses. Si no hay una respuesta evidente, con un descenso importante de las cifras, deberá comenzarse inmediatamente un tratamiento farmacológico. La mayoría de los pacientes que se incluyen en este grupo necesitan una atención especializada porque su riesgo es muy alto. Volver al menú


2. Medicamentos para niveles elevados

   Hay algunos casos en que conviene tener todavía más cuidado con las cifras de colesterol como son los pacientes que tienen otros factores de riesgo. Pero también hay que tener en cuenta algunos tratamientos farmacológicos que pueden contribuir a que el colesterol sea más peligroso. Esto es lo que pasa con algunos fármacos antihipertensivos como los diuréticos y los ß-bloqueantes.

   Otra situación especial es la de las mujeres que toman fármacos anticonceptivos. Antes de iniciar un tratamiento hormonal anticonceptivo debe realizarse un control de colesterol. En el caso de que se detecten cifras elevadas en más de una determinación, y si después de seguir las recomendaciones generales en relación con la dieta y el ejercicio físico que ya hemos citado es necesario seguir un tratamiento farmacológico, debe reconsiderarse la administración de anticonceptivos porque pueden ser peligrosos. Se recomienda practicar controles repetidos de colesterol total y HDL cada 6 meses en las mujeres que toman anticonceptivos.

   Una de las cosas que más pueden contribuir a reducir las concentraciones de colesterol es la dieta y por ello el controlar el tipo de alimentos se considera hoy en día un arma importantísima para la prevención y tratamiento de la arteriosclerosis. Volver al menú


3. Control de la alimentación alimentos

   Un primer consejo es la pérdida de peso mediante la reducción de calorías o el aumento de ejercicio físico. En numerosos estudios se ha observado que la pérdida de peso va acompañada de un descenso del colesterol total y un aumento del HDL

   Aunque la ingesta de calorías sea la misma, el tipo de alimentos que se toman influye de diversas maneras sobre el colesterol. Por ejemplo, los alimentos ricos en fibras disminuyen el colesterol total y el LDL mientras que las carnes grasas aumentan el colesterol total y disminuyen el HDL

   Desde un punto de vista práctico, los alimentos para una persona con colesterol elevado podrían distribuirse en tres grupos:

  1. ALIMENTOS PERMITIDOS TODOS LOS DÍAS:

     

    • CEREALES: harina, pan, arroz, maíz, pastas italianas, galletas integrales.
    • FRUTAS, VERDURAS Y LEGUMBRES: son alimentos especialmente recomendados.
    • FRUTOS SECOS: ciruelas, pasas, duraznos, dátiles.
    • LECHE Y YOGURES desnatados, clara de huevo, flanes sin huevo.
    • PESCADO: pescado blanco y azul, atún en lata, salmón ahumado.
    • GRASAS: aceite de oliva, girasol o maíz.

  2. ALIMENTOS PERMITIDOS CON MODERACIÓN (como máximo 3 veces por semana):

    • Pastas al huevo,
    • aceitunas,
    • almendras,
    • castañas,
    • avellanas,
    • maníes,
    • nueces,
    • huevo entero,
    • quesos frescos,
    • mariscos,
    • sardinas en lata,
    • bacalao salado,
    • ternera,
    • cerdo,
    • caballo,
    • cordero (sólo las partes magras),
    • pollo y pavo (sin piel),
    • conejo,
    • venado,
    • caza menor,
    • margarinas vegetales y
    • jamón.

  3. ALIMENTOS DESACONSEJADOS (sólo deben tomarse excepcionalmente):

    • pan,
    • medialunas,
    • magdalenas,
    • galletas,
    • ensaimadas,
    • papas chips,
    • coco,
    • leche entera,
    • nata,
    • crema,
    • flanes con huevo,
    • quesos duros y cremosos,
    • huevas de pescado,
    • hamburguesas,
    • salchichas,
    • ganso,
    • pato,
    • manteca de cerdo,
    • manteca,
    • vísceras,
    • embutidos.

   Si no existen contraindicaciones porque haya alguna otra enfermedad, un programa de ejercicio físico aeróbico, adaptado a la edad, al sexo y a las condiciones personales de cada paciente es un buen método para reducir las concentraciones de colesterol y además ayuda a mantener el peso corporal adecuado y aporta otro tipo de beneficios para el aparato cardiovascular. A partir de la primera semana de entrenamiento en personas que previamente llevaban una vida sedentaria, empiezan a detectarse disminuciones del colesterol total y elevación del HDL colesterol. Volver al menú


4. Como Último recurso, medicamentos

   El tratamiento farmacológico debe comenzarse cuando después de haber llevado a cabo una dieta adecuada y haber hecho ejercicio físico durante por los menos 3-6 meses y además de haber corregido otros factores de riesgo (tabaco, diabetes, anticonceptivos, etc.), el colesterol continúa estando por encima de 200 mg/dL. En cualquier caso, el tratamiento farmacológico debe ir siempre asociado a la dieta y nunca en sustitución de ella. Además, los fármacos que reducen el colesterol pueden tener efectos secundarios, a veces graves, por lo que su empleo deberá hacerse después de una prudente valoración de las indicaciones, coste y beneficios que van a reportar para el paciente. Una vez comenzado el tratamiento es necesario realizar controles sucesivos para conocer la respuesta y la tolerancia y a la vista de ello ver si es preciso interrumpir el tratamiento o utilizar otro tipo de fármacos.

   Los fármacos más utilizados en el tratamiento de las cifras elevadas de colesterol son: los fibratos, el ácido nicotínico y sus derivados, el probucol, las resinas de intercambio y los inhibidores de la enzima HMG CoA reductasa.

   Cada uno de estos fármacos actúa por mecanismos distintos, como pueden ser: la interrupción de la absorción de grasas a partir del intestino, la destrucción o excreción del LDL, etc.

   Los fármacos más utilizados en el momento actual son los inhibidores de la HMG CoA reductasa, que reciben vulgarmente el nombre de estatinas porque todos ellos tienen un nombre similar con esta terminación (lovastatina, pravastatina, simvastatina, cerivastatina, atorvastatina, fluvastatina, etc.).

   Estos fármacos actúan inhibiendo una enzima que es fundamental en la cadena de acontecimientos que lleva a la síntesis del colesterol. Una vez interrumpida esta cadena, la síntesis endógena del colesterol queda extraordinariamente reducida y de ahí su eficacia. Además recientes estudios están aportando datos sobre la posibilidad de que estos medicamentos tengan también otro tipo de acciones beneficiosas para el aparato cardiovascular.

   En general, las estatinas son bien toleradas y sus principales efectos secundarios son: molestias gastrointestinales y alteraciones reversibles de la función hepática. Rara vez ocasionan alteraciones musculares.

   En conclusión, las concentraciones altas de colesterol total y de LDL en sangre, así como cifras bajas de HDL constituyen un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de la arteriosclerosis y por lo tanto para la producción de graves enfermedades cardiovasculares. El peligro aumenta si además existen antecedentes familiares y otros factores de riesgo añadidos. Puede ser muy complicado y molesto controlar las cifras de colesterol pero es muy importante la constancia y el seguir de cerca los consejos del médico de forma perseverante. Merece la pena si se quiere vivir más y, a la larga, mejor. Ir arriba

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