La incomodidad permanente del Guerrillero

"Nunca nos "apalancábamos" en un mismo lugar, nuestro habitat era la incomodidad permanente, siempre estabamos en movimiento, de un lugar a otro, ni pasábamos la noche dos veces en el mismo lugar, menos en la Sierra de Cazorla o Sierra Nevada, que eran zonas bastante seguras y tranquilas.

Nuestras bases se instalaban en plena Sierra Tejeda, cerca del límite con la provincia de Granada, en lo más abrupto y fácil de camuflar, no utilizábamos cortijos ni cualquier tipo de edificación, aunque estuviesen abandonados, pues a la larga serían una trampa. Sabíamos que si nos poníamos cómodos, nos confiaríamos y estáríamos en peligro de ser capturados. Acampábamos a no menos de 500 metros de arroyos o zonas de agua, lo que era muy incómodo, pues obligaba a desplazamientos de aprovisionamiento por turnos, por parejas, llevando las cantimploras de todos los compañeros más un par de garrafas, pero era una buena medida de seguridad.

En la Guerrilla nos estaba prohibido utilizar los apodos o nombres y apellidos del pueblo, para que no nos asociasen ni localizasen a nuestras familias.Fue el Comandante "Roberto" quien lo prohibió, y con toda la razón del mundo.

Solamente utilizábamos algun cortijo de paisanos de confianza, para pasar la noche cuando estábamos de paso, o teníamos algun herido o enfermo que curar, pero nunca descuidábamos las guardias, que solían ser de 2 o 4 horas, dejando siempre apostaderos en el perímetro de la finca.

Un aspecto en el que se puso especial interés en los Grupos Guerrilleros era la Cultura. Para ello, los más capacitados enseñaban a leer y escribir a los que no sabían. En los ratos de ocio que teníamos durante el día, se leían en voz no muy alta los "Episodios Nacionales", de Benito Pérez Galdós, para los que no sabían hacerlo, analizando su contenido en amplios debates históricos o políticos, y es que después de su lectura resultaba un pasatiempo constructivo que hacía pasar más agradablemente aquellas largas horas de inactividad que la luz diurna provocaba, pues raramente nos desplazábamos por la Sierra de día.

Algunas veces bajábamos al pueblo cercano cuando había alguna verbena y desaparecíamos en la oscuridad cuando detectábamos que se aproximaba la " fuerza".

Nuestro techo, ya fuese en verano o invierno, eran las estrellas o la lluvia y la niebla, y a lo sumo una lona que colocábamos sobre una especie de parapeto cerco bajo, circular de mampostería de piedra seca, aprovechando alguna hondonada.

La mayoría de los guerrilleros que cayeron, no fue en combate abierto con la Fuerza, casi siempre lo fueron por emboscadas producidas por delaciones de desertores o camaradas capturados despues de un durísimo interrogatorio. Muchos bandoleros se salvaron por delatar guerrilleros o colaborar con las Contrapartidas de la G. Civil"

• Enrique Urbano Sánchez "Fermin", en "Recuperando la Memoria", del Prof. J. Aurelio Romero Navas (Ediciones Diputacion de Malaga)