VISIÓN DISCURSIVA DEL LENGUAJE,
VISIÓN DIALÓGICA DEL DISCURSO.
LA ARGUMENTACIÓN EN LA ENUNCIACIÓN [1]

 

María Cristina Martínez SOLÍS
Escuela de Ciencias del Lenguaje
Universidad del Valle  
Directora Cátedra UNESCO
para la lectura y la escritura

 

Introducción

La Lingüística tuvo grandes momentos de desarrollo en el siglo que acabamos de dejar: por todos es conocida la gran expansión del Estructuralismo de principios de siglo dominado por el análisis distribucional y el gran aporte que esta propuesta sigue haciendo en el análisis descriptivo del sistema fonético y fonológico de las lenguas y de sus problemas léxico-semánticos; es conocida por todos igualmente la expansión desde mediados de siglo de la Gramática Generativa Transformacional y sus invaluables aportes en el desarrollo de la sintaxis, el estudio de los universales lingüísticos y su relación con la adquisición de la gramática; conocemos también desde los años 70 el aporte de la filosofía del lenguaje con la noción de acto de habla y las condiciones de producción que permitieron incluso hablar de un “giro lingüístico en la misma filosofía” e identificaron la pragmática como su dimensión de análisis. 

Cada una de estas propuestas tiene bases teóricas sólidas y coherentes y estudiosos e investigadores del lenguaje optamos por una u otra según nuestra formación o según la relación teórica pertinente con el problema investigativo a tratar.

La Lingüística hoy sigue desarrollándose, conocemos la expansión del análisis del discurso no solamente en las ciencias sociales y humanas sino incluso en las ciencias físicas y naturales. “Miles de estudiosos, en todo el mundo, están ocupándose del estudio del texto y del habla en sus contextos sociales, políticos, culturales y educativos” (T. van Dijk). Las fronteras de la lingüística se debilitan y desde la semántica discursiva se acogen los aportes interdisciplinarios relativos al texto y al habla para ir en la búsqueda investigativa de categorías de análisis que posibiliten el estudio del lenguaje en uso, el estudio de la complejidad y la variedad de los fenómenos implicados en el Discurso.

Mi intención con este artículo es poder convencerlos no sólo de la importancia de la perspectiva discursiva del lenguaje, sino también de la necesidad de pensar en la inscripción de la perspectiva discursiva del lenguaje en una base epistemológica de tipo enunciativo y mostrar el poder explicativo que podría tener la dimensión dialógica de lenguaje.

Considero que a la par de la gran expansión del análisis del discurso y su consecuente especialización en contextos particulares, se resiente la necesidad de una explicación válida sobre la construcción de sentido, de una propuesta teórica integral para la perspectiva discursiva que tenga en cuenta los diversos aspectos que intervienen en el discurso y su relación con la enorme complejidad de lo real: ¿cómo hacemos sentido de nuestra relación con el mundo? ¿mediante qué proceso aprendemos a asumir la lengua como significación? ¿cómo se logra el proceso de semantización de la realidad objetiva, social y cultural que permite, tal como dice Bernstein, que lo externo se convierta en interno y esto a su vez influya sobre lo externo? Y por supuesto ¿cuál sería el papel del lenguaje en tanto que discurso en el proceso de interiorización? Esta es una pregunta antigua que se actualiza y se observa desde otro ángulo. Se reinstala y se actualiza desde otras miradas que no son más que opciones.

Entonces, cuando abordamos el lenguaje como discurso es necesario replantearse nuevamente los interrogantes sobre la relación dinámica entre la triada:

Discurso - Cognición - Sociedad

Cognición - Sociedad - Discurso

Sociedad - Discurso – Subjetividad  

Para empezar a generar interés en ustedes diré que son los principios generales de la dinámica discursiva, los que rigen la construcción de la significación y del sentido y los que permiten que las prácticas sociales se conviertan en instancias interiorizadas.

 

Considero que la base epistemológica de una teoría del discurso debe ser una teoría de la enunciación y de la interacción. Diré de una vez, y para no repetirlo constantemente que son Bajtín y Vygotski quienes me sirven como punto de partida en la consideración de las hipótesis que sustentarían la base epistemológica para una Teoría del Discurso. Tanto el uno como el otro destacan la relación intersubjetiva como el elemento funcional significativo que permite la síntesis de la relación entre la organización compleja de lo real y lo discursivo.

Entonces, la propuesta que haré tiene sus raíces no en una teoría psicológica como tampoco en una teoría puramente social, sino en una teoría del lenguaje con base social, en una teoría sobre la práctica enunciativa. Se trata de una teoría mediadora de la producción de sentido que inscribe el lenguaje en una dimensión dialógica y explora el papel activo del intercambio verbal y su unidad discursiva (el enunciado) en la generación de procesos graduales de generalización. Como podemos observar en el triángulo, la interfaz no sería la cognición como sí lo es para otros estudiosos del lenguaje (van Dijk por ejemplo), la interfaz aquí, entre lo social y lo subjetivo es el lenguaje, pero el lenguaje en tanto que actividad enunciativa, el lenguaje como actividad discursiva.

La hipótesis de partida es que los esquemas cognitivos son el resultado de generalizaciones motivadas por el intercambio verbal y los esquemas interaccionales se hacen significativos solamente en el proceso discursivo, es decir, que para que esa relación entre experiencia externa (mundo ontológico, social y cultural) y los procesos psicológicos (sujeto) se vuelva significativa, para que se convierta en esquemas conceptuales, es necesaria la mediación del discurso. Una segunda hipótesis va en el sentido de que es el intercambio verbal, a través de su unidad, el enunciado como elemento funcional, el que hace posible que los procesos de generalización y de construcción de esquemas se lleven a cabo. 

Para avanzar en la propuesta es necesario recuperar la explicación de signo y de organización estructural del enunciado hecha por Bajtín. El concepto de signo bajtiniano permite dar cuenta de la dinámica evolutiva del signo. Tenemos por una parte, que la construcción del significado no es asunto de uno solo sino de dos sujetos socialmente organizados y la experiencia se vuelve significativa solamente en el intercambio verbal intersubjetivo. Así, la construcción del sujeto discursivo, del pensamiento interior va a depender también de la experiencia sociocultural evocada en y por el enunciado (Todorov 1981:67-92).

Ningún enunciado desde una perspectiva general, puede ser atribuido a un solo locutor: el enunciado es el producto de la interacción de los interlocutores y de manera general, el producto de toda situación social compleja, en la cual éste surgió [2]

 

Bajtín (1919:1929:1984:372) pone de relieve los actos de discurso, inscribiéndolos en una filosofía de la acción, en una antropología filosófica, en la que la enunciación y sus enunciados son el punto central en el proceso de construcción del sujeto, en el proceso de aprendizaje de la sociedad y en el proceso de reproducción cultural. Bajtín, dice Zavala (1996), propone revisar toda la filosofía desde el punto de vista de la situación particular y de la responsabilidad inherente al acto concreto... "El mundo es espacio para los actos del hombre, concebidos como actos éticos porque se llevan a cabo para el otro, bajo la mirada del otro y el acto concebido desde esta óptica es un ‘acontecimiento del ser’ único e irrepetible, un encuentro entre dos sujetos con salidas al nivel ontológico, pero a la vez es un encuentro pragmático, un fenómeno de la 'vida'.  Puesto que el acto es un acontecer, es algo inacabado, algo que está haciéndose, los sujetos participantes están constituyéndose en el proceso del 'acontecimiento mismo del ser'. Se trata, en mis palabras, de ‘un encuentro ecodiscursivo’ con el sentido.

Por otra parte, el signo es el resultado de la fusión estrecha entre una forma material y el contexto, y es solamente en esta dinámica de la construcción del signo donde la conciencia se vuelve conciencia. Y, el signo a su vez emerge solamente en el proceso de interacción de una conciencia individual con otra, en el proceso intersubjetivo, lo cual significa que el signo y la situación social están definitivamente fusionados.

 

Tenemos entonces que la noción de contexto en una teoría del discurso inscrita en una dimensión enunciativa y dialógica del sentido no es como un añadido o una sobredeterminación externa a la enunciación. No, el contexto viene a hacer parte de la semántica misma del enunciado en la actividad dinámica enunciativa del discurso, y la parte verbal actualizada estará siempre íntimamente relacionada con la parte sobreentendida del enunciado. Esta parte sobreentendida del enunciado entra a formar la semántica del enunciado en la que se toman en consideración el horizonte espacial y temporal común a los sujetos enunciadores, los saberes de contenido social por ellos compartidos así como también los valores comunes y diversos que los ponen en relación.

 

Los esquemas de conocimiento desde una dimensión dialógica se proponen como el resultado de la relación intersubjetiva, cuya significación discursiva resulta de la fusión estrecha entre contexto y forma material, lo cual responde al concepto de la creación continua del signo y su evolución. Es por ello que puedo argumentar que es en la mediación realizada en y a través de la práctica enunciativa, de la actividad discursiva que se logra la construcción de la subjetividad, la construcción de los esquemas cognitivos.

La propuesta está en relación con la convergencia simultánea de por lo menos tres espacios discursivos; discursivos porque corresponden a la construcción de imágenes en el escenario discursivo: Espacio Discursivo Cultural, Espacio Discursivo Social y Espacio Discursivo Evencial (antes denominado Evenimencial o Experiencial) y sus correspondientes sujetos discursivos (YOc-TUc, YOs-TUs, YOe-TUe) (Martínez 1991: 1993).

 

(i) por un lado la puesta en situación de la relación que se establece entre los sujetos y de éstos con los objetos y el posicionamiento de éstos en términos de actantes como agentes, pacientes o auxiliares y que correspondería a la representación semántica de una escena a nivel del horizonte común espacial y temporal o espacio discursivo ontológico o evencial. Tenemos por ejemplo el evento complejo de comprar y vender.

(ii) por otro la puesta en relación de modos de participación social de los diferentes sujetos enunciadores. Se establecen relaciones simétricas o asimétricas entre los interlocutores y entre el locutor y el enunciado. Se ponen en escena roles sociales de autoridad, de sumisión, de respeto, de aprecio en el espacio discursivo social o interpersonal.

(iii) finalmente se ponen en relación actitudes y valoraciones entre los sujetos enunciadores y las voces ideológicas que estos representan las cuales corresponderían al espacio discursivo cultural que daría cuenta de la orientación discursiva, de la toma de posición y el punto de vista del sujeto enunciador con respecto al enunciatario y a los enunciados de otros.

Entonces, la comprensión no es una relación de reflejo entre pensamiento y realidad: no son los principios generales externos al pensamiento y al lenguaje pero inherentes al objeto o a la situación los que van a permitir la conceptualización; la comprensión no es el resultado de una relación de espejo entre la forma lingüística y la realidad: tampoco son los principios generales externos al  objeto y al pensamiento pero inscritos en un sistema abstracto que darán cuenta de la significación; la comprensión no es el resultado de la puesta en funcionamiento de esquemas formales preconcebidos: así que tampoco son los principios generales lógicos los que predeterminan la conceptualización de la realidad.  Se trataría de un proceso de comprensión dialógica mucho más complejo inscrito en la mediación dinámica de una semántica discursiva, de un proceso dialógico, interpersonal que se constituye en la condición necesaria para que se establezca un proceso dialéctico y significativo con la realidad y con la construcción de los esquemas conceptuales. 

 

Características estructurales del intercambio de enunciados

El intercambio de enunciados representa entonces la primera unidad material del mundo presente en el campo visual de los hombres.  La dimensión dialógica ubica esta unidad en el centro de la significación puesto que es la que permite la convergencia simultánea de un abanico de diferencias.  Una unidad con tales posibilidades es la única que podría dar cuenta tanto de la persistencia como del cambio conceptual.

La situación común y corriente del intercambio de enunciados, de la instancia de enunciación es la actividad dinámica de la pluralidad, de la polifonía. El enunciado instala la intersubjetividad permitiendo la comunicación entre mutualidades y divergencias de diverso tipo y a diferente nivel: no solamente ontológicas (en tiempo y espacio) sino también posicionales y axiológicas. El enunciado estaría constituido por una multiplicidad de voces mutuamente correlacionadas que resuenan aún en los enunciados más simples: así, la polifonía desde la perspectiva bajtiniana es el fenómeno dialógico por excelencia.

Para avanzar en la propuesta de la importancia de la práctica enunciativa o discursiva en el proceso de conceptualización, es necesario también tener en consideración cómo es esa estructura semántica del intercambio de enunciados y poder así dar una explicación de cómo se instala la diversidad polifónica en el enunciado.

Tres aspectos se destacan en el intercambio de enunciados: la exotopía, la complementariedad y la alteridad. La exotopía (diferencia - heterogeneidad), se refiere a esa relación externa diferente que permite comprender lo interno. Una relación externa ligada en gran parte con la construcción semántica del campo visual del sujeto. En efecto, la posición de cada interlocutor pone límites a su propio campo visual creándose entonces una negación de la propia visión que es completada por el otro.  Existe una afortunada diferencia entre los dos interlocutores puesto que aún estando en el mismo evento, cada uno tiene su lugar y el otro no puede ocuparlo al mismo tiempo, se trata de visiones diferentes que completan el significado de una cierta manera para cada uno.  Se trata de ‘un otro lugar’ representado que no se puede reducir a uno sino que se complementa.

Las nociones de no-identidad, de diferencia y por supuesto de heterogeneidad están ligadas con el “fuera de” del sujeto con otro sujeto para que la relación intersubjetiva incida de manera complementaria en la construcción de la subjetividad. La diferencia está dada por la distancia entre el tiempo, el espacio y la evaluación adecuada para mí y el tiempo, espacio y evaluación adecuada para los otros.  El terreno común estaría dado por la unidad discursiva compleja que sintetiza, el enunciado como lugar discursivo donde se ponen en escena simultáneamente todas estas diferencias.

La exotopía implica entonces modos de relación mutuos que en el intercambio verbal se instauran por medio de un movimiento de alteridad de los interlocutores. La alteridad implica la posibilidad de una dinámica compleja de cambio de sujetos hablantes en la que se determinan las relaciones posicionales, los tipos de participación social y las actitudes axiológicas entre los protagonistas del evento enunciativo. 

Aquí por supuesto, no estamos hablando de la acumulación de sujetos, y menos de la acumulación de localizaciones, ni de exterioridades, sino de la construcción y el cambio constructivo de la relación intersubjetiva en el enunciado cuya representación en términos de imagen incide en la variabilidad del sujeto, en su propia relación de variación intrasubjetiva, estamos hablando de la puesta en escena de una polifonía inter e intrasubjetiva.

El contexto como parte constitutiva de la semántica del enunciado, se significa, se construye y reconstruye igualmente en el terreno común que es el enunciado. La heterogeneidad social, las relaciones de fuerza intersubjetivas, la visión significativa de la orilla del otro que me permite construir y significar mi propia orilla, la alteridad constructiva de los sujetos hablantes se ponen en escena, se representan en la unidad dinámica discursiva: el enunciado.

Así, confluyen en la unidad discursiva una diversidad polifónica, una variabilidad exotópica, una  diferenciación de momentos construidos en la relación intersubjetiva que inciden en la relación intrasubjetiva de cada uno de los sujetos. La noción de polifonía estaría ligada tanto a las voces diversas de los sujetos discursivos que interpretan distintos personajes sino también a la variación polifónica de un mismo sujeto discursivo que se adecua a los ritos interactivos de diferentes enunciados.

La teoría lingüística actual comienza a inscribirse en el proyecto de construcción de una teoría del lenguaje que evidencia leyes sociales dinámicas del acto discursivo en las que se considera los posicionamientos de los sujetos y la diversidad axiológica del ser humano. Una teoría lingüística renovada que podría dar cuenta tanto de la unidad como del cambio y la evolución conceptual a través de la unidad discursiva: el enunciado. Una práctica enunciativa instaurada en la interacción de enunciados cuyas delimitaciones están ligadas a la posibilidad de cambio de sujetos discursivos, de conclusividad con anticipación a una réplica, de una postura evaluativa por parte del enunciador sobre su enunciatario y su enunciado y que por tanto emite un enunciado destinado a ser comprendido. Podríamos decir que en este momento se hablaría ya no de un giro lingüístico en términos de los filósofos,  sino de un giro discursivo en la misma lingüística.

 

La argumentación en la enunciación

Entre los estudiosos de la intersubjetividad y de la interacción (Benveniste (1974), Goffman (1974), Kerbrat Orecchionni (1989), Charaudeau (1978), es Ducrot (1984) quien integra el ETHOS aristotélico en las ciencias del lenguaje a través de su teoría polifónica de la enunciación. Es en el enunciado donde se construyen los sujetos discursivos denominados Ethos y Pathos (la imagen del Yo y la imagen del Tu respectivamente). En la pragmático-lingüística de Ducrot la enunciación no es simplemente el acto producido por alguien, la enunciación se realiza en la aparición misma de un enunciado. Ducrot evita reportar el ethos al sujeto hablante, a una fuente localizada. Lo importante para él no es el sujeto hablante (empírico) sino el sujeto discursivo, la instancia discursiva del locutor. Y es así como Ducrot diferencia entre el Locutor (L) como ficción discursiva y el sujeto hablante, y entre L y el Enunciador (E) como fuente de posiciones y puntos de vista expresados en el discurso:

En mi terminología, yo diría que el ethos está estrechamente vinculado a L, al locutor como tal: es en tanto que L es fuente de la enunciación que él se ve atiborrado de ciertas características que inmediatamente, vuelven esta enunciación aceptable o no. Lo que el orador podría decir de él, en tanto que objeto de la enunciación, concierne por el contrario (…) el ser del mundo, y no es este el que está en juego en la parte de la retórica de la que hablo (Ducrot,  1984: 201)

Ducrot, lo sabemos bien, se apoya en gran parte en la propuesta bajtiniana sobre enunciado y polifonía, y es precisamente esta dimensión dialógica del lenguaje la que a mí me sirve como punto de partida en la consideración de la enunciación como base epistemológica para una Teoría del Discurso.

Así, mientras los retóricos destacan el Ethos, el Pathos y el Logos como los componentes básicos de la persuasión, el Locutor, el Auditorio y el Lenguaje como componentes localizados en un antes de del discurso, Bajtín destaca la práctica enunciativa a través de unas relaciones de fuerza que se instauran en el mismo enunciado. Relaciones de fuerza basadas en evaluaciones sociales las cuales se van a evidenciar en la manera como se construyen las voces del Enunciador, del Enunciatario y de lo Referido (o discurso ajeno) en el enunciado.

 

Insisto entonces en que la situación común y corriente de todo uso del lenguaje es el diálogo, la polifonía. La dimensión dialógica, la polifonía es lo propio del fenómeno discursivo, es la característica por excelencia de las prácticas discursivas de los seres humanos:

La obra, así como la réplica del diálogo, apunta a la respuesta del otro (de los otros), apunta a una comprensión de respuesta activa, y lo hace bajo todo tipo de formas: buscará ejercer una influencia didáctica sobre el lector para lograr la adhesión de su convicción, para suscitar su apreciación crítica, para influenciar los fanáticos o continuadores, etc. La obra predetermina las posiciones de respuesta del otro en las condiciones complejas del intercambio verbal de una esfera cultural dada. La obra es un eslabón en la cadena del intercambio verbal; parecida a la réplica del diálogo, ella se une a las obras-enunciadas: a aquellas a las cuales responde y a aquellas que le responden, y al mismo tiempo, se parece en esto a la réplica del diálogo, está separada por la frontera absoluta de la alternancia de los sujetos hablantes.(Bajtín, 1984:282) citado por Adam (1999:131). (mi traducción).

En mis trabajos teóricos [3] he insistido en una teoría mediadora de la producción de sentido que inscribe el lenguaje en una dimensión dialógica y explora el papel activo del intercambio verbal y su unidad discursiva en la generación de procesos graduales de generalización enfatizando en la mediación del lenguaje en tanto que actividad enunciativa en la construcción de los procesos cognitivos.

Es el concepto de signo bajtiniano el que permite dar cuenta de la dinámica evolutiva del signo, de la inscripción del mundo y de la lengua en el enunciado. Por un lado se destaca una fusión estrecha entre la lengua y las prácticas discursivas sociales en el sentido en que cuando aprendemos a hablar no aprendemos palabras aisladas, ni oraciones aisladas, sino que aprendemos a estructurar enunciados inscritos en géneros discursivos específicos:

Las formas de la lengua y las formas típicas de enunciados, es decir los géneros discursivos, se introducen en nuestra experiencia y en nuestra conciencia conjuntamente y sin que su correlación estrecha sea interrumpida (Bajtín, 1984: 285).

Por otra, los enunciados no pertenecen a un solo sujeto aún si fisiológicamente los produce uno sólo, un enunciado es el resultado de dos sujetos socialmente organizados, es decir, todo enunciado procede de un locutor social y se dirige al horizonte social responsivo de un auditor. Todo enunciado estará siempre inscrito en una dimensión dialógica aún en el caso de no reciprocidad cara a cara o del diálogo interior:

El enunciado es la instancia de discurso, el escenario interpretativo de lo real, la metáfora de la realidad donde ocurre la transformación de la experiencia de la realidad en sentido, donde el locutor/autor de un texto despliega intencionalmente la posición y evaluación de un enunciador con relación a su propio enunciado y a los enunciados de otros y con respecto al interlocutor/lector al cual le adjudica una posición de enunciatario. El locutor instaura no sólo la presencia del interlocutor en el texto, sino también la presencia de otros y su propia presencia, el todo con una actitud predictiva y evaluativa que conlleva un anhelo de respuesta activa por parte del interlocutor/lector. Mi interpretación de la propuesta polifónica del lenguaje la presento en el siguiente esquema:

 

        La situación de enunciación se nos presenta entonces como el componente básico de una teoría del lenguaje inscrita en la dimensión dialógica e interactiva. Situación en la cual en y desde el enunciado se instauran, se ponen en escena una serie de relaciones sociales y de tensiones entre esas relaciones que van a determinar finalmente las formas de manifestación textual y discursiva que tomará el enunciado.

  Veamos los dos fragmentos de texto siguientes:

 

Desde el primer momento de lectura los textos nos evidencian que la construcción de las imágenes de Enunciador y de Enunciatario son diferentes, si bien en ningún momento están explícitamente mencionadas. El Sujeto Enunciador en A se muestra de manera muy distinta al del B, e igual ocurre con el Sujeto Enunciatario. Las imágenes que se han construido a través del texto dan evidencia de dos tipos de relaciones sociales distintas: una relación científica y una relación pedagógica, un género discursivo científico y un género discursivo pedagógico.

La situación de enunciación específica, el locutor, el tema y el interlocutor son aspectos que se integran en la dinámica de semantización del enunciado.  Un enunciado será entonces no el resultado de dos sujetos sino de por lo menos tres sujetos enunciadores (un trílogo) cuyas relaciones sociales de diferente intensidad en él se manifiestan. En el enunciado se pone en escena, se realiza y evidencia un acto social de evaluación, un acto de apreciación social. La tonalidad, la intención y la expresividad que adquiera el enunciado estarán dando cuenta de los tipos de relaciones sociales puestos en escena en el enunciado, y estas relaciones sociales van a orientar las formas de realización sintáctica y funcional que tomará el enunciado.

 

La dinámica enunciativa en el texto

        Las relaciones sociales entre los enunciadores  (enunciador, enunciatario y lo referido (lo dicho) se manifiestan en el enunciado desde tres orientaciones que son las que componen el acto evaluativo de la enunciación: 

1. Desde la postura activa del locutor/autor en relación con el interlocutor/lector (destinatario), cuya relación valorativa hará por una parte que el enunciado se impregne de una entonación que evidenciará la manera como el locutor se asume en términos de Enunciador la cual se manifiesta a través de una voz de autoridad, pedagogo o científico, y por otra, que el enunciado instaure una imagen que el locutor asigna en términos de Enunciatario al interlocutor, en virtud de la actitud responsiva anticipada del primero, lo cual evidenciará la búsqueda de un aliado, testigo o por el contrario un oponente. A la tensión que rige entre los dos interlocutores se le denominaría Tonalidad predictiva.

2. Desde la postura activa del locutor con respecto a lo dicho, lo referido o con respecto al enunciado ajeno/referido en el enunciado, se establece una relación valorativa que se manifestará a través de la posición que asuma el primero en términos de Enunciador con lo dicho o con el enunciado ajeno (lo referido): una mirada de respeto, de sumisión, de odio, de crítica, de engrandecimiento, de acuerdo, de ironía, de burla, de apropiación. Esta evaluación se manifestará por medio de una asimilación o una distinción entre los enunciados: lo dicho, lo referido y el enunciado que dice, que refiere. A la tensión que rige entre el enunciador y lo dicho/lo referido se denominaría Tonalidad apreciativa.

3. Desde la postura activa del mismo locutor/autor con respecto a él mismo y a sus intenciones en relación tanto con el interlocutor/lector como con lo dicho/lo referido (o enunciado ajeno), la relación valorativa implica una toma de posición en términos de intención la cual se manifiesta a través del punto de vista asumido por el Enunciador con respecto a los dos (el enunciatario y lo dicho/lo referido)y se manifiesta a través de un propósito o voz preferencial: convencer, informar o proponer, seducir, instruir o hacer actuar, persuadir.  A la tensión que se instaura en el enunciador con respecto a sí mismo y a los otros dos se denominaría Tonalidad intencional. Esta dinámica no es exclusiva de la argumentación, es la situación común y corriente de toda actividad discursiva.

Veamos los siguientes ejemplos en los que claramente se puede ver el juego polifónico de los enunciadores:

   

No voy a hacer en este momento un análisis exhaustivo de los textos, me interesa que observemos el juego de la polifonía que se presenta en el texto C y la manera como se han construido las imágenes de Enunciador, Enunciatario y Lo Dicho o lo Referido. El análisis de la construcción de la imagen del Enunciatario en el texto D (ver subrayados) lo dejo para otra ocasión.

Veamos el texto sobre “ La carrera femenina”: Propuesta de análisis de la dinámica enunciativa en el texto “La carrera femenina”

La polifonía enunciativa.  Para nuestros propósitos el interés del artículo radica en la manera como el autor del texto construye su discurso a partir de diferentes voces que le van a servir de apoyo a su argumento inicial sobre la incursión cada vez mayor de la mujer tanto en la educación como en el trabajo. 

Locutor: Periodista - Interlocutores: Lectores y lectoras colombianas con un nivel de educación medio y alto.

Enunciadores y heterogeneidad:

E1: la voz del periodista (párrafo 1) que inicia el texto mostrando un consenso general sobre la incursión de la mujer tanto en la educación como en el trabajo es cada vez mayor.

Este argumento general será demostrado a través de una heterogeneidad de voces de autoridad que apoyan al enunciador E1 que manifiesta su acuerdo con el argumento general:

Voz 1: el ICFES, representa la voz de la autoridad educativa oficial, destacando el papel de evaluador estadístico de los resultados educativos, lo cual da una imagen de credibilidad y confiabilidad objetiva en la cifras. A través de un discurso indirecto se enuncia esta voz: (párrafo 1) según fuentes del ICFES, en 1991, el 51.1% de las personas que lograron educación superior (de todo tipo) fueron mujeres. Se continúa con una atenuación de un discurso indirecto más libre Y también se contempla que en carreras de tradición masculina la mujer ha alcanzado destacadas posiciones.

Voz 2: Antanas Mockus, Rector (en ese momento) de la Universidad Nacional  representa la voz de la autoridad máxima de la Educación Superior Universitaria en Colombia, cuya voz está de acuerdo no solamente con la del periodista sino con la del ICFES y destaca la poca deserción de las mujeres en la carrera universitaria (pr. 2). El periodista refuerza el acuerdo de esta segunda voz a través primero de un discurso indirecto libre los índices de deserción son muy bajitos, señala AM, director de la UN y continúa después con un discurso directo, ya que “las estudiantes llegan con el proyecto de terminar su carrera”.

Voz 3: la voz de autoridad empresarial que apoya el argumento de E1 (síntesis introductoria) sobre la fortaleza adquirida en el trabajo por el llamado sexo débil: Según DQ, gerente de la firma Consulgei, la discriminación es casi nula, y sigue con un discurso directo “Por ejemplo, en este momento estoy buscando un vicepresidente para un cargo y puede ser hombre o mujer” (pr.3).

E2: Desacuerdo con enunciado general. Tenemos un segundo enunciador que toma distancia en relación con el argumento general y se manifiesta a través de la voz del periodista.

Voz 4 que manifiesta cierto desacuerdo con el argumento anterior sobre la casi nula discriminación de la mujer en la esfera laboral. Refuerza su posición con un ejemplo concreto en relación con el área de producción donde se requiere manejo de personal que se le atribuye exclusivamente al hombre.

Voz 5:  voz de autoridad en relación con bolsa de empleo (Claudia Girón Directora del Banco de Profesionales de U. Andes) que contradice el argumento anterior y refuerza el del E3 sobre la no discriminación de sexo sino de tipo de trabajo.  El argumento se introduce con un discurso indirecto CG opina… y sigue con un discurso directo “Por lo general, no hay discriminación de sexo. Pero si toca viajar mucho, se prefieren hombres o mujeres solteras,… Si la mujer es casada o divorciada, la requieren para cargos que exigen mucha responsabilidad y cuidado.”

Punto de vista: se presentan diversos puntos de vista que apuntan hacia uno más general sobre el mejoramiento de la incursión de la mujer colombiana en la educación superior y en la esfera laboral.

Tonalidad: La tonalidad apreciativa del Enunciador en relación con los Referentes o Enunciados referidos indica una tonalidad de aprecio, de engrandecimiento y de respeto por todas las voces que el periodista pone en escena en el texto. Voces que le sirven a su vez para establecer una tonalidad predictiva de alianza con el Enunciatario; se manifiesta la búsqueda de un aliado que no podrá no estar de acuerdo con la información y el argumento desarrollado a través de voces de autoridad tan importantes que apoyan el argumento del Enunciador 1 el cual coincide en este caso con el Locutor.

Así, en todo enunciado siempre se instaura una relación dinámica de fuerzas vivas desde el acto de enunciación intencional realizado con respecto a unos enunciados anteriores ajenos y de manera predictiva con respecto a unos posibles enunciados o réplicas posteriores, lo cual por supuesto crea una dinámica compleja e intertextual en el mismo enunciado.

Las formas de organización discursiva del sentido y las formas de manifestación lingüística del significado de un enunciado estarán entonces ligadas no sólo a las relaciones dinámicas que dan indicios de una tonalidad sino a las relaciones dinámicas entre las tres tonalidades. Siempre estas relaciones sociales entre los enunciadores harán parte de la dinámica estructural del enunciado.

Reconocer que el texto e incluso el texto escrito es resultado de una dinámica interactiva de fuerzas enunciativas es un punto de partida fundamental para el desarrollo de estrategias discursivas puesto que la situación social de enunciación que se construye en el texto a través de su organización composicional indican no sólo su inscripción en un género discursivo específico sino también los puntos de vista que en él se movilizan, la complejidad enunciativa a través de las imágenes que se construyen y se evidencian en el texto (Martínez, 2000). Identificar las diferentes voces que se actualizan en el enunciado permite hacer las inferencias adecuadas en relación con la intención y el punto de vista del locutor/autor del texto.  Es a esta polifonía enunciativa y a la intertextualidad construida en un enunciado a las que nos debemos exponer en primera instancia para comenzar a establecer una comprensión dialógica intencional no solamente con los textos que leemos sino también con los que producimos.

La situación de enunciación incide de manera importante en la estructura del texto y esto se evidencia cuando a diferentes estudiantes se les pide reconstruir un texto teniendo en cuenta interlocutores de características sociocultu­rales distintas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no siempre las relaciones enunciativas están explícitas en el texto y que al contrario muchas veces se ocultan, pero el léxico, la complejidad de las construcciones sintácticas y la mayor o menor ampliación semántica, así como la organización global del texto, el género discursivo  en que se inscribe y la profundidad del tema, pueden ser las claves para inferir el tipo de situación enunciativa que se ha construido en éste.

Trabajar en el nivel enunciativo del texto implica desarrollar estrategias acerca de la construcción discursiva para comprender que todo discurso y muy especialmente el discurso escrito, de la prensa, incluso televisión y radio es una construcción reelaborada de la realidad en cuya producción se 'ponen en escena' roles discursivos tanto de autor como de lector y estos roles o voces y puntos de vista allí expuestos no tienen que coincidir necesariamente con la realidad, o con reglas vericondicionales, se trata de construcciones enunciativas, de puntos de vista o versiones diferentes sobre la realidad.

La distinción tripartita clásica en retórica de la Inventio, la Dispositio y la Elocutio se asemeja a lo que Bajtín denomina Tema (“modelo de mundo que propone el texto”, Todorov [1981: 128]), Composición (“sintaxis de grandes masas verbales” [1978: 59]) y Estilo (“fraseología de un grupo social determinado: médico, jurídico, deportivo, periodístico, pedagógico” [Adam 1997b:29]), sin embargo, en la dimensión dialógica estas no operan de manera secuencial sino de manera simultánea en la práctica enunciativa del discurso.

Me centraré en esta parte en la ‘sintaxis de grandes masas verbales’ (la Composición). Recordemos una cita de Bajtín:

Aprendemos a moldear nuestra habla en las formas del género y al escuchar el habla del otro, sabemos inmediatamente, incluso desde las primeras palabras, presentir el género, adivinar el volumen (largo aproximado de un todo discursivo), la estructura composicional dada, previendo el final, es decir, desde el inicio somos sensibles al todo discursivo que, enseguida, en el proceso de habla vertirá sus diferencias.  Si los géneros del discurso no existieran  y si no tuviéramos su dominio, y que cada uno de nosotros tuviera que construir nuevos enunciados, el intercambio verbal sería prácticamente imposible.(Bajtín 1984:285) en Adam (1999:137)

Así, las formas de manifestación relacional (léxica, proposicional, funcional), todos los niveles de funcionamiento discursivo, así como la dimensión del enunciado se construyen en función del género discursivo del cual la situación de enunciación inmediata o más amplia da cuenta. La significación y sentido del enunciado están intrínsecamente ligadas al proyecto enunciativo de un género discursivo específico.

Sugiero que las formas de manifestación del enunciado se realizan a través de una doble dimensión discursiva que ocurre de manera simultánea en el enunciado: la textualidad y la discursividad, la cohesión y la coherencia respectivamente [4] ; corresponden a la construcción arquitectónica del discurso cuyas bases significativas se realizan a través de conexiones que evidencian la dinámica relacional social que se instaura entre los tres enunciadores que intervienen en el proceso de semantización del enunciado durante el acto discursivo.

 

Esta propuesta cobra hoy no solamente una importancia metodológica sino una importancia teórica por cuanto permite mostrar por un lado, la manera como se manifiestan las formas de la lengua en la construcción de la textualidad para dar cuenta de la significación del texto y por el otro la manera como se organizan las funciones o actos de habla en la construcción de la discursividad para dar cuenta del sentido del discurso. Estas dos dimensiones que se actualizan en todo enunciado se interrelacionan entre sí a través de una dinámica creativa de negociaciones de significado [5] y de sentido en toda ocasión de uso social del lenguaje, es decir, en toda práctica social discursiva.

        La textualidad es una dimensión de carácter semántico-sintáctico a través de la cual se construyen las relaciones de significado en el texto como un todo. La noción de textualidad está ligada a la noción de cohesión que se refiere a la identificación de los lazos y marcas formales que se utilizan para relacionar una información nueva con una información vieja en el desarrollo proposicional que se realiza a través del texto.  En la Textualidad se estudia la composición ligada a las relaciones léxicas, referenciales y macroestructurales.

La discursividad es una dimensión de carácter semántico-enunciativo que permite interpretar la manera como se construyen las relaciones de sentido en el discurso y el valor que toman las expresiones en términos de actos y de voces enunciativas. La discursividad estaría entonces ligada a la noción de coherencia, la cual se refiere a la función que los contenidos del texto están desempeñando en el discurso: dan información, amplían una explicación, ejemplifican, definen, contradicen. La coherencia se refiere entonces a la manera como se realiza el desarrollo ilocutivo, la secuencia de los actos de habla a través del discurso. La discursividad en el texto tiene mucho que ver con la situación de enunciación, en ella se estudia la heterogeneidad enunciativa, la polifonía, las implicaturas y sobreentendidos, la organización superestructural del texto y las funciones realizadas a través del texto.

Así, para poder dar cuenta del sentido discursivo es necesario partir de los cuatro aspectos que intervienen en el funcionamiento discursivo:

El análisis del componente de base, de la situación de enunciación inscrita en el discurso: posiciones, tonalidades.

El análisis de la textualidad en sus diferentes niveles: microestructura, desarrollo temático, macroestructura y estructura semántica de los tipos de textos.

El análisis de la discursividad también en sus diferentes niveles: heterogeneidad y polifonía, observación que a su vez apoya el primer análisis, desarrollo ilocutivo o funcional, secuencias argumentativas, estilos discursivos (discurso directo, discurso indirecto, discurso indirecto libre), modalidades, secuencias expositivas, organización superestructural del texto.

El análisis de los modos organizativos preferidos por los géneros discursivos: Descriptivo, Expositivo, Argumentativo, Narrativo

 

        La gente intercambia enunciados, imprime emociones y manifiesta actitudes a través de enunciados. Los enunciados están impregnados de vida social, de vida emotiva, de vida ideológica e incluso de vida puramente local o situacional, pero de vida.  Los sujetos discursivos construyen discursos en situaciones de enunciación concretas, en situaciones intersubjetivas moldeadas por el género discursivo característico de una práctica enunciativa social.

La estructura del discurso estaría entonces determinada por las condiciones reales, o supuestas a partir de las cuales el discurso se realiza, es decir, sobre todo por la situación social inmediata y el medio social más amplio; por el hecho de que el discurso procede de alguien y se dirige a alguien. El género discursivo es en definitiva la actualización e integración a través del lenguaje en uso de las relaciones sociales existentes entre el locutor, el interlocutor y el enunciado y sus correspondientes tensiones. Desarrollar la competencia discursiva pareciera ser entonces el papel de la enseñanza de la Lengua materna.

La historia de las formas textuales, de los modos de organización discursivo, de la búsqueda de adhesión a través de tipos de argumentos es una historia de relaciones sociales significadas y enunciadas en los discursos.

   

Notas

[1] Este artículo es el resultado de la fusión realizada entre la conferencia “Visión discursiva del lenguaje, visión dialógica del discurso“ ofrecida en el Congreso de Lingüística, Literatura y Semiótica realizado en Popayán (abril de 2000) y el documento de la mesa redonda “La argumentación en la enunciación. La dinámica enunciativa en el discurso” (noviembre 3 de 2000), realizada en la Escuela de Ciencias del Lenguaje de la Universidad del Valle (Cali, Colombia).

[2] Todorov,  Tzvetan (1981:50) Mikhaïl Bakhtine . Le principe dialogique. Ed.Seuil, Paris

[3] MARTINEZ, Ma. Cristina. (1995)  "El discurso como escenario del mundo". Revista lenguaje No.19, Escuela de Ciencias del Lenguaje, Univalle. Cali.

[4] Ver MARTINEZ Ma. Cristina (1985/1995/1997) Análisis del Discurso: cohesión, coherencia y estructura semántica de los textos expositivos. Editorial Universidad del Valle. Cali, Colombia.

[5] Propuesta inicialmente inspirada en Widdowson, H. G. (1979) Exploration Applied Linguistics.  Oxford University Press.

 

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