GENEALOGÍA DEL MÉTODO GENEALÓGICO

 

 

                                                                                                          Guillermo Davinson

DEFINICIONES INICIALES

 

            Con la palabra Genealogía, que etimológicamente proviene (del latín genealogĭa y ésta del griego γενεαλογα) es conocida, la historia de los ascendientes de una familia. En esa línea, (Montórfano, 2002) señala que genealogía, proviene del griego, genos” (raza) y “logos” (ciencia) y consiste, en la enumeración de los antepasados de una persona.[1]

 

            Por extensión entonces, la genealogía - para Montórfano - se constituye en una de las ciencias auxiliares de la historia, más adelante veremos que de otras también y como tal, trata del origen y descendencia de las familias (o de un linaje) a través de una realidad documental o gráfica. Los ascendientes y descendientes de un individuo conforman su genealogía familiar, llegando el estudio exhaustivo, a conocer en forma completa la historia de la familia de ese sujeto. Cada individuo, debe asumir previamente, lo que entenderá por “historia familiar completa”, dado lo imposible de dicha tarea, a la hora de remontarse hasta cierto grado de ascendientes en el tiempo.

 

            Las genealogías, son el resultado visible de una investigación social. El procedimiento técnico (que da origen a las genealogías) que identifica y explica las distintas relaciones en los sistemas de parentesco y que implica trabajo de campo, se denomina método genealógico. En la ciencia antropológica, el británico W. H. R. Rivers definió el estatuto heurístico de éste método en el trabajo etnográfico, a fines del siglo XVIII y al cual dedicaremos, más adelante algunos antecedentes.

 

            En un primer acercamiento, definiremos al método genealógico; como un procedimiento técnico, por el cual un investigador de campo, mediante el uso de la encuesta antropológica, recolecta un conjunto de datos específicos sobre los integrantes - tanto ascendientes como descendientes - de uno o más grupos domésticos y posteriormente los procesa, analiza y presenta dicha información. Ello obliga al investigador, a cumplir como mínimo con dos momentos técnicos a saber, a) trabajo de campo propiamente tal y b) de análisis de gabinete, donde se profundizan aspectos teóricos de sus datos obtenidos.

 

            Uno de los resultados pragmáticos de la aplicación del método genealógico se expresa gráficamente en un documento denominado genealogías y que es el aspecto corrientemente más conocido, ignorándose el procedimiento global que arriba a ese resultado. Es decir, se confunde uno de los productos (las genealogías) con todo un proceso técnico (método genealógico). En muchas iniciativas desvinculadas al mundo de la antropología, se habla de “genealogías, método o técnicas genealógicas” indistintamente, sin establecer diferencias al respecto.

 

            En nuestro caso, cuando hablamos de genealogías, estamos refiriéndonos al documento que visibiliza los resultados de la aplicación del método genealógico. Las genealogías son la representación gráfica de una situación social e histórica determinada, que posibilita una visión de conjunto, de cada uno de los miembros ahí representados, distribuidos en generaciones y relacionados con algún tema específico, según sea el objetivo de la investigación.

 

            Cuando el método genealógico (etnografía y encuesta antropológica asociada al parentesco), es aplicado exhaustivamente, es decir, la recolección de los datos es suficientemente prolija, en forma y fondo, mostrará con exactitud - a través de las genealogías (los documentos gráficos) - el sexo de las personas, edades, sus relaciones (vínculos) de unión conyugal, filial y de hermandad y aun los parentescos más alejados en su cadena genealógica. Mas otros aspectos, que intencionalmente el investigador sobre estos grupos intente descubrir y/o analizar y donde los objetivos científicos del método genealógico han establecido al inicio de la investigación.[2]

 

UN MARCO INVESTIGATIVO A LOS CONCEPTOS

 

            El mundo contemporáneo testigo del crecimiento vertiginoso de nuevas tecnologías y telecomunicaciones, - que entre otras cosas, - ha facilitado el acceso a muchas fuentes de información; documental e histórica, han generado un interés creciente por el estudio genealógico. La especialización de ciertos investigadores; sobre todo en la última década, han materializado una importante corriente de trabajo en Europa principalmente. Las ciencias jurídicas, hegemonizaron una suerte de capital simbólico en esta dirección, sobre todo para dar respuesta a los problemas emanados de la herencia legal y sucesión, lo que obligaba a una constante necesidad de profundizar en aspectos genealógicos. En ese contexto, también transfirió, una legítima curiosidad – en algunos sectores - por conocer sus antepasados y por ende adentrarse al mundo genealógico.

 

            Una particular observación realiza la investigadora francesa Martín Segalen (2005 en prensa) cuando al respecto señala; “…además, hoy en día el arte de la genealogía está de moda: habría bastantes investigaciones a realizar para analizar el sentido social de este crecimiento entusiasta (Segalen y Michelat, 1991). Frecuentemente, el encuestado “sirve” al investigador una genealogía ya hecha. Lo que constituía en un tiempo el arma metodológica situada claramente en el campo de la ciencia, es hoy en día manipulada por los mismos encuestados. Sin embargo, el interés por la genealogía no es idéntico en todos los grupos sociales. En el país Bigouden, las genealogías reconstituidas en mi investigación combinando información oral, archivos del registro civil y los archivos notariales suscitaban el interés de los investigados” (Segalen, 2005).

            El interés persiste y se acrecienta y las motivaciones son variadas, pero la búsqueda y conocimiento de los antepasados, parece ser más frecuente de lo que se piensa. Al identificar a la progenie se debe tener presente, “que la posición de un antepasado puede estar definida ya sea por una relación genealógica real con sus descendientes, o por una genealogía más o menos ficticia” (Krauskopff, 1996:83), aspecto que el método genealógico contribuye a subsanar.

 

            En algunos grupos humanos la vigencia por mantener una clara posición genealógica es importante. Los griegos, en su época fomentaron una orgullosa conciencia racial, que sustentaban a través del desarrollo de una genealogía, que remontaba sus orígenes a héroes, con carácter semi divino. En Corea, el uso de los “registros de linaje, en otras épocas reservado a las familias letradas de la aristocracia, es hoy en día general. La mayoría de los coreanos se considera de origen aristocrático y la prueba sería su genealogía” (Guillermoz, 1996:187). En cambio en la región de Vanuatu (Nueva Guinea) algunos grupos locales se agrupan alrededor de una gran casa de los hombres y destaca la escasa profundidad genealógica atribuida a los pequeños tamaños de los grupos de descendencia” (Bensa y Juillerat, 1996:481).

 

            También ha sido importante para la Antropología, el método genealógico instaurado por W. Rivers. El cual institucionaliza las genealogías, como un método que utilizó en sus trabajos sobre herencia de los comportamientos, dada su vinculación al mundo de la medicina y psicología. No obstante, “creía decididamente que éste era el único método científico que permitía acceder sin riesgos de error a las terminologías de parentesco. Rivers veía en las terminologías de parentesco el reflejo fiel o la supervivencia de formas de matrimonio actualmente desaparecidas” (Juillerart, 1996:643).

 

            En este momento es preciso situar la visión de este investigador británico sobre el método propiamente tal y para ello, resumiremos algunos aspectos centrales de: El Método Genealógico de investigación antropológica (1985) de Rivers. En este trabajo sostiene que la primera función y más evidente – del método - es la elaboración de los sistemas de parentesco. En segundo lugar el uso que se puede dar a las genealogías en el estudio de la regulación del matrimonio, pues al retroceder en el tiempo, es posible investigar, las formas de matrimonio; (poligamia y poliandria, el levirato y el matrimonio entre primos cruzados) en los grupos humanos. Un tercer aspecto – que Rivers - destaca es el uso en el ámbito de la investigación de las leyes que regulan la filiación y la herencia de la propiedad, (un pedazo de tierra y sus múltiples subdivisiones) pueden ser concretamente abordados a través de este procedimiento técnico. Siguiendo en esta línea, un cuarto tema a rescatar es la posibilidad de ser aplicado el método a los estudios de las emigraciones. En otro ámbito, Rivers visualiza ventajas en el estudio de la magia y la religión (el ceremonial en algunos grupos se asigna en ciertas relaciones de parentesco) con determinados sujetos. Como sexta utilidad, se rescata el estudio de cuestiones biológicas que tienen connotación sociológica (los aspectos sociodemográficos) en algunas sociedades. En directa relación, puede aportar a la Antropología Física, lo que Rivers ejemplica con sus resultados sobre el albinismo y daltonismo.

 

            Con respecto a las ventajas del método, Rivers menciona las siguientes; a) nivel de concreción, (cuestiones abstractas sobre bases puramente concretas), b) es ventajoso cuando no se cuenta con tiempo suficiente para el trabajo de campo y subsana el problema de la lengua indígena (Rivers recomendaba en este caso intérpretes), c) comprueba la exactitud de los propios testigos (el método al contrastar información) posibilita detectar la contradicción o inexactitud y d) permite entender los “rasgos de la psicología salvaje” al penetrar en las peculiaridades mentales de los informantes que causan los malentendidos.

 

            En síntesis, Rivers puntualiza dos grandes méritos atribuibles a este método. En primer lugar, permite retroceder en el tiempo (a un contexto menos aculturado) y conocer patrones de organización social de hace 150 años atrás y consecuencialmente establecer las características actuales producto de dichas influencias en el pasado. En segundo lugar, posibilita los “medios para no solo obtener información, sino para demostrar la verdad de esta información” (Rivers, 1985; 95). Mediante el método entonces, este autor estima que es posible demostrar hechos de la organización social, con tanta concreción como es posible en cualquier ciencia biológica.

 

            Posteriormente a Rivers, algunos investigadores que han trabajado con el método, refieren algunas de sus características desde sus experiencias. Malinowski, - cuya aportación al trabajo de campo - es bastamente reconocida, señala; “una genealogía no es más que un cuadro sinóptico de cierto número de relaciones de parentesco conectadas entre sí. Su valor como instrumento de investigación radica en que le permite al investigador formularse preguntas in abstracto, susceptibles de ser preguntadas en concreto al informador indígena. Como documento, su valor consiste en que proporciona cierto número de datos comprobados y los presenta en su forma natural de asociación” (Malinowski, 2001:60). No olvidemos que en su estancia con los Trobriandeses, registra información genealógica y la consigna en su mundialmente conocido Los Argonautas del Pacífico Occidental.

 

            A. R. Radcliffe-Brown, (discípulo de Rivers) lo utiliza para analizar los sistemas de parentesco, concebidos como la extensión indefinida de las relaciones entre familias elementales, que a su vez definen relaciones de orden: padres/hijos germanos, marido/esposa. Estos “sistemas están organizados según reglas sociológicas, como la unidad del grupo de germanos o del linaje, que se apoyan, o no, en el referente genealógico para definir clases terminológicas y grupos. La hipótesis extensionista (extensión genealógica de las relaciones de primer orden) será rechazada incluso por E. R. Leach (1958) que critica el método genealógico y preconiza un análisis exclusivamente sociológico del parentesco” (Bonte, 1996:578).

 

            Luego y sin encontrar una definición tácita, en Las estructuras elementales del parentesco, (1949) Lévi-Strauss infiere acerca del método. Cuando al explicar una búsqueda, de una “estructura significativa de los intercambios matrimoniales acerca de los cuales la sociedad nada dice; sea directamente por la interpretación de las reglas o indirectamente gracias a las inferencias que pueden extraerse de la nomenclatura del parentesco o por algún otro medio. Se hace hablar entonces a las genealogías” (Lévi-Strauss, 1985:24).[3] En el primer tomo de Las estructuras, Lévi-Strauss, presenta 22 genealogías de entre 43 figuras de esta sección. En el segundo tomo, se consignan 31 genealogías de 87 figuras, diagramas genealógicos que detallan los más diversos sistemas de parentesco, tales como; Polinesios, Aranda, Dieri, Katchin, Australianos, Manchú, Chinos, Tibetanos, etc.

 

            En otro orden, en un trabajo denominado; Oralidad: tiempo, fuente y transmisión (1997) del español González Alcantud, destaca la tradición oral como argot científico de antropólogos, etnólogos y etnógrafos. Detallando las figuras narrativas de los pueblos alfabetizados que han adquirido características de universalidad. Entre esas menciona a las genealogías; sobre ellas señala; están “enlazadas con la narración mítica, si bien pueden hallarse secularizadas. Constituyen la fuente de legitimidad política y social más frecuente en sociedades como la islámica. Los linajes “chorfa” magrebíes atribuyen su genealogía a ser los primeros pobladores islámicos del país; ahí reside su legitimación política. Asimismo, la distinción entre tribus, linajes y clanes se hace entre los beréberes en base a las capacidades individuales para recordar total o parcialmente las genealogías (Hart, e.p.). La tradición genealógica es fuente de poder social y política” (González, 1997:146).

 

            En El método genealógico en la investigación social (1994) de Ruiz Pérez, encontramos otra definición; es “…una serie de técnicas documentales e históricas que nos permiten conocer a fondo no sólo nuestro linaje sino las costumbres y situaciones sociales de cada época. En la investigación social, la antropología se ha destacado por desarrollar técnicas de recolección de datos y análisis conceptual conocidas como el método genealógico” (Ruiz Pérez, 1994:71).

 

            En un trabajo dirigido a estudiantes, conocido como De la teoría a la práctica antropológica: el museo como referencia (2001) de Pastor Alfonso, nos proporciona sobre el método la siguiente perspectiva. El método genealógico, “trata los principios de parentesco, filiación y matrimonio, que son las bases sobre las que se sustentan las culturas no industriales. Como en este tipo de sociedades la gente pasa la mayor parte de su vida entre parientes, es necesario recoger los datos relativos al parentesco para poder entender la historia y las relaciones actuales. Por ejemplo: Los casamientos estratégicos entre miembros de diferentes pueblos, generan alianzas políticas. Una vez obtenida la red de parentesco, puede utilizarse en averiguar los derechos de propiedad, las reglas de residencia y matrimonio, la sucesión de oficios hereditarios y otras reglas y costumbres de la comunidad”.

 

            En esta misma dirección y en un análisis conocido como Sistema y estructura de Parentesco (1996) de Bonte, destaca su visión sobre el método y puntualiza al definirlo “…como una carta que define y legitima el estatuto de un individuo o grupo a partir de cadenas de relación de filiación ascendentes, la genealogía es uno de esos modelos de representación indígena, [se está refiriendo al método etnogenealógico de Conklin] tanto más extendido en sociedades muy diferentes cuanto que está asociado a la constitución de grupos sociales (grupos de unifiliación, grupos cognaticios, casas, etc.)” (Bonte, 1996:578).

 

SÍNTESIS HISTÓRICA

 

            Con respecto a sus orígenes, (Montórfano, 2002) proporciona algunos antecedentes históricos que aseguran que la práctica genealógica es tan antigua como universal. Ya nos referimos a los Helenos, que establecían su identidad mediante una genealogía que los unía a seres semidivinos. Hacia el año 493 a.C., el rey Persa Darío I ordena la inscripción de Behistún, (escritura cuneiforme esculpida en roca) al oeste de Irán. Según (Encarta, 2000) “la inscripción aparece en columnas paralelas que repiten el mismo texto en persa antiguo, asirio y elamita”. El texto recoge la genealogía y las hazañas de este monarca.

 

            En tanto, las culturas Incas y Mayas guardaban las genealogías de sus gobernantes; algunos Códices precolombinos, (teotihuacanos, olmecas, aztecas) de escritura logosilábica, dan cuenta de historia, geografía, genealogía, economía, ciencia y religión de estos pueblos.

 

            En otro orden, los textos evangélicos, donde aparece el árbol de la familia de Jesucristo, constituyen una clara muestra de la importancia que tuvo la genealogía para los hebreos, algo que sucedió también con los babilonios, griegos, romanos y muchos otros pueblos (Montórfano, 2002), como hemos adelantado.

 

            Sobre el pueblo hebreo y en particular sobre la genealogía de Jesucristo podemos señalar lo siguiente. Analizando la Biblia de Jerusalén en su edición española de 1971, (dirigida por José Ángel Ubieta) encontramos en los evangelios de Mateo, como el de Lucas, una referencia a esta genealogía. Al respecto, reproduciremos textualmente la nota del pie de página, de los editores sobre el capítulo 1 de Mateo, versículos 1 al 17, desarrollada por traductores franceses y asumida por los intérpretes al Castellano.

 

            Así entonces, “la genealogía de Mt, aún subrayando influencias extranjeras por parte de las mujeres, vv. 3, 5, 6 se limita a la ascendencia israelita de Cristo. Trata de vincularle a los principales depositarios de las promesas mesiánicas, Abraham y David, y a los descendientes reales de este último. La genealogía de Lc, más universalista, se remonta a Adán, cabeza de toda la humanidad. De David a José, las dos listas solo tienen en común dos nombres. Esta divergencia puede explicarse, o por el hecho que Mt. ha preferido la sucesión dinástica a la descendencia natural, o bien por la equivalencia que hay entre la descendencia legal (ley del levirato, Dt 25 5) y la descendencia natural. Por lo demás, el carácter sistemático de la genealogía se pone de relieve, en Mt, con la distribución de los antepasados de Cristo en tres series de dos veces siete nombres, cf 69, lo que obliga a omitir tres reyes entre Joram y Ozias y a computar a Jeconias, vv. 11-12, por dos (ya que el mismo nombre griego puede traducir los dos nombres hebreos afines de Yoyaquim y Joaquín). Las dos listas terminan con José, que no es más que el padre legal de Jesús; es que, a los ojos de los antiguos, únicamente la paternidad legal (por adopción, levirato, etc.) confiere todos los derechos hereditarios, aquí los del linaje mesiánico. Esto no excluye, que María también haya pertenecido a ese linaje, aun cuando los evangelistas no lo digan” (Biblia de Jerusalén, 1971:1304).

 

            Para mayor profundidad de lo antes transcrito, debemos precisar que esta genealogía es narrada por ambos evangelistas, desde dos perspectivas distintas. En el caso de Lucas, es desde el Ego (Jesús) hasta su ascendiente Adán, que se establece la relación genealógica.[4]

            Mateo en cambio, narra la genealogía desde el ascendiente primegénico (Abraham) hasta llegar al Ego, en este caso Jesús. En el Antiguo Testamento destaca, la genealogía de David, la cual es descrita en el libro de Rut (v 4:18); como también en el libro primero de las Crónicas (v2:9-17). En el Nuevo Testamento, Pablo en la primera epístola a Timoteo llama la atención a no dedicar la atención a fábulas y las “genealogías interminables” que promueven disputas. Según los editores, alude a las “especulaciones judías relativas a la historia de los patriarcas y de los héroes del Antiguo Testamento, al estilo que se puede leer en el libro de los jubileos” (Biblia de Jerusalén, 1971:1586).

 

            En el año 850 Al-Bujari, sabio islámico nacido en el actual Uzbekistán viaja por todo el mundo islámico, recogiendo las tradiciones orales del Hadit (registro de los dichos ejemplares y hechos del profeta Mahoma). Según (Encarta, 2000) “tanto los suníes como los shiíes creían que el Hadit era una forma de revelación y que, por tanto, tenía la misma importancia que el Corán. De las más de 600.000 tradiciones que Al-Bujari recopiló, aproximadamente 7.275 fueron recogidas (con todas las genealogías de sus transmisores desde el profeta) en una obra titulada al-Sahih (El Genuino)”.

 

Entre el 422 y el año 1000, fechas de (Montórfano, 2000) constituye el período oscuro de la historia, donde la documentación escrita que la atestigua es mínima y lo poco que fue escrito lo registraron los monjes irlandeses. Nada fue destinado a la vida diaria y menos al registro de familias de esa región. Aunque hay escritos en Francia y España anteriores a la época oscura, no es literatura que contenga evidencias para realizar aportes a la genealogía.

 

            En Inglaterra el año 1086 se encarga la realización del Domesday Book, estudio estadístico, ordenado por Guillermo I el Conquistador, cuyo objetivo era inventariar de modo sistemático la riqueza rústica del país y determinar las rentas que los propietarios de las tierras tenían que pagar al rey. Este inventario se realizó a una escala sin precedentes en la Europa medieval. Según (Encarta, 2000) “…el manuscrito original estaba formado por dos volúmenes. Estos documentos fueron usados frecuentemente en los tribunales medievales y los textos publicados son empleados ocasionalmente hoy día, en litigios relativos a cuestiones de topografía o genealogía”.

 

            En otro ámbito y siguiendo a (Montórfano, 2002) las culturas asiáticas, como la china y la japonesa, han otorgado también gran importancia a los orígenes familiares. El emperador de Japón es un vivo ejemplo de una dinastía que se ha sucedido sin interrupción durante casi 2.000 años y los registros permiten constatar tal hecho. En Japón del siglo VIII; las historias míticas Kojiki (Registros de Antiguos Asuntos, 712) y Nihon shoki (Crónicas de Japón, 720), describen los actos y la genealogía de los dioses desde que Japón fue creado por la pareja inicial, Izanagi e Izanami. Según (Encarta 2000), estos libros del árbol genealógico imperial desde la diosa del sol Amaterasu, deben de haber sido recopilados para así dar validez al derecho divino a gobernar que reclamaba la familia imperial japonesa.

 

            En lo que respecta a Mesoamérica precolombina, los Cakchiquel, indígenas quiché, que actualmente habitan en los departamentos de Chimaltenango, Sololá y Sacatepéquez en Guatemala, presentan una genealogía concreta de sus héroes, en el documento histórico más conocido como el Memorial de Sololá.

 

            Mas detalles sobre Mesoamérica prehispánica encontramos en un trabajo denominado Análisis de la Teología del matrimonio y derecho canónigo y practicas misioneras en el México del Siglo XVI (2003) de Ragon, quien nos pormenoriza sobre un interesante espertizaje en el conocimiento genealógico de los indios conquistados. Al respecto y citando a Motolinia, Ragon nos precisa [sobre el sacramento del matrimonio en la nueva España] …“Era cosa de ver verlos venir, porque muchos de ellos traían un hato de mujeres e hijos como ovejas y despedidos los primeros, venían otros indios que estaban muy instruidos en el matrimonio y en la práctica del árbol de consaguinidad y afinidad; a estos llamaban los españoles licenciados, porque lo tenían tan entendido como si hubiesen estudiado sobre ellos muchos años” (Ragon, 2003:63).[5]

 

            Lo anterior, en el entendido, que las autoridades eclesiásticas de la época, intentaba dar respuesta a las variadas circunstancias de relaciones familiares que los indígenas presentaban. Todo lo cual, junto con obligarlos a dictar normas particulares, hacía necesario contar con un acabado conocimiento sobre las relaciones genealógicas de los sujetos para evitar entre muchas cosas, los matrimonios entre parientes y otras situaciones propias de la poligamia. En la sociedad Tenochca que era una “sociedad fuertemente estratificada, caracterizada además, por un gran énfasis en el papel de la herencia para la determinación del status personal” (Palerm, 1997:161) se hacia imprescindible el conocimiento genealógico.[6]

           

            En ese contexto, no es de extrañar que ciertos sujetos, fuesen la memoria genealógica de muchos de estos grupos. En Parentesco y matrimonio en la sociedad tarasca prehispánica (2003) Kuthy nos informa que los Tarascos se casaban con sus propios parientes para beneficio mutuo. Los “licenciados” de Ragon, son los “casamenteros” de Kuthy, “…como parece que este tipo de casamiento [endogamia de linaje noble] se llevaba a cabo por los hombres, no es sorprendente que la traducción propuesta por Gilberti de la palabra curahpepehperi sea la de “casamentero” (1987:268)” (Kuthy, 2003:117). Parte importante de estos datos sobre parentesco tarasco, fueron obtenidos por Kuthy a través de un documento denominado; Relación de Michoacán de 1538 ó 1539, donde (Kuthy, 2003:121) nos muestra un sistema de parentesco Tarasco representando cinco generaciones. Dicha información fue posible obtenerla en su oportunidad, por cuanto la Relación de Michoacán, suponemos posibilita la obtención de antecedentes genealógicos.

           

            En los Andes prehispánicos, en tanto, en lo que fue el Tawantinsuyu encontramos el Sapan Inca, hijo del sol quien se casa con su hermana, le da hijos legítimos entre los cuales se designa el heredero al trono y tiene esposas secundarias no incas. Siguiendo a Molinié-Fioravanti (1996) tras la muerte del inca su cuerpo es momificado para objeto de culto. Se dispone de “una genealogía de doce soberanos, generalmente considerada una cronología; también puede ser interpretado como un mapa jerárquico que indica la distancia genealógica entre el soberano y los antepasados reales. Los lazos de parentesco regulan a la vez la organización de los linajes aristocráticos, el principio que jerarquiza a los administradores, el acceso a la tierra de los grupos locales (o ayllu) y la integración mitológica de los pueblos conquistados dentro de la familia del Inca” (Molinié-Fioravanti, 1996:78).

 

            A fines del siglo XV y principio del XVI, en el valle de México, la complejidad social y política de los Tenochca fue posible conocerla a través de descripciones que se basaban “en los relatos de cronistas y conquistadores, en los informes de los misioneros y de los administradores de la Corona Española y en los registros documentales de la época, libros de bautismo, pleitos por derecho de propiedad, genealogías, etc.” (Palerm, 1997:159).

 

            En la Edad media, siguiendo con el análisis de (Montórfano, 2002) ocurrió también que nobles y reyes deseaban a cualquier precio, mostrar una relación de sangre con los personajes mitológicos y admirables. Por esta razón, los encargados de realizar los estudios genealógicos no dudaron en ser poco rigurosos como para satisfacer a sus ilustres clientes. La Edad Media constituye un período en el que se elaboran un buen número de genealogías falsas. Recordemos que con la “llegada de los misioneros [a América] que debían examinar grados y formas de parentesco antes de autorizar matrimonios; a los juristas y administradores coloniales que debían tratar problemas de sucesión y herencia” (Palerm, 1997:146) constituyeron importantes insumos para entender la genealogía.

 

            Se puede afirmar que el movimiento genealógico comenzó en Europa occidental en el siglo XVI, cuando aparecieron los registros donde están apuntados, tanto los individuos destacados, como las personas comunes del pueblo. Estos registros coincidieron con la aparición de la monarquía en algunos países y fueron ellos quienes insistieron en realizar registros veraces; la finalidad era poder cobrar impuestos y, además, ostentar honorables árboles genealógicos (Montórfano, 2002).

 

            En Europa el año 1674 se publica Le grand dictionnaire historique, ou mélange curieux de l’histoire sacrée et profane (El gran diccionario histórico, o episodios curiosos de la historia sagrada y secular), del sacerdote y estudioso francés Louis Moréri, - que según (Encarta, 2000) - es un diccionario especial de historia, mitología, genealogías y biografías.

 

            El siglo XVII marca un importante cambio en varios países europeos. Se introdujeron nuevos métodos de búsqueda e investigación que contribuyeron al desarrollo de esta técnica y, sobre todo, a su fiabilidad. Es el período de los grandes genealogistas alemanes y franceses, del jesuita portugués Jerónimo de Souza, del inglés Dugdale y del español Luis de Salazar y Castro” (Montórfano, 2002).

 

            A partir de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, la genealogía comienza a tomar rigor gracias a los trabajos de historiadores y cientistas sociales, entre los cuales cabe destacar al médico, psicólogo y antropólogo británico: W. H. R. Rivers. Que como ya hemos adelantado, existe consenso general en señalarlo como el iniciador de este método antropológico en sus estudios de campo y posterior difusión.

 

            Así, desde sus comienzos como ciencia, la antropología, hace uso extensivo del método genealógico, desarrollando técnicas de campo y métodos de análisis que permitieron “acercarse al significado social de las estructuras de parentesco en sociedades que de otra manera hubieran permanecido conceptualmente ininteligibles para nosotros. Desarrollado en el estudio de sistemas de descendencia unilineales este método no pierde vigencia cuando el objeto de la antropología se extiende hacia nuestra propia sociedad” (Ruiz Pérez, 1994:71).

                                                        

            A diferencia de los genetistas, a la antropología le interesa el tratamiento social de las relaciones genealógicas. Sin embargo, el estudio de estas relaciones se ha confundido, en parte, con el análisis de parentesco. L. H. Morgan había basado desde el principio la comparación de terminologías en el carácter universal del reconocimiento de éstas relaciones, pero el “mérito de haber definido en 1910, el estatuto heurístico del método genealógico de la encuesta antropológica corresponde a W. H. R. Rivers” (Bonte, 1996:577).

 

                En este contexto, se hace necesario conocer algo más de este británico. William Halse Rivers Rivers, nació en 1864 en Luton (Kent), e inició la carrera de médico en Londres, antes de comenzar sus investigaciones de psicología experimental. Dio clases desde 1897 en la Universidad de Cambridge y en 1902, en el St. John’s College. En 1889 “participa en calidad de psicólogo en la expedición al estrecho de Torres dirigida por A. C. Haddon durante la cual hace pasar pruebas sensoriales a los insulares. Desde entonces, se orienta decididamente hacia la antropología social y se dedica a investigaciones de campo entre los Toda de la India del Sur en 1902 y luego en Melanesia en 1908 y 1914. En 1915 vuelve parcialmente a la psicología experimental y se interesa por la terapéutica de los traumatismos de la guerra. Muere en Cambridge en 1922” (Juillerat, 1996:643).

 

            El cuestionario genealógico de Rivers permitía, sin necesidad de conocer la lengua vernácula, acceder al universo del parentesco y de otros aspectos de la vida social de los entrevistados. Si bien posee un carácter conjetural y sus preocupaciones apuntan a encontrar mediante la comparación efectos determinantes de instituciones como la familia y el matrimonio, su aporte resultó muy importante. Rivers “no se preocupa por el estatuto epistemológico de su método, en particular del lugar del referente biológico de la genealogía (Firth en Rivers 1968). La antropología funcionalista inglesa, tras Rivers, distinguirá cuidadosamente entre las relaciones genealógicas centradas en Ego y que incluyen este referente biológico y las relaciones de parentesco (Fortes 1970) se trata por lo tanto de un simple método de aproximación al parentesco” (Bonte, 1996:577-578).

 

            Método, no exento de dificultades en su aplicación, por cuanto deben en ocasiones considerarse varias entrevistas y mucho tiempo en su ejecución. El mismo Radcliffe-Brown, padre de la antropología británica y como hemos dicho, discípulo de Rivers, comentó al respecto en su trabajo de campo en las Islas Andaman en 1906 y 1908 respectivamente. Recogí cierto número de genealogías de los indígenas, pero, desgraciadamente, mi propia inexperiencia en el uso del método genealógico y mi consecuente incapacidad para superar las dificultades con que me encontraba, hicieron fracasar esta parte de la investigación” (Kuper, 1973:59).

 

            Otro de los antropólogos más importante de esta disciplina, Malinowski, después de haber establecido contacto con los nativos de las islas Trobriand relata, a diferencia que Radcliffe-Brown, que “…sabía que el mejor remedio era ir recogiendo datos concretos y obrando en consecuencia hice un censo del poblado, tomé notas de las genealogías, levante planos y registré los términos de parentesco” (Palerm, 1992:38). No obstante, señalemos que en Los Argonautas de Malinowski, éste no presenta cuadros, figuras o diagramas de genealogías; sobre los indígenas de la Nueva Guinea.

 

            Recordemos que Malinowski estuvo preocupado por la forma de traducir sus observaciones a colecciones sistemáticas de pruebas. Rivers demostraba la utilidad de la técnica de las genealogías, pero Malinowski tenía que desarrollar “toda una serie de técnicas que abarcara todas las clases de datos” (Kuper, 1973:31). No olvidemos que para Malinowski, una de sus preocupaciones metodológicas era justamente la rigurosidad en la obtención del dato producto del trabajo de campo. Al respecto, “la recogida de datos concretos sobre una amplia gama de hechos es uno de los puntos esenciales del método empírico. No se trata solamente de enumerar unos cuantos ejemplos, sino que es necesario agotar lo más posible la totalidad de los casos disponibles; y que en esta búsqueda de casos, cuanto más claro tenga el investigador su plan mental mayor será su éxito. Pero, siempre que el material de investigación lo permita, esta carta mental debe transformarse en algo real, debe materializarse en un diagrama, un plan, un cuadro sinóptico exhaustivo de los casos. Desde hace ya mucho tiempo, en todos los libros modernos, mínimamente aceptables, que se ocupan de los indígenas esperamos encontrar una lista o un cuadro de los términos de parentesco que incluya todos los datos al respecto y no se limite a señalar unas cuantas relaciones extrañas y anómalas. En la investigación de parentesco, siguiendo una tras otra todas las relaciones de un caso concreto, se desemboca de forma natural en la construcción de cuadros genealógicos” (Malinowski, 2001:58 y 59).

 

            Ahora bien, en la época de Rivers ciertas abstracciones teóricas poderosas prometían ayudar a los etnógrafos académicos a alcanzar el corazón de una cultura más rápidamente (Clifford, 1995:49 y 50), por ejemplo, que la realización de un extenso inventario de costumbres y creencias. Sin pasar años enteros tratando de conocer a los nativos y los detalles íntimos de sus complicadas lenguas y costumbres, el investigador podría buscar datos particulares que le permitieran dar cuenta de la armadura central o estructura de una totalidad cultural. Así “el método genealógico de Rivers y luego el modelo de la estructura social de Radcliffe-Brown, proporcionaban este tipo de atajo” (Clifford, 1995:49 y 50).

 

            Los aportes en su momento de Rivers (nos hemos centrado justamente en parte de estos) han implicado que en la actualidad, muchos de los programas de estudio de la Antropología y de otras ciencias afines, incorporen la técnica genealógica por sus contribuciones metodológicas. La etnografía sigue siendo la receptora de parte importante de éstas. En un trabajo Émica, ética y transferencia (1997) Aguirre Baztán, [citando a Naroll] quien trató de asegurar el control de la calidad de la etnografía, reproduce los 25 factores que participan de este proceso de calidad científica. Entre éstos; el número 21 es el “uso del método genealógico” (Aguirre Baztán, 1997:95).

 

VIGENCIA Y APLICACIONES TÉCNICAS

 

            Sucintamente, esperamos reproducir algunas de las utilidades del método genealógico para precisar sobre su vigencia técnico – metodológica. Por ejemplo; al estudiar sociedades con sistemas bilaterales de descendencia - como las comunidades, barrios y sectores rurales o urbanos -, tenemos una herramienta muy efectiva para entender las relaciones de ayuda mutua, los sistemas económicos informales, los patrones de movilidad espacial y social, las tendencias en los intercambios matrimoniales o de convivencia sexual o las preferencias en la selección de parientes rituales, entre otros. Un interesante trabajo, sobre la utilización del método genealógico en investigación social, es desarrollado en el Boletín de la sociedad puertorriqueña de Genealogía (1994) por Sonia Ruiz Pérez. Véase al respecto volumen VI de abril 1994, núm.1/2, San Juan, Puerto Rico, páginas 71-77 en particular.

 

            Como hemos señalado, la asociación del origen científico del método, con la antropología hizo que muchas de sus aplicaciones tuvieran lugar en el exclusivo campo de los estudios de parentesco. Un ejemplo lo encontramos en la Guía para la clasificación de datos culturales (1994) de Murdock, donde señala en el código 601 denominado “terminología de parentesco” la necesidad de utilizar los “cuadros genealógicos” (Murdock, 1994:110) justamente en los análisis de parentesco. Sin embargo, agrega en su criterio 173 de historia tradicional y legendaria el advertir entre otras cosas las genealogías.

 

            En el Manual de campo del antropólogo (1971) del Instituto Real de Antropología de la Gran Bretaña e Irlanda, respecto al método genealógico consigna que éste ha “demostrado ser de una utilidad tan grande en las investigaciones de antropología, que hoy se le considera una técnica sociológica esencial” (ibid. 36). Estos autores, destacan en su trabajo, las ventajas del método, sobre todo entre los pueblos que carecen de escritura. Cabe señalar al respecto que la información se conserva en la memoria de los ascendientes por varias generaciones y que los sujetos conocen por su nombre a un gran número de parientes. Nos señalan que estos datos para las personas tienen un valor funcional. Los datos genealógicos se usan para regular los matrimonios, la herencia de las propiedades, la sucesión de los jefes, etc. Resulta, por tanto, obvia la importancia de comprender un principio en constante uso.

 

            Sin embargo, debemos precisar que la memoria de un sujeto respecto a su parentela, varía según el contexto y momento en que éste sea entrevistado. Acá es posible aplicar una máxima en lo que son los estudios de parentesco. La mayoría de los hombres “que viven hasta la madurez pertenecen a dos familias elementales: a una como hijo y hermano y a la otra como marido y padre” (Radcliffe-Brown, 1982:16).

 

            De esta forma asumiremos la importancia de la genealogía para los fines de investigación que sea necesario. Pues, para definir los parientes de una “persona determinada se hace remontar durante varias generaciones su ascendencia, hasta sus cuatro abuelos, sus ocho bisabuelos, o más arriba y todos los descendientes de sus antepasados reconocidos, a lo largo de la línea masculina y femenina, son sus cognados. A cada generación que retrocedemos, el número de antepasados es el doble del de la generación precedente, de modo que en la octava generación una persona tendrá sesenta y cuatro pares de antepasados (los bisabuelos de sus tatarabuelos). En consecuencia, resulta evidente que tiene que haber un límite para el reconocimiento del parentesco de este modo. Puede ser simplemente un límite de tipo práctico consecuencia de la imposibilidad de comprobar las conexiones genealógicas, o puede haber un límite fijado teóricamente, más allá del cual las conexiones genealógicas dejen de tenerse en cuenta para fines sociales” (Radcliffe-Brown, 1982:24).

 

            En las comunidades pequeñas, resulta a menudo posible, recoger las genealogías de la totalidad de los habitantes. En otras realidades como las señaladas en el artículo Investigando en el Medioevo Italiano (sf.) de Massolo, nos refiere acerca de árboles genealógicos de italianos cuyas ramas se extienden hasta los años 1.200, lo destaca pues en Europa, algunas personas pueden reconstruir sus genealogías generalmente hasta el año 1.600.

            Para los autores del Manual de campo del Antropólogo en cambio, en los que son comunidades pequeñas, recoger las genealogías constituye un censo y éste la base, no solo del trabajo sociológico, sino también de investigaciones sobre población y migraciones. Los datos de las genealogías proporcionan al investigador los nombres y las relaciones existentes entre todos aquellos con los que va a trabajar durante su estudio de campo. Además, le proporcionan información “sobre individuos que están ausentes. Tal conocimiento es de gran ayuda. El estudio de las relaciones de parentesco, tan importante para la antropología social, solo puede hacerse mediante una comprensión adecuada del método genealógico” (ibid. 36). Es interesante, también el trabajo del investigador cuando esta recogiendo datos, sobre la vida cotidiana de un grupo sobre el cual ya se tienen genealogías, pues el observador está capacitado para seguir las tendencias de la gente a agruparse de cierta manera, “para descubrir si existe relación genealógica entre las personas que se asocian para diversas actividades, etc.” (ibid. 37).

 

En Francia, los estudios sobre el parentesco en las sociedades complejas, esencialmente centrados en los años 70 recibe la influencia de la escuela genética (Jean Sutter), introduciendo el concepto de “aislado”. “No se trata como sería en el sentido común de pensar en una región aislada sino en una zona en la cual se casan las personas, una zona relativamente cerrada. Desde este ángulo se encontraban las nociones antropológicas de endogamia y de exogamia. La investigación de los aislados, las etapas y las causas de su rompimiento, exigían la reconstitución de genealogías y el análisis de la estructura de los matrimonios y del área de elección del cónyuge” (Segalen, 2005 en prensa).

 

            Dentro de las múltiples aplicaciones, mencionaremos algunos ejemplos que tenemos más a mano y más desarrollados; pero estamos concientes de la existencia de muchos otros. En esa línea, (véase Davinson, 2002) que en un pueblo de México rural, lo utiliza para constatar los inicios de la actividad textil en una comunidad a mediados de los años 50 y que más adelante detallaremos con mayor profundidad. En Chile y siguiendo esta línea sobre la utilidad de las genealogías para determinar otros aspectos de la vida comunitaria, destaca un trabajo; Diagnóstico sobre inserción laboral de mujeres mapuche rurales y urbanas (1993) de Sonia Montecino, Loreto Rebolledo y Angélica Wilson. En esta investigación “se levantó un mapa de parentesco a una familia (linaje) de la comunidad Chiuinpilli, comuna de Freire [al sur de Chile – Temuco], para lograr un acercamiento más acotado y de mayor profundidad de una zona rural, en relación a los trabajos pasados y presentes de mujeres y hombres. Los datos obtenidos arrojan información que se remonta a 5 generaciones otorgando datos de alrededor de 224 personas” (Montecino et al., 1993:45).[7]

 

            En una zona rural de México, en el estado de Tlaxcala se publica una investigación; La Malinche: Poder y religión en la región del volcán (2002) de Romero, que; sustancialmente, es una reflexión en torno a los cambios en la jerarquía cívico religiosa comunitaria de algunos pueblos postnahuas del área.[8] En dos etapas que divide su trabajo, destaca, la aplicación del método genealógico justamente para abordar problemáticas tales como; apropiación del poder, conflictos faccionales, participación de los fiscales en política y controles religiosos de la comunidad por citar las más importantes. En esta fase señala el uso del método genealógico que le “…permitió conocer los grupos de parientes, ocupación, edad, residencia barrial y los cargos de mayor jerarquía que detentaban, para lograr una explicación del dominio de los grupos familiares en la comunidad y la posición ocupada en el conflicto faccional” (Romero, 2002:21-22). En lo eminentemente operativo, este investigador Tlaxcalteca refiere que el universo de análisis a través del que aplicó el método genealógico, fue de aproximadamente 30% de 2000 individuos [600] y que ajustó la información vinculada a la edad, cuando los informantes la desconocían.

 

            Continuando con nuestro análisis, otro aspecto importante a los ya mencionados lo constituye, la identificación de otros hechos que es posible realizar mediante el trabajo genealógico. Por ejemplo y como lo sugiere el Manual de campo del antropólogo (1971) en ocasión de ceremonias relacionadas con nacimientos, matrimonios, defunciones, resultan inapreciables los datos genealógicos concernientes a los principales participantes a esos eventos. Al recoger las genealogías el investigador encontrará confirmación y a veces información nueva e inesperada, respecto al matrimonio de viudas, costumbres especiales en los patrimonios entre parientes de los jefes, etc., etc. La recopilación de datos genealógicos tanto por la información exacta que proporcionan como por su carácter de procedimiento introductivo al grupo, facilita un excelente fundamento a toda la investigación.

 

            Más adelante veremos, cómo los niños, son quienes recuerdan con mayor precisión, el nombre de sus parientes de la misma edad, aunque estos se encuentren en un lugar distinto al de residencia. Es frecuente encontrar algunos de los miembros de la familia de la comunidad que tienen un conocimiento especial de las genealogías. Una recomendación del manual; sobre esta particular; “estas personas son magníficos informantes. La información que proporcionen los jóvenes sobre este asunto debe tomarse con muchas precauciones, excepto en lo que se refiera a su propia generación. [Igual aspecto señala Rivers, 1985:87]. Este tipo de conocimiento se adquiere gradualmente, por lo general mediante las enseñanzas de los ancianos de la comunidad. Por supuesto, al recoger las genealogías se encuentran muchas superposiciones. Una familia a la que en un sitio se menciona como antecesora del padre del sujeto aparecerá en otra como antecesora de la madre de otro sujeto, o de la esposa de un tercero. Esto permite corroborar los datos y probar la exactitud de los distintos informantes” (ibid. 37).

 

            Podemos resumir, que existe un consenso general, en el hecho de que el método genealógico nos permite adentrarnos en otros patrones de comportamiento de los grupos en estudio. Entre muchos, pueden ser la persistencia de oficios, (Montecino et al, 1993) auto percepciones raciales (Larrea, 2004) migraciones, desplazamiento geográfico, escolaridad, comportamiento o afiliación política, (Romero, 2002) patrones de matrimonio (Robichaux, 1995) y fecundidad, tendencia a ciertas enfermedades, rasgos fenotípicos persistentes, uso o abuso de drogas, alcohol, etc. En Cuaxinca (México) Tereucán (2003) aplica el método para conocer las relaciones de parentesco en ese pueblo, considerando tres generaciones, para ver los vínculos de parentesco lejanos y cercanos, redes de ayudas, endogamia, exogamia, últimogenitura, unidades de residencia y gasto, entre otras, cuya información era relevante para efectos de familia mesoamericana, ciclos de desarrollo de los grupos domésticos y redes de reciprocidad.

 

            En sociodemografía, la Asociación de Demografía Histórica, informa de un congreso del año 2001 donde destacan dos trabajos. El primero; Dinámicas demográficas de las élites vascas desde el siglo XIV al XVII: una aproximación a partir de sus genealogías donde se propuso el empleo de las genealogías en la investigación de las dinámicas demográficas de las élites vascas. Y una segunda exposición donde se analizó la utilidad del uso de las genealogías en los estudios de demografía histórica, proponiendo el uso de programas de genealogía en la investigación poblacional.

 

            En otro orden, como señalábamos los orígenes fueron en el área de la medicina -y de ahí fue asumido por la antropología -, sus aplicaciones siguen siendo vastas y vinculadas actualmente a su nicho inicial. En España por ejemplo, la Universidad de Alcalá, a través de su Departamento de Enfermería y para sus programas de diplomado, (2005) establece en sus programas curriculares, el uso por los alumnos del método genealógico. Con el objetivo de contar con una representación visual, a la hora de planificar cuidados, dado que para ellos es de suma utilidad conocer los vínculos de parentesco de la persona que requiere atención médica, para saber con quién se cuenta como familia y así poder recuperar al sujeto en los centros hospitalarios. A ello se suma, una asignatura denominada Antropología del cuidado, que complementa parte importante de los contenidos a estos profesionales de la salud.

 

            Las vinculaciones entre Medicina y Antropología no son recientes, en un trabajo Relaciones raciales, parentesco y género en Brasil (2004) de Larrea Killinger se centra en el análisis de las relaciones raciales y el papel que éstas juegan en el ámbito de las relaciones de parentesco en Salvador de Bahía. Estudiando el sistema de clasificación racial que las mujeres utilizan para referirse a sus parientes durante el proceso de elaboración de sus genealogías. Los datos etnográficos proceden de una investigación centrada en analizar y evaluar el impacto epidemiológico de un programa de saneamiento en dos barrios concretos de esa ciudad. En la aplicación del método genealógico “se recogieron cinco tipos de datos distintos para cada uno de los parientes: la categoría de parentesco, la edad, la categoría racial, la ocupación y el barrio o ciudad de residencia. La técnica de recolección de esta información fue libre y espontánea y de ningún modo las mujeres tuvieron que elegir entre las cinco categorías seleccionadas por el censo brasileño. Todas ellas llevaron a cabo su propia identificación racial y la de sus parientes por autoatribución sin poderse refrendar el mismo proceso para cada uno de los parientes por razones metodológicas. Posteriormente se entrevistó a dos mujeres que no participaron previamente en la elaboración de las genealogías para que definieran los términos raciales empleados por las mujeres entrevistadas” (Larrea, 2004:68).

           

            Muchas de las aplicaciones del método genealógico, en la reconstrucción de las historias familiares, quedan de manifiesto en La reconstitución genealógica: una herramienta para la historia social (1996) de Picó para el caso de sus estudios en Puerto Rico. En este señala importantes avances y hallazgos en la historia social en ese país, mediante el uso del método. Menciona varios este Jesuita puertorriqueño, no obstante señalaremos algunos. Morales Muñoz buscando identificar a los fundadores de pueblos y a los iniciadores de apellidos puertorriqueños, vinculó sus esfuerzos al examen de los grandes asuntos de las épocas que estudiaba. El trabajo de (Géigel) sobre la genealogía de Campeche documentó la transición de la esclavitud a la libertad en una familia de origen africano y (Ursula Acosta y David Cuesta Camacho) en su libro Familias de Cabo Rojo han podido reconstituir las hegemonías y las fisuras sociales en un municipio en el siglo XVIII.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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[1] Griego (γενεαλογα), geneá [generación] y logia respectivamente. En otro orden, según la Real academia de la lengua española, la filogenia [1. f. parte de la biología que se ocupa de las relaciones de parentesco entre los distintos grupos de seres vivos y 2.f. Biol. origen y desarrollo evolutivo de las especies y en general, de las estirpes de los seres vivos] es una definición también de Genealogía.

 

[2] Rivers (1985) para elaborar sistemas de parentesco, primer uso que le asigna al método genealógico, establece una serie de pasos. Destaca que en este caso en particular se debe obtener una lista de términos de parentesco, (dos columnas) – reciprocas – con las respuestas tanto del varón como de la mujer. Aspecto importante pues, los “términos dados en la lista permiten determinar el carácter general de un sistema” (Rivers, 1985:90).

 

[3] Para nuestros efectos, sírvase señalar al lector, que utilizamos la versión de Las estructuras elementales del parentesco, de 1985 coedición mexicana de la Colección de Obras Maestras del Pensamiento contemporáneo, de la Editorial Artemisa. Esta versión (en español) se divide en dos tomos.

[4] Con cursiva destacaremos en adelante a Ego. Palabra utilizada en antropología “para designar el ‘Yo’ desde cuyo punto de vista se consideran las relaciones de parentesco. A veces resulta necesario establecer si la persona de referencia es un ego varón o un ego mujer” (Harris, 2000:429). Según Kottak el “Ego (en latín yo) identifica a la persona cuyo cálculo de parentesco está siendo examinado” (Kottak, 2002:153):

[5] Las cursivas son nuestras.

[6] Véase a Ángel Palerm (1997) páginas 160 a 164 inclusive, donde desarrolla pormenorizadamente este asunto.

[7] Sirva adelantar al lector, que (Montecino et al. 1993) realizan un análisis de la información laboral por generaciones entregadas por el árbol genealógico, describiendo por cada una las distintas actividades económicas; tanto de mujeres, como de los hombres.

[8] Hacemos nuestra esta categoría acuñada por Eileen Mulhare, al respecto, véase (Robichaux, 2003:35).

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