CAPITULO DIEZ Y SIETE
NECESIDAD DE UNA LIQUIDACIÓN PARA ESTABLECER UN NUEVO RÉGIMEN

Juicio os trae el Anciano Diecisiete, y sea provechosa profilaxis para los que luchan por pagar parte de su encargo en el progreso y están en la transición decisiva y definitiva que se les dio el día de la liquidación. En amor os saluda y dice:

Siempre que el egoísmo no os ciegue y la ignorancia no sea tan crasa que llegare hasta la estultez, ni vuestro orgullo llegue al arado antipático de petulancia, o tan ofuscados fuereis que os igualareis a los irracionales, no podréis menos que comprender que, toda sociedad llega al cumplimiento del tiempo estipulado y entonces es de ley hacer una liquidación, un juicio matemático de su trabajo y de tal juicio, han de nacer forzosamente nuevos reglamentos para un nuevo período, en el que se han de sanear deficiencias y afianzar los mejores productos; y a esto es llamada la asamblea general, que toma cuenta a sus directores; para lo que, la asamblea, se constituye en poder absoluto y soberano.

Mas si también alguno piensa que la familia humana es diferente que cualesquiera de las sociedades reglamentadas para la explotación de un comercio, industria o arte, es no saber nada de la Constitución de la Creación; y este que así piense, está descontado por ahora de tomar parte en la asamblea con voz y voto. Pero no por esto dejar de oír las amonestaciones de la asamblea y la sentencia de expulsión de la sociedad, que en este caso, es su salida corno espíritu y como hombre de la tierra y sus espacios, yendo a trabajar a bosques más sombríos, a tierras más duras; a donde su ( ) conducta y despilfarro aun no constituyen escándalo, porque aun la razón no se despejó para hacer reglamentos, leyes sanas que pongan el veto a los libertinajes, que en la tierra se legislaron para su destierro; y esos bosques son, aquellos mundos que el Dante describió, teniendo por maestro a Virgilio. ¿Y cómo no lo han dudado los hombres, habiendo desencarnado mucho antes Virgilio?...

Toda sociedad se divide en secciones, tantas como productos explota; bien sea una sociedad mercantil, industrial, artística, intelectual, y lo mismo que sea toda una nación que se divide en provincias por su etnicismo.

Esa sociedad o nación, sin embargo, dividida en comisiones, está regida por un solo director, presidente o rey, el que, en los tiempos señalados, reúne una asamblea de representantes que legislan, modifican e imprimen cada día el derrotero más apropiado, conforme al progreso ascendente que se muestra por el conjunto de toda la sociedad o población.

En esas comisiones, vigiladas por el director, pero que tiene un director y consejero constante en la ley que las rige, que es el reglamento o constitución aprobado por la asamblea general, si se cumple sin rutina atendiendo siempre el progreso de cada día habrá seguramente ganancias para la sociedad. Mas si esa comisión se aferra a la rutina, aunque haya ganancias, habrá menos ganancias para la sociedad que las que el progreso habría dado y no tiene disculpa en su responsabilidad, porque toda ley es progresiva y no hay ninguna Constitución humana cerrada, sino que todas dejan un artículo abierto al progreso, y es a causa ( y lo digo en verdad de verdad) de que no hay ninguna ley, reglamento, ni constitución o carta orgánica, en lo que no haya tomado parte, inspirando, el espíritu. Esto nos lo aseguró el Espíritu de Verdad, días antes del juicio final o de mayoría celebrado en la tierra, el día, 5 de abril de 1912 de la era cristiana, día en el que se cumplían los 36 siglos marcados en el testamento de Abrahán y en el que empieza la nueva era de la verdad, con un nuevo «Código de Amor», resultado del juicio, a la vista de la liquidación de la sociedad humana de la tierra.

¿Pueden los hombres alegar ignorancia de la celebración de ese juicio, estando reunida, en asamblea toda la familia terrena y siendo testigo toda la cosmogonía, representada por los Maestros y Consejos de todos las mundos del plano primero y todo el Universo, representado por los Espíritus de Verdad, Maestros de cada plano? Podrán ignorarlo sus materias; pero no lo ignoran sus espíritus a los que se les hizo juicio, porque sólo ellos son responsables de los hechos de los hombres y no lo son ni los cuerpos ni las almas. Por esto hubo tan grandes desengaños y tan grandes acusaciones, que leeréis en la «Filosofía Universal» en los juicios de preparación desde el 28 de enero al 2 de abril de 1912; y sobre todo, en el acto del juicio v sentencia, al que, quisieran que no, hubieron de asistir y oír dar la orden de expatriación de los malversores, que los vieron marchar.

Esa sentencia fué aplicada acto continuo para con los que se encontraban desencarnados; pero la atmósfera se limpió de su espesa bruma, del hollín de aquellos negros de pensamiento y quedaban sentenciados los que estaban encarnados (cada uno en su presente existencia), todos los que, deben pasar en la transición de 90 años que se dio, la que termina el año 90 del siglo primero ( o del Anticristo) de la era de la verdad, que correspondería al ano 2002 de esta, era vulgar o cristiana, que ya no es ley desde el día del juicio.

El anestesio de los hombres era en aquellos momentos tan espantoso, que para todos fue la sorpresa del ladrón a quien no se, espera, y se cumplía la amenaza del misionero: Jesús, que dijo «Estad preparados, porque el juez de vivos y muertos llegará como ladrón de sorpresa.

Y es que, todas las religiones y más que todas la católico-cristiana, habían mixtificado las Escrituras y los pobres creyentes de ellas, esperan el juicio en Josafat, después de horribles conmociones, incendios de los mares, derrumbamientos de montes, trompetas sonoras metálicas y terroríficas; cosas todas qué, sólo los dioses e ídolos religiosos pueden hacer, pero que no es propio, ni hacerlo puede Eloí, que es Padre y no( )verdugo, corno hay que creerlo según los credos religiosos.

Pero ni aunque la tierra tiemble y hunda ciudades y continentes, inunde comarcas y se desborden los mares envolviendo valles, ciudades y aldeas, no pueden los hombres petulantes ver en eso, anuncios de la justicia, y no han visto los carros y lenguas de fuego anunciados para el juicio, a pesar de correr las locomotoras y alumbrarse por lenguas incandescentes de gas y electricidad. ¿Cómo, pues, habrían de tomar en cuenta como tal anuncio las otras cosas? ¿Cómo tomar como efecto de la causa juicio final, esta mundial conflagración, a pesar de prevenirse y anunciarse en Isaías y el Apocalipsis? Nada ven en su tiniebla, y todo para ellos es casualidad. No. La casualidad no existe; existe, si, la fatalidad, porque fatalidad quiere decir justicia de necesidad. Esta existe.

Mas les habla un hombre humilde a los petulantes, y ya que no pueden rebatirlo ni oponer razón en contra, con la risa del estulto y como huyendo da su vergüenza y maldad, gritan a los otros sus cofrades: «¿Dónde iríamos a parar con el fatalismo? No, no queremos fatalidades; admitimos bien las casualidades; no queremos amargarnos la existencia con la fatalidad; dejemos a la evolución llegar, que para esto están las leyes previsoras que las ciencias nos han dado.

Este es el modo de razonar de los cobardes que huyen del juicio; pero hay que preguntarles: ¿Tenéis alguna ciencia absoluta? ¿Tenéis alguna, ciencia completa? Si la tenéis, las leyes que os den esas ciencias serán perfectas y los hombres deben ser felices; porque es lógico, que si tenéis cuerpo sano, tengáis mente sana. ¿ Es el hombre feliz? ¿No le falta nada a su vida de hombre? ¿Es sabio, en las leyes de la naturaleza? ¿Tiene la ley de amor en fruición? ¿Conoce al verdadero autor de la vida? ¿Conoce la vida? ¿Sabe lo que es civilización y por lo tanto será civilizado?... Ni el hombre es( )civilizado, ni conoce la vida, ni el autor de la vida, ni posee el amor; es ignorante y le falta todo lo necesario a la vida de hombre. ¿Cuál es la causa? El creer la casualidad; el huir de la fatalidad. Y cree la casualidad y niega la fatalidad, porque no hay ninguna ciencia completa y menos absoluta, y por lo tanto, las leyes que ellas dan son incompletas, faltas del sentido común racional. Son hijas de la estultez y petulancia de los que, mintiendo ciencia, niegan la fatalidad por cobardía aceptan la casualidad por conveniencia. ¿Y no había de haber un juicio infalible para barrer tanta basura? ¿0 es que la justicia del espiritismo habría de amoldarse a la conveniencia de los casualistas? En ese caso seria cómplice( ) del mal de los hombres el Creador su Padre y merecería desprecio y pedradas de los que sufren. ¿Queréis casualistas un padre así? ¿Os animaríais a llamaros hombres, teniendo tal procedencia? Los fatalistas os lo regalan; no quieren ser hijos de tal padre, ni heredar de su parcialidad. Los fatalistas están con el apóstol Santiago muy conformes y con él dicen: «Porque juicio será hecho sin misericordia al que no hizo misericordia; pero ésta se gloria contra el juicio. Y por estar, conformes con esa sentencia del hermano de Jesús le oyen y «no hacen acepción de personas aunque esa persona sea Jesús», y «Están siempre preparados como si en el instante habían de recibir al Juez», principios y recomendaciones que Santiago dio en su carta universal de justicia, libertad y amor práctico. ¿Os escandalizáis, casualistas? Pues es señal de que sois escandalizadores; porque no teme sino el que hace mal.

El acto del Juicio final (o liquidación de la sociedad terrena) era de muchos siglos anunciado; las religiones mixtificaron las cosas a su gusto, capricho y conveniencia, anteponiendo su concupiscencia a la realidad y severidad del acto supremo y único que los mundos celebran. Pero esto no hace desmerecer la profilaxis que del Juicio final se hiciera en Isaías y por el Apocalipsis, con 28 y 20 siglos de anticipación, explicando hasta el mecanismo del acto; ya veréis en su descripción en la «Filosofía Universal», que se llevó a cabo cumpliendo todos los pormenores y siendo partícipe todo el universo.

Antes, el Juez, había oído verbalmente en juicios particulares a las diferentes religiones por sus jefes, que a pesar de sus protestas, eran forzardos en sus espíritus a comunicarse y absorber posiciones, resultando de ahí, por sus mismas confesiones, defensas y acusaciones y pedidos, que el Juez, de acuerdo con los Consejos generales y porque la ley se lo permitía, que señalara una ultima y única transición de la presente existencia que pasaría en 90 años, teniendo cada hombre lista su sentencia en el acto de la desencarnación, para ir su espíritu donde sus afinidades lo conduzcan.

No quedó en aquella asamblea ni un sólo espíritu de la tierra, sin presenciar la Majestad Augusta del Espíritu de Verdad en de sus Consejos y acompañados de todos los Maestros de la Cosmogonía; y todos hubieron de oír, ver y conocer al Juez con su tribunal de derecho, rodeado por todos los misioneros( ) y Consejos del sistema solar, al que la tierra( 0pertenece.

En aquel acto se pesaron todas las almas por sus archivos y se descubrió la Ley única de Amor y se dio la voz de, Consumátum est, al tiempo prefijado por la evolución máxima de la humanidad, asentando el reinado del espíritu, la terminación de la ignorancia, el fin de la guerra y el principio de la paz; declarándose caducas todas las anteriores leyes y regímenes estableciendo La Comuna bajo el «Código Único de Amor Universal», anulando todas las religiones y declarando único credo el espiritismo; se derribaron todos los ídolos, y dioses, sepultando la cruz y el cristo justificando a Jesús y a todos los misioneros, Mesías y profetas y se dio por único adorado al Padre común, bajo el nombre universal de Eloí.

La resistencia y las protestas de las detractores y malversores fueron de ningún valor ni interés, porque la balanza era inflexible y su fiel marcaba la justicia del lado de la mayoría cumplidora de sus deberes, que mostraba el progreso alcanzado por ellos y dejaba a cada uno al descubierto su haber y su debe.

Los intercesores hicieron su último pedido a los tribunales y la última exhortación a los malversores, señalándose entonces el momento culminante de la sentencia y... se hizo el silencio absoluto en toda la asamblea, dando lectura a la sentencia que, cada palabra era repetida por los consejeros y transmitida a cada espíritu de los enjuiciados y a todo el universo, produciéndose entonces la más terrible batalla entre los mismos malversores que se perseguían unos a otros, y fue el solemne momento en que el Espíritu de Verdad, requiriendo todo su poder, de un soplo rasgó la negra atmósfera de la tierra, penetrando en ella por vez primera, la luz de los mundos mayores, la que no pudieron resistir los malversores y huyeron de la presencia del Juez, conduciéndolos el Dante y los ejecutores de la justicia, a los mundos correspondientes.

No puedo pasar sin dar a mi cátedra todo el valor y autoridad que necesita y al efecto, pido al Maestro autorización para repetir sus palabras que precedieron a la firma, del acta del juicio.

Una vez que todo había sido pesado y juzgado, el Juez reclamó la palabra del Espíritu de Verdad y se produjo otra vez el silencio, y tomado el médium del tribunal, dijo:

«Heme aquí en Justicia, Paz y Amor.

«Espíritus, oíd; hombres, escuchad; los hechos se han consumado; la justicia de la ley se ha cumplido y estamos en el primer día de luz de la tierra.

«El juicio final de la tierra se ha cumplido en la hora señalada por el Padre, muchos siglos há.

«El tribunal ha sentenciado y el Padre queda justificado en su justicia, y reconocido en su amor.

«Se concedieron los juicios de justificación; en ellos se ha extremado el amor; hemos presenciado luchas de horror, oído improperios y protestas; hemos enseñado mundos de dicha y de horribles sufrimientos y nada bastó a convencer a los ciegos en el espíritu y obcecados en la conciencia dominados por la concupiscencia, que nunca podrán saciar.

«Os vais por voluntad; mas también allí llega el amor del Padre; pero no lo comprenderéis en largos siglos porque, al engolfaros en la morada a donde vais, sólo deseos que no podéis satisfacer, supremacías que tenéis que crear a fuerza de luchas cruentas y de iguales en fuerza física, más con la ignorancia extrema que encontraréis por doquiera, no os permitirán resplandecer en el esplendor que en la tierra habéis tenido, sino después de largos siglos en los que habréis sucumbido en miles de cuerpos, miles de veces, para llegar al primer grado de progreso material.

«Lleváis conciencia del progreso material de la tierra; pero aun tenéis que arrancar en aquel mundo, el primer mineral que os sirva para hacer el primer instrumento, y lo arrancaréis y llegaréis hasta donde aquí habéis llegado; camino andado segunda vez, era llegar sólo al punto, desde donde ahora descendéis en lo material, en virtud de la justicia.

«No lleváis conciencia del progreso del espíritu, porque éste no lo habéis querido conocer; pero es este el que tenéis que alcanzar y para eso se os desaloja de la morada en que tantos siglos habéis sido la rémora del progreso espiritual.

«La misericordia del Padre se ha extremado y se ha hecho conocer por la imposición de la mayoría el progreso material que se os trajo, porque éste ha de constituir la base del progreso del espíritu, cuya es la obra; pero que, llegado a un grado medio, tiene que ceder su puesto al espíritu y la materia servirle de alcayata en la sabiduría.

«Esto se os ha dicho en la tierra; pero el progreso del espíritu impone sacrificios a la materia y ésta no quiso ceder su puesta; ahogó al espíritu, y aunque se os han dado cuantos medios todos han tenido y se han elevado por ellos, vosotros os burlasteis del aviso, destruisteis a los misioneros y os engolfasteis más en la concupiscencia, en el odio, la guerra, la hoguera, la calumnia y la traición y seguís usándolo aún de espíritus.

«Se os dio la última prueba y conseguisteis por esos mismos y la astucia amalgamarla y no podíamos esperar más.

«El Espíritu de Verdad que os habla, os habló en la ciencia y en la religión; ejemplo os he dado en todo; y llegado el momento histónco, confirmo las sentencias dadas por el Juez destinado en los Consejos del Padre y ponemos en ejecución la ley. Con dolor nuestro id a aquella morada que habéis elegido; el Padre os aguarda con los brazos abiertos, después de que lo habréis justificado, después que sepáis pedir justicia, en la que se os dará el Juez que ahora no habéis querido reconocer. Id... y sois testigos del amor que, se proclama en la tierra y del que no habéis querido participar, aunque se ha empleado en grandes dosis. Id... No malditos del Padre; bendecidos por los hijos del Padre, en cambio de vuestras maldiciones, que no les pueden llegar; pero sí os llegarán sus bendiciones, cuando las queráis recibir. Id... Lleváis el libre albedrío; no se os ha coartado la libertad, aunque hasta el último momento os habéis burlado de la bondad y del amor de vuestros hermanos.

«Vuestra voluntad os lleva, porque no podéis resistir la luz que a la tierra llega en galardón de los que han trabajado y para auxilio de los de última hora. Id... y recordad que os llegará la justicia, después que conoceréis y acataréis la verdad. Id...

«Hombres de la tierra, escuchad. Venid, hombres que vuestra facultad os permite estar presentes por el desdoblamiento; dejad reposar vuestras materias; oíd mis palabras y presenciad el acto del juicio final y comunicadlo a las gentes; llegue mi voz a todos los ámbitos de la tierra por los espíritus del Padre, que en este momento hablan en todas partes y para testimonio de los que no me pueden oír (porque son sordos de espíritu), el Juez dará mis palabras, que vosotros oís y confirmáis; oíd:

«El Juicio final se ha celebrado y recaído sentencia y todos quedáis jugados; presenciáis la marcha de los que por voluntad propia se expatrían y la morada de horrores que han elegido por sus obras. En los espacios de la tierra ha entrado La Luz del Padre y no hay espacios de tinieblas; vosotros, en vuestro trance, pasaréis a la luz, o al mundo primitivo; pero la luz irá infiltrándose en la tierra de grado en grado, y sólo queda la malicia de vuestras materias, el prejuicio y vuestros errores; la influencia de vosotros mismos.

«Se os da un «Código de Amor», en el que tenéis la luz que necesitáis para no equivocar el camino; acatadlo.

«El Juez es el que implanta la Comuna, o congregación universal, de orden de los consejos del Padre, representando al Espíritu de Verdad que hoy os habla y por él os hablará. Creedlo.

« En el primer tiempo, no os daréis cuenta; luego todos verán la verdad de los hechos; pero tienen que pasar tres generaciones en orden de edad de los que estáis en la tierra y entonces, todos lo sabrán y creerán, y la luz será hecha, y el reinado del espíritu quedará establecido y reconocido y empezará la humanidad el disfrute de su trabajo, la belleza del progreso y la gloria del Amor Universal...

«Entonces las fronteras habrán desaparecido de derecho, porque de hecho, desaparecerán mucho antes, para lo cual está decretado en la ley, quitar todos los inconvenientes, y se habrán quitado. «Os repito, hombres; lo que dije a los espíritus: ejemplo os he dado en todos los ramos del saber y os será repetido y me conoceréis.

«Jesús cumplió su deber y entra en el descanso bien merecido; el Espíritu de Verdad toma la dirección del mundo tierra y Jesús ocupa en ella el lugar que le corresponde y todos los Mesías y todos los espíritus de luz igualmente.

«Sabed que el principio es uno; «Eloí» universal: que la substancia es una y todas las humanidades, una sola humanidad solidarizada en una sola fraternidad eterna y universal, que en la tierra y en todos los mundos se llama, espiritismo.

«Esta congregación (si así os place llamarla) es la verdad y ya el principio de entrar en ella se os dio por Kardec; hoy se os da toda la doctrina, que es amor, en el que tenéis descubierta, y encendida la luz para vuestro camino, hasta llegar a Sion, donde los consejos del Padre y el Espíritu de Verdad que aquí veis, tienen su asiento.

«Id; comunicad a las gentes lo que oís y veis y cumplid vuestra misión.

« Vosotros, hermanos míos, que sois testigos y habéis cooperado con vuestra voluntad ayudando al Juez y al Tribunal, sabed que teníais ese deber y os doy gracias por haber cumplido; sed testigos con vuestras firmas y comprenderéis luego la importancia del acto que presenciáis, pero conoced vuestra obligación de seguir adelante.

«Tribunal y Juez mi representante, la justicia se ha consumado para el espacio; pero ahora estamos al fin del principio del principio; has sido reconocido por los maestros de toda la Cosmogonía; te han saludado y has recogido y escrito sus palabras, que nos justifican y justifican al Padre; y en todo ese archivo queda la filosofía universal, base del: «Código» que escribes.

«El mundo espera esos conocimientos y los que se darán hasta llegar a la Santa Comuna, que reina en todos los mundos de la Cosmogonía, que en este momento te mira y reconoce y reconoce a las partes que te acompañan.

«El documento que vais a firmar, en los primeros tiempos no le darán su valor; pero cuando pasarán tres generaciones, será el documento de inestimable valor y los hombres correrán peregrinaciones de Amor, a cantar ante él un Hosanna al Padre, porque en la historia verán las luchas que sostuvo la humanidad para llegar al disfrute del bienestar, del amor, que nunca más se truncará, que a la tierra llegó.

«Gracias, hermanos míos, gracias, Juez y tribunal, mi amor os dejo y un ósculo de todo el universo.

«La Paz, la Luz, el Amor os guíe.

EL ESPÍRITU DE VERDAD.

TEXTO LITERAL DEL ACTA FIRMADA A CONTINUACIÓN

«En Buenos Aires, a 16 del 7. º mes del año primero del siglo de la Verdad, primero de la era del Anticristo, que corresponde al 5 de abril de 1912 de la Cristiana que termina y al año 5671 de Adán, a los años 3657 de Moisés; Cumplida la promesa de Hellí nuestro Padre, contenida en el testamento de Abrahán, que dice:

«Y los siglos serán 36 desde que escribiré mi Ley hasta que la Tierra la sabrá; y de este siglo mis hijos serán de Luz, porque verán la Luz de su Padre que les darán mis espíritus»: Cumplidas las profecías y las de Jesús, que anunció al Espíritu de Verdad, que vendría a la Tierra, vino y llamó a Juicio; Celebrados Juicios particulares a las legiones de Espíritus, Jefes de estado Civiles, libertinos y mixtificadores, se precede hoy día de la fecha y durante las tres horas que nos recuerda la crucifixión de Jesús, que anunció este Juicio, a dar sentencia filial a los espíritus y los hombres del mundo Tierra, y que en virtud de la Ley de Justicia del Dios Amor, único Padre Creador, pasen a ocupar cada uno la morada de sus merecimientos, hasta que la misma Ley que los expulsa de la Tierra y sus espacios, les dé la Rehabilitación conquistada por voluntad y el Padre; en su amor, mandará al Juez.

«En virtud, pues, de la Justicia, yo, el Juez confirmando por el Espíritu de Verdad y espíritus de Amor de la Tierra y otro mundos de la Cosmogonía que han sido ratificados por Jesús. Ante todos estos espíritus, cuya palabra hemos oído y escrito.

«Ante las legiones de los que se han justificado y acatado la Ley; ante toda la Cosmogonía, que es la Comunión Universal, representada en el Espiritismo; ante los profetas y Mesías de todos los tiempos que anunciaron el Juicio final de la Tierra; en nombre del Creador nuestro Padre, representado por el Espíritu de Verdad, que con toda la Cosmogonía presencia este acto, igual al que todos los mundos hoy de Luz han celebrado en su día de Justicia, como Juez autorizado, declaro:

«Que la Tierra, por el progreso, entra, en la Luz del Creador; que los que la han elevado al progreso, tienen derecho al usufructo de su trabajo; que estamos al séptimo día y se proclama la Ley de Amor, por la que no puede haber en toda la Tierra más que una sola familia y en la solidaridad con toda la Cosmogonía; que los que no acatan la Ley en este acto, no caben en la Tierra, ni en los espacios de la Tierra; que los hoy espíritus, como los encarnados, quedan juzgados y sentenciados.

«Por tanto: en virtud de la Ley de Justicia, los remito a cada uno a la morada que les corresponda, donde sufrirán las consecuencias de su error, no siéndoles posible perturbar la paz de la Tierra; y los encarnados serán conducidos en el acto de su desencarnación, al mundo correspondiente, porque hoy en la Tierra no quedan espacios de tinieblas.

Siguen 32 firmas, refrendadas por el Juez.

¿Qué dice el mundo ahora? ¿Porqué temía tanto el hombre el juicio final? Temía sólo el que se encontraba en descubierto con la Creación; y sólo es capaz de temer el que no ama, el ofensor, el supremático, porque quiera que no, le acusa su conciencia aunque sea un aberrado, como los hubo, hasta perder el respeto al Juez en autos, ante toda la Cosmogonía que lo protegía.

No. No había de haber represalias; no se había de mostrar la naturaleza llena de espanto; eso sería efecto más tarde, a la hora del parto de la tierra para embellecerse con un nuevo hijo, con un nuevo satélite que borre las horas de obscuridad, y estamos ya oyendo las demostraciones de la tierra, y ni aun ahora el hombre lo comprende y por eso le adelantamos esta profilaxis para decirle:

Ya habéis oído, hombres, la palabra del Espíritu de Verdad; que si señala una transición de 90 años, de tres generaciones en orden de edad, eso no quiere decir que cada hombre tenga todo ese tiempo, sino su presente existencia, tras de la cual no hay apelación; porque «Podrán pasar los cielos y la tierra; pero no pasa la palabra del Creador. ¿Aprovecharán los hombres su tiempo? Todo lo tememos, porque no aprovecharon los supremáticos las enseñanzas de Isaías y en el capítulo LX dice que: «Antes que estuviera, de parto, parió hijo. Y extrañándose el profeta de esta revelación, exclama: ¿Quién ha visto cosa como ésta? Y es contestado: «¿Yo que hago parir, seré coartado?» Mas ya no reza, con esta profilaxis aquella profecía de Isaías, porque ahora se profetiza para el día; y así estad preparados, porque, como vais, día a día se inunda lo que nunca se inundó y se resbalan los montes y se desmoronan las ciudades y tiembla la tierra toda y toda ella, está conflagrada; porque si Isaías recibió de Jehová la promesa solemne de «Y todo lo que te estorba será quitado», ahora lo ha repetido el Espíritu de Verdad y nadie podrá dudar que se está cumpliendo.

Si, se cumple, y la justicia en su acción se da pisa, porque el tiempo es corto; porque el Espíritu de Verdad afirma que, mucho antes del paso de las tres generaciones, se quitarán todos los estorbos.

¿Quién resiste a los acuerdos de la mayoría en una asamblea de una sociedad que liquida sus cuentas con arreglo a las leyes y reglamentos? En caso de resistencia, la asamblea es auxiliada por la justicia y esta pone orden a los que sin razón protestan. ¿Con cuánta mayor razón la justicia divina pondrá orden y concierto entre los protestantes del juicio?

Una sola vez en toda la eternidad, la justicia entra en el secreto de la conciencia de los individuos y ésta es, cuando en un mundo, la mayoría de los espíritus está por su progreso en la ley de su Padre y no se tiene para nada en cuenta el cuerpo, ni el alma, porque no son responsables de nada ante la ley de justicia.

El Creador nuestro Padre, en su inmutabilidad, deja plena libertad a sus hijos los espíritus, para llegar a él más antes o más tarde; pues al lanzarlos a la lucha de la demostración de la vida, sólo les ha dicho: «Vuelve cuando seas maestro, y siempre te espero.

Mandato no menos inflexible que amoroso, pues el espíritu se ha de enlodar por fuerza, en el fangal de los mundos, absorbiendo esencias y creándose un vestido en su alma de blanca luz y llevando en archivo todas sus obras que lo han de acreditar Maestro de la Creación. Llegará el momento tremendo de entrar en el centro vibratorio y allí será atomizado por aquel terribilísimo escalpelo del ojo que todo lo ve. El espíritu ya maestro y que su luz apaga al sol y a muchos soles cuando llega a ser Maestro de maestros como el Espíritu de Verdad, al ser auscultado por su Padre, se ve como deshecho; parece que no es, apenas se encuentra; pero ese apenas, ese casi no ser, es ser comparable; y aunque infinitesimal, ese casi, ese apenas ser, es toda una omnipotencia que llega a ser omnímoda, cuando ejerce cargos de la ley, en la Creación.

Ese acto de la escrutación (en la generalidad de los espíritus) no llega en millones de millones de siglos después que se ha sufrido el juicio definitivo en los mundos de expiación; y aun cuando se llega a graduarse en esa escrutación de Maestro de maestros, es siempre perfectible y nonada y casi; y sin embargo, será la luz de todo un mundo, de todo un sistema y de todo un plano; para llegar ahí, para empezar el camino de aquel centro vibratorio, donde se aprenden todos los secretos de la Creación sin quedarle oculto al que llega, nada más que el ser del Increado, se hace necesario un juicio en los mundos de expiación, en el que se separan los estorbos de una mayoría que ya se encuentra dispuesta por su progreso, para emprender esa marcha. En esto, ya se comprende la Justicia de esa Liquidación, en la que la ley no puede cometer injusticias, porque de antemano ha publicado su profilaxis que es como una ley marcial, que pone en entredicho a todo ciudadano y queda avisado, que de hacer aquello que prohíbe ese bando, cae en las penas señaladas en él; y si es ejecutado o expatriado, o es obligado a trabajos forzados, no puede alegar injusticia porque el reo se lo quiso; pues sabía, que si delinquía contra, las disposiciones de la ley marcial, sería penado como estaba dispuesto.

Es, pues, de necesidad el inicio final, o liquidación de las humanidades en los mundos, sin el cual, los progresistas no pueden avanzar por la oposición desesperada de los retrasados que, como ya se ven en la impotencia de igualar su haber y su debe, destrozan hasta donde pueden los intereses generales de la masa; y ésta, estando en mayoría, reclama del juez el orden y la paz; y es justo que el Padre ordene las moradas donde cada uno cumpla sus deberes, conforme a la ley armónica universal, y no es armonía, que haya litigios, ni oposiciones entre justos e injustos y al efecto, autorízase el acto del juicio, para recibir a los más en el grado correspondiente y retirar a los menos también a su aula adecuada. Esto es en realidad el juicio de cada: Mundo y la Tierra ya lo sufrió.

Os dejo, pues, probada, la necesidad de un juicio final y que éste se ha celebrado en la tierra, con la propia acta y sentencia y la palabra del Espíritu de Verdad.

La descripción de ese juicio la encontraréis en la «Filosofía Universal», y de ello aprovechad los que estéis en la transición, y a tofos sirva de sana profilaxis. Así lo desea el Anciano XVII, que os fustigó porque os ama.

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