PRÓLOGO A LOS EDUCADORES

Tras el largo prefacio de principios expuesto, para que los educadores se bañen en ese océano oxigenado con la verdad de la ley suprema, es necesario decir algo sobre el modo de enseñar los principios y educar al niño desde sus primeros pasos en la vida y aun desde su concepción por la madre que lo concibe y el padre que lo engendra; y esa educación, que es física y moral, no será poco provechosa hasta el nacimiento del infante.

Hay una hermosa ley desarrollada y sostenida con el nombre de: Simimilia similibus curantur, los semejantes curan a sus semejantes, y si esto es en lo físico, no es menos aplicable en lo moral, y eso conviene a la madre especialmente; pero no es ajeno al padre y por lo general, queremos que nuestros hijos nos honren y los hijos se honren también pareciéndose a sus progenitores, y esto está bien visto de siempre y hay el adagio: "El que a los suyos parece honra merece". Y aun en las leyes fisiológicas y materiales y en las costumbres sociales y aun judiciales, se miran los antecedentes de familia y es más o menos grave la sentencia, según que haya antecedes en la familia, del hecho que se juzga; y los médicos cuidan mucho de saber cuando una enfermedad es hereditaria y todo esto debe prevenirse desde la concepción de un ser y luego en la sana educación escolar. Todo lo que he de tratar minuciosamente, racional y anatómicamente en este libro.

En cuanto al modo pedagógico de enseñanza, tanto primaria, como secundaria, débense tener muchos casos en cuenta; tantos como individuos concurren al colegio; pero lo primero que los consejos le Educación deben tener presente es, los antecedentes y moralidad del educador, el que, en primer lugar, debe tener dos principalísimas condiciones, que son: vocación y libertad; porque si tiene esas dos condiciones, es seguro que será disciplinado sin ser esclavo, teniendo discernimiento claro para denunciar prudentemente un error o teoría de los consejos, al trazar un programa: lo que hoy no pueden hacer, porque los consejos de Educación son sustentados por impositores, por autoridad, y se da el triste caso de que no hay en esos consejos, maestras madres de familia, que cada una vale, por su experiencia, por todo el consejo.

Pero, en cambio, hay consejeros solterones, que esto sólo basta para excluirlos, no sólo del consejo de educación donde hacen malísimo papel, sino de todos lo cargos administrativos del pueblo, porque el pueblo no es célibe; y quien no tiene valor para el patriarcado, menos puede ser educador de hijos, que renuncia tenerlos; y en todo caso que de ese consejero examinemos, veremos inmoralidad y malas costumbres, porque a poco que ahondemos, hemos de encontrar que está allí, por el olor y perfume de la juventud, y mucho se pega; lo qué es el colmo de la inmoralidad, no por el hecho material sino por la corrupción que siembra en las jóvenes ese mal educador en los sentimientos delicados en las alumnas, donde se les consiente toda vanidad, remilgos y reboques, que denuncia bien a las claras lo que harán luego en las escuelas que les encomendarán sin tener ni vocación, ni libertad, y en ello juega papel escandaloso el consejero célibe y las formas bellas, pero corrompidas de algunas llamadas maestras, cuyo titulo lo mereció su juventud y descoco o su libertinaje: esto referente a algunas verdaderamente inútiles pero que hay otras que valen como maestras por vocación e inteligencia y son vencidas en su dignidad por retardos en darles empleo o se lo dan en puntos desproporcionados; y es natural que, a la vista de algunos ejemplos, entre en ellas el cálculo, y donde entra el cálculo, la conveniencia se antepone y cae vencida por el libertinaje, que es lo que hoy todo lo domina.

Todo esto, que es escándalo, ha trascendido al público; y ni aún los periódicos que cubren por lo general tantas vergüenzas lo han podido callar, y lo han denunciado en público; y aún los tribunales se han hecho cargo de alguno que otro caso escandaloso, aunque con la mínima pena del Código: denunciando el estado lastimoso de la educación, de lo que sólo es responsable el consejo que la rige y hay necesidad, no de reformarlo, sino de crearlo de nuevo, excluyendo toda vanidad y matando todo libertinaje y componerse rigurosamente de ancianos ejemplares madres de familia proficua: esto hoy, hasta que llegue el momento muy cercano de establecer por ley única el "Código de Amor", cuyo cumplimiento excluye hasta la sombra del libertinaje.

El modo de enseñar debe ser oral, ante todo, explicando el mecanismo de las cosas: porque hacer que el niño o el adulto, aprenda de memoria los textos es estropear el cerebro y prejuiciar la mente del educando, y esto es tan perjudicial, que mata muchas nuevas ideas que cada hombre trae cada vez más avanzadas y progresistas; y ante todo, se debe declarar al educando que, lo que se le explica y lo que lee, no es lo que ha de desempeñar mas que en su parte mecánica, que es lo que se puede reglamentar y legislar por motivos, en cada oficio y arte.

La lectura y escritura han de hacerse por los medios más sencillos y halagüeños y sin cansancio; por ejemplo para la infancia, poner montones de letras, tantos como letras del abecedario, puntos, comas, guiones, interrogaciones y admiraciones hay y mandad a un niño componer un nombre y veréis con qué gusto lo hará y aprenderá mucho antes que en la cartilla, que, sin embargo, ha de servirle de guía; y por ese estilo, todo se puede enseñar prácticamente y lo cual sirve de lección a toda su sección.

En las escuelas no debe haber ningún signo religioso ni debe ver siquiera el nombre religión, ni milagros, ni guerras, ni castas, ni razas, ni naciones: el adulto, solo debe oír, amor universal, Creador universal y amor de hermanos entre todos los hombres y un respeto que no sea temor a los mayores y, sobre todo, que aprenda a cuidarse de sus actos y no de los ajenos para criticar o calumniar.

En las escuelas, sólo ( ) debe enseñarse las letras y las artes liberales, los oficios y la agricultura, acostumbrando al educando a no obrar solo, sino en la unidad de pensamiento y acción con todos los de su sección, trabajo, bajos oficio o ciencia; porque la unidad es el mayor provecho del trabajo y en ella todo se hace bien y cada vez se perfecciona más todo. Con los anteriores puntos, puede ir ensayándose las dificultades, hasta que se pueda aplicar el Código de Amor, que no se tardará; porque quieran los hombres que no, la justicia está en acción implantando la Comuna.

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