SEGUNDA

Tú, discípulo amado, tienes derecho al provecho de tu poder para llenar las necesidades de la vida, con relación a tus ocupaciones y prole; pero es necio tener una letanía de quimeras como han recomendado los métodos de tantos maestros, como, por ejemplo: "El poder mío no puede ser vencido". Lo cual es sencillamente, negar la justicia de las cosas; desconocer, que cada hombre está en su grado y que no hay dos grados iguales y por añadidura, es un reto temerario.

Ese pobre, que se obsesiona a sí mismo con ese reto, se encuentra en cada instante con una lucha de un mayor, que lo tiene que vencer y humillar; en ese reto de orgullo, corre un calvario horrible y al fin cae destrozado y tiene que confesar su impotencia y es hombre perdido.

En cambio, hubiera dicho: "Tengo voluntad de vencerme a mí mismo" y hubiera triunfado por él y por toda la ayuda de los mayores, que acuden presurosos al que obra en justicia y humildad y se retiran del vano y del orgulloso.

No; las temeridades, jamás pueden triunfar; tu voluntad racional, como te enseño en la primera parte, esa sí, te hará triunfar de todo, porque en ti tienes (como cada hombre) los instintos (1) de todo cuanto existe en la Naturaleza donde vivimos. Vencer a esos, dominarlos en amor, es vencer todas las pasiones: y entendedme bien, que no digo que mates los instintos, sino que los domines y los hagas virtudes: He ahí el triunfo verdadero.

Si mataras las pasiones, matarías los instintos; y ¿cómo podríais ser hombre? ¡serás un ángel! te dirán los ignorantes. Los ángeles no existen, te digo yo, como te los pintan, ni los tiene la ley, ni los quiere, ni los necesita el Creador.

El Creador necesita y tiene y quiere, trabajadores de su viña Universal; y los trabajadores, tienen que entrarse, porque es ley, en los lodazales que atraviesan; y si haberlos pudiera, te prefiere el Padre, demonio en acción y progreso, que ángel inactivo y sin provecho.

Pero ni ángeles ni demonios existen, aunque existan espíritus y hombres de luz y de tinieblas; lo que te pide el Padre y lo que te pido yo en su nombre y por su ley es, que seas como hombre y como espíritu, un gran foco de luz que engendre calor, movimiento y fuerza, que demuestre vida.

(1) Lea, para comprender este punto" Creación del Alma humana" en la "Filosofía Austera Racional."

Si caes, levántate; si te enfangas, límpiate con tu esfuerzo, con tu trabajo, confiésate a tí mismo, pero no pares: esa es la vida, ese es el triunfo. Menos causar daño a tus hermanos, todo te es lícito; y para obrar así, necesitas ser sabio y no santo, porque en tu sabiduría, reside la santidad de tu Padre, único Santo, al que pedirás siempre justicia y recibirás por añadidura, todo lo que necesitas, pero... ruega y trabaja.

Ahora, puedes aprender para encontrar con más facilidad el alivio a tus menesteres, las siguientes reglas, que te las doy, discípulo amado, porque aún el mundo es falaz y un poco tiempo, son necesarias.

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