No mentirás.

José con vosotros:

"No mentirás" es el tema que desarrollaremos hoy.

Aunque os parezca absurdo, quiero deciros que todo en vuestro mundo es mentira; pero hay diversas formas, a las que me voy a referir.

Ya sabéis que todo es relativo: si una persona está enferma, siente mucho frío y dice que está haciendo frío; sin embargo, no está haciendo frío, aquello es una mentira, pero para ella no lo es porque en ella el frío es relativo.

Un ciego puede decir que no hay luz y todo son tinieblas para él; el que tiene sus ojos, el que puede apreciar las hermosura de la luz del sol, dice que no hay tinieblas, que hay luz.

Así, hermanos míos, os podría citar centenares de ejemplos que demuestran que todo en vuestra vida es relativo, como es relativa también la luz de mundo que dejaron de existir y que, después de miles de años, estáis recibiendo y contemplando todavía.

Se miente por muchas causas y de muchas maneras: se miente por ignorancia, -en lo que no hay responsabilidad-; si reepetís lo que dicen otros y aquello es falso, vosotros no mentís, mienten los otros; se miente por terror, se miente por necesidad, por las necesidades imperiosas de la vida, por adquirir algo que no os es fácil de otra manera; se miente a sabiendas y se engaña y entonces la falta es más grande porque es ya la mentira premeditada, la mentira que lleva un fin avieso, y cuantas veces para cubrir aquella mentira o disculparla decís otras y otras más.

Ya os he dicho por qué mienten los niños. ¡Cuántas veces podríais comprender que no mienten sino que dicen lo que les intuyen sus guías o por los recuerdos que traen de vidas anteriores!

También vosotros muchas veces mentís por esa misma causa; por eso, hermanos míos que ya sois conscientes, sobre todo vosotros que estudiáis, estad siempre alertas, siempre, porque aun en contra de vuestra voluntad podéis mentir. ¡Cuántas veces habéis dicho algo que no pensabais decir, sin embargo, lo dijisteis y mentisteis; es que obedecisteis a una mala intuición; pero ni así debáis mentir vosotros los que sois conscientes!

No hay nada que ennegrezca tanto al espíritu, que estanque su progreso como la mentira premeditada, la mentira preparada, la mentira a sabiendas.

Si todos dijerais cuando menos lo que creéis que es verdad qué distinto sería ya vuestro mundo.

Cada uno lleva su razón, cada uno tiene su cerebro y cada uno lleva un espíritu en distinto grado de progreso.

Sucede algo y lo presencian veinte personas; si oyerais a cada una de esas veinte personas relatar lo ocurrido, os llenaríais de asombro al ver de qué distinta manera lo han presenciado y comprendido todos: ninguno de ellos miente, pero no hay dos que hayan comprendido de la misma manera lo sucedido.

¿Ya veis cómo os demuestro a cada paso que todo es relativo y, también, que en vuestro mundo todo es mentira?... partículas de verdad, partículas de verdad esparcidas en todas partes... pero estáis lejos aún de la verdad porque todavía vuestro progreso no lo permite... sentís la atracción, como la sentís del sol que os alumbra... sentís que os llama y vais en pos de un rayo de verdad.

Aquellos hermanos que poseen un espíritu progresado, que hablan en verdad, están donde les puedan decir verdad, porque, muchas veces, aunque el espíritu quiere decirla, la materia no se presta todavía, no halla palabras que expresen la verdadera idea que el espíritu ha tratado de desarrollar y de formar en el cerebro humano.

En el infinito todo es equilibrio y cuando se miente hay desequilibrio; pero entonces viene la Ley de Compensación y lo compensa y lo arregla todo.

Ahora comprenderéis que lucha es la que sostienen constantemente las leyes para equilibrar lo que a cada momento se está desequilibrando por la ignorancia de los hombres.

Ahora comprenderéis también por qué desde tiempos tan remotos se dijo a la humanidad: "No mentirás".

Y ahora ¿qué diréis del hermano que acusa a otro y que lo acusa falsamente?

¿Recordáis la pregunta que se hacían los Doctores judíos cuando Jesús de Nazaret, siendo un niño, estuvo entre ellos? "Quién es más culpable, el que acusa o el que falta?" y se quedaron perplejos y se quedarán todavía muchos de vuestros sabios ante esta pregunta al parecer tan sencilla.

¡Qué doloroso, qué triste, hermanos míos, que todavía en estos tiempos en que vuestro mundo se jacta de gran progreso y civilización, la traición y la mentira, las acusaciones -siempre cobardes, siempre viles, más cuando son falsas- sean ahora tan frecuentes!

Nadie confía en nadie porque todos parece que son traidores. En los momentos actuales, ya estáis viendo qué acusaciones tan tristes, tan vergonzosas, tan dolorosas se os han lanzado. ¡Cuánto sufrimos nosotros los que, de más arriba, hemos luchado tanto porque la verdad brille en vuestro mundo y en vuestro corazón!

Vosotros mismos, en vuestra vida diaria, si estuvierais diciendo siempre lo que pensáis y lo que sentís y cuál es vuestra sincera opinión, seríais tachados de locos por conveniencia teníais que mentir porque, aunque no sean mentiras premeditadas, son mentiras convencionales, son mentiras políticas o mentiras sociales en que todos incurrís a cada momento.

Tenéis mucho qué meditar sobre lo que os acabo de decir; es un tema profundo, muy profundo.

Es de espíritus grandes la meditación y a vosotros os pido que meditéis sobre la mentira y sobre la verdad.

Inculcad en vuestros hijos -esos paladines del mañana- el hábito de la verdad hasta donde en estos tiempos puede comprenderse.

Ya sería un adelanto que cada quién obrara con verdad como él creyera que era la verdad.

Ya sabéis que estáis muy lejos de la verdad porque todavía no llegáis al grado de progreso en que conozcáis la verdad pura.

Ser, he aquí todo; ser o no ser, verdad o mentira, luz o tinieblas.

Verdad suprema: ese padre a quien amáis, ese Padre que representa la verdad absoluta y el amor perfecto.

8 de diciembre de 1939.

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