CAPÍTULO NOVENO
EL AMOR COMUNAL ES LA ENTRADA EN LA SOLIDARIDAD UNIVERSAL

Hay un proceso larguísimo en los autos del juicio de los mundos de expiación, que en la tierra ha durado 44 millones 250 mil siglos, hasta que se arribó a la sentencia definitiva en la que se proclamó la Comuna.

Pero ese proceso seguía sin escribirse en letras, porque: 1.°, no era tiempo del discernimiento en el hombre, niño, aunque barbudo, desde que habría de luchar titánicamente para adquirir sus derechos soberanos y superiores sobre las otras especies del reino animal; y 2.°, porque en su vida nómade, no podía hacer escritos, porque aun no había ideado los signos. Terminó su primer día, formando la tribu.

La tribu ya constituye sociedad y las mutuas necesidades crean el primer incentivo del amor humano: hasta ahí sólo sintió el amor carnal, bestializado si queréis, pero chispa del amor perfecto: y de esa misión de la tribu se inicia el amor común y van agrandando las tribus su radio hasta nacer las ciudades, los gobiernos y también la expansión del hombre, y duran esos dos días tremendos, hasta la venida de la raza Adámica, con la que viene también una gran inmigración de supremáticos desterrados de un mundo hermano, que hace 58 siglos sufría el mismo juicio que hoy sufrió la tierra.

Mandados por la ley de los destinos, millones de siglos antes de Adán, han venido sabios maestros de otros mundos, como misioneros, para ir dejando ideas, letras o signos y progreso, según que podrían aprovecharlos los espíritus primitivos ya lúcidos, y para que, en su día, la misión de ley que vendría, encontrara los materiales necesarios para fundar su obra titánica.

Empieza el día tercero de esta humanidad cruda y agitada en Adán y Eva, cabezas de la misión y bedeles mandados para vigilar a los supremáticos desterrados, y dan vida a su hijo Shet, investigador y Legislador, mandado por la misma Ley de los destinos y de orden de los mundos mayores, que ya reclamaban por su edad, la regeneración y entrada en la solidaridad, de esta humanidad terrena.

Evoca Shet al gran Manú para que le aclare lo que como hombre no puede penetrar, por causa de la opacidad de la materia, y establece así ya, la comunicación de la tierra con los mundos mayores, que han de dar sus puntos de sabiduría.

HANAAS es la mujer de Shet; espíritu misionero también y le sirve de Médium para recibir las luces de los hermanos mayores para escribir la primera ley civil, social y Comunal, que aun no ha sido derogada, sino fundamentada aun más por el progreso, en los axiomas supremos en aquellas 100 mil eslokas o versos de que consta la Ley Shética o Sánscrita, donde solamente escribe para empezar el tercer día de la humanidad terrena: «Todos los hombres de toda la tierra, hermanos son». Esto, con la evocación que hace al espíritu, es declarar el régimen Comunal para la tierra y abrir la puerta de la universalidad con la que, luego de proclamar la Comuna, nos tenemos que solidarizar.

Termina el tercer día de la humanidad, en la familia de Abrahán: y ha sido un período de estudio de los medios necesarios para llegar a la regeneración en el tiempo que faltaba, marcado en la vida de la tierra; para cuyo acuerdo, se reúnen en la familia de Noé, siendo Jafet el mismo investigador, legislador y juez, acordando lo necesario para pedir los medios al Maestro Espíritu de Verdad, para cumplir el plan trazado.

En Abrahán empieza el día cuarto con su testamento, alianza entre el padre y sus hijos, entre la tierra y los mundos de la cosmogonía, y se funda un pueblo, al que luego se le pueda dar la Ley escrita, pero recibida en palabras del Espíritu de Verdad, Ministro Secretario del Padre Creador.

El quinto día lo inicia Moisés, después de libertar al pueblo esclavo de Egipto, y se inaugura con el decálogo, y siguen los profetas, hasta que, prevaricando el pueblo elegido (y mejor dicho, las dos tribus parásitas del pueblo elegido), hay que combatir a los prevaricadores. Para lo que y para marcar el terrible sexto día, se toman las medidas necesarias.

El sexto día vienen (con muchos otros) Juan y Jesús, representantes el uno de la fortaleza y el otro del Amor de la raza Adámica, a sembrar la libertad del pensamiento, y pagan su valor de decir la verdad con su vida, y ambos dejan continuadores, Apóstoles y discípulos que, bajo la autoridad del consejo del apostolado, formado por María, Jaime su hijo y hermano de Jesús y Juan (mal llamado Evangelista ), el cual escribió el Apocalipsis, profecía para todo el sexto día, que no ha sido comprendida, a pesar de su claridad.

Hemos llegado al séptimo día. Día de descanso, es decir, día de paz y pan, para el cuerpo y el espíritu, y en su primera hora se dan los principios claros; se descubre el Espiritismo en toda su Luz y Verdad, y se dice que es el Anticristo el que mueve todos los tornillos del edificio social, político y religioso, para derrumbarlo por erróneo y crear la nueva sociedad Comunizada, sin lo cual no podemos entrar en el disfrute de las grandezas del séptimo día, que es la solidaridad de nuestro mundo, con todos los de la Cosmogonía, y por éstos, con todo el universo, por lo que: « El Amor Comunal es la entrada en la solidaridad universal».

Si evocamos la historia de esos tres terribles días, por mucho que nos empeñemos, no podremos encontrar un solo hecho punible que no tenga su raíz y sea fruto madurado de una u otra religión.

Por eso, el Espiritismo Luz y Verdad, destruye toda religión y sus dioses, porque sólo así puede establecerse la Comuna de Amor y Ley: y sin esta grandeza, no nos pueden admitir los mundos mayores y de luz a su banquete.

Por esto, las religiones, que han usado el Espiritismo, haciéndolo espiritualismo, o sea el contra, el Anti-Espiritismo, persiguen y calumnian a los que proclaman el Espiritismo en su plena Luz y Verdad. Pero ya es tarde.

Asesinaron a casi todos los profetas, misioneros y apóstoles y los tomaron luego coma panaceas de sus religiones, mixtificando sus principios y declarando milagros los hechos naturales que, por su poder Psíquico-Magnético-Espiritual, obraban en sus aportes, materializaciones y otros fenómenos obrados en el espacio, llamándolos cosas celestiales, para ocultar a los hombres su verdad y procedencia.

Curaban muchas enfermedades, por sus mismas facultades, pero acompañándolas con los medios naturales Botánico-Alquímicos, lo mismo que hoy lo hace cualquier Médium que posea esos mismos poderes y conocimientos, porque necesariamente se pone en relación con las leyes universales, y por ende recibe la ayuda de la solidaridad.

Nada de todo eso es sobrenatural: todo ello es Espiritismo-Humano-Natural, y por lo tanto, no son milagros, porque éstos no existen.

¿Que Jesús resucitó a Lázaro? No retamos a Jesús, porque él sabe lo que hizo, y no le dijo a Lázaro resucita, sino despierta. Pero sí retamos a todos los Pontífices y súbditos hasta sacristanes, a que nos prueben por la ciencia esa resurrección, ya que las leyes inmutables lo niegan, porque ellas no pueden hacer más que lo que ellas son.

La resurrección no cabe; porque cuando la ley de las transformaciones recibe la materia de un cuerpo del que ha cortado sus ligaduras el espíritu, no la devuelve más que por otra reencarnación.

¿La resurrección de Jesús? Ya hemos explicado en la «Filosofía» lo que hay al respecto y no tenemos necesidad de repetirlo.

La resurrección es sólo del espíritu, si resurrección entendemos por su manifestación, al despertar del letargo natural en que queda al desencarnar, y. también encarnado cuando logra descubrirse a sus dos otras entidades, alma y cuerpo. Pero la verdadera resurrección que debe estudiarse es la reencarnación, apareciendo en un nuevo cuerpo, para una nueva existencia, y desempeñar alguna parte de su eterno destino, de acrecentar el progreso, la belleza y la Creación.

No olvidéis que, sin la reencarnación, no podríamos obtener el amor de hermanos como hombres. Sabéis por las leyes químicas y eléctricas, que sólo existe la atracción entre los afines: y como la ley es una, no puede haber otra ley tampoco para la comunización de todas las cosas, si antes los hombres no han hecho la sociedad fraternal

Las Leyes del Magnetismo nos explican que las moléculas se atraen en virtud del magnetismo remanente que en cada una queda forzosamente de su vida en el Éter (única substancia).

Los espíritus, todos proceden del mismo Padre Creador, y por la misma ley, única, cada espíritu tiene latente ese remanente, por el cual están afinizados: y tan pronto han cumplido unos primeros, el destino que les fuera encomendado, se unen para ayudar a los más cercanos a su cumplimiento, y se suman así, hasta formar la gran mayoría de justicia y progreso.

La lucha está más viva, dura y larga, en afinizarse como hombres ; pues tienen que tener todos los espíritus, en su alma, una partícula de cada hombre; más justo: Una partícula de cada ser humano.

Y mientras esto no ha sido conseguido, no se pueden amar: no se pueden fraternizar, porque no han sido hermanos, hijos o padres el uno del otro cada uno.

Pero el Creador no había de ser tan corto de inteligencia al establecer esas leyes inflexibles y previno y ordenó la reencarnación continuada, por la que cada espíritu se hace hombre en todos los continentes y en todas las familias, en los millones de siglos del destino de cada mundo.

Por esto, negar la reencarnación, es negar su propio progreso y salirse de su derecho al disfrute común del progreso de los otros y es la mayor aberración que los hombres sufren, sólo por causa de la maldad religiosa.

Por esto también, ha sido necesario establecer el primer derecho a las mayorías, con lo cual puede señalarse un tiempo máximo y definitivo al establecimiento de los regímenes ascendentes que nos habían de conducir al régimen de la Comuna Universal de cada mundo, por la cual entramos en la Comuna solidarizada, de todo el Universo, que no varía en cada mundo sino por el grado de amor más puro o más imperfecto. Lo que debe ser el acicate de cada mundo, para igualarse en el amor del mundo más avanzado, en esa máxima ley, Madre de todas las Leyes.

Queda expuesta la ley, por la cual se fraternizan los hombres; y como esta fraternidad debe demostrarse por un hecho histórico, éste no puede ser otro que un régimen análogo al del hogar, en donde todos los individuos disfrutan de la misma cosa, sin ser propiedad más que del hogar. ¿Y qué otro régimen puede parangonarse sino la Comuna de Amor y Ley, como la hemos bosquejado en el capítulo sexto de esta quinta parte, pero codificada ya en nuestro «Código de Amor Universal»?

Pero necesitamos probar matemáticamente que 9/10 partes de los espíritus pertenecientes a la tierra y que la gran mayoría de los hoy encarnados, están fraternizados, causa por la cual se implanta la Comuna, según deja lugar una octava parte no afinizada por su maldad y supremacía.

De los espíritus que no se encuentran en el presente encarnados, no os importa. Pero por un juicio que arribó a sentencia el día 5 de abril de 1912 está probado de que la sentencia fue aprobada por el Maestro Superior E. V. y sus consejos son cosa terminada.

Hagamos, pues, una cuenta redonda para ver si de los encarnados, si de los hombres que pueblan hoy la tierra, hay una gran mayoría fraternizada, ya que por todas partes se habla o se establece la Comuna y se proclama la igualdad, la libertad y la fraternidad, y no como quiera de palabra, sino de obra, hasta llegar a la lucha de cuerpo a cuerpo, con los que niegan los derechos al pueblo:

 
Pontífices de toda calaña en todo el mundo 100
Con cada pontífice hay diez reyes o plutócratas 1,000
Con cada plutócrata militan 100 autócratas 100,000
Con cada autócrata, contad 10,000 aristócratas 1,000,000
Y por cada aristócrata. contamos, entre parásitos y supremáticos. etc., 200, dando un total de 200,000,000

Doscientos millones de parásitos que se oponen al régimen Comunal, y que es un síntoma manifiesto de que no se han fraternizado, y lo confiesan ellos mismos, porque se suelen llamar o denominar de sangre azul y otros colores, como renegando de la sangre común y roja del pueblo.

La población del mundo hoy es de 1,800 millones.

La novena parte, pues, es esos doscientos millones: y concuerda exactamente esta nuestra cifra, con la profetizada en el Apocalipsis de Juan el Apóstol, que en su capítulo IX, Nros. 16, dice: «Y el número de combatientes era de doscientos millones y oí el número de ellos». Lo cual prueba la matemática Ética Comunista, que el espíritu regenerador ha tenido desde el principio hasta el fin de su misión de establecer el régimen que le mandó el Padre Creador, en la tierra, como está establecido para todo el universo; es decir, La Comuna de Amor y Ley, para que por este régimen nos acerquemos al gran día de entrar, de vuelta, en nuestra casa Paterna, a sufrir el examen de nuestro Padre y salir reconocidos Maestros de la Creación.

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