CAPITULO XII.
MARÍA ENSEÑANDO ALAS MADRES ESPAÑOLAS.
María, con todo su cabello blanco pero con más energías que
cualquier mujer de treinta años, ya por el amor de su hijo,
ya por el cariño y veneración de aquellas gentes, que libres de
sacerdotes eran sencillos observantes de la nueva Doctrina y por lo tanto
libres y alegres cuanto honrados y trabajadores, hacían las delicias de María,
que era incansable en acudir a todas las aflicciones de las Madres.
Ella se multiplicaba y se rejuvenecía ante los progresos de la Doctrina de la
Liberad y no hacía falta el Apóstol en aquella metrópoli más que para
organizar las 52 Ciudades que le eran sujetas y así Santiago podía correr y
recorrer toda España y aún María muchas veces le acompañó y recorrió la Navarra
y la Andalucía, donde dejó recuerdos que de sus mujeres no se pueden
borrar.
En todas partes ella triunfaba con sólo su Amor, las madres se veían tan
honradas en oír sus consejos que corrían de pueblo a pueblo para
oírla y verla, y esto facilitaba toda la Obra de Santiago.
Ella las enseñaba a ser madres tomándoles sus hijos y acunándolos por sus
manos y con su Amor que a ellos les comunicaba y aquel Amor y aquellas
enseñanzas perduran a través de los siglos y todas las madres son
buenas, pero no iguala ninguna hoy a la madre Española, pero hoy llega el
Amor predicado y enseñado entonces a aquellas madres y todas seréis al mismo
tenor y sentimiento.
No os ofendáis madres amantes, de que os haya dicho que no igualan
las otras a las Madres Españolas, no tenéis culpa las demás y sois buenas Madres
pero si no igualáis a aquéllas es porque no tuvisteis la dicha de vuestras
antecesoras que oyeron el Consejo de María y a aquéllas les cupo. Por ello el
Enemigo de las Madres, porque lo es de la humanidad, la Religión
Desastrosa que nació de la discordia de Pedro y Pablo no pudo invadir hasta muy
tarde (hasta el Siglo XV) el suelo español y para eso hubo de asolarlo
por la Inquisición, en tanto que los demás países en el
siglo III ya eran cebadero de los sacerdotes de la Iglesia Católica
Romana.
España tenía Religión sí, porque era eso común pues aún no era en función
la Ley de Amor que se sembraba en tiempo de los Apóstoles y María, pero hoy sí,
hoy ya llega y todas las Madres de la Tierra bajo el beso de María y con
la Ley de Amor por baluarte y la Comuna por Régimen, seréis Madres como la Ley
de Amor lo quiere y como María la fue y enseñó a las Madres Españolas, para
dejar el recuerdo de su paso.