CAPITULO X.
MARÍA ORGANIZA LA PROPAGACIÓN DE LAS DOCTRINAS DE JESÚS.
Con la muerte de Esteban aún se horrorizaron más algunos de los escogidos como
Apóstoles , entre ellos Pedro, que procuraba ahuyentar de sí las
sospechas por lo que acudía al templo y esta pusilanimidad dañaba muchísimo a
las Doctrinas de Libertad que había oído a Jesús, lo que originaba discusiones
porque además era celoso de creerse el primero y el acertado por ser el más
Viejo.
Mateo sguía con gran provecho, sus prédicas en Samaria y empezó a
circular un manuscrito bajo su firma, que compró Saulo cuando marchó a Jerusalén
con grandes remordimientos por la muerte de Esteban y en el manuscrito rememoró
toda la Doctrina Secreta de la Escuela de Gamaliel y cómo había recibido las
abluciones de agua en el Jordán de manos de Juan , coincidiendo eso con
algunas palabras de Jesús dichas a Nicodemo: "El que no renaciere de agua
y de Espíritu no entrará en el Reino de los Cielos". El se fue a Antioquía
y abrió la primera Iglesia Cristiana con el Bautizo de agua.
Era importante esto, porque llevaba las Doctrinas de Jesús, a quien Saulo no
había visto ni oído, y conocía a Pedro y algunos otros Apóstoles porque
los había perseguido, y ahora él predicaba aquellas Doctrinas con más la Escuela
de Gamaliel, que eran Kabalísticas o secretos basados en las Escrituras y
las Profecías y el Testamento de Abraham, pero sobre todo con la Ley del Sinaí,
por lo que eran contra todo culto externo o fuente de Religión Dogmática.
Pero he aquí que Pablo empezó a culpar a los Judíos de la muerte de Jesús al que
llamaba Cristo, por coincidencia de las Escrituras en las que era muy versado y
Pedro por su celo de ser el primero pues el Maestro le había confiado
ciertos secretos y amonestado por María, Jaime, Santiago el Mayor y Juan que
componían como un Consejo, Pedro hubo de reivindicar por escrito los derechos
que tenía sobre Pablo que no estaba autorizado y se promovió una agria polémica
entre Pedro y Pablo.
Jaime , por mandato de su Madre hubo de mediar y tomó sobré sí los
cargos qué se hicieran sobre las Doctrinas de su hermano, mas no los cargos
personales, que hubiera entre hombres, y requirió de Pablo venir a Jerusalén y
entenderse con Pedro o en su deceso con el Consejo.
Pablo oyó con agrado el aviso de Jaime y vino a Jerusalén tres años más tarde de
la muerte de Esteban, encontrándose con Pedro en la Sinagoga con quien no
pudo entenderse, por falta de capacidad en Pedro que se mostró
intransigente.
Pablo entonces se sometió al consejo y expuso sus Doctrinas y María
reveló por posesión Medianímica a Jaime lo que había de hacer y se entendió
perfectamente con Pablo como lo revelan estas palabras de la carta de Pablo a
los gálatas y dice:
"Después, pasados tres años vine a Jerusalén a ver a Pedro y estuve con él
quince días".
"Mas a ninguno otro de los Apóstoles vi, sino a Santiago hermano del Señor"
"Y en esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento".
"Después pasados catorce años vine otra vez a Jerusalén con Barrabás y Tito,
vine empero por Revelación y comuniqué, con los que parecían ser algo, pero nada
me dijeron".
"Porque el que eficazmente empezó para el Apostolado de la Circuncisión, obró
también en mí para los gentiles por la Incircucisión.
"Y como Santiago (Jaime), y Cefas y Juan parecían ser las columnas, vieron la
gracia que me era dada, nos dieron las diestras gentiles y ellos a la
circuncisión".
"Solamente querían que nos acordásemos de los pobres; lo cual también yo hacía
con solicitud".
"Empero viniendo Pedro a Antioquia le resistí en su cara porque era de
condenar".
"Porque antes que viniesen unos de parte de Santiago, corría (Pedro) con los
gentiles, mas como vinieron se retrajo y apartó de ellos teniendo miedo de los
que eran de la circuncisión".
"Más como yo vi que no andaban derechamente conforme a la verdad del
Evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú siendo Judío vives como Gentil y
no como Judío, ¿por qué constriñes los Gentiles a Judaizar?".
Esto es lo que dice Pablo para justificarse públicamente entre los Gálatas y los
anoto sólo para fortalecer la verdad de que María era el único Apóstol de
su hijo Jesús, que Jaime llevaba la carga dirigido por ella y le ayudaban pocos,
aunque todos tuvieron celos por Jesús, pero que no se quería que lo tuvieran por
él, sino por la Doctrina y esto no lo entendían apenas más que
Juan y Santiago el Mayor (Cefas) pero que éste lo dejamos al frente de Jerusalén
siendo muerto pronto y Juan marchó a su destino como todos, debiendo todos
comunicarse con Jaime, que pasaba a España, donde los Israelitas eran mayores en
número.
Pedro y Pablo siguieron litigando siempre y al fin los dos llegaron a Roma para
dirimir sus cuestiones y de ahí nacería la Iglesia de los desaciertos, que ni es
Apostólica ni de Jesús sino de la discordia que se afianzaría dos siglos
más tarde, cuando no existirían los Apóstoles ni los Discípulos de los
Apóstoles.
Pedro y Pablo, eran a cada cual más testarudo, pero tenía Pablo más razón
que Pedro pues sostenía una Doctrina más liberal y atendió bien que eran a salvo
circuncisos e incircuncisos en el bien del Amor, que es lo que Jaime le
comunicara por la revelación medianímica de María, por lo que Pablo
reconoció a Jaime y le oía siempre y no así Pedro, pero era que Pedro era muy
celoso de la gloria de Jesús y luchaba contra Pablo por el Cristo, pero no
sabían ni Pedro ni Pablo que era la hora de dar vuelta al Dragón, lo que obligó
al Espíritu de Verdad a revelar el Apocalipsis y Juan lo comunicó a las siete
Iglesias de Oriente como lo fue mandado.
María ha cumplido ya con su deber de Apóstol de su hijo distribuyendo a los Apóstoles
por toda la tierra, hasta en la India donde fue Javier y pasando Jaime a España
ella se marchó a Samaria donde vivía Efraín su otro hijo, pero éste un tanto
herido, aún creyéndose deshonrado por la muerte de Jesús y porque decía que
había Jesús renegado de sus padres llamándose hijo de Dios, mortificaba de
continuo a María que se sentía desfallecer por falta, de amor y ambiente
y con sus sesenta años tan amargos, decidió ir en busca de la vida que le
faltaba.
Aquí he de hacer notar cómo no fueron ni Jesús ni María los que mandaron a Jaime
al lado de Jesús, sino La Justicia del Padre que así lo requería, pues debería
ser el sostenedor de la prueba de su Doctrina y lo demuestran sus cartas de
Justicia.