CAPÍTULO IX
MARÍA SE PLEGA A LA OBRA DE JESÚS.
Quedaba María en Nazareth por un poco de tiempo, entre hijastros, hijos
y nietos. Jesús y Jaime por razón de la vida que el uno llevaba y el otro
emprendía renunciaban a sus derechos de herencia, lo que calmó un tanto a los
otros hermanos y aumentó, si cabe, el amor de sus hermanos, que amaban
con toda su alma a Jesús por su obra y a Jaime por ser el pequeño
de la casa.
Mas María si amaba a todos, tenía una singularidad por los dos que se
lanzaban a la obra de regenerar al mundo, al primero por ser el primer
fruto de su Amor y por los sufrimientos que le ocasionará con su rebeldía, pero
que todo en su corazón de Madre tenía disculpa porque su espíritu
ya le dejaba entrever la causa de todo aquello de lo que justamente María era
Causa Primera, como hemos de ver en la segunda parte, y al segundo por
ser su consuelo durante la infancia ya que era el último racimo de
la fuerte y proficua cepa de José y estos amores singulares y
fundamentales fisiológicamente, que las madres comprenden, no la dejarían estar
mucho tiempo entre la familia de Nazareth.
Tenía además larga parentela en toda Judea y en Galilea por donde Jesús
predicaba y los que nunca negaron a Jesús sus recursos y María era de todos
deseada y ella que sólo con el cuerpo vivía en Nazareth se dispone para ir al
lado de sus hijos y de su hermano Jaime.
Aún pensaba María que estando ella cerca de la de Magdala, que amaba sin igual a
Jesús, quizás podría influir en Jesús para unirlos y formar hogar y así evitar
la vida fatigosa de sus hijos.
Pero he aquí, que le llega la noticia de que en Jerusalén ha sido decretada la
muerte de Jesús y aunque éste la esquivó saliéndose de Judea, corrió
María y se fue a Betania y allí le prohibió Jesús el seguirlo de cerca, pues ya
no se le ocultaba a él que por mucho que esquivara no habría de poder resistir
mucho tiempo al fuego que lo animaba y trataba con esto de evitar a su
Madre mayores sufrimientos.
¿Mas cómo dejarlo, no sólo por Jesús, sino por el joven Jaime? ¡Madres que
amáis, recogeros un poco dentro de vuestros sentimientos y amores y ved que
luchas y que dolores no sentirían el corazón de la Madre!.
Pero estaban también María de Magdala y María Cleophas, aparte de la mujer
samaritana, La Verónica y otras que aunque fuese a escondidas lo seguían y más
de una vez lo agasajaron y en estas mujeres encontró la Madre la ayuda y la
compañía para andar cerca de Jesús, ya que a Jaime lo tenía mucho más en sus
brazos y por él sabía todas las cosas de Jesús.
La Samaritana, ¡Pobre Teresa!, ¡Pobre antigua Iris!, estaba ya como sirvienta,
ya como institutriz, en una granja del Gobernador que ya lo era Pilatos y ella
abrió camino libre allí a María y sus acompañantes hermanas y allí descansaba la
Madre algún rato y así seguía a sus hijos, siempre de cerca y eran queridos en
aquella casa en la que se ocultaba bajo la forma del hombre la Luz, la Potencia
y la Sabiduría de todo el Plano Primero. ¡¿Oh, esta declaración adónde
me lleva?! ¡A que regiones me remonta!, ¡¿Qué historias me recuerda que
aún me hacen llorar hoy?! Pero diré en toda su sencillez la Verdad, aunque en el
Código quedó ya asentada.
Sí, Pilatos era el Espíritu de Verdad al que ya había anunciado Jesús
para este tiempo, como él mismo se lo mandara en los consejos del Padre y
de aquí nacía la afinidad para la Madre de Jesús en aquella casa por lo que
también aquella mujer de Samaria y otras encontraban siempre la puerta abierta
, cuando se salían para ir a oír a Jesús en sus predicaciones, de lo que
luego imponían al Gobernador y él podía apreciar el alcance de las Doctrinas.
Por fin se decide Jesús a entregarse , porque en verdad le habían
estrechado en circulo de hierro los sacerdotes y no el poder civil, que lo
amparaba en la Ley pero que era supeditado a la influencia del Sacerdote, que
jamás perdona.
Es entonces que la Madre entra y sale en aquella casa y es confortada en espíritu,
aunque con el cuerpo consumido y demacrada por el sufrimiento ¿Quién podría ver
en aquel cuerpo aún joven pero marchito y escuálido a la bella Rosa de Jericó?
Sólo estaba allí el aroma, la esencia de su fragancia, ¡pobre Madre mía,
cómo te ha consumido el amor!
Ya no había remedio, Jesús había dicho que había llegado su hora y la Madre se
resigna, pues sabe que es el amor a la humanidad primero que el
amor propio, pero trata hasta el último momento de evitar la muerte de su
hijo, porque sabe que no es la sangre ni el patíbulo el que Redime sino las
Doctrinas de Amor y Libertad predicadas, las que habría que sostener y defender
después para no perder la obra del Mártir del odio sacerdotal.
Hay aquí que decir ahora, un punto muy grave acaecido antes del sacrificio:
María se retira a Betania de donde sale con las mujeres a Jerusalén para
celebrar las Pascuas en la casa de un amigo en Getsemani.
La Samaritana, que seguía siempre de cerca todo lo que a Jesús se refería, en
sus pesquisas sigue a uno de los discípulos de Jesús y le ve internarse
en el monte cerca de una fuente y allí llegan otros hombres y oye ella
por sus propios oídos cómo conciertan la venta y entrega de Jesús y corre
afligida y desolada a participarlo todo al Gobernador y pronto Jesús fue
sabedor, por lo que adelantó dos días la comida de Pascua pues corría el
peligro de no poder celebrarla y no poder dar a sus discípulos las últimas
palabras e instrucciones.
Jesús no debía dejarse sorprender en casa de sus amigos para no comprometerlos y
celebrada la comida de Pascua y dicho a los suyos sus últimas palabras, se salió
al Monte de los Olivos so pretexto de disfrutar del crepúsculo vespertino ,pero
en realidad de verdad era que Jesús se encontraba afligido por la
cercanía de su hora y más porque allí estaba la pobre Madre que sólo sufrir
había hecho por él y así se marchó y oró para fortalecerse y fue el momento de
su entrega.
Jaime corrió entonces como loco hacia su Madre, había que intentar
todo para salvarlo y pasaron amarga noche, entre peticiones y marchas, mas todo
era inútil, el poder civil era supeditado a los sacerdotes,
los que soliviantaron al pueblo prejuiciado.
Se consiguió lo que constituye la mayor protesta y probar la inocencia de Jesús,
y es que el Sanhedrín que existía no se hizo parte dimitiendo, uno de
cuyos miembros era José de Arimatea, ¿mas que les importa a los
sacerdotes la injusticia?. Se compuso otro cuerpo y a pesar de que
Pilatos declara inocente a Jesús, el populacho agitado por los Sacerdotes
pedía la muerte de Jesús.
Pilatos estaba decidido a levantar, las armas, pero había retirado a Jesús a su
secretaría y allí le dijo: "Si aún tienes confianza en tu triunfo sal por
esa puerta", a lo que Jesús contestó: "Si tú me libras a mí te arrasarán
a ti y ya no tengo por qué esquivar la injusticia de los
Sacerdotes".
¿Qué más podía hacer Pilatos?, ¿para qué levantar las armas si el
acusado no quería libertarse? Además no sufría detrimento el Poder Civil porque
la Ley Romana era Plebiscitaria y allí el pueblo pedía la muerte del
inocente. Pilatos cumplió con alta Justicia la Ley y porque la cumplió fue
también víctima muy pronto de los Sacerdotes, por el sólo hecho de haber
declarado inocente a Jesús y el Pontífice influyó y consiguió del Senado
Romano el destierro de Poncio, y esto nos confirma como todo estudio hecho sobre
los Sacerdotes que éstos jamás perdonan.
Cuando ya todo fue inútil, María con Jaime, algunos otros de sus discípulos
y las mujeres, se retiraron al Cenáculo y en un momento de postración de
la Madre, quedó cuidada por Cleophas y Magdala. Jaime y Juan corrieron a
la ciudad y ya el espectáculo era terrible, la comitiva se encaminaba al
Calvario y ellos le siguieron partidos por su dolor, viendo clavarlo y
levantarlo en alto y colocado el infamante "I N R I", momento en el cual Jaime
poniendo la mano sobre una piedra en la que había salpicado la sangre de
su hermano, juró al Padre destruir el Cristo y lavar la ignominia de su hermano.
María en su letargo de tanto sufrimiento, tenía terribles visiones de la
realidad de los hechos, que nadie podía ocultarle, y José de Arimatea y Nicodemo
fueron para consolarla, pero rompiendo el círculo se puso el manto y bajó
a la ciudad recorriendo la misma vía y llegó al Calvario seguida
por las otras dos Marías, donde estaban Jaime, Pedro y Juan. No he de relatar la
escena, me duele en este instante (y son pasados 19 siglos) tan
intenso momento, al tener que tomar en mis brazos a mi Madre que asida a la cruz
aún amargaba más los últimos instantes de mi hermano; Jaime era el más joven de
todos los que allí había y tenía más valor que todos por dos cosas, porque ya
había jurado al Padre ser el anticristo y por la irreflexión de la edad,
esto humanamente, pero era sobre todo porque su espíritu sabía todas aquellas
cosas puesto que él era el Profeta desde Adán y Eva y el Legislador y Juez del
Padre en su día, que es cuando esto escribo y doy testimonio.
Sepultado el cuerpo de Jesús, nos recogimos en la casa donde se celebró
la última comida, pasamos nuestro luto y tristeza y aún éramos perseguidos por
los Sacerdotes, por lo que aconsejados por los amigos permanecimos un tiempo
ocultos, recibiendo es cierto la visita del Espíritu de Jesús muchas veces,
hasta que cayó el velo de todos y comprendimos el alcance de muchas de las
palabras de Jesús y es entonces María se constituyó en cabeza del
apostolado y salieron algunos de ellos a Samaria y predicaron y eran aceptadas
las Doctrinas allí y en todas partes donde no había Sacerdotes.
Esto empezó a alarmar otra vez a los Sacerdotes y doblaron su persecución,
siendo el más furibundo Saulo, por entonces empleado de los Sacerdotes y en esto
habían pasado siete meses y María hizo cargos a algunos que sólo
se preocupaban de quien era el Jefe.
María estaba repuesta de sus quebrantos y veía que si no avivaba ella en
aquellos hombres la obra de Jesús allí era muerta y Esteban, discípulo de
Juan el Solitario, griego y sabio de sangre ardiente y valor temerario heredado
de su maestro el fuerte Juan, arremetió con coraje a los miedosos apóstoles
decidido sale por las calles de Jerusalén sublevando al pueblo
con prédicas de la verdad y Saulo le detiene y el pueblo le apedrea y cae
inerte pidiendo al Padre perdón para sus asesinos y esto conmovió a Saulo porque
recordó que aquellas doctrinas las había aprendido en compañía de Juan y la
muerte de Esteban reavivó a los acobardados discípulos, dejando pensativo a
Saulo.
Aquí María está haciendo las veces de Jesús, pero en privado y va acendrando el
Amor al Maestro y en compañía de Jaime, de Santiago el Mayor y de Juan, van
organizando y mandando a cada punto a los Apóstoles y Discípulos de Jesús.