CAPITULO VIII
La caridad

Hemos llegado al calvario de los hombres: antes de exponer nuestra filosofía, vamos a ver en que la fundan los que tratan de ella.

“Los deberes de caridad tienen su fundamento en la misma naturaleza humana donde existe un sentimiento; el de benevolencia que nos impulsa a interesarnos, a compartir sus penas y aliviarlos de ellas por los medios de que se disponga" (esto es humanismo.)

La fórmula que se invoca en general es ésta:

"Haz a los demás lo que quisieras que hiciesen contigo" (esto es justicia mandada.)

San Pablo escribe: "La caridad es sufrida, es dulce y bienhechora: la caridad no tiene envidia, ni obra precipitada ni temerariamente."

"No se ensoberbece; no es ambiciosa; no se irrita; no piensa mal; no se huelga de la injusticia; complácese sí en la verdad; `a todo se acomoda'. " (Lo que quiere decir que es acomodaticia y eso no es virtud sino impotencia.)

Espinosa dice, considerando lo que llaman justicia y caridad, "No es la fuerza de las almas la que subyuga los corazones, sino el amor y la generosidad" (éste tiene mucha más filosofía moral que San Pablo y no es San Espinosa.)

Vamos a ver si el autor de la palabra Charitas (caridad), Cicerón, dice algo más fundamental.

"La benevolencia -dice-, es una de las virtudes más propias de la naturaleza humana; pero exige muchas precauciones. Hay que tener presente: 1º que al querer hacer bien a alguno, no hagamos mal a él o a otros; 2º que nuestra beneficencia no exceda los límites de nuestras facultades, y 3º que cada cual reciba según sus méritos, pues tal es el fundamento de la justicia y jamás debe olvidarse" (de la caridad, nada; de la beneficencia, con fundamento en la justicia, todo.) ¿ Y Charitas? Ya lo veremos en ­su punto correspondiente.

PÁRRAFO 1º
LA CARIDAD NO ES VIRTUD

La caridad, entendida limosna, hace temblar a dos; al que la da si tiene conciencia de que rebaja a un semejante y al que la recibe cuando sabe que se envilece.

Es, en general, el que tiene para dar, el que nada ha producido. ¿Por qué medio lo adquirió que no lo pudiera retener el que lo produjo? ¿Cómo se debe denominar al que almacena lo que otro ha producido haciéndole falta para sus menesteres perentorios y para su bienestar?

Mas pase cuando el dador lo hace por deber, pero que aún así no puede ser virtud, desde que señala una diferencia social; porque en la sociedad, no puede haber ningún necesitado de medios de vida; y si los hay, es por culpa de la moral inmoral de la educación de diferencias de clases, de supremacías por lo tanto, y son los supremáticos los “holgazanes” los que invocan la caridad y los que la ejercen.

Pero cuando esa bandera denigrante es dogmatizada y vapuleada por una religión vergüenza de la humanidad, el efecto es semejante a la causa.

Todo cuanto le han adherido a la máscara caridad, de tolerancia, benevolencia, piedad, etc., etc., es el disfraz del "holgazán", del parásito, del supremático, que bajo la caridad, busca el comercio infame de los seres humanos abyectos por la ignorancia y el fanatismo religioso.

Todo el que ve virtud en la caridad, es porque no tiene virtud.

PÁRRAFO 2º
LA CARIDAD ES BALDÓN

¿Ha pensado alguien el oprobio y la injuria que se le hace al hombre al decirle, te dispenso o te ayudo por caridad? Todo el que haya meditado un tanto, habrá protestado de la caridad. Tanto baldón es la caridad, que llega hasta el patíbulo donde la injusticia de los hombres lleva a otro hombre, víctima de las leyes irracionales e injustas, hechas siempre por los que no saben lo duro del trabajo, ni el frío de la miseria; y al pie del reo (que podría ser juez de sus jueces y acusarlos de crimen de lesa humanidad), al pie del reo digo, llegan hombres que se titulan hermanos de caridad, a exhortarlo para que reciba como castigo la muerte del cuerpo, que solo fue el instrumento de otro, al que no pueden ajusticiar, su espíritu; que, viéndose imposibilitado para cumplir su destino por la opresión de las leyes, o por la miseria y siempre por la falta de educación, optó por la venganza o acaso para probar ante la ley divina, lo imposible de soportar a una "raza de víboras" como llamó a ciertos hombres el fuerte Juan.

La caridad, pues, es un baldón del pueblo.

PÁRRAFO 3º
LA CARIDAD CRISTIANA HA MIXTIFICADO EL AMOR

Hasta en las plataformas electorales de casi todos los partidos que en esta hora, en esta capital bajan al pueblo para engañarlo otra vez más, está condenada la caridad, y se habla de amor; lo que manifiesta muy a las claras que, la caridad suplantó el amor, mixtificándolo.

Amor es la ley, hemos afirmado nosotros.

“No es la fuerza de las almas la que subyuga los corazones, sino el amor y la generosidad” ha dicho Espinosa. Y del amor del Padre, hablan Shet, Confucio, Buda, Zoroastro, Sócrates, Moisés que lo hacen ley, los profetas y Jesús, y todos los hombres libres hablan del amor y solo la religión habla de caridad anteponiéndola al amor. Las demás religiones y los gobiernos de esos países establecen la beneficencia hecha ley.

Nosotros ya hemos manifestado que todos los hombres son nuestros hermanos; y lo son aunque ellos no nos quieran como tales y hemos dicho que, si se quitan el hábito o sotana con que se disfrazan, los recibiremos con los brazos abiertos, indicándoles el trabajo regenerador, porque los consideramos engañados por la religión. Entonces no se nos puede tachar de enemigos del hombre cuando lo declaramos nuestro hermano aún debajo del hábito; pero que no podemos admitir el disfraz que trueca los papeles del verdadero hombre y por lo tanto es justo que les pidamos a los religiosos que tiren su hábito y sean hombres, con los hombres.

Sabemos que, muchos de esos engañados encontraron gusto y conveniencia a esa vida antinatural, porque les facilita los placeres de la holganza. Y como “la Ociosidad es la madre de todos los vicios”, (máxima de la más alta moral que nos enseñaban en la escuela de infantes de mis tres años, comprobando en mi experiencia de obrero y en mis juicios científicos y filosóficos esa máxima verdad), en mi Amor veo que, para que no exista el religioso vicioso es necesario destruir la causa que origina los efectos. Así lo entendía Cicerón en su tercera precaución y así lo entend Jesús. Así lo legislaron Shet y Moisés; y así lo decreta el Amor del Creador y nosotros no podemos querer otra cosa.

Una mentira se destruye con una verdad. Muéstrenos la religión una verdad práctica suya, que destruya nuestra verdad práctica y estaremos con ella. ¿Queréis más razón? ¿Queréis muestra de mayor justicia y por lo tanto de Amor? Pues mientras en la forma indicada no presentéis, religiosos, esa verdad irrebatible en apoyo de la caridad, queda sentado que: "La caridad mixtificó al Amor" y "Es el baldón de la humanidad". Busquemos ahora la raíz del árbol que dio tan amargos frutos. Vamos a la historia.

PÁRRAFO 4º
CHARITAS-CARIDAD

Caria es un territorio al S0. del Asia Menor, que formaba una de las provincias del reino y pueblo de Israel en el reino de David.

La ciudad más lejana del centro del reino y más cercana a la Grecia se llamó Cariandá; a la que pusieron sitio los griegos en tiempo de David, el que residía en otra ciudad llamada Cariantiarin, que significa ciudad de descanso, donde tenía el arca de la ley y que (decimos de paso) David, ante el peligro de ser vencido por los griegos, sustituyó el arca y las tablas de piedra auténticas, por otra y otras similares y la original la llevó y la guardó en una de las pirámides de Egipto. No debo dar mayor explicación de este hecho aquí.

Sitiada la ciudad de Cariandá, todos los hombres de armas tomar estaban en las filas del Ejército de Israel.

El círculo del sitiador se apretaba más cada día y David no podía llegar en su auxilio.

Los ancianos de Cariandá, antes de que el ejército sitiador se apodere por la fuerza de la ciudad y ultrajase a sus mujeres y doncellas, resuelven en consejo abandonar la ciudad y salen llevando sus mujeres, todos los enseres que podían, cargados a la cabeza, y sus niños en los brazos y espalda, bajo este grito (como santo y seña) para auxiliarse: ¡ Cariandá! Y si al que pedían ayuda era de los suyos contestaría: ¡ Cariantiarin!

El consejo de ancianos y matronas dispone que: “Se elijan las diez y seis doncellas más bellas, castas y virtuosas, para que lleven la llave al jefe griego, pues confían en que las sabrá respetar por su honor y las dejará volver, con la promesa de dejar salir sin obstáculo a los ancianos, mujeres y niños.”

El general griego, recibe a la bella comisión que le entrega la llave de la ciudad, pero despacha sólo a ocho con la orden de que salgan los habitantes de la ciudad quedando en rehenes y como trofeo las otras ocho bellas Cariandanas a las que lleva a Atenas, humillándolas y en ellas al pueblo de Israel, haciéndolas entrar en la capital griega, portando a la cabeza un templete con las armas de Grecia y la llave de la ciudad rendida.

El espectáculo extraño y original, no quedaría olvidado; la arquitectura griega, se encargó de inmortalizar el motivo ideando las columnas cariátides.

Unos siglos más tarde, Cicerón, al legar a Atenas, inquiere la historia de tan raro, curioso e inhumano estilo arquitectónico y encuentra el relato que hacemos. Es entonces que el gran tribuno dice por primera vez, su compuesta palabra Charitas; pero lo hace fustigando a los griegos por esa inhumanidad y cantando un himno al valor, celo, cordura y Amor de las mujeres Cariandanas. De esta verdad, responde Cicerón y por él, el Arte, la Arquitectura de las columnas Cariátides.

En filosofía pues, Charitas, siendo un himno al amor de las cariandanas, a su valor y cordura, es un apóstrofe al inhumano opresor: a la Grecia. Por lo tanto, caridad, sigue siendo una mixtificación del amor: un baldón de la humanidad, y un apóstrofe a los opresores dado por la razón.

¿Por qué la religión Católico-Cristiana, levanta la caridad como baluarte? Pertenece a sus secretos inconfesables, los que rechaza la razón libre y no los admite la historia. Pero pertenece a la concepción religiosa de la ociosidad.

PÁRRAFO 5º
LA BENEFICENCIA ES LEY

En las leyes de Manú, escritas por Shet, hace 57 siglos, está legislada la beneficencia, como no lo harían hoy los modernos legisladores; en cuyas leyes, no escapa la menor regla a todo lo que el nombre necesita. Establece con rigor la ayuda al hermano por deber fraternal, sin querer saber si es de éste, o del otro pueblo; de una u otra creencia o religión: “Es hombre y basta para admitirlo en tu casa como miembro de tu familia y le darás al salir, si él por cortedad no tomara, alimentos y medios para una etapa de su peregrinación.”

Los Budistas y todo hindú, lo han practicado por deber hasta que la dominación Inglesa ha perdido tan humanas costumbres con sus leyes opresoras; pero aún así, encontraréis el hábito arraigado.

Israel, manda dejar parte de la cosecha en la tierra, para que sea recogida por el que no haya cosechado por cualquier causa y aún añade que, "no se lo niegue al extranjero".

El amor propio popular que no quiere denigrarse en la caridad, si los gobiernos no proveen (como lo hacen) a las necesidades de la colectividad, forman sus sociedades de asistencia mutua, con lo que no tienen sus miembros que rebajarse.

Todo esto dice que, la beneficencia es un derivado compensativo del amor, porque la justicia entiende que las aptitudes y los destinos de cada hombre son diferentes y uno puede necesidad más que otro y hace la beneficencia un depósito común que siendo de todos no es de nadie mas que cuando la necesidad lo ordena.

Mas he aquí que en estas sociedades se han metido a su mangoneo los señores de la caridad, y la beneficencia es también explotada caritativamente y esto hay que limpiarlo por dignidad.

Los ejemplos vergonzosos ocurridos en esos establecimientos son por millones. El médico se cree el señor y obra como dueño y no como servidor que es del enfermo. La monja, en su odio religioso exige el rezo y la confesión y . . . ¡ ay del valiente que proteste! El desprecio, el abandono, la falta de alimento y remedios y hasta la ausencia del médico, será el pago de la monjita, mujer de caridad, de corazón duro y corrompido como su religión. La caridad no quiere hombres; la caridad necesita borregos, inconscientes; es duro este juicio, pero es filosófico y es justo.

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