CAPITULO III
Las acciones humanas

PÁRRAFO 1º
ACCIONES FÍSICAS

Las acciones del hombre, instintivas o habituales, espontáneas o reflexivas, son los elementos constitutivos de la conducta: éste debe seguir las inducciones del sentido moral y es forzoso examinar los casos en que los actos humanos favorecen en la tendencia racional de la conducta y en qué casos pueden contrariarla. Veamos, pues, su mecanismo.

Un acto puede ser considerado desde cuatro puntos de vista principales:

1º- Como fenómeno de orden Físico y constituido por movimientos perceptibles.

2º- Como fenómeno Biológico o producto del ejercicio funcional del organismo.

3º- Como fenómeno Psicológico, en cuanto a los estados de conciencia, antecedentes y concomitantes.

4º- Y como fenómenos Sociológicos, por lo que toca a los efectos y consecuencias que se le reflejan en la vida social. Estudiémoslos.

1º- Considerados como fenómenos físicos, los actos humanos, ofrecen una peculiaridad minuciosamente descripta ya por Spencer y autorizada en los libros de esta escuela ya precitados, y hechos ley en nuestro “Código de Amor Universal." Probablemente, hay mayor coherencia en la conducta del hombre virtuoso, que en la del vicioso.

¿Es que la ley dominante da a uno más medios que al otro? En ninguna manera. Lo que hay es que el vicioso no cumple la ley y ésta exige su cumplimiento y se va imponiendo cada vez más fuerte porque ella no puede ser vencida y el vicioso se agobia a sí mismo y comete a despecho todas las inmoralidades. En cambio, el que oye la ley obra el dictado del sentirlo moral y obra en razón bus­cando siempre la armonía y la coherencia.

Pero hay un grado más alto al que pertenecen los misioneros todos: y ese grado es que, ellos no están en la ley, sino que la ley está en ellos, que no es lo mismo.

Es que el hombre de buena inclinación procura ser consecuente con su sentido moral, mientras que el disoluto obedece únicamente al impulso homogéneo de su inmoralidad ,y chocando con los obstáculos, vence sin ley, o es vencido: produciendo así una serie de actos incoherentes difíciles de prever.

2º- Considerados como fenómenos biológicos, los actos humanos, pueden producir obsesiones orgánicas o disminución de la vida. Para la moral pesimista, tal efecto carece de importancia, pero como la vida completa es condición de la moralidad, cuyo instrumento es el cuerpo, resulta que sólo en los casos excepcionales de que hablaremos en la moral práctica, no puede reputarse buena una conducta tendiente a la destrucción del organismo. Y como lo general es que los vicios disminuyan la vida, aunque sean fruto de anomalías fisiológicas, y aunque sea por los placeres no tomados con justa medida, son punibles ante toda ley divina, natural y humana.

3º- Considerados como fenómenos Psicológicos, los actos humanos, conforme al sentido moral, son más perfectos cuanto más complejos son los impulsos determinantes, o los motivos que han concurrido a la deliberación volitiva.

Ocurren en este caso los hechos más tremendos de la historia y de las evoluciones como los siguientes:

a) El caso de Shet considerado en su verdadero valor de regeneración y unificación de toda la familia terrestre en una raza, la adámica, bajo un solo Dios, El Creador, Padre universal.

b) Los casos de Jacob, fundando un pueblo de su sola familia y el de Moisés, libertando a ese mismo pueblo y entregándole por ley moral-político-social el Decálogo.

c) Los casos en su contra de la creación del Dios Cristo y el nacimiento de la Iglesia Católica.

d) El descubrimiento de América, desmintiendo el dogma religioso de la pequeñez del universo y de un Dios vengativo y sanguinario y por fin:

e) Esta guerra mundial, que trae como resultarlo la revolución Psíquica de todos los espíritus, sacudiendo todos los yugos para establecer la comuna de Amor, corno fruto necesario del despertar de las conciencias.

En el grado inferior de la cultura o desarrollo intelectual bajo las religiones el hombre se resuelve en virtud de la satisfacción inmediata de sus deseos y apenas si lo contiene un peligro demasiado próximo y tenemos millones de ejemplos de titulados mártires. . . que a poco que ahondamos filosóficamente, comprobamos que son suicidas por el fanatismo religioso que es ciego.

En su grado más elevado, el hombre se representa mentalmente las consecuencias dolorosas del acto imaginado y llega a desdeñar los placeres inmediatos, porque sabe preferir lo útil o lo agradable.

Y por fin, en los tramos superiores de la inteligencia y la cultura verdadera, los motivos ideales y las consecuencia previstas se presentan en número y complejidad mayores, a punto de desdeñarse el placer próximo, no solamente en vista de un dolor futuro y superior, sino también ante la perspectiva remota de un placer más conforme a la naturaleza social del hombre.

Para evitar (o al menos obviar) la relación de tendencias contrarias a la moralidad, se han establecido castigos e indicado males futuros, tendientes a que el hombre se abstenga de obrar el mal, o por temor a los demás hombres o por temor a las autoridades, o por temor a la opinión, o por temor religioso. ¿Han conseguido todos esos temores ni aun con la pena de muerte, que los hombres tengan la moral práctica del bien? Ya hemos sentado donde corresponde que nadie corrige ni redime a nadie, sino la hartura y saciamiento en justicia, y el terror no tiene la virtud de evitar la comisión de un acto al cual se está inclinado, que a lo más hará retenerlo un momento más, pero lo cometerá y acaso premeditado, en cuanto tenga ocasión.

La causa de esto es que, los que se han metido a comerciantes de la moral, las religiones y los gobiernos feudos de ellas, no tienen más que la moral de su supremacía y para ellos no hacen las leyes necesitándolas más que aquellos para quienes las hacen: y es porque las temen, desde que perciben quieran que no, que obran en desacuerdo del derecho natural y común, que es el grado superlativo de la inmoralidad.

El ejemplo hermanos, el ejemplo es buen maestro; el recto criterio no depende en detenerse ante una perspectiva de castigos ni dolores inmediatos o futuros, sino por el goce anticipado del cumplimiento de su deber, o lo que es lo mismo por el simple placer de obrar el bien.

4º-Considerados como fenómenos sociológicos los actos humanos deben ser cooperativos; es decir, que nuestra conducta debe constituir una actividad concurrente al bienestar social. Este exige al principio grandes sacrificios individuales, pero a medida que progresa el organismo social, éste retorna a los individuos, en forma de beneficios los esfuerzos Psíquicos que aquellos le han consagrado.

En este punto es donde reside la causa de la libertad de los pueblos de que tantos ejemplos nos da la constitución de Naciones, que es estable por un período; hasta que se hartan los cooperantes y se ven estrechos dentro de las rayas de sus fronteras o se hastían de su régimen y lo voltean como en el caso presente en tantas naciones; pero ofreciendo el caso insólito en la oprimida Rusia, que pasa de un golpe, arrollándolo todo, del Zarismo más Autocrático y verdugo, al régimen comunista pero también de terror y de equívocos, como fruto de una desesperada y secular lucha de odios, nacidos en la opresión, en el terror y la más crasa ignorancia impuesta por la religión y el estado, cuyo jefe era el Zar.

Poco antes dio un gran ejemplo ¡¡ la retrógrada China!! destruyendo el trono e implantando la república, lo que es indudable que dio valor a los oprimidos Rusos, que en estos momentos se dan las manos los dos más grandes territorios de la tierra y... El comunismo se extiende con pasos de Gigante acelerado como a paso de Electricidad, a toda la tierra.

Los titánicos esfuerzos del hombre para libertarse, no pueden menos de serle recompensados: y La Comuna una vez que reciba el "Código de Amor Universal", '"todo el mundo comunizado" le será su recompensa.

El fenómeno social presente es universal y está en él, todo el proletariado que es 4/5 partes de la humanidad. ¿Por qué se opone esa parte parásita, a quien la historia y la filosofía, le carga torda la culpa de la falta de sentido moral y con ello, de todos los males que sufrió la humanidad? Su resistencia, su oposición, sus engaños, tienen que resistirlos los que siempre fueron vilipendiados y sin derechos y como los asesinaron, asesinan, matan e incendian. ¿Son culpables? Firmemente, no: pero son responsables porque deben anteponer el “El Perdón al enemigo” al “Ojo por ojo y diente por diente” del profeta, que la religión enseñó como moral, siendo así que el profeta lo dijo, vaticinando que la opresión, traería esa consecuencia.

Terminemos: El carácter cooperativo de las acciones humanas, significa también la ayuda mutua entre los gru­pos sociales cooperados y esta ayuda mutua debe enten­derse mientras sólo son colectividades la beneficencia, la buena fe y la justicia; que cuando ya es comunal entonces esa ayuda es absoluta, fraternal, pagando amor con amor que es la perfección de la moral, que dejará de tener virtudes, para convertirse en virtud moral.

PÁRRAFO 2º
LOS SENTIMIENTOS MORALES

El sentido moral, no es como algunos filósofos lo han definido, una aptitud simple e intelectual, innata y per­ceptiva, que nos enseña a distinguir lo bueno de lo malo. El sentido moral es el resultado de una revolución Psico­lógica y cuyos factores son intelectuales, emocionales y volitivos.

La conducta, está constituida por acciones, y son éstas las que llegan a señalar la tendencia de la moralidad. Esta podrá ser inherente a la naturaleza humana y concorde con su destino, pero su verdadero rumbo marcado en el sentido moral sólo puede ser conocido mediante la experiencia. El horizonte del marino, tiene el punto del derrotero confundido entre los millares horizontes de la circunfe­rencia que sirve de límite a la vista, pero la experiencia humana ha marcado el rumbo a la bitácora de la embar­cación.

De lo expuesto se deduce que debemos continuar el aná­lisis de las acciones humanas, cuyos caracteres físicos, biológicos, Psicológicos y sociológicos hemos examinado en el párrafo anterior, pero a condición de que seamos buenos analistas y no ocupemos más tiempo en el análisis que lo que duran los fenómenos, porque entonces nos pasa­rá como aquel mal músico enamorado, que queriendo dar una serenata a su amada, pasó toda la noche templando su violín, sorprendiéndole la salida del sol sin dar la serenata.

Un acto como este es el que han hecho hasta hoy los melindrosos analistas, que no se habían analizado a ellos y por esto no han analizado nada más que la forma de envolver la moral severa, con una moral figurada externa e hipócrita.

En las pasiones momentáneas hemos expuesto que todo acto humano, es el resultado de un proceso Psicológico, en el que intervienen impulsos, instintos, sentimientos y pasiones, más o menos subordinados al discernimiento, que en su lugar veremos lo que es éste y el papel que le está con­fiado.

Los instintos y las pasiones, revisten caracteres que impiden su concurso directo en la formación del sentido moral; el impulso instintivo de naturaleza inconsciente, no puede confundirse en el razonamiento intelectual, para regir la conducta humana. La pasión que por su energía y persistencia necesita a menudo ser reprimida, tampoco podría entrar como regulador del sentido moral.

Quedan los sentimientos entre los cuales debemos elegir por este orden: los más permanentes, los que por su f­ormación, más se asemejan al sentido moral, los que se explican únicamente en la vida social del individuo; para cuya elección nos valdremos de los conocimientos de la Psicología. Estos sentimientos son los que hemos enume­rado con el nombre de sociales subdivididos en ego-altruistas, altruistas y morales.

Si se recuerda que estas tres clases de sentimientos sociales, son formados por la evolución de los instintos, entrando siempre en ellos los egoístas, queda explicado el tránsito indicado por Spencer, de la moral egoísta, a la ego-altruista y de ésta a la altruista social.

De todo lo expuesto se colige que podemos llamar sentimientos morales simples y fundamentales estos seis.

1º-La vanidad, cuyos componentes son: el amor propio, en su forma positiva y exaltativa; la simpatía que contrapesa al interior haciéndole dejar un sobrante y el juego que gasta ese sobrante es ostentación y deseo del aplauso.

2º-El pudor, cuyos elementos componentes son el amor propio también, pero en su forma negativa o depresión, y la simpatía que lo refuerza, reflejando una reprobación imaginaria.

3º-La circunspección, llamada también prudencia y que puede ser o derivada del terror modificado por el amor propio, o por la reflexión o por alguno de los demás impulsos.

4º-La benevolencia. Forma positiva del altruismo y cuyos impulsos elementales son la simpatía con sus emociones tiernas e imitativas, que nos hacen aproximar a nuestros semejantes, iniciándonos en esa atracción desde el hogar, mediante los afectos filiales y fraternales, y el juego o tendencia al gasto de la actividad sobrante en ejercicio que, proporcionando goces elevados, cuando es beneficioso al prójimo, no tarda en convertirse en habitual.

La explicación precedente, que es la Psicológica, demuestra la razón de los filósofos utilitarios, que hacen de los sentimientos altruistas formas disimuladas del egoísmo. "Hay placer en hacer bien a los demás'' con prescindencia y sin cálculos de los provechos futuros en nuestro beneficio. Prueba de ello es la ignorancia en la ingratitud, compañera frecuente de la beneficencia.

5º-La compasión: Sentimiento gemelo de la benevolencia, sin otra modificación que la producida por el reflejo de asimilación de los sufrimientos ajenos. Schopenhauer reputa fundamental este sentido, sin atender a su verdadero origen Psicológico y tomando en cuenta únicamente el dolor que es un fenómeno positivo y tiene razón.

6º- La justicia, forma negativa del altruismo y cuya evolución ha recorrido varias etapas, como sigue:

a) Se ha manifestado primeramente (como hoy mismo entre algunos pueblos salvajes), el instinto ofensivo de la cólera, como una reacción contra el ataque brutal. La venganza es la consecuencia de la agresión.

b) Después, el instinto vengativo, es diferido, sometiéndose a la reflexión y dando paso a la fórmula del Talión: venganza análoga a la agresión; es decir, de efectos semejantes: "ojo por ojo y diente por diente", es una fórmula cruel, pero que limita a la equivalencia la venganza del damnificado. Hoy ya no es necesaria esa fórmula que se imponía en tiempos bárbaros, pero se suele reproducir en Norte América frecuentemente, ya que la autorizó la ley de Lynch.

c) La formación de núcleos sociales hizo atenuar tales prácticas, en obsequio a la comunidad, formándose los primeros tribunales, que sustituyeron la venganza por la composición que compensaba el agravio con una suma de dinero equivalente. Lo que no podría en ningún caso ser justo, porque la vida, la dignidad y la fama no tienen precio.

d) La cohesión creciente de las agrupaciones sociales, convirtió el arbitraje accidental y destituido de sensación, en un arbitraje permanente, garantido por la comunidad y ejercido por un jefe, por la aristocracia o por las asambleas del pueblo. Se conserva el principio de la proporcionalidad; pero la compensación es obligatoria y puede ser impuesta por la fuerza

e) Finalmente, el sentimiento de justicia, desarrollado históricamente, como lo dejamos expuesto comprobaba su carácter de tendencia inherente a la moralidad humana, salvando los límites de las frontera y haciéndose universal. Esta es la única cosa que hasta hoy es ley universal verdaderamente plebiscitaria; de aquí su fuerza.

En los anales del foro Romano, hay una estupefacción demostrada por los tribunos, cuando ha llegado a aquellos tribunales un proceso por parricidio, cosa no legislada porque "no cabía en la cabeza de los legisladores tamaño delito" pero después se observa que en las persecuciones Romanas, hubo muchos hijos que denunciaron a sus padres y no hubo un solo padre que denunciara un hijo.

En el vergonzoso siglo de las hogueras de la inquisición en España, hay algunas acusaciones de padres e hijos y de esposos a esposas, pero hay muchísimas de hijos a padres y de hermanos a hermanos; mas no podemos juzgar a los acusadores como culpables, aunque sí como responsables que admite la atenuante de una influencia extraña, que ponía a todos los individuos bajo un estado Psicológico lamentable por el terror y el fanatismo religioso impuesto a costa de millones de crímenes.

En muchos otros países y en tierras aun salvajes, se aplica la pena del Talión matando al matador y robando al ladrón; lo que es injusto, por cuanto no es posible hacer las cosas repetidas o reconstruidas, como fueron ejecutadas por el delincuente.

Por fin, en la demasiado cantada Grecia, se despreciaba a los que ellos querían llamar bárbaros, no reconociéndoles el derecho de justicia. Y Roma consideraba a los extranjeros como sus enemigos.

Hemos asentado estos casos universales, para que ejercitéis la inteligencia y hagáis juicios sobre la historia de la justicia que aun no ha sido juzgada porque hasta ahora el pueblo no ha ejercido y menos posesionándose de su usurpada soberanía; es verdad que tampoco ha tenido la cantidad de moral necesaria, pero no es menos verdad que sólo vio en sus educadores y legisladores ejemplos de inmoralidad, tanta que la baja moral del pueblo, es muy superior a la de sus mandatarios y educadores y se prueba con sólo dos hechos grandes: 1º, que el pueblo tiene seis hijos por uno los plutócratas; 2º, que en las revoluciones, el pueblo respeta más que lo que él fue respetado, aun con su baja moral.

PÁRRAFO 3º
LA RESPONSABILIDAD MORAL INDIVIDUAL

Del elemento impulsivo pasemos al elemento reflexivo de los actos humanos.

Cuando hemos estudiado la voluntad, hemos dicho que las acciones de las cuales el hombre puede ser considerado como causa son aquellas en que han coexistido los factores discernimiento y libertad. Y como hemos visto en el párrafo anterior que el pueblo, el llamado tan despreciativamente bajo pueblo, no ha tenido educadores ni ejemplos de moral, ni se ha educado, no ha tenido discernimiento ni libertad; lo que, filosóficamente juzgado, exime al pueblo de responsabilidad moral: luego no es causa de la sublevación, ni culpable de los hechos forzosos que le impone su agonía secular.

Vamos a probar la irresponsabilidad del pueblo.

1º - Discernimiento. Es la plenitud y normalidad del ejercicio de las facultades intelectuales, conocidas bajo los hombres de percepción, concepción, reflexión, imaginación y razón; las que aun cuando se pueda poseer innatas, si no se las cultiva con la educación, permanecen adormecidas por falta de ejecución. Como el pueblo no entró en la universidad ni pudo cultivar esos elementos que crean la responsabilidad, el pueblo no es responsable.

2º - Libertad. Es la plenitud y normalidad del poder de resolverse en virtud de una deliberación y de obrar en el sentido de una determinación nacida de los elementos del número anterior. Y como el pueblo no adquirió aquellos discernimientos, no tiene tampoco Libertad. Luego el pueblo no educado en la moral, no es responsable de la falta de moral.

Ahora bien: cuando una acción ha coexistido con el discernimiento y la libertad del agente, se le atribuye a éste exclusivamente; en esta inducción consiste la llamada imputabilidad. Y este concepto es relativo de otro. Si el acto imputado es repugnante al sentido moral, se juzga que el agente ha obrado mal; pero si el acto está de acuerdo con el sentido moral, se juzga que el agente ha obrado bien; he aquí la calificación del mérito o desmerecimiento de las acciones humanas.

Por otra parte, el rumbo indicado por el sentido moral y que debe seguir la conducta humana, tiene que ser una relación constante entre aquélla y nuestra finalidad; es por consiguiente un principio y como éste rige los actos del hombre, adquiere el carácter de ley.

Existe, pues, una ley moral que se impone por sí misma como motivo suficiente, "como imperativo categórico", según la feliz expresión de Kant. Y esta ley es compleja, como quiera que puede descomponerse en reglas de conducta, cada una de las cuales recibe el grave nombre de Deber.

El ejercicio habitual de los deberes relativos a determinado género de acciones, constituye una virtud; la infracción frecuente de dichos deberes, caracterizando al sentido moral, constituye un vicio.

No es posible; pero es muy difícil sintetizar todos los deberes de orden individual y social en una o más leyes abstractas. Los imperativos de Kant, se refieren únicamente a la moral social. Mas sus conceptos abarcan los principios del derecho Romano.

Vida honesta: regla de la conducta individual.

Quiere para todos lo que para ti: virtud social de la Justicia.

Eleva a los humildes: virtud social de la benevolencia. Y éste del decálogo, que los completa:

Ama al prójimo como a ti mismo: virtud social de la piedad.

Pero nosotros ponemos estos otros dos, que encierran todos los principios:

Conócete a ti mismo: resumen de la sabiduría.

Ama a tu hermano: resumen del amor universal, al que no es posible llegar sin conocerse a sí mismo, en sus tres entidades de cuerpo, alma y espíritu, lo que explica sólo la doctrina espírita o del espiritismo luz y verdad, que todo lo abarca.

PÁRRAFO 4º
LA RESPONSABILIDAD DE LA INMORALIDAD

Si la moralidad es una ley de necesidad, la moral existe: Y si la moralidad no se practica, la inmoralidad ha sido enseñada por alguien, y ese alguien es el responsable.

Ahora bien: Estudiemos; primero, cuando el hombre viola los deberes morales, experimenta una emoción proporcional al desarrollo de su sentido moral: es el remordimiento. Además, la mala conducta en el orden individual puede perjudicar física, biológica o Psicológicamente.

Pero tales sanciones o garantías del cumplimiento de la ley moral no bastan para la sociedad que ha establecido castigos o sufrimientos futuros y capaces de obrar como motivos poderosos en la deliberación individual, para estorbar las determinaciones contrarias al sentido moral.

Así, pues cuando a un hombre le es imputado un acto calificado de contrario a la conducta que debe observarse en el seno de la sociedad, el actor es pasible de pena; y en esta consecuencia social de la falta, consiste la llamada responsabilidad; la que supone, como se ve, la coexistencia del acto malo, con el discernimiento y la libertad del agente. Pero hay aquí un punto que los deterministas han eludido, y es la culpabilidad de la inmoralidad.

Donde nosotros decimos actor ellos han dicho autor y es la más grande inmoralidad filosófica y causa de todas las injusticias.

Es obvio, casi innecesario, sentar la definición diferencial entre actor y autor; pero en la balanza filosófica, nada hay innecesario ni pueril, y así actor es aquel que representa parodiando la obra enseñada del autor, por prédicas, libros, órdenes o escenas vivas o simbólicas, el cual, ante todo argumento, es el culpable de lo que el actor haga, diga o represente de la obra del autor.

Pues bien: aquí tratamos de la moral y de la inmoralidad. La moral existe como ley imperativa, perdurable en cada individuo e innata. Si el ambiente ahoga, o si la educación tuerce ese sentido moral la culpa será de aquel o aquellos, que son causa del ambiente que ahoga y de la educación que tuerce la moral innata de los individuos. Esto es riguroso por la vida presente y existencias anteriores, que no quisieron ver porque les asustó a los deterministas.

Ahora concluyamos: en prédicas, libros (con permiso de la autoridad y curia eclesiástica), bulas pastorales, encíclicas papales, reglas y reglamentos monásticos, artículos de fe, catecismos y dogmas y órdenes, de una y todas las religiones, se lee y se oye poco más o menos igual: "Nosotros fuimos encargados por Dios, de la moral de las almas y su salvación".

Entonces, ¿es moral el celibato religioso, opuesto al “Creced y multiplicaos”, causa de la perpetuación de la especie humana?

¿Es moral la enclaustración por voluntad, por engaño o por fuerza, donde se exige renegar de la familia y declarar al mundo enemigo del alma, lo que a todas luces es una declaración de odio y de guerra?

¿Es moral la existencia de tantas jerarquías dignatarias en su seno, cuando la ley máxima hizo nacer a todos del mismo modo y mueren igualmente? ¿Es moral el confesionario, donde se entran en la conciencia de sus engañados, en la cual el Creador sólo una vez en toda la eternidad penetra en cada uno de sus hijos?

¿Es moral que cada religión diga: “Sólo en mí hay salvación”, lo que equivale a la condenación de todos los otros individuos, lo que es autorizar toda acción inmoral y criminal contra aquellos que no comulgan en su error?

¿Es moral que hagan escándalos y se maten unos a otros, por prebendas, mujeres y dinero, siendo así que ellos sólo debieron ser, según su confesión, directores de las almas?

¿Fueron actos de moral, el asesinato cometido por el primer emperador católico-cristiano Constantino, la destrucción del pueblo de Israel, las ocho guerras cruzadas, el insólito atropello y traición a Enrique IV de Alemania y su guerra religiosa de 30 años, ocho guerras religiosas sólo en Francia y la inquisición de España, para premiarla por descubrir un mundo nuevo al progreso?

¿Son actos de moral los contenidos en los grandes volúmenes de sentencias contra delitos de sacerdotes?

¿Son actos de moral los incendios de bibliotecas, los autos de fe de millones de libros del librepensamiento, las terribles excomuniones y las prácticas insultantes de cultos e imposiciones provocativas hasta en política?

La fría filosofía dice que Todo eso es inmoral y la causa, de toda inmoralidad. Luego es la religión de todos los matices, la culpable de la inmoralidad. Pero no excluye de responsabilidad al actor de la inmoralidad; porque aun en los tiempos del más grande terror religioso, hubo misioneros moralistas a quienes imitar.

La culpabilidad no tiene atenuante: he ahí la diferencia. La culpabilidad es, pues, de la religión; la responsabilidad de los actores, ciegos, religiosos.

Es duro este juicio, pero es verdad filosófica que sólo podrá destruirla otra verdad mayor. ¿Existe? Propónganla los que la conozcan y esta nuestra Escuela será con ellos. (1)

Terminemos: los deterministas, sosteniendo que la libertad no existe porque el hombre obedece siempre a los motivos, consideran injustificada la responsabilidad. (2)

Pero además de la intervención de las facultades intelectuales en el proceso volitivo, caracterizando el libre albedrío, este se revela elocuentemente en el llamado arrepentimiento. Si el hombre se lamenta de no haber obrado moralmente, es que tiene la conciencia de que habría podido obrar de otra manera si lo hubiese querido.

Lo que confirma lo sostenido por nosotros de que “La moral existe innata en cada individuo, pero que la educación y el ambiente la agobia, la tuerce o la conduce bien”.

En todas las religiones, en todos los códigos y en todas las lenguas, se encuentran palabras representativas del mérito y desmerecimiento, del bien y del mal, de la virtud y del vicio y de la recompensa y el castigo. Sí: palabras, palabras y palabras; pero, ¿obras? ¿Ejemplos? ¿Acaso la caridad? A esta. . . virtud no la hemos puesto en el catálogo de preguntas, porque aquéllas pueden reputarse faltas leves y la caridad . . . en su capítulo, veremos lo qué es.

(1) Lea sobre todo eso, nuestro “Primer rayo de Luz”, que acaba de ser excomulgado, por que Él contiene la VERDAD.

(2) Si, es injusta la “responsabilidad”, es decir, el castigo del responsable, cuando conjuntamente no es “culpable”: y más injusto, cuando es el culpable el que impone el castigo.

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