CAPÍTULO V
La imaginación

PÁRRAFO 1º
IMAGINACIÓN CONSTITUTIVA (ARTÍSTICA)

En el capítulo correspondiente a las concepciones hemos expuesto como opera la facultad de reproducir fielmente las imágenes retenidas por la memoria y sugeridas o inducidas por la asociación de otras imágenes relativas.

Debemos ahora ocuparnos de la imaginación constitutiva que hemos de entender artística o formación de imágenes independientes, nacidas de las percepciones, las que combinamos de los elementos analíticos retenidos en nuestra mente, que llamamos Artística porque tendemos a hacer una selección de los elementos analíticos para formar la imagen científica, ordenada y sujeta a una ley creada por nuestra razón experimental, con lo que elevamos la imagen constitutiva o artística al valor de inventiva, haciendo servir los elementos afines a nuestras necesidades del ascendente progreso impuesto sin extensión por aquel principio absoluto que a la vez nos domina sin imponernos tiranía, porque sólo nos incita, nos induce a mejor vida racional; cuyo principio absoluto para todo el universo es el Creador; y para cada individualidad es nuestro propio yo. Ser pensante que, económica, científicamente y completa inteligencia, es Espíritu.

La imagen constructiva produce representaciones vivas de cosas, jamás percibidas (han explicado hasta hoy los filósofos materialistas), pero dicen que esas representaciones vivas que produce la imaginación concuerdan con los estados sensibles del sujeto: los ensueños extraordinarios del hombre dormido; las inspiraciones del poeta, del pintor, del escultor y del músico; y las creaciones metales del individuo dominado por la pasión o agitado por una emoción son frutos de la imaginación constructiva.

Nosotros, repetimos que la imaginación no puede producir nada a lo absoluto que ya no tenga de antes imagen representativa, y que nadie hay que no reciba inspiraciones de su espíritu y de otros espíritus, porque todo es común en el universo.

La doctrina espírita nos enseña por la solidaridad que todo existe ya, antes que la imaginación lo construya y lo eleve a una combinación invertida, y sino la imaginación nada representaría en sus sueños ni en vigilia; y quien piense que es de su exclusiva constitución, es uno de los que llamamos orgulloso, cuando no sea un pedante egoísta.

Lo que hay es que en los estados anormales (por cualquier causa que sean) el espíritu está más emancipado de su materia y se manifiesta como es él; apasionado, vengativo, poeta, músico, ingeniero, cuerdo o desaliñado, pero siempre facultativo.

No es, pues, sólo obra de la imaginación esos estados, sino fruto de la Biología físico-psíquica del espíritu, que aprovecha esos estados para salirse de su materia y representarle esas imágenes, de las que, con la semiconciencia que impone en su materia, hará la obra que necesita para el progreso y es ayudado siempre por otros espíritus, como él ayuda a otros en análogos casos, por la solidaridad que existe entre todos los espíritus, impuesta por la ley de la Creación.

Expuestas estas verdades, debemos decir que las imágenes, debidas a la combinación de la mente, poseen las mismas calidades de forma, color tamaño, posición, movimiento y sonido que

las reproducidas mediante la concepción.

Pero son frecuentemente más intensas, por lo mismo que son más vivas, ya que las ve en su realidad. Es verdad que muchas veces no las comprendemos por los prejuicios que nos dominan o por ignorancia de muchos puntos de las leyes que nos rigen en la naturaleza, causa por la cual se han creado los vocablos sin sentido de "Alucinación" y aún "Locura".

Aún resuenan las carcajadas imbéciles de los Pseudo Sabios ante la Sátira de las exposiciones locas, imposibles, incongruentes de Julio Verne; pero hoy son apagados esos ecos de los orgullosos pedantes con el ruido de las hélices de las aeronaves, con el resoplido de los automóviles y con la risa de las aguas en la estela de los submarinos.

Como lo que falta para completar este párrafo de la imaginación constructiva se enlaza en un todo con la inventiva, vamos a señalarlo en el párrafo siguiente.

PÁRRAFO 2º
IMAGINACIÓN INVENTIVA O CIENTÍFICA

La imaginación inventiva es el producto de la artística o constructiva llevada a la ciencia y elevada a la ley.

De la imaginación inventiva, su esencial producto está constituido por nuevas relaciones comparativas e inductivas que aparecen representadas por imágenes análogas a las de la imaginación constructiva.

Así, pues, las representaciones objetivas de la imaginación inventiva son accesorios de una reflexión verificada espontáneamente y que nos hace descubrir relaciones desconocidas entre los elementos que nos pone de manifiesto nuestra imaginación; o inducciones, principios o leyes nuevas que encuadran en la ciencia, aunque provengan de una imaginación exaltada. Lo que prueba a todas luces que la locura y la ilusión ni la alucinación no son más que vocablos de los enemigos de la verdad.

Tal es la facultad de los inventores y de los descubridores, que no hacen otra cosa que coordinar las imágenes concretas, percibidas, ideadas y reflejadas en la imaginación, y no dirá ningún hombre inventor que ha creado nada él; si no que ha combinado los elementos que en su imaginación constructiva se presentaron. Yo lo digo con plena conciencia, por lo que me toca de inventor industrial; y no otra cosa dirán todos los verdaderos descubridores que han tenido razón para combinar elementos. Pero hay más usurpadores que inventores y ellos son los responsables de mil errores científicos y filosóficos y los acusamos al criterio de la razón filosófica.

La reflexión de las ideas es un poderoso auxiliar de la imaginación tanto constructiva como inventiva y sirve para restablecer con elementos hipotéticos la continuidad de una clasificación de una serie de inducciones, como ocurre en la llamada experimentación, que consiste en la producción artificial de un fenómeno indispensable para terminar las relaciones de la reflexión percibida.

Empero, hay que hacer constar que la imaginación es aún más propensa que la percepción a forjar estados de conciencia (que según los errores establecidos que hemos denunciado), serían anómalos, fantásticos o morbosos; pero que, a lo más pueden ser sugeridos e impuestos por seres espirituales, desfigurados o mixtificados, en odio al individuo o a una causa: secretos que han aprovechado las religiones, en todos los tiempos para hacer patrañas de terror en los hombres, con fines de predominio y maldad, que hoy no pueden hacer, porque el espiritismo todo lo comprende, analiza y aclara en razón, justicia y verdad.

De esos estados de mixtificación impuestos a la ignorancia se han creado fantasías que se han llevado a la Teología Dogmática, sentando errores que perduran en los que estudian por esos errores; causa por la cual los hombres de las ciencias han tenido gran retraso en poder aclarar las contras, que la razón encontró que se oponían a la ley que la experimentación descubría, teniendo que mantener las hipótesis por largos períodos, a pesar de que la razón matemática confirmaba lo contrario al dogma, siendo necesario que se impusiera brutalmente el invento al mandato del dogma.

Ahora bien: las imágenes procedentes de la percepción dan lugar primero a las asociaciones incoherentes de imágenes de seres vivos y muertos o de sus elementos analíticos, presentándose en seres monstruosos que creemos imposibles; y segundo a obsesiones, por persistencia e insistencia de una imagen percibida, que determina ideas inherentes y una lucha terrible interna que convulsiona a las facultades del individuo, lo que llamamos delirio, como en algunos casos de sentirse perseguidos; pero es sólo una perversión de nuestra conciencia, a causa de la perversidad de nuestros sujetores enemigos.

De esta lucha terrible la imaginación puede dar lugar no solamente a los fenómenos premencionados, sino que puede excitar los centros cerebrales, hasta sugerir e inducir imágenes que obedecen a ciertas anomalías como las siguientes:

1ª Una producción vertiginosa de imágenes capaces de convertir una verdad en ilusión o alucinación, por la alta temperatura que la lucha eleva en nuestra mente, por un centuplicado trabajo y nos causa el retardo o la imposibilidad de encontrar la verdad presentida sin alcanzar a concebirla, llegando a creerla una ilusión.

2ª Producción lenta de imágenes, que nos mantiene por largo tiempo bajo un tremendo estupor que nos aniquila, y

3ª Formación rara de las imágenes invertidas y pervertidas comparadas con las percepciones reales que concebimos y que, sin embargo, en el hecho realizamos de modo contrario a la tendencia que tuvimos como determinación; por ejemplo, pensamos en una imagen pura y corta y de pronto, en vez de hacerle una loa a la virtud y belleza, sin darnos cuenta la dibujamos voluptuosa, provocativa e impúdica y le cantamos a la lujuria, al monstruo en vez de a la pureza, virtud y belleza, como les ocurrió más de una vez a Espronceda y Quevedo, siendo ambos geniales, sabios y moralistas.

De todo esto se desprende la imperiosa necesidad de limpiar de errores los elementos de la imaginación, porque si ésta es el complemento de la percepción constructiva e inventiva, dentro de las operaciones regulares de la razón y la verdad reflexiva, también es el factor más poderoso de los trastornos mentales, si se quiebran los principios morales y reales por las causas denunciadas, que hieren grandemente lo resortes mnemotécnicos y asociacionistas, quedando nuestra mente abandonada a esos casos patológicos por el máximo desgaste; con cuya causa una imaginación inventiva queda muchas veces para el concepcionista como una fantasía que acaba de enervarlo y es hombre perdido por entonces.

Las causas de este deceso son las denunciadas; y no es culpable, pero sí es responsable el individuo decepcionado, porque debió tener discernimiento del engaño, de la mixtificación y de la perversión.

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