CAPITULO VI
Sentidos externos

Sin estos sentidos no podríamos comprender el mundo exterior: más aún; no podríamos apreciar la vida y viviendo, no viviríamos; porque, lo que no se goza o se sufre, no se vive. ¿Y podría el espíritu descuidar ningún punto necesario a la comprensión de la vida corporalmente, por la que ha de elevar a la belleza un mundo agreste y convertir en armonía, todo lo heterogéneo que el mundo tiene?, porque no lo descuidó tenemos los sentidos; y por ellos, recibimos las sensaciones de lo heterogéneo del exterior y las conducciones al interior, en donde se transforman en ideas, que luego devuelve al exterior, hechas obras de belleza.

El mayor y menor grado de finura de los sentidos externos, depende de la mayor o menor perfección de los internos, los que estarán en correlación con los sistemas y masas de nuestro ser materia porque, todo a todo se complementa y nada estorba a nada, estando todo en la perfección. Si nuestro ser materia es imperfecto, el sentido a que corresponda esa parte imperfecta, será imperfecto.

Una sola es la ley armónica de la creación: por lo que, de nuestras imperfecciones materiales, nuestro espíritu es culpable; porque él solo ha de fabricarse los cuerpos para lo cual, la ley, no le niega nada: y será imperfecto un cuerpo, porque el espíritu es retrasado; aprendiz de creador de formas que llegará a ser maestro, y también, porque hayan traído en misión un defecto para servir de estudio, o para sufrir las consecuencias de ese defecto para una mayor depuración del propio espíritu, lo que es muy fácil de conocer por las virtudes del individuo.

Es por esto que, las ciencias, si no admiten en su estudio el espíritu, no pueden hacer una ley firme; por lo que veis que cada ley científica, tiene tantas excepciones como artículos.

Ahora bien; los sentidos externos, podemos definirlos como aptitudes funcionales y dimanentes del ejercicio de todo nuestro ser interno que opera en los centros, médula, cordones y órganos nerviosos que a la vez, reciben, transmiten y modifican las excitaciones de los estímulos externos y extraños al organismo. Dividamos el estudio.

PÁRRAFO 1º
EL GUSTO

A este sentido, lo excita todo lo que es soluble y lo que tiene sabor, cuyos sentidos residen en la lengua, siendo las señales del gusto a causa de las secreciones de sus glándulas, las que contribuyen a la solución de las substancias sápidas.

La lengua es un conoide musculoso, cubierto de una mucosa llena de papilas, unas llamadas cónicas o filiformes, están muy divididas en su vértice. Estas contienen corpúsculos llamados de Krause, son táctiles y se encuentran extendidas por toda la superficie de la lengua.

Las otras, principalmente gustatorias, contienen corpúsculos especiales en forma de aceituna.

Las papilas gustatoria forman: ya pezones pedunculados erizados de papilas secundarias y entonces las califican de fungiformes: ya mesetas rodeadas por un reborde circular de la mucosa; y entonces recibe el nombre de papilas caliciformes.

FIG. 6. - Papilas caliciformes: A, la papila; B, su cojinete; a, epitelio; c, corpúsculos gustatorios; b, nervios de las papilas.

Las papilas fungiformes ocupan los dos lados y la punta de la lengua, las caliciformes constituyen por su reunión en la base de este órgano una figura en V, cuya punta situada por la parte de atrás presenta a menudo una depresión cónica, que es el llamado agujero tuerto.

Los corpúsculos del gusto, contenidos en las papilas fungiformes y las caliciformes, están constituidos por dos órdenes de celdas: unas periféricas en forma de raja de melón; otras centrales en forma de bastoncillos: Estas son las celdas gustatorias que se prolongan por su parte inferior en una fibrilla nerviosa.

Los cuerpos sápidos depositados en la mucosa lingual, dan origen a cinco clases de sabores principales: azucarado, salados, ácidos, alcalinos y amargos.

Los sabores azucarados y los amargos, no producen nunca dolor, por concentrados que estén; pero no ocurre lo mismo con los otros.

Casi todos los fisiólogos están de acuerdo en que la base de la lengua, inervada por el gloso faríngeo, es la región gustatoria para los sabores amargos; mientras que la punta, inervada por el lingual, es impresionada más bien por los restantes sabores.

Pero hay substancias como el sulfato de soda que parece salado cuando se le gusta con la punta de la lengua y es amargo al tragarlo.

Por último el velo del paladar presenta cierta sensibilidad gustatoria que parece (según Wrisberg), se debe a un nervio que se le ha dado su nombre; pero lo que es indudable, que es, por la reflexión, desde que la boca es un laboratorio.

PÁRRAFO 2º
EL OLFATO

Este sentido es complemento del gusto: la boca es el laboratorio y la nariz la chimenea; la boca saborea los cuerpos por la masticación y la nariz por los gases, las esencias.

Es lo cierto que, el olfato, sirve al individuo como el sentido del gusto, para buscar y reconocer su alimento y darse cuenta de los gases que le son perjudiciales a la respiración; y también en muchos animales, para reconocer (husmeando) al enemigo y al amigo y nunca se equivocan; pero en el hombre (que llamamos salvaje), el olfato le sirve también como al perro; lo que es a causa de no herir sus mucosas con alterantes, como lo hace el llamado civilizado, y además que lo ha descuidado y perdido la sutileza por la falta de uso, ya que lo ha sustituido por el cuerpo de policía y militar.

Aquí se ofrece un punto nuevo que es hora de traerlo a la filosofía, porque aclara muchas cosas, aunque ya está al estudio de la ciencia magnética, en nuestro "Método supremo", "Lecciones de magnetismo".

Allí expuse que "el ambiente y atmósfera, es en su densidad y pureza, el resultado de los pensamientos, etc."

Aquí agrego que cuando traemos a una ciudad un perro campestre, pierde casi el sentido del olfato. Y el hombre salvaje (el indio, por ejemplo), pierde del todo también esa facultad; no siéndole posible al perro más que con grandes esfuerzos, seguir el rastro de su amo; pero al indio u hombre salvaje le es completamente imposible, seguir el rastro por el olfato en una ciudad.

Si volvemos a éstos a su ambiente, recobran su facultad olfatoria lo que nos pone en la deducción, de que, la aglomeración del hombre ofusca el sentido del olfato; y es la causa química de las diferentes esencias, hedores y miasmas que despiden cada hombre, diferente: lo que en el campo, (por ser raro el hombre y la atmósfera por eso más pura), percibe eficientemente el perro, el fluido de su amo con el que está en afinidad por la vida común, pero solitaria: Y en la idéntica proporción le sucede lo mismo al hombre salvaje y más por la necesidad de su defensa de un enemigo.

Tenemos algunos datos de experiencia de hace pocos años en las pampas Argentinas, que el doctor Estanislao S. Zeballos, ha historiado y en ellos se ve, a un indio, guía de una misión exploradora, que un día más tarde de haber pasado una caravana de gente blanca por un punto, el indio guía, aseguraba ser Cristianos malos (los tenía por enemigos suyos y de los suyos), los que por allí habían pasado, señalando la dirección que llevaban y hasta precisó la distancia a que se encontraban. Y en otras ocasiones, libraba a la misión de un encuentro con los indios, que, el indio guía, por el olfato descubría a largas distancias.

Es también la aglomeración de las ciudades por sus miasmas, hedores, fluidos emanados del cuerpo humano, con más el cúmulo de torvos pensamientos, el que enrarece mucho más la atmósfera, lo que es por ley química, causa de muchas epidemias y trastornos: de lo que, los cuerpos de higiene dan testimonio, con las continuas precauciones de saneamiento que imponen a la ciudad.

Ahora bien: la impresión llamada olor, es producida por la descomposición de los cuerpos que emanan partículas distintas o efluvios, no importando que el cuerpo sea orgánico o inorgánico, porque si bien es cierto que todos propenden a su progreso, es lo mismo verdad, que lo consiguen a fuerza de su renovación constante: lo que quiere decir, descomposición.

Esos efluvios, por su naturaleza en extremo sutil, hieden o embalsaman la atmósfera de la que, no nos es dado libramos de respirar.

El agua es lo mismo impregnada de esas partículas olorosas e impresionan también a los habitantes del líquido de vida.

El sentido del olfato radica en la nariz por cuyas ventanas penetran los efluvios de los gases volátiles.

Los huesos de la nariz, sirven de cubierta a la fosa nasal, dividida en dos cavidades por un tabique óseo y tapizada por laminillas o conchas que están recubiertas por la membrana mucosa o pituitaria.

Esta membrana, segrega un humor, que facilita la adherencia de los efluvios que llegan allí y humedecidos por el ambiente de las fosas nasales inferiores, en comunicación con las glándulas lacrimales y nasales que segregan el humor llamado moco.

Un par de nervios olfatorios Micro-granulosos y sin médula, penetra en la nariz, por los orificios del hueso etmoides, distribuyéndose en el hombre, en la concha nasal superior y en un parte de la concha media.

Esta ramificación continúa hasta que aparecen fibras separadas, que se intercalan entre las células epiteliales de la membrana pituitaria y forma allí, las células olfatorias, en cuya extremidad se halla el cuerpo olfatorio bacilar, que sobrepasa a las fibras epiteliales pituitarias.

Además del nervio olfatorio, penetra y se ramifica en la fosa nasal, una rama del trigémino que funciona aquí como sensitivo por su irritación, se produce el estornudo, para expulsar por ese medio los cuerpos extraños.

La cantidad mínima de un cuerpo oloroso, suficiente para producir en el hombre la impresión de un olor, varía según la clase de la substancia. Por ejemplo, se percibe el 1 cm. cúbico de aire 1/1600 miligramos de bromo, 1/500 de ácido sulfhídrico, 1/20.000 de esencia de rosa, 1/23.000.000 de clorofenol y 1/28.000.000.000 mg de mercaptan (sulfuro de etilo.)

Las impresiones olfatorias, son aun más relativas que las del gusto. Un olor agradable para ciertos individuos, es detestable y nauseabundo para los demás o viceversa. Esta anomalía ha de buscarse en la Psicología de cada individuo, y nos dará el grado o valor sensible del hombre que auscultamos. Cuanto más sensible es un ser, nos demuestra más pureza en sus costumbres: y su afinidad, la demostrará por aquella esencia que apetezca o repulse, esto es como regla general, filosófica y biológica, a la que impondremos la razón filosófica para asentar una ley y sus excepciones.

PÁRRAFO 3º
EL TACTO

El sentido del tacto, proporciona tres clases de impresiones :

a) Las geométricas que proceden de la forma, superficie o relieve de los cuerpos.

b) Las termométricas debidas a la temperatura del estímulo interior, y

c) Las dinamométricas, originadas por el peso, resistencia o presión de los objetos del medio ambiente.

Los órganos del tacto se encuentran en el integumento o la piel que forma la cubierta del organismo.

El tejido cutáneo, está constituido por cinco capas diferentes vistas en la figura 7.


FIG. 7. - Sección de la piel: a, epidermis; b, estrato mucoso; c, dermis; d, panículo adiposo; e, papilas del tacto; f, cuerpo graso; g, glándula sudorífera; h, canal sudorífero; i, sudorífero.

1ª Capa: la epidermis: epitelio córneo o pellejo incoloro, que está en contacto directo con el ambiente exterior.

2ª Capa: el extracto mucoso: o red Malphigi, adherido al anterior, conteniendo el pigmento colorante de la piel.

3ª Capa: el cuerpo capilar ubicado debajo del anterior y que encierra los órganos nerviosos terminales y generadores de las impresiones táctiles.

4ª Capa: la dermis cutis o capa principal, que contiene las glándulas de las secreciones sebáceas y las raíces y fibras musculares del vello o pelos.

5ª Capa: el panículo adiposo, accesorio del anterior y última capa de la piel, conteniendo las glándulas de las secreciones sudoríficas.

Como se ve, distínguense en la piel dos partes fundamentales; la epidermis y la dermis hallándose en la tercera capa de la primera los órganos del tacto.

Estos son en primer lugar las papilas o celdas cónicas en que rematan los cordones nerviosos destinados a transmitir las impresiones del tacto y presión; en segundo término los corpúsculos de Vater Pacini, constituidos por un núcleo central rodeado de capas concéntricas; y en tercer término, las puntas nerviosas que transmiten las impresiones termométricas.

A) Las impresiones geométricas son transmitidas por los nervios que, desde las papilas cónicas, concurren a los diversos centros cerebro espinales, según la zona afectada por el estímulo exterior.

Este puede ser un cuerpo sólido, líquido o gaseoso, y cuya presencia modifique el grado de compresión orgánica de la piel. Y el contacto es susceptible de terminar una corriente impresional, (según lo estudia Fechner) cuando la presión uniforme (suavidad) o desigual (aspereza) excede del mínimum comprobado para las impresiones mecánicas.

Un contacto, se siente, como resultado de una impresión cualitativa: suave, áspero, liso, irregular, agudo, cortante, frío, caliente, húmedo, seco, móvil, inmóvil.

Y bien: las impresiones simplemente táctiles o de contactos, son simultáneas o consecutivas.

Las primeras resultan: de contactos únicos en que intervienen varias papilas o del contacto de varios estímulos sobre diferentes regiones de la piel. Las impresiones táctiles consecutivas proceden de los movimientos de nuestros órganos sobre un cuerpo en contacto; o de éste con la zona afectada de nuestra piel.

Las dos clases de impresiones suministran las relativas a la tersura de la superficie de los cuerpos; pero la segunda clase (consecutivos), nos da por persistencia y asociación, los elementos constitutivos de la extensión o dimensiones de las superficies.

Los órganos especiales del sistema nervioso, destinados a las impresiones del tacto externo, se hallan más o menos separados entre sí o de los estímulos exteriores. De ahí que la inmutabilidad de una zona dérmica, depende del radio de acción de cada papila, según esté más o menos distante de sus vecinas; y del espesor de la epidermis que facilita o dificulta la comunicación entre los estímulos y las papilas. Por ejemplo: en la palma de la mano o cerca de las axilas es más sensible la piel al contacto de cualquier estímulo; pero en la yema de los dedos, es más fácil distinguir los puntos de contacto; pues encontrándose muy próximas las papilas, cada uno de aquellos caerá sobre distintas zonas táctiles y dará lugar a diferentes impresiones.

Esta última calidad del tacto externo, ha sido estudiada y medida por Weber, con el auxilio de un compás denominado tactómetro (palpar medida) con una punta fija y la otra móvil sobre una regla graduada y perpendicularmente unida a la primera. Si el individuo siente, con los ojos cerrados, las dos puntas del compás, como una sola impresión, es que habrán caído dentro de una zona papilar; mientras que si perciben dos impresiones, será que ambas puntas habrán caído en zonas distintas.

Weber, por este medio, llegó a determinar los diámetros de las zonas papilares y lo expresó en milímetros en la siguiente escala:

1 Punta de la lengua 1 mm
2 Labios 5 mm
3 Frente 23 mm
4 Dorso de la mano 31 mm
5 Pecho 44 mm
6 Espalda 56 mm
7 Nuca, pies y cadera 55 mm
8 Brazos y piernas 60 mm
9 Cintura, muslos y antebrazos 66 mm

B) Las impresiones termométricas son debidas a dos clases de puntos nerviosos; las de calor y las de frío localizadas en parajes distintos del cutis aunque muy próximos uno de otros, con la particularidad de ser insensibles los puntos intermediarios.

Como la piel tiene su temperatura propia, es claro que la de los cuerpos puestos en contacto con aquella, sólo puede transmitir una impresión relativa; así se explica que la temperatura del agua templada puede parecer fría para una mano recién sacada del agua caliente; y que al revés la impresión de calor, si la mano acaba de salir del hielo.

Bajo este resultado de experimentos de Weber está demostrado que, la diferencia mínima de temperatura susceptible de ser sentida, es de un sexto de grado Reaumur.

C) Las impresiones dinamométricas, se hallan íntimamente vinculadas a las táctiles que deben precederlas necesariamente; y la impresión táctil acompaña a la del esfuerzo que aplicamos sobre un cuerpo, o que éste nos hace desplegar para sostenerlo o contenerlo. Pero llega un momento en que, la impresión táctil desaparece por la intensidad o la duración del esfuerzo, subsistiendo una impresión muscular que participa de las generales del organismo, por sus caracteres doloríferos.

Aunque los corpúsculos de Vater Pacini sean los órganos nerviosos que reciben y transmiten las llamadas impresiones de la presión, está evidenciado que dependen del tejido muscular adherido al integumento. Dichas impresiones, además de variar con el espesor de la epidermis y la distancia entre las papilas, obedecen a la ley mecánica de las superficies que establece: "Para igual resistencia, el esfuerzo está en relación inversa con el número de puntos de aplicación entre los que se distribuyen". Por ejemplo: si queremos levantar un objeto cualquiera por un hilo, parece que nos requiere mayor esfuerzo que si lo levantamos dentro de una bolsa: Es que al levantar el objeto, con el hilo, tenemos que hacer mayor presión, y nos produce algunos grados de dolor.

Las impresiones mecánicas son de dos clases: de dureza, obtenida por la resistencia del estímulo a nuestra presión; y de peso, resultantes de la presión del estímulo sobre nuestros órganos, o del esfuerzo requerido para levantar un cuerpo.

Weber y Fechner, con sus observaciones y experimentos sobre estos puntos, pudieron sentar esta ley general: "Sea cual fuere la presión que se verifique sobre nuestra piel, su aumento o disminución, no serán sentidos sino cuando el peso añadido o quitado, esté en relación de un tercio con el peso primero.”

Wundt, aun cuando confirma esa ley, cree que la presión se siente añadiendo o quitando el 6 % del peso primero.

Esta diferencia de la mecánica y dinámica, para nuestra sensación, no quita valor a ley; lo que hace es demostrarnos la mayor o menor delicadeza, o pureza de la materia del individuo; que uno que siente la sensación del 6 % y menos, es porque su materia es más liviana, más sensibilizada por ende, que la de aquel que necesita el recargo o descargo de 1/3.

Además, las impresiones de peso, sólo son de acción táctil, interviniendo principalmente las impresiones musculares y las del sentido interno general o funcional.

Lo que decimos del peso, puede aplicarse a las impresiones eléctricas y de todas las cosas que nos afecten del exterior, por sensaciones musculares más las sentirá el de materia más pura, como le afectará mucho menos, las impresiones morales, por causa igualmente de su pureza material, ya que corresponderá que viva en aquel cuerpo, un espíritu más depurado y por lo tanto más sabio.

PÁRRAFO 4º
EL OÍDO

Este sentido nos sirve, para apreciar las vibraciones acústicas del universo (1) transmitidas por medio del aire, del agua y de los sólidos y también por la inspiración (2).

Las impresiones acústicas son análogas a las térmicas y eléctricas de la piel, en cuanto proceden de vibraciones estimulantes; mientras que las impresiones táctiles, mecánicas, gustativas y olfatorias, se originan por contactos de cuerpo sólidos, líquidos, gaseosos y espirituales; por vibraciones estas últimas.

Las vibraciones acústicas, no actúan directamente sobre los nervios auditivos (8º par), sino que han de sufrir necesariamente un proceso fisiológico a través de tres grupos de órganos, como se ve en la fig. 8.

Es preciso ordenar bien la descripción de este órgano, no el primeramente necesario, pero sí principal de nuestro desarrollo intelectual y social, para lo que vamos a correr por partes anatómicas.

1º El oído externo que comprende: la oreja o pabellón, que forma el receptor o pantalla de entrada en forma de concha, que recibe y concentra las vibraciones acústicas y está en conexión con el conducto auditivo externo que da camino a las vibraciones recogidas que han de convertirse en impresión acústica.

Es tan previsora la naturaleza que, este conducto, segrega una cera viscosa, destinada a recoger y retener las partículas polvorosas, que pudieran ser arrastradas por las vibraciones y herir la membrana timpánica, que perturbaría sus delicadísimas funciones.

Fig. 8 - APARATO AUDITIVO

2º El oído medio constituido por la caja timpánica que comienza en el tímpano o membrana que cierra el conducto auditivo externo.

Las vibraciones que por éste llegan del exterior, son reproducidas por la membrana timpánica y transmitidas al oído interno por medio de tres huesecillos ligados entre sí y al tímpano, que se denominan martillo, yunque y estribo.


FIG. 9. - CORTE DE UNA VUELTA DE CARACOL

Sv, escala vestibular; Dc, canal coclear; St, escala timpanal; Ls, lámina espiral ósea; Lls, limbo de la misma; b, membrana basilar en que se halla colocado el aparato de Corti, que está indicado por las líneas de puntos, cuya parte superior representa la membrana tectoria, y las inferiores los arcos de Corti; e, pa­red externa del canal cIocear; v, membrana vestibular o de Reiss­ner; *, prominencia espiral.

La caja timpánica, además de su comunicación con el oído interno por el costado opuesto al conducto externo, comunica por su parte inferior con el canal respiratorio, mediante un tubo llamado la Trompa de Eustaquio. Esta tiene por objeto conservar el equilibrio entre la presión interna del tímpano y la externa de la atmósfera y renovar el aire absorbido.

El oído interno, llamado laberinto que comienza en un vestíbulo adyacente a la caja timpánica de la que está separado por una ventana oval, cerrada por una membrana adherida a la plancha o base del estribo timpánico.

Del vestíbulo, parten cuatro conductos, distribuidos en los órganos. El superior, que está formado por tres canales semicirculares, dispuestos en distintas direcciones y rematan en unas ampollas en la desembocadura común del vestíbulo: y el inferior formado por el caracol de dos y media vueltas o sección ósea del laberinto y cuyo interior está ocupado por tres espirales que se muestran en la figura 9.

a) Escala timpanal, o espiral inferior que desemboca en la ventana ovalada, estando en comunicación con la caja timpánica.

b) Escala vestibular, o espiral superior; separada de la precedente por la lámina ósea del caracol y que desemboca en el vestíbulo, comunicándose directamente con el sáculo oblongo ligado a las ampollas de los canales semicirculares, y

c) El canal coclear, o espiral intermedia, separada de la escala vestibular por la membrana de Reissner, y de la timpanal por el limbo de la lámina ósea y por la membrana basilar.

El canal coclear desemboca en el sáculo redondo del vestíbulo.

Aclaremos ahora: todo lo que propiamente llamamos laberinto contiene una substancia líquida llamada "Endolinfa"; y por ella las vibraciones acústicas retransmitidas por los huesecillos timpanales, son propagados dentro de los sáculos del vestíbulo, de las ampollas, de los canales semicirculares y del canal coclear del caracol.

Los nervios acústicos del 8º par cerebral se ramifican precisamente dentro de los sáculos, de las ampollas y del caracol, que se distribuyen del modo siguiente:

a) Rama vestibular del nervio auditivo. Provee de fibras nerviosas al sáculo oblongo y a las tres ampollas membranosas. Dentro del sáculo y las ampollas rematan las fibras nerviosas en unas crestas acústicas coronadas de pelos auditivos, cuyos movimientos, determinados por vibraciones propagadas en el líquido del vestíbulo, hacen el papel de generadores de las impresiones irregulares o ruidos.

b) Rama coclear. Se distribuye entre el sáculo redondo del vestíbulo y el caracol, al que penetra por los orificios de la criba que ocupa una parte de su envoltura ósea. Las vibraciones nerviosas del sáculo redondo terminan en crestas pestañadas iguales a las del saco oblogado y de las ampollas. En cuanto a las fibras nerviosas del caracol, forman sobre la membrana basilar el complicado aparato musical, llamado de Corti, entre el canal coclear y la escala timpanaI.

Y bien: el aparato de Corti lo componen unas 3.000 fibras, sobre las cuales se hallan los arcos de Corti representados por vacilos acústicos internos y externos (puentes y cuerdas). Cerca de estas fibras existen varias series de células pestañadas que se comunican con las fibras nerviosas.

La onda sonora que ha puesto en movimiento o vibración al tímpano es trasladada por los huesecillos auditivos a la membrana de la ventana oval y de ésta al líquido del vestíbulo, en el cual toma dos direcciones diferentes, que corresponde a los sáculos y sus continuaciones.

La onda del sáculo oblongo corre por los canales semicirculares y pone en movimiento los pelos auditivos de las crestas acústicas, por medio de los cuales se cree que se transmiten sólo los ruidos, mientras que los sonidos musicales son llevados por el aparato de Corti.

En ese caso, la onda del sáculo redondo se comunica al líquido del canal coclear y pone en movimiento el aparato de Corti, en el que la membrana basilar débese mirar como un instrumento musical de cuerdas paralelas, en el cual vibran las diferentes zonas radiales en distintos períodos o intervalos, según la longitud y tensión de las fibras.

Las fibras de la membrana basilar transmiten sus movimientos a las células pestañadas que comunican con las ramificaciones del nervio auditivo, el cual lleva las impresiones al cerebro.

Teniendo como 3.000 fibras en la membrana espiral basilar, corresponden a cada medio tono de las Siete Octa­vas en que se ha dividido la escala musical, poco más o menos 49 fibras.

Wagner, entre otros músicos, ha distinguido diferencias mucho menos marcadas entre dos notas, apreciando hasta 1/64 de tono: de lo que dedujo, pues, que dos sonidos de ese valor corresponden a dos fibras diferentes, pero las más próximas de la escala de la membrana basilar, por la razón de su longitud diferente, y que se ponen en movimiento por las órdenes sonoras del ambiente, según el tono propio que les corresponde, produciendo entonces de 32 a 20.000 vibraciones por segundo, que corresponden a los tonos que el hombre de oído musical es capaz de percibir.

Las impresiones acústicas estimuladas por las vibraciones de los cuerpos elásticos proceden de tres condiciones del sonido.

1º La altura que depende del número de vibraciones efectuadas en la unidad del tiempo, subdividiéndose los sonidos en graves, naturales y agudos.

La escala musical está formada por siete sonidos fundamentales, ligados por relaciones aritméticas constantes entre sus respectivas alturas.

Vibraciones relativas: 24, 27, 30, 32, 36, 40, 45 Y 48; notas fundamentales que se pronuncian: do, re, mi, fa, sol, la sí, do.

Con cuyo último Do se encabeza una escala superior más aguda, cuyas alturas son el doble de las precedentes.

Conociendo entonces el número de vibraciones por segundo de cada nota en la escala fundamental, bastará tomar la nota respectiva más grave o más aguda para averiguar el número de vibraciones que han pasado por el oído, cuyo número absoluto se obtiene por medio de las contenidas en la nota fundamental La, que es de 435 vibraciones por segundo.

2º La intensidad, condición cuantitativa del sonido y que depende de la amplitud de las vibraciones, los factores de la intensidad son: la fuerza del choque inicial de las vibraciones; el medio más o menos conductor en que se propagan las ondas sonoras; la distancia entre el oído y el cuerpo sonoro, y la altura del sonido, porque el número de vibraciones está en proporción inversa con la amplitud de las mismas, siendo más pequeñas las más numerosas.

3º El timbre o condición cualitativa del sonido depende de la naturaleza del cuerpo sonoro.

La cuerda de un violín puede vibrar a la misma altura y con la misma intensidad que la columna de aire emanada en una flauta; pero es fácil distinguir ambas notas, por el timbre peculiar de cada instrumento, a causa de que las vibraciones de los cuerpos sonoros, y especialmente de los instrumentos musicales, se producen acompañadas de otra vibraciones secundarias y armónicas, determinadas por las zonas o partes del cuerpo sonoro y de los adyacentes, que vibran con independencia del sonido fundamental, cuyo regulador es el oído material, accionado por el oído psíquico, sin el cual no habría armonía posible, la que consiste en medir los tiempos de cada nota: Y lo que demuestra evidentemente por el "oído psíquico", que en música se denomina sentimiento, que en todo, el todo es el espíritu: y en las bellas artes, y especialmente en la música, cuanto más puro es el Espíritu, más armonías hace.

PÁRRAFO 5º
LA VISTA

La, visión es producida por la luz que reflejan, emiten o dejan pasar los cuerpos.

La visión tiene muchos puntos de contacto con la audición y ambos sentidos son estimulados por movimientos vibratorios: sus órganos funcionales son complicados, tendiendo a modificar el estímulo, antes de ponerlo en contacto con el nervio respectivo; pero las impresiones ópticas y auditivas son complementarias de las táctiles y musculares.

El órgano de la visión está constituido por ojos, unidos al cerebro por medio de los nervios ópticos segundo par.

Cada ojo se encuentra al extremo de un nervio óptico y forma un globo ocular, rodeado de aparatos y tejidos musculares destinados a proteger el nervio, o facilitar la recepción de los rayos luminosos, de objetos situados a diversas distancias y diferentes direcciones.

Los ojos poseen, en efecto, análoga propiedad a los de los órganos del tacto especial; la de salir al encuentro de los estímulos mediante movimientos regidos por los nervios óculo motores y abductores. Pares 3º y 6º.

El globo ocular está formado por tres capas y contiene tres substancias.

1ª Capa (superficial externa): Constituida por la envoltura llamada esclerótica, de tejido conjuntivo, denso y de color blanco azulado.

La esclerótica, tiene un casquete transparente, que se llama córnea, algo más convexo que la esclerótica y destinada al paso de los rayos luminosos.

2ª Capa (intermedia) : La Coroide, membrana vascular que contiene el pigmento obscuro destinado a absorber los rayos luminosos y a formar la cámara obscura, del ojo.

La coroide está adherida a la superficie interior de la del globo ocular: la esclerótica, excepto frente a la córnea, donde se aplana para formar con ésta un casquete o lente convexo.

Esta parte libre de la coroide se llama iris y tiene un agujero en el centro: es la pupila o niña del ojo.

El iris, por consiguiente, adquiere la forma de una corona, que divide en dos cámaras el interior del globo ocular :la anterior cubierta por la córnea y la posterior que es la obscura.

FIG. 10 CORTE DEL OJO HUMANO c conjuntiva; co córnea; cS canal de Schlemm; ca cámara anterior; cp cámara posterior; cc cuerpo ciliar; zZ zónula de Zinn; cP canal de Petit; i iris; p pupila; cr cristalino; cv cuerpo vítreo; no nervio óptico; vn vagina del nervio óptico; lc lámina cribosa; po papila del nervio óptico; r retina; cd coroidea; es esclerótica; os ora serrata; re músculo recto externo; ri músculo recto interno

El disco del iris es de varios colores, a veces de brillo metálico, y está dotado posteriormente de círculos musculares y radiados que sirven para aumentar o disminuir los diámetros de la pupila.

3ª Capa (nerviosa): La retina, que se extiende sobre la superficie interna de la coroide adherida a la esclerótica y está constituida por una membrana formada por las ramificaciones del nervio óptico.

La retina es una membrana muy complicada; pues contiene como diez capas superpuestas, siendo formada la última o exterior por bastoncillos nerviosos o cuerpos bacilares ópticos, en que terminan las fibras nerviosas.

De lo expuesto resulta que dentro de cada globo ocular existen dos cámaras: una clara, entre la cámara y el iris; la otra obscura, entre el iris y la retina, comunicándose ambas por la pupila.

Veamos ahora las susbstancias que llenan ambas cámaras.

En primer lugar, el cristalino, constituido por un lente biconvexo cubierto por una membrana elástica transparente y relleno por una substancia semilíquida y refringente.

El cristalino se encuentra detrás del iris y cubre la pupila, haciendo el oficio del lente objetivo de una cámara obscura: Los rayos luminosos se concentran en el cristalino y van a reproducir sobre la retina la imagen pequeña e invertida del objeto.

Los músculos del iris se acomodan según la distancia y la dirección de los rayos luminosos, para concentrarlos en el cristalino.

Los anteojos son medios artificiales para obtener dicha acomodación, proceso o deficiencia de los músculos ciliares, o por defecto del cristalino.

En segundo lugar, el cuerpo vítreo, que llena toda la cámara posterior del ojo, entre el cristalino y la retina: es un cuerpo viscoso y transparente, envuelto en una membrana lisa y desprovista de vasos y de nervios.

Como sabemos, los órganos accesorios y protectores de los globos oculares son los párpados, las pestañas, las cejas y las glándulas lacrimales.

La visión, por medio del ojo descripto, se efectúa de la manera siguiente:

Los rayos luminosos que salen de un objeto dado pasan por la córnea y pupila del ojo, donde son refractados principalmente por el cristalino, produciéndose en la retina una imagen diminuta del mismo objeto. La retina en el ojo vivo es de color rojo debido a la púrpura de la vista o fotofesima.

Esta substancia se descompone por la luz, pero se renueva continuamente con el cambio de la materia; y por medio de ella se forma, como en una placa fotográfica, la imagen del objeto que se mira, desapareciendo y regenerándose con la renovación de la materia colorante.

Como persiste la irritación de la retina mucho más tiempo que la sensación de la luz, esto nos explica el fenómeno de la retentividad de las imágenes por algún tiempo y por mucho tiempo.

Cualquier estado de irritación del nervio óptico produce la sensación de la luz, lo mismo que ciertas acciones mecánicas y eléctricas, como presión, golpes, etc.

La percepción de los colores se explica, según la teoría de Helmholzt, admitiendo que todas las sensaciones de los colores están formadas por tres colores fundamentales, que corresponden a las tres fibras nerviosas en que termina cada cuerpo bacilar.

La irritación de una fibra da la sensación del rojo, la de la otra la del verde, y la tercera la del violeta.

La luz amarilla irrita sensiblemente las fibras de la percepción del verde, por lo que resulta que el amarillo no es color fundamental, sino una mezcla de colores: y lo mismo sucede con el azul, que irrita poco las fibras de percepción del rojo y fuertemente las del verde y del violeta.

La visión, además del color, transmite impresiones relativas a las formas, determinadas por el número de rayos que parten de la superficie visible del objeto.

Cada ojo recibe la impresión de la imagen del objeto con su forma y color; pero esa doble imagen es transmitida por las dos ramas del nervio óptico, las que se cruzan antes de concurrir a sus centros cerebrales: en dicho cruce se verifica la superposición de ambas imágenes, las que no coincidiendo perfectamente nos dan la impresión llamada de relieve.

Todo lo expuesto ha comprobado la ciencia material: mas hay un punto más trascendental que todo esto, que la ciencia dicha no puede estudiar, pero lo estudia y lo explica la doctrina espírita porque es sobre la ciencia, desde que es la sabiduría; la visión espiritual.

PÁRRAFO 6º
LA VISIóN ESPIRITUAL

No son despreciables los fenómenos visuales que en nuestras retinas se imaginizan, causados por la luz a través de las capas ópticas de nuestros ojos, producidos por las leyes expuestas, pero que no llegan a la metafísica causante de la visión, porque esta metafísica es sólo usada y comprendida por el espíritu, que vivifica e impresiona en verdad de verdad esos músculos, nervios, membranas, cristalinos y masa , lo que para los métodos científicos, seria eternamente oculto si el espiritismo no lo descu­briera y en sabiduría lo confirma.

El hecho de una visión que cuando nuestros ojos están cerrados o ciegos psíquicamente tenemos (y no hay un solo ser que no haya tenido una visión que la ignorancia ha llamado ensueños, pesadillas y aún alucinaciones y no hay nada de esto en verdad de verdad).

Si el espíritu pudiera inspirar a su materia en estado de vigilia todo lo que tiene que comunicarle, no tendría que recurrir a ese medio, aprovechando la inactividad de la materia, cuando por causa del cansancio reposa en el lecho en cualquier forma.

El espíritu tiene necesidad de comunicar a su cuerpo obras que debe ejecutar; ideas que debe exponer; afines que deben encontrarse o historias que deben reanudar con la presente existencia; y si la educación fuese conveniente, si lo hubieran iniciado en el estudio de la metafísica, pero si sobre todo no lo hubieran prejuiciado con miles de errores y patrañas religiosas, de sociedad y aun científicas, comunicaría por su alma a su cuerpo continuamente todos los secretos de su destino y lo haría en vigilia y conscientemente.

Mas no pudiéndolo hacer por las causas dichas, más la mayor de un ambiente pernicioso, se ve el espíritu en la necesidad de aprovechar el sueño de la materia para comunicarle, enseñarle, manifestarle esos puntos de su destino, porque tiene que hacer todo lo que está a su alcance, para que su materia haga las obras que trajo en su destino.

Al efecto, duérmese la materia; el espíritu se desdobla, estirando su cuerpo astral (que es su alma), todo lo que la elasticidad de su pureza permite sin romper sus ligaduras y se une a otros espíritus, con los que departe y se ayudan mutuamente a representar en escenas reales, en cuadros vivos, aquello que representa una acción, una idea, o una persona, para impresionar a su materia en su cerebro; para lo que el espíritu mismo sirve de obturador, ojo óptico por el cual la impresión se verifica en la placa cerebro, quedando una remota memoria siempre y algunas veces indeleble y viva como hecho real.

Ahora bien; si se imprime en el cerebro, si queda sensibilizada el alma y la materia está semimuerta y de todos modos en reposo el organismo impresionable; si la impresión de las imágenes no puede ser más que por una visual y sea ésta de la naturaleza que sea, debe estar abierta, porque de otro modo no puede estar en relación comunicativa con la imagen y nuestros ojos están cerrados por el sueño, y, sin embargo, recibimos la visión, hay por necesidad otros ojos, otra lente que no la cierra el sueño de la materia; y esta lente, estos ojos, son el espíritu que no tiene la ley del sueño, ni la quietud.

Es así verídicamente porqué y cómo se impresiona nuestro cerebro durante el sueño y de cuyas impresiones nacen las ideas grandes y las invenciones; y es así científicamente también como se prueba que los espíritus son la causa única de todos los fenómenos que se operan en nuestros sentidos, bajo el sueño y en vigilia siempre.

Mas hoy están bien desarrollados en algunos seres las facultades de videncia medianímica, bajo cuya facultad y a voluntad el médium se interna en misterios que no conoce materialmente, sin importar distancias y ve y describe lo que ve con su espíritu hasta dentro de las entrañas de la tierra o en mundos lejanos, donde sus ojos materiales no alcanzan. Lo que prueba del todo que el que ve es el espíritu; y como ve, igualmente oye, palpa, olfatea y gusta. Luego los sentidos no son de la materia; son del espíritu y la materia, es la masa actora para demostrarlo.

Para esto se ha descubierto el espiritismo, con el cual no quedará ningún misterio, según que lo vayáis comprendiendo más; ahondando más en su psicología y entonces comprenderéis el todo de las sensaciones, que nos demuestran lo impalpable; la vida. El espíritu; el Creador, autor de la vida y padre del espíritu.


(1) Hemos escrito la palabra universo, porque todos recibimos vibraciones.

(2) La inspiración es también una presión muy sensacional y sobre esto precisamente hay que estudiar mucho.

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