CAPÍTULO II
Escuelas Antiguas y Modernas

PÁRRAFO 4°
Antulio

Antulio (1) - Este será sin duda alguna el punto culminante de la Sabiduría Griega; pero también la confirmación de lo crímenes ocultados por los supremáticos, dejando anónimos a los más grandes sabios, para ocultar a la posteridad, los plutócratas, su maldad; por lo que, desde esas ocultaciones maliciosas la historia no es verdad; y los que por la historia se han guiado, han hecho obras falsas y las ciencias, han tenido que luchar demasiado para dejar al fin vacíos y aun llegar a sentar como historia, cuentos absurdos y reducir a Mitos hechos históricos y hombres que anublaron a los Falaces pseudo-sabios, que se vengaron sin conciencia de los austeros y sabios verdaderos.

En esas fechas asombraba Antulio a todos los sabios con su escuela filosófica astronómica y los avergonzaba con sus costumbres morales espirituales y fraternales en la más ejemplar y digna humildad, sin rebajamiento, lo que lo hacía más majestuoso y descollante.

Sabemos que en ninguna disputa entablada con los Sabios, con los Sacerdotes o con el Areópago, lo pudieron vencer, y sólo con la Cicuta, administrada por la ley del cohecho y la traición, pudieron deshacerse del sabio en Astronomía.

Sólo algunas palabras conservadas por la tradición, nos han podido llevar al conocimiento del gran Antulio, del anónimo y Mártir Antulio. Pero luego, podemos escribir su historia, dictada por el instrumento que sirvió para el cohecho, la entonces Iris.

Antulio sostenía irrebatiblemente "La comunidad de los hombres por el espíritu", "Que los Astros son mundos con humanidades", "Que no había diferencias en la ley inmutable para ningún mundo, ni ningún hombre", "Que la variedad de Dioses, era sólo de los enemigos del único Dios Creador que regía los mundos", "Que esos mundos eran hermanos de la tierra y los hombres de ésta y de aquéllos son hermanos".

Este sabio demostraba filosófica y matemáticamente "Que todo giraba alrededor de un centro generatriz, del cual, ni los mundos ni los hombres pueden prescindir" y por fin, se reía de los dioses fantoches y amaba a las Pitonisas, sacerdotisas y Psíquicos, a los que consultaba (por que sabía que eran Médiums) por los que recibía comunicaciones de los espíritus y el mismo, era un gran médium perfecto, como lo hemos de ver luego, leyendo en el alma de su bella vengativa que le dieron por premio y mujer.

Ante los principios elevados que exponía, su escuela era la más sublime de todas las de los sabios y los más adelantados se hacían sus discípulos, lo que era causa, de que los dioses se vieran poco adorados, y los sabios falsos, religiosos y Areopagistas, acosados cada día por un dilema que no podían resolver, lo que los hacía odiar al austero humilde y profundo Antulio, estudiaron la más terrible venganza en un singular y raro premio, único en la historia.

Se acercaban las Panateas (fiestas de las ciencias que se celebraban cada cinco años, período al que Antulio llamó "Lustro") y se daba un premio en nombre del pueblo, al más sabio.

Éste era soltero, porque absorbido en su estudio no había tenido tiempo de casarse y aquí vieron los sacerdotes su venganza.

Buscaron la doncella más bella que existía en la Grecia y ésta fue Iris, joven de 16 años y no menos bella y majestuosa que el arco de su nombre; la llevaron, la aleccionaron como les convenía, para que en su día acusara al que le iban a dar por esposo y como premio a él, por su sabiduría por que "Tan gran Maestro, no era conveniente que estuviera sin una digna mujer por compañera", ésta era la dedicatoria galante toda veneno, que le dirigieron a Antulio, sus temibles enemigos.

Llegó el día; y después de la controversia en la que una vez más Antulio triunfaba de todos, se pone en marcha la comitiva que había de otorgar el premio yendo la esbelta y bellísima Iris, vestida con los colores del arco y rodeada de su corte de Amor, compuesta de las hijas más bellas de la Aristocracia: y llegando al palco de Antulio que estaba rodeado de todos los discípulos; le habla el Arconte en nombre de la ciencia y el pueblo, que le dan la corona y el premio.

La bella arrogante, aun hacía resaltar su acabada escultura y levantando la corona de laureles, entonaron el "Salve vencedor" y se echó en los brazos del agraciado y víctima de la intriga sacerdotal.

Antulio no puede despreciar al pueblo que le ofrece, pero sabe lo que envuelve aquella flor y con la estupefacción y el miedo más tremendo de sus envidiosos, mira profundamente a la bella y al instante le dice; ¿Dónde está tu imperfección Mujer?... Eres bella flor, pero inodora, procuraré que seas aromática. Contra mi voluntad te recibo, pero no puedo ofender al pueblo... que te ofrece... y enmudeció.

Antulio se distrajo un tiempo de sus estudios para dedicarlos al Amor, tratando de sembrar en su compañera la semilla aromática.

Los enemigos del sabio temblaban, por que comprendían que leía a través de la materia y temían que pudiera curar el anestésico puesto al corazón de la joven, por lo que no cesaron de adularla hasta que llegó el momento por ellos preparado y le exigen la acusación y, lo acusa de inmoral y corruptor... teniendo el valor inconsciente de sostener la acusación delante de él, siendo en el acto sentenciado a beber la Cicuta: y con la copa en la mano, atrae la mirada de todos sus enemigos y mirando a los ojos de su acusadora le dice: "Iris... bien sabía donde estaba tu imperfección, pero... Te perdono, y esta palabra, resonará en tí hasta que ganes el Amor que has vendido... Te perdono"... bebió y cayó quedando como una estatua Iris, que huyó corriendo por los campos y oyendo siempre te perdono (2).

Euríspides, uno de los Jueces, corrió y rompió el Ara de la cátedra de Antulio y empezó la persecución de los discípulos que emigraron por el Asia y Egipto y algunos como Joen (3) fueron sacrificados, por que éste, enloquecido, corría gritando: ¡Antulio!, ¡Antulio!, ven, yo te llamo. ¿Cómo han podido cerrarse esos ojos que tenían la luz Sideral?... Yo te veo, yo te oigo, yo te amo. ¿Cómo no odiar a tus asesinos?... y fue preso desapareciendo el último y más amado discípulo del gran sabio Antulio.

Quedó cumplido mi deber, poniendo esta página de historia ocultada y sacar de ella toda la sabia filosofía que encierra y deducir que, todos los que después de esas fechas hablarán de Astronomía y Matemáticas, y de los conocimientos siderales, en Antulio tuvieron el Maestro.

Cierro aquí las escuelas anteriores a Sócrates y digo. En Antulio, reconocemos a Isaac, hijo de Abrahán y padre de Jacob: y cuando tocaremos a Jesús, será el mismo Antulio.


(1) Antulio vivió el siglo VIII antes de Jesús, en Atenas

(2) Obras de Amalia Domingo Soler, "Te perdono" o memorias de un espíritu.

(3) Confesiones de Joen, Filosofía Enciclopédica Universal de la "Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal".

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