PRÓLOGO

Ardua es la tarea que emprendo; no se me oculta todo el laberinto que debo recorrer para señalar el camino a los estudiantes de la filosofía; pero enciendo (diré mejor), atizo mi luz para que de fuerte llama e ilumine todos los rincones que debo escudriñar, para sacar de ellos las arañas que, escondidas, deshacen el trabajo de cada día de los limpiadores, que quitan las telas y se contentan; pero que no pueden matar la araña del prejuicio y los que emprenden el camino de la filosofía, quedan con el mismo prejuicio y perjuicio.

Para todo estudio, antes de empezarlo, es necesario que se tenga el grado de moral requerido por la ciencia que se va a estudiar; y sin ese grado de moral, el estudio será siempre incompleto y la ciencia quedará con un vacío muy difícil de llenar, porque, aquel a quien se le otorgó un título en la Universidad, porque aprendió de memoria los textos del programa, si no es estudiante por vocación (cosa rara hoy), no se cuidará luego de sacar consecuencias y será como una máquina parlante; repetirá siempre la misma cosa y esto no es progreso; y donde no hay progreso, está de manifiesto que no hay moral.

Si en todas las ciencias se requiere lo primero un grado de moral eficiente, en el estudio de la filosofía se requieren tantos grados de moral, cuantas ciencias abarca; y como la filosofía lo abarca todo, el estudiante de filosofía, debe ser moral en todo; y si no, es un filosofastro.

Por desgracia hay muchos filosofastros. ¿Cual es la causa? El efecto lo dice: los textos; y los textos son los Autores; que, dominados por el prejuicio, escriben prejuicios que otros prejuiciados les aprueban, y he aquí, que se hacen muchos filósofos de nombre, pero que son la filosofía del individuo; porque cada individuo, tiene su filosofía propia; que será igual al grado de su moralidad: y llamo aquí a los moralistas y matemáticos a juzgar.

Si queremos unir las ciencias sociales, con las ramas del derecho común, y nosotros no reconocemos el derecho igual, que por las leyes inmutables tienen todos los hombres en ambos sexos: ¿qué derecho haremos Ley? Contéstenos la mujer; contéstenos el trabajador y los veremos, a la primera, clamar por sus derechos y constituirse en partidos para obligar al hombre, al padre de sus hijos y a sus mismos hijos, a que le dé los derechos civiles y... ¡No se avergüenza el padre, ni el hijo, de ese reproche de inmoralidad!... El obrero, el trabajador, no ha tenido ningún derecho de hombre, salvo el de trabajar como bestia y mal alimentado en el cuerpo y en el alma y... Ahí está, tomando todos los derechos por su propio puño, ya que lo educaron sólo para la fuerza bruta y todo lo arrasa sin miramiento. Le falta la moral social, que se le negó anulándolo en sus derechos de ilustrarse en la moral verdadera del derecho de gentes. Pero demuestra que tiene una moral innata; la moral de su convicción: la moral de su libertad: la moral fraternal en una palabra, que es precisamente todo lo contrario de lo que ha pretendido sostener la inmoral Ley de opresión, hija de los filosofastros que, en la universidad, ni en el código no aprendieron primero la verdadera moral, coronando a la Etiqueta y deshonrando a la Ética; cantando a la Psicología de las palabras y condenando la causa de la Psiquis y todo eso es Anti-lógico, Anti-filosófico, Anti-natural.

A poner remedio a este grande mal; a unir científicamente los dos extremos, vienen estos cursos de Filosofía Austera Racional y hemos de conseguirlo; porque, tenemos la Razón por Balanza y nuestra razón, no tiene prejuicios, ni aun de Dios.

No hemos de hacer en estos cursos, acepción de personas; ni se ha de tomar por norma lo que otros hayan dicho, para seguir el derrotero que quisieran marcar; si no que, si se toman nombres y leyes, es para hacer de todo, con lo nuestro, una sola cosa; pues queremos que, en todo el mundo, haya un solo método de estudio, pero ilimitado; porque el estudio es eterno, ya que el progreso, es infinito e indefinido corno el Espíritu, que, debe representar al Padre Creador; y hasta Él, ha de llegar nuestro estudio filosófico y lo hemos de comprender en sus funciones y presentir en su esencia; porque, sin ese remate, haríamos un edificio sin tejado, inservible, como todos los textos de filosofías en uso.

Sí, son inservibles los textos en uso; y para asegurarlo, basta un rato de conversación con un estudiante y da lástima y pena, porque no se oye más que a un loro, acusando al autor y al profesor de ser apenas dúo, de cuerpo y alma y el filósofo, tiene que ser hombre por entero Trino de Cuerpo, Alma y Espíritu; argumentos que hemos de probar en las lecciones correspondientes. El estudio de la filosofía, repito, si el hombre tiene prejuicio en cualquier punto que estudia, no puede penetrar en la causa, porque le asaltan esos bandoleros en el camino y lo roban y lo desarman: y en la ofuscación, toma el efecto por la causa y pierde él y el público en común, porque se le priva del fruto que espera, de aquellos que entran en la universidad con promesas (aunque torcidas) de sacar secretos a la Madre Naturaleza y de rasgar velos a sus leyes y creencias para dejar clara la verdad y no haciéndolo, se le roba segunda y tercera vez al pueblo, que mantiene las universidades y las llena de instrumentos de estudio.

Es, pues, condición indispensable para entrar a estudiar filosofía, que, el estudiante sea aprendiz o facultado (licenciado) (1) y no esté bajo ningún prejuicio social, científico y por ningún caso, religioso.

Se va a objetar aquí, que esto, si no es imposible, raya en lo imposible. Es verdad. Pero no es menor verdad, que son muy pocos en toda la historia, los que en verdad de verdad, son filósofos. Cuando examinamos las obras de afamados hombres, encontramos, no filosofía, sino literatura: y esto es lo que se enseña en la universidad, literatura.

La filosofía es del espíritu; porque, la filosofía es el discernimiento y sólo es facultad del espíritu discernir; de lo que no han podido independizarse, ni aun Schopenhauer ni Darwin; y es porque, dentro de ellos, vivía como es ley inflexible que viva en el hombre y lo sea sólo por el espíritu y si Non, Non. No puede haber vida racional sin el espíritu: lo que axiomatizó Shet, en su creación en el Sánscrito hace 58 siglos: "En él estaba la vida y la vida es la luz de los hombres".

Es, pues, condición indispensable del filósofo y del estudiante de filosofía no tener prejuicios, predisposición ni parcialidad: y si un profesor, no ve en un estudiante esas condiciones, le debe aconsejar tomar aquella carrera que indica el defecto de su prejuicio.

El estudiante de filosofía, necesita estar sentado sobre el trípode racional de estas tres Leyes: Analogía, Inducción y Deducción. Con estas tres leyes, su razón por afilado escalpelo y la frialdad en todo (como lo representa el símbolo de la filosofía) entre a estudiar; que cuando toque a convicción de una cosa analizada con esas armas, sentará el axioma indestructible: pues ha llegado el momento de romper el cobarde epitafio filosófico. "Así veo, o creo, que es la verdad" por el Así es la verdad.

Otra plaga de la filosofía, es la literatura galante y elocuente que desvirtúa lo contundente. No se nos vaya a tachar con esto de retrógrados, pues no decimos que es mala la literatura, sino que, la galanura y la elocuencia, son una plaga en la filosofía, la que tiene que ser contundente, sin vuelta; y no puede ser esto, si se teme decir las cosas en su desnudez y se busca el recurso literario, o la elocuencia del estilo, para aminorar los destellos de luz, que la contundencia filosófica debe sentar claro e inconmovible.

Esa verborragia galante, ha deshecho las grandes filosofías, de los maestros contundentes, cabezas de diamante y corazón eléctrico; y hoy, encontramos (en general) calabazas por cabezas y heleras por corazón; y por consiguiente, el escalpelo de su razón, apenas es de plomo y nada puede atomizar.

A hacer hombres de valor real, filósofos verdaderos, vienen estos cursos, cuyos conocimientos alcanzan hasta la raíz primera, causa de todas las causas que conocemos; que siendo causas de los efectos que materialmente analizamos, esas causas, son en verdad de verdad, efectos, manifestaciones tangibles, de la intangible Ley, que organiza el universo.

Joaquín Trincado.

(1) Entiéndase bien que es un gravísimo error el título de Doctor en filosofía y letras. En filosofía puede haber Maestros; Doctores No.


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