La Verdad

La verdad debe reinar en todos los actos de la vida.

Marzo 10 de 1939.

Hermanos míos: a vosotros que os preocupáis de la educación de vuestros hijos, quiero haceros ver la necesidad que tenéis de inculcar en ellos el hábito de ser verídicos, de obrar siempre con verdad, de decir siempre la verdad.

Como os he dicho ya, los niños de hoy mienten por exceso de imaginación, por el recuerdo que traen de otras vidas; mienten inconscientemente... y algunos conscientemente.

A vosotros os toca inculcar en ellos ese hábito desde pequeños.

No los enseñéis jamás; es muy común en las madres amenazar al niño con el coco, con el viejo, con algo que tiene a ese pequeño ser trémulo de temor.

Los llenáis de terror, sobre todo al dormirse, cuando les contáis cuentos truculentos que llenan su mente de ideas monstruosas que muchas veces les impiden el descanso necesario por la impresión tan honda que les causan.

No seáis nunca para ellos ni falsos ni supercheros.

Es natural que en esa edad no puedan comprender la verdad en toda su belleza; para conseguirlo, emplead parábolas, historietas, cuentecillos que estén al alcance de su comprensión; pero siempre con un fin: enseñarles la verdad.

Castigad severamente la mentira; elogiadlos cuando obren con verdad; disculpad sus faltas cuando tengan el valor de confesarlas; por grave que sea el delito, si tienen el valor de decir que lo han cometido, suprimid todo castigo.

Es muy frecuente entre vosotros prometer y no cumplir, por satisfacer un capricho, por impedir que corran sus lágrimas, que se secan al momento. Sed siempre verídicos; que vuestra vida no tenga mistificaciones para ellos; que vuestra conducta sea siempre clara.

No los alejéis de vosotros: que vayan conociendo vuestros problemas, hasta donde ellos puedan alcanzar a comprender.

Evitadles choques duros, eso sí, pero que vayan participando de vuestra vida en todo; esa vida que en vosotros tiene que ser de verdad, porque sois el espejo en que se miran; sois el molde que van a tomar y vosotros asumís toda la responsabilidad. Así pues comprended lo importante que es cultivar en los niños ese culto a la verdad que debe reinar en todos sus actos.

Por eso la instrucción que se les da en las escuelas es tan defectuosa; está llena de mitos, de engaños, de falsedades.

Ahora la ley obliga a que se enseñe la verdad, sobre todo en la educación sexual, lo que ha provocado una convulsión en la sociedad, ¿por qué? porque el salto ha sido muy brusco; se había descuidado ese punto y el niño vivía en un ambiente de mentira, en un eterno mito. ¿Qué decir de los pobres niños que se educan todavía, dentro de la religión católica? Se les enseña una leyenda muy hermosa acerca de la natividad de Jesús, de su muerte y todas esas engañifas que tanto entorpecen el progreso del hombre, porque después es muy difícil arrancar esos prejuicios, esas creencias que le fueron inculcadas cuando el niño está mejor dispuesto a conservar impresiones, porque lo que se recibe en la infancia perdura toda la existencia.

Así pues, cuidad vosotros de que vuestros niños obren y hablen siempre con verdad.

Castigadles severamente la mentira; animadlos a ser verídicos; enseñadles a levantar la frente para que no se sientan culpables si han dicho la verdad.

Pensad sobre lo que os acabo de decir, y si lo juzgáis conveniente ponedlo en práctica con vuestros hijos.

José de Arimatea.

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