CAPÍTULO SÉPTIMO
LA SUPERCHERÍA

Esta es la gran vergüenza; la miserable vergüenza puesta por el espiritualismo al espiritismo.

« Superchería» dice: engaño, dolo y fraude; es decir, desviar con maliciosa astucia la rectitud de la verdad, para encaminarla a una acción contraria. La superchería entendedla en esta verdadera comparación:

La invención del cuchillo surgió por la necesidad de mondar y limpiar los alimentos; su acción es beneficiosa y de vida. La ira convierte ese objeto en instrumento terrible y servidor de la muerte. Igualmente el espíritu de luz, usa los médiums para el beneficio del progreso; pero los espíritus aberrados hacen del médium malo, el superchero, para retroceso del progreso.

Toda la maldad y bajeza de los supercheros, os la podría decir en que: No soy apto para este capítulo, por la tremenda violencia que tengo que hacerme para entrar en la conciencia de esos despreciables seres. Yo no encontré castigo adecuado a esos malvados, más que encerrándolos en una jaula y mandarlos al Jardín Zoológico con un rótulo que( )diría: Por supercheros.

Esto es lo único que me violenta en el infinito estudio del espiritismo y con lo cual no he podido transigir, como ya lo dejé expuesto en el capítulo «Médiums Parlantes», y de mi intransigencia no me arrepentiré, porque es la causa del desprestigio del espiritismo y de su marcha penosa en la tierra, por lo cual hemos presenciado tantas hecatombes innecesarias, como la guerra mundial última. Y a la superchería se deben los sacrificios de todos los misioneros, los que como yo, tampoco transigen, y ni aun Jesús, ni María, encamación del amor, transigen con esa desgracia del espiritismo, porque nada hay más malo.

Como en nuestro libro «El Espiritismo en su Asiento» se ha dicho lo suficiente, dispensadme que no siga este capítulo, que sólo sería de condenación, y tendría que presentar ejemplares temibles que hay por aquí hasta convertidos en grandes ídolos, por miles de ignorantes que los sostienen, tan fanatizados, como malvados en toda la escala de la delincuencia.

Cuando pedimos a nuestros adeptos que antes prefieran la muerte que caer en la superchería, lo decimos todo.

De la mixtificación puede tener el médium muchas atenuantes; pero de la superchería tiene todas las agravantes.

Y ¡qué cuitaditos, humildes e inofensivos parecen esos... . bichitos!.. engendros del espiritualismo!... Son como sepulcros de negro mármol, donde los vermes celebran su festín. Basta...

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