CAPITULO QUINTO
LOS MÉDIUMS VIDENTES

Esta es sin duda la facultad más antigua descubierta y anotada como tal, pues hemos visto que en muchos escritos antiguos, hacen mención de los videntes y, por cierto, con más respeto que ahora; pero es por las causas anotadas en el capítulo anterior.

La videncia va en general acompañada del desdoblamiento; sin lo cual no puede el espíritu del médium hacer partícipe a su vista material, de lo que él ve en punto muy lejano.

La videncia es la facultad más defensiva del espiritismo, porque por esto medio puede advertir secretamente al maestro o director de una sesión, los medios de que se puede valer para esquivar o anular las maniobras de los detractores.

Por la videncia vienen también los mayores progresos puesto que pueden llegar a nosotros los adelantos que el vidente estudia en mundos mas adelantados, como los relatos que hemos hecho de las videncias en Neptuno, Venus y Marte y miles más que podríamos anotar, lo mismo que en el examen de las enfermedades, como ya hemos dicho en su lugar.

Hemos relatado en otros libros las videncias de la guerra mundial y puede, si quiere, atestiguarlo un personaje coronado, a quien por deber se lo comunicamos.

Estas mismas traiciones de Marruecos a España, las hemos visto y advertido ya el año 1912, y en lo más tremendo de la guerra europea, vimos la traición preparada para hundir a Italia y entregar Roma al Vaticano, y fue la hora de cortar la guerra para evitar ese golpe traidor a la ley y al gobierno del espiritismo, y la guerra se cortó.

Es entonces que muchos nos calumniaron, porque habíamos predicho el resultado de la guerra y las naciones que se hundirían; y, aparentemente, ni cortarse la guerra en la forma inesperada que se cortó, cuando nadie lo pensaba y sin quemarse el último cartucho, las naciones más hundidas aparecen como triunfantes y empezaron a cantar Paz. Paz con odio y sin pan y con sed de sangre, y ante muchos dijimos entonces: «Han dicho Paz y no habrá Paz». Tres años han transcurrido; la Paz no se ha hecho; siguen las guerras y el pan falta en todas partes.

En 1912, en nuestro «Libro Rojo», hemos anotado el cataclismo universal que hemos visto, para renovar la faz de la Tierra, y entendemos que una parte deberá volar, para constituir nuestro nuevo satélite, y quizás en estos mismos días un sudario lo está señalando, como despachando a sus habitantes. ¿ Lo comprenderán? El aviso es demasiado elocuente. ¿ Qué por qué no se lo decimos a los hombres? Pues porque se lo dice la naturaleza más rudamente y no la creen. Si se lo dijéramos nosotros, al no suceder al día siguiente, ya seríamos para esos mismos, todo, menos lo que somos.

La naturaleza obra muy paulatinamente, y por justicia, desde el aviso a la ejecución, habrá el tiempo máximo que se puede conceder, al fin de que salgan del sitio señalado cuantos sean capaces de oír la voz de sus guías y propios espíritus.

Como hemos hablado de la videncia en muchos libros, no nos extenderemos más aquí, pues necesitamos el espacio para otras pruebas y estudio.

Pero, qué hermoso y grande es decir vidente, ¿ verdad? ¡Oh hermanos! No hay un martirio más grande y cruel. Los enemigos aprovechan todas las ocasiones para amargarles la vida y aun para vengarse, les hacen ver en el mismo plato, las más inmundas bajezas y porquerías. Gracias que, una ver que tienen perfecto conocimiento de lo que pasa, en vez de inmutarse, se ríen de la impotencia del detractor.

Por lo demás, todos los hombres son más o menos videntes y por eso pueden retener, indelebles, visiones que, en su ignorancia, llaman sueños.

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