CAPITULO CUARTO
LOS QUE PROTESTAN DEL ESPIRITISMO

Del Espiritismo protestan todos los que no tienen razón y los delincuentes de ( )esa humanidad.

Protestan los cobardes, los vagos, los ignorantes, los imbéciles, los criminales, los falaces, los supremáticos, los Pseudosabios y los santos, porque todos estos son religiosos( ).

Protestan los exaltados, los fanáticos, los muy hombres que aun no son hombres, los materialistas y los espiritualistas y aun los Teosofistas, que son cismáticos, o sectarios, que en otra forma, también son religiosos.

¿Por qué protestan? Por todo cuanto hay en el platillo de las religiones; que al no poder vencer al platillo del espiritismo; y como ven la espada reluciente que sirve de fiel, la temen y no quieren verla, porque acusa justicia inexorable.

Su protesta, pues, es la confirmación de la justicia del espiritismo.

Si el espiritismo dijera, como el espiritualismo y las religiones dogmáticamente: creed esto y sois salvos, entonces no protestarían; pero el espiritismo seria otra religión, que por buena que fuera, sería mala, como cualquier religión.

Pero el espiritismo muestra sus hechos axiomáticamente y pide que se estudien, se investiguen y se comprueben, pues no admite fe ciega, sino fe de obras, que es fe viva.

Y como tos hombres protestantes citados se han hecho muy cómodos y convenientistas, pretenden ser engañados creyendo o aparentando creer los credos religiosos, por no estudiarse a sí propios, que es demasiado trabajo y no vale moneda, que quieren y adoran más que a su religión y sus dioses. Y además, saben que son todo aquello que Jesús les dijo a los escribas y fariseos en la Sinagoga. ¿ Cómo se van a examinar y verse como son ? Por eso protestan del espiritismo, que exige como fe de hombres, el conocimiento de las tres entidades que hacen al hombre y da la luz con qué iluminar la obscuridad de sus sepulcros.

Pero, ¿pensáis, protestantes y negadores, ( )que habéis de eludiros para siempre ? Estad seguros que no. Pero cuanto más tardéis en obedecer al Espiritismo Luz y Verdad, más bichos tendréis que combatir en vuestra caverna, y al fin, queráis o no, los echareís y tendréis que iluminaros.

El espiritismo, para conseguir su fin de iluminarlo todo y con la mayor suavidad, va trayendo a cada mundo, paulatinamente y con matemática precisión, loa progresos adecuados en partículas de sabiduría, que son cada ciencia, que al hombre embelesan y acaba por enamorase de ellas, con las que va substituyendo la religión de sentimentalismos líricos, por grandes sentimientos melodramáticos, donde la fuerza, el valor y la alegría, hacen al hombre capaz de amar a su propio enemigo.

Mas no creáis que sea una imposición extraña y que obligue. No. El gobierno del espiritismo es absolutamente sagaz, porque es sabio por excelencia.

Y como nos rige, (aun cuando seáis los que protestáis, los que negáis y los que perseguís al espiritismo y a sus sostenedores) las leyes inexorables de afinidad y justicia, nos vemos precisados a tomar lo que nos presentan, que, aunque robemos a otros lo que no nos pertenece, aparecen enseguida en nosotros, las leyes de libertad y compensación, en reclamo de lo robado, que autorizan al perjudicado a volverlo a tomar; y esto se prueba en que, después de cometido un hecho injusto, por malo que aparezca el hombre, hay un remordimiento; y es que el hecho fué escrito en vuestra alma -conciencia, y luego no tenéis más rremedio que leerlo, para vuestra vergüenza.

Esto es lo que obra el espiritismo para vencer eternamente; y, a pesar de ser tan justo, los injustos, protestan; pero ved por qué .

La religión (especialmente la católica) os diré que: « la ofensa, el robo, el crimen y todo pecado, perdonando el ofendido, o confesándolo a uno de sus sacerdotes, queda borrado y perdonado cumpliendo la penitencia que os imponga»; y vosotros, ! a tan poco costo! os importa poco reventar a vuestro prójimo; y confesando, ya estáis limpios.

¿ Y no os ocurrió pensar que el poder judicial, fruto de las luchas del hombre, no ha tenido en cuenta esa falacia religiosa y ha impuesto la pena corporal (que tampoco es justa), por lo que ha llamado vindicta pública ? Esto sólo ya anula el poder de la absolución: que aunque veáis, llegar al pie del patíbulo al confesor, es manifestar él mismo lo inútil de su dios, que no puede evitar con la confesión, el castigo que la justicia humana impone.

Pero; por si acaso os ocurría pensarlo, ya la religión os hizo esclavos del poder civil y a éste lo hizo su feudo y su paría; pero al pueblo le enseñó que también la dignidad civil viene del cielo; y, además, la otorgó el Pontífice, consagrándola con su misma falacia, del «Derecho Divino>.

Todo esto es él; por qué no os ocurrió pensar en la nulidad de la absolución. ( )

Pero he aquí, que el espiritismo que no castiga con penas corporales ni de ninguna especie, viene y os dice: «Si odias, tendrás que amary «Si matas, con tus besos resucitarás al muerto y « La ley, ni el Creador, nada pueden perdonar »( ) ¿ Cómo, no vais a protestar los injustos, de esa rigurosa justicia, sin venganza ? Vosotros no sabéis hacer justicia más que con venganza, ni perdonar sin ofender, puesto que imponéis, para el perdón, la humillación y la deshonra.

Sí: ni la ley ni el Creador pueden perdonar nada, sino que exigen el pago en la misma moneda; es decir, en la misma forma y cosa que la deuda fué hecha.

El perdón que exige el espiritismo es, el pago de la deuda, sea cual fuere; y el perdón que puedan otorgarse los hombres, no es para la ley, más que un acto noble, que tiene muy en( ) cuenta porque, además, es la seguridad del pago de la deuda.

( )

Ese perdón que yo te pueda otorgar a ti, lector, por ejemplo, de tus odios y tus maldiciones y de tus calumnias contra mí, por descubrirte estas verdades que hieren a tu borriquillo, son deudas que has de pagarme. Pero yo, que sé quién y qué te obliga a odiarme, te perdono. Pero con mi perdón, no hay resarcido el mal que has hecho; y mientras no lo pagues a la ley de justicia, lo debes.

Yo, con mi perdón, no he hecho más que firmar mi boleta de crédito y entregarla al cobrador, para que intime el pago en ocasión propicia; y yo no tengo por qué molestarte con mi pedido, porque ¡como el cajero es demasiado rico! puede darme crédito, según los créditos que yo le tengo depositados: porque de balde... ¡ ay hermanito! nada. ¿ Y esperas tú la gracia y el perdón por sólo bajar la cabeza haciéndote un reptil, y darte unos golpes de pecho muy suavecitos, por hipocresía? ¡ Qué tontuna la tuya, y.... qué frescura la de tu dios!...

Pero a ti te gusta que te engañen; y aunque pasea hambre, fríos e indignidades, esperas el cielo y... ¿ No sabes que el Jesuita Padre Sechi lo hundió a cañonazos con el telescopio?... Lee aquí, hermano, «El Primer Rayo de Luz».

Protesta cuanto quieras del espiritismo; pero ten seguro que protestas de ti mismo. Ódiame, maldíceme cuanto te plazca. Me has de amar y me has de bendecir. Me podrás, matar, pero aunque no quieras, me darás esa vida que me cortas y serás mi padre o mi madre, porque la ley lo manda y lo quiero yo.

Ante todo esto, que es la ley del gobierno del espiritismo ¿No es mejor acatar, que protestar?

Si acatas, todo el espiritismo es tu defensor; pero si protestas, todo él es tu acusador a la ley.

En el acatamiento, entras en la libertad; en la protesta, te acusas delincuente y al delincuente se le encarcela, pierde su libertad, ¿ Las cárceles del espiritismo ? No es el infierno fantástico: son los mundos primitivos, donde aun la conciencia no ha nacido y la ley y el derecho son del más fuerte, y allí te esperan ya muchos de los que contigo y como tú protestaron. ¿ Qué más quieres, que te lleven donde reinan tus instintos ? Y después, bien corregido, en una o en mil existencias, harás conciencia por el cansancio, el sufrimiento y el dolor y volverás donde esté yo; y la ley te presentará una boleta de crédito que no caduca nunca más que con la cancelación: dándome una vida que me quitaste. ¿No es esto justo? Sigue, pues, si te place, protestando, calumniando, persiguiendo y matando: todo lo pagarás y no te será perdonado.

Pero advierte que, mientras protestas, te declaras cobarde y delincuente y esclavo vil de otra cosa más vil, y te denuncias tú mismo de moroso y malversor. ¿ Sabes cómo castiga la ley de sociedades humanas estas faltas? Con la expulsión y la inhabilitación. ¿ Y creerías tú más previsora la ley que vosotros mismos habéis hecho protestando de la verdad, que la ley verdadera del espiritismo, que tanto os incomoda ?

Si vieras que el espiritismo se te presenta como religión, tendrías razón de tu protesta. ¿Pero no ves que anula a todas las religiones y destruye sus dioses ? ¿No ves que el único adorado es impersonal y que el único mandato que te hace es «Ama a tu hermano»? Claro está que eso, tan sencillo, requiere muy grande sabiduría; pero el espiritismo te la enseña: la religión te obliga a ser ignorante. Por esto protestas.

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