PÁRRAFO IV
CONOCIMIENTOS PARA JUZGAR LOS HECHOS EN GENERAL

¿Qué cosa hay más satisfactoria que poder juzgar los hechos que a nuestra vista se operan, ya sean de los hombres o de la naturaleza?

Atrás os dejé el ejemplo práctico de la subida del escalón. ¿Qué cosa hay más sencilla y rutinaria que esa práctica? Sin embargo tiene un estudio muy profundo y largo, científicamente.

Las cosas, no consisten en hacerlas, sino en comprenderlas; y en la ignorancia, todo lo hacemos y poco comprendemos; pero en la sabiduría, se exige, que todo se comprenda antes de hacerlo; es como no se puede errar ni equivocar. El que dice "haré lo que salga", al tomar en sus manos un material y una herramienta, ese es un ignorante; el que toma la herramienta y el material y dice voy a hacer tal cosa y la hace pero no sabe explicar las leyes a que se sujeta su hazaña, es un obrero, pero no es un maestro; la industria es servida, pero no la sabiduría. Es necesario saber el por qué de las cosas; qué leyes las sujetan o producen y a esto tienen que aspirar todos los hombres.

Es muy pequeña la capacidad humana, científicamente; pero es infinita la capacidad del espíritu, cuya es la sabiduría. Ocurren casos muy notables, en que un obrero ejecuta una acción sin poseer universitariamente títulos de ciencia y no la ejecuta el que tiene el conocimiento científico de la obra. ¿Cuál es la causa? Aquí la eterna pregunta. ¿Cuál es primero, el huevo o la gallina? Primero, quedad sabidos que es antes el huevo que la gallina; porque todo ser en la creación, primero aparece en el huevo, hasta para el hombre; ahora, veamos quién es primero; si el arte o la ciencia, ya que el obrero ejecuta una obra sin los conocimientos y mejor dicho, sin la posesión del título universitario de aquellas reglas y leyes a que se sujeta la obra.

¿Si el mundo no se hubiera creado, estaría sujeto a leyes? Y si una ley no existiera ¿el mundo hubiérase creado? Sin la ley de la creación que es amor, que es sabiduría, no se crearía un mundo; pero si no existiera el espíritu que es el que crea los mundos, la ley no los crearía. ¿Qué es pues, el espíritu? Es el artista; es el arte. Luego es el arte y el artista antes que la ciencia que hace la ley; como es antes el espíritu, que la ley que se crea por el espíritu.

La ley se creó, por el trabajo del espíritu; y así también, la ciencia que legisla un arte, ha nacido del arte mismo; lo que nos dice claro que, el arte que es progreso es antes que la ciencia.

Mas luego nos encontramos con que, una vez que se legisla un arte por la ciencia y sus leyes que se crearon de ese arte, el arte, después, con esas leyes y reglas, se desarrolla rápidamente. De aquí nace el equívoco de anteponer la ciencia al arte. Es un error; la ciencia será siempre hija del progreso y el progreso es el arte del cual nace la ciencia.

¿Queréis una prueba concluyente? La tenéis atrás bien descripta, en la aparición del hombre que, desde el cataclismo de la tierra para fundir todas las cosas del globo en una sola materia y todas las almas animales en una sola alma, para la creación y aparición del hombrecillo que alcanzó cincuenta centímetros de desarrollo, pasaron diez millones de siglos; y hoy, el hombre, desde su concepción a su nacimiento, sólo pasa encerrado en la matriz de su madre 275 días (9 meses) en lo normal.

¿Por qué esto? Aquí se amontonan muchas circunstancias; la vida ya iniciada y hecha; el alma ya creada y viva racionalmente, por su maridaje irrompible con el espíritu; la mayor pureza de la materia que le sirve de huevo y albergue, cuya diferencia la tenéis, en lo que ya de la tierra fría e insensibilidad de esta y del tronco del quino, al cuerpo humano que ya es sólo esencia, pero que para esto, invirtió el arte (diremos así) en hacer nacer al hombre, diez millones de siglos; pero el espíritu se perfeccionó en el oficio y luego pudo hacer leyes y reglas, para conocer, al menos, el porqué de la concepción, del nacimiento y del desarrollo, aunque ignoren el cómo, hasta hoy que se les dice y lo probarán.

De modo que, si no existiera el embarazo y luego el parto por el que nacen los seres, no tendría la medicina el estudio y luego las leyes de la obstetricia, porque el arte no existía; y si hoy hay ciencia obstétrica, es porque existe el embarazo y el parto sobre el cual se estudia para hacer ciencia, ley y reglas para su conocimiento.

Así pues, si el hombre no hubiera hecho primero casa, no hubiera nacido la ingeniería y la arquitectura; y si antes no hubiese fundido los metales, no habría las leyes de fusión que tanto adelantan la belleza y fuerza por las aleaciones de unos con otros: de donde se deduce claro, terminante e incontrovertible que, es el arte antes que la ley; pero es natural; la ley, la belleza del arte, la armonía del arte y de las cosas, es el producto del arte; es la demostración del porqué, del cómo y el descanso del hombre en el arte: es decir, que la ciencia es el progreso del arte.

¿Por qué pues, el artista obra sin títulos y él con título (obraría también) pero con imperfección, la obra que bellamente él dibuja y legisla en los números matemáticos? Observemos.

Sabemos, que todo se mueve a la justicia de la ley; la ciencia, nace de la experiencia de hechos consumados en el arte, sea el que sea el arte y el artista; luego la ciencia es el mismo arte, pero espiritualizado, porque es la esencia del producto del arte; y por lo tanto, la ciencia, se acerca al espíritu, que es sabiduría. Aquí, la ciencia, está ya por encima del arte material y por lo tanto, el sabio de una ciencia, está en un valor esencial sobre el artista manual, porque los números dan la facilidad de amenguar el trabajo muscular del artista y dar mayor producción, más belleza y armonía con menor esfuerzo y peligros; es pues, la ciencia, la conquista del secreto del arte; el porqué de las cosas y el modo de producir las cosas; pero no la producción de las cosas que están reservadas al arte solamente.

Mas si el ingeniero, el arquitecto y el matemático no hubiera ya ejecutado todo aquello que legisla y somete a números, no lo sometería ni legislaría, porque no tendría en su archivo, en su conciencia, los conocimientos prácticos por experiencia propia de haber sufrido los mil inconvenientes de la materia muerta, que por el trabajo se le hace vivir en forma de casas, de muebles, de herramientas, de juguetes o de panes que lo alimenten; de esa experiencia nace su ciencia, que la fundamenta en ley inexorable cuando dice: 5 + 5 = 10: y le ha costado poder llegar a sentar esa ley, nada menos que haber desempeñado prácticamente todos los oficios y artes: y si nón, nón.

Esto es un axioma puramente material y tangible, que sólo puede rebatirse desconociendo la razón; pero aunque un sistemático quiera negar este principio, no podrá negar la sentencia firme de que "la experiencia es madre de la ciencia", salvo que quiera también desconocer que el embarazo y el parto es antes que la obstetricia y prueben, que antes del hombre, había médicos y parteras.

Por este mismo axioma, se prueba materialmente, la necesidad de la reencarnación del espíritu, tantas veces cuantas necesita para aprender prácticamente todos los oficios, todas las artes, todas las industrias, todos los cargos y ser mandado y mandante, aprendiz y maestro para, de esa experiencia hacer la ciencia que es ley y por ésta y por aquéllas, llegar al principio de la sabiduría, a la unidad espiritismo, porque, el espíritu no puede ser que no sea, sin dejar de ser el Creador...

Y pues el Creador es eterno y de él procede el espíritu y es su consubstancial y la vida es movimiento y acción, el espíritu, no pudiendo reencarnar, no puede demostrar la vida. Y como toda la obra de los mundos y hasta la del propio cuerpo que ocupa el espíritu en cada existencia es hecho por el mismo, sin la acción del espíritu, no existirían los mundos ni los hombres y la vida sería una ficción.

Y pues la vida es real y las ciencias se completan para volver a la sabiduría de donde salen como ramas de un árbol para sazonar los frutos del tronco y por cuyas ciencias el hombre comprende el por qué de las cosas, es porque el espíritu va y viene tantas veces cuantas necesita en su incesante carrera, que jamás termina; porque si mientras como hombre artista es aprendiz, y cuando hombre de ciencia es obrero consciente, cuando ha aprendido todas las ciencias, es maestro; y si luego no pudiera comunicarse y gozar como espíritu enseñando a otros aprendices ¿dé qué le serviría su trabajo? Dónde estaría la compensación de sus luchas? ¿Dónde, en fin, la vida de progreso y la justicia? … ¿No vivió en la tierra entre seres que amó, entre obreros como él que de ellos aprendió y enseñó y que con ellos sufrió? ¿Cómo podrán borrarse esos efectos, luchas y peripecias del arte en el aprendizaje? Y cuando maestro. ¿No tuvo compañera, hijos, hermanos y padres, que por justicia, misión o afinidad estarán algunos en tierra? ¿Por qué ley no podría venir a ellos?

Sabed que todos los seres de la tierra tenemos que encontrarnos unidos (como os dije) como el copo del algodón: que de cualquier fibra que tiréis, arrastraréis todo el copo: y si así estuviéramos ya, la tierra habría terminado su misión, por que el hombre habría llegado a su plenitud y, aún falta para eso pasar largos siglos en el disfrute de la comuna, enlazándonos en puro amor y sin conocer el odio: y pues hay odios e imperfecciones y vemos el colmo de la injusticia, es que aun estamos en el rudo trabajo de la materia que tenemos que apurar, para luego disputar el sabroso trabajo de la sabiduría, que es del espíritu y que recién empieza en la tierra; por lo que, los espíritus, pueden comunicarse y lo hacen, para trabajar en la unidad de materia y espíritu. "Uno es el principio. Uno es el fin": hemos hecho ley.

Antes que el espíritu tome carne, ha aprendido en el espacio el arte, oficio o ciencia que ha de desempeñar en aquella existencia: pero sabe que al encerrarse en la materia se opaquiza el espíritu y por esto necesita de las afinidades, de sus guías y sobre todo no equivocarse en la elección de materia, de padres y de ambiente. Si todo le favorece, recibe la inspiración y hasta se lo hacen ver en sueños para ayudarle más; pero la maldad de las religiones que prejuician la conciencia desde niño, hizo detenerse al progreso; es decir, andar a paso de tortuga: y si cuando empezaron a aparecer las ciencias no hubieran sido éstas el producto de una bien poseída experiencia por el trabajo ya pasado de aquel espíritu encarnado, que deja el germen de la ciencia en desarrollo para continuarlo él mismo luego a su vuelta: y que entre tanto que él se retira a perfeccionarse en sus conocimientos, otros lo cultivan, la ciencia no nacería. Pero tened presente que, el que en un mundo empieza un trabajo, en él trabajarán muchos como buenos ayudantes; pero es él el que lo lleva a la perfección, si no prevarica; pero la ley no cede y le costará volverlo a empezar y terminarlo quizás en mundo más retrasado; pues no trabajamos para un mundo sólo porque, en el universo es todo común, hasta el amor y los productos de la sabiduría.

Ahora bien: sabemos ya cierto que, es antes el huevo que la gallina;el huevo del que nace la ciencia es el arte y así, es antes el arte que la ciencia: pero el huevo es el embrión y la gallina la perfección: por lo tanto, el arte es el embrión de la ciencia, y mejor dicho, el arte es el árbol y la ciencia el fruto; pero si no hay raíz o árbol, no puede haber fruto; como no habría gallina, sino hubiera huevo; por lo que siempre será el huevo primero y el arte también, porque representa el progreso que procede de la sabiduría primero que la ciencia a iniciar la vida y las formas, de las que nacerán las leyes que las han de regir.

Mas donde no hay primero ni segundo es, entre el obrero manual y el hombre de ciencia ; porque puede ser (y es seguro en las alturas que nos encontramos) que el obrero albañil por ejemplo, fué ya el hombre de ciencia en otra rama de la vida y el químico fué ya el albañil y en el archivo del albañil está la ciencia de la química y en el químico, la albañilería; porque no tenemos más remedio que practicarlo todo y saberlo todo hasta ser maestros en todo y completar la sabiduría, sirviéndonos todos a todos, de ayudantes y maestros. Esta es la sentencia y es de la más alta justicia.

Por esto la necesidad de conocer el árbol por su fruto: por esto es sabiduría conocerse a sí mismo; y por esto la necesidad de la justicia estricta de la comuna de amor y ley, sin la cual, la justicia, el amor y la sabiduría, son un imposible.

Ya podéis ahora con estos razonamientos, conocer las causas de los hechos en general y particular y no erraréis nunca en vuestros juicios; y cada descubrimiento de una causa por los efectos que la produzcan, será una hoja de palma que os agregaréis a vuestra corona.

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