PÁRRAFO V
TODAS LAS RELIGIONES SON IDOLATRAS

Si todas las religiones se acusan unas a otras de falsedad y aun luchan por sus principios, es por la sencilla razón de que todas son falsas. Y si todas tienen adoraciones y cultos a entidades que no son el Creador, son idólatras y por tanto, sus cultos son idolatría.

Y no sólo lo fueron cuando nacieron las religiones, sino que aun en tiempos que llamaron de grandeza, las naciones acrecentaron los ídolos, no ya mitológicos, sino de carne; pues se ha adorado y tenido por dioses a los emperadores y éstos se hacían dar culto.

En el tiempo del fetichismo, cualquier cosa era dios: un pedazo de metal, un diente de elefante y aún las víboras.

Más adelante, cuando ya las pasiones llegaban a la concupiscencia, también se refinaron los dioses creándose la mitología, que luego vendría a parar en consagrar dioses y diosas en los hombres más libertinos y las mujeres más pudibundas y aquí los cultos eran más delicados y las ofrendas más preciosas; no importaba la dignidad del hombre ni el pudor de la doncella; había que sacrificarla al dios lascivo, en las manos del sacerdote.

Mas ya se pudo evitar eso a fuerza de leyes, de prédicas y de defensa de la mujer y se llegaba al fin deseado con la venida de Juan y Jesús; y al ser sacrificados los dos, (con cuya sangre se sellaba la doctrina traída por los misioneros) los discípulos y apóstoles propagan la buena nueva de la ley de amor y libertad sin religión que el mundo la admitía de buen grado y adoraba al Creador en espíritu y verdad. Allí no había ídolos; los hombres se amaban y se auxiliaban y se mezclaban en grupos de hermanos, los esclavos y los señores. Y lo mas admirable es, que esto, entrañaba sencillamente entre los paganos y los gentiles y guardábamos los pueblos creyentes en las religiones viejas, que pronto dejarían los ídolos de todas clases porque la razón se despertaba y el espíritu soplaba vientos de amor y libertad; y tan es así, que dejarían ídolos y religión los países de oriente, a un simple pedido de unificación hecho por aquellos rastreros obispillos; pero tuvieron la cordura maliciosa de hacer el pedido a nombre de Jesús y sus apóstoles por lo que nada hubo que esperar. Al pedido del famoso Manuel I, aquellos religiosos, mandaron sus teologías y rituales en el deseo de progresar, porque, de oídas, conocían la doctrina de Jesús predicada por sus apóstoles y la conceptuaban buena, y tanto, que a pesar de no haber recibido el esperado código de unificación prometido y sí las armas de los cruzados, todas las religiones de oriente se han modificado, caminando al soplo de la libertad y del amor.

Pero mantienen sus dioses y sus ídolos, porque han visto que la religión católica y cristiana han hecho un gran ídolo en Jesús y un idolillo para cada segundo del tiempo con sus santos y santas.

Tantos ídolos ha hecho esa religión depravada que encareció la madera y los metales para forjar imágenes, altares y templos.

Mas voy a dejar a un lado todos ídolos y dioses mitológicos de todas las religiones; porque, aunque sean algunos personales, son déspotas o corruptores y ya no existirían, como tampoco ídolos ni religiones, si no fuera por ser antagónicas y valladar de la cristiana. Voy a ocuparme ahora del ídolo Jesús, mi pobre y amado hermano.

Jesús, que decía en su humildad de corazón: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón"; "Si no hiciéreis lo que yo hago, no entraréis en el reino de mi padre”; Jesús que no tuvo dónde reclinar la cabeza en propiedad; Jesús, que llevó su amor al extremo de sufrir la muerte más ignominiosa dada por los sacerdotes; Jesús, que si entró al templo fué porque allí encontraba a los hombres y allí les enseñaba la humildad, la libertad, el respeto y el amor; Jesús que hasta su saludo era siempre: “La paz sea con vosotros"; Jesús, que imponía: "Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", es antepuesto a Dios; es puesto como baluarte contra el amor, por la caridad; contra el respeto mutuo, por el desprecio; contra la libertad, por la opresión; contra la humildad, por el orgullo; contra la pobreza, por la avaricia, el acaparamiento y el boato; contra la justicia, por la injusticia, y por fin, los que se dicen ministros suyos hacen todo lo contrario que él hiciera; y con todo esto, es hecho ídolo y llevado a la guerra él, que anunciaba siempre la paz.

Pero lo irracional no puede prevalecer si no se viste de todo lo irracional y para eso, la religión cristiana, ha rodeado a Jesús de todo lo irracional que la imaginación más desquilibrada es capaz de concebir y a esto se han dedicado exclusivamente miles de los hombres de sus filas, para inventar monstruosidades; y tan allá fueron, que lo sacaron de la ley general de la naturaleza desde su nacimiento, no dándole procedencia del hombre, sino siendo concebido por el espíritu santo.

Y para tirar todo el tiempo posible sin que fuese descubierta su impostura, la religión cristiana lo declaró "sagrado misterio" por artículo de fe; pero aun así llegó la razón; llegó el hombre con las ciencias en la mano y declaró imposible, irracional y contrario a la ley de procreación el tal misterio, por el que Jesús queda sin padre que lo concibiera, y en todo caso, su madre como adúltera; su padre deshonrado; y el creador desmentido en la concepción de su hijo extra ley.

Mas no se paran en pelillos esos monstruos de la mentira; quieren coronar la obra irracional y Jesús resucita muertos, convierte el agua en vino para que los hombres se emborrachen y por fin, estatuye el sacramento de la eucaristía después de haberle entregado a Pedro las llaves del cielo y el poder absoluto y omnímodo de atar y desatar, de absolver o nó los pecados de los hombres.

Pero, ¿dónde quedaba Jesús, cuando dice predicando la justicia: "Antes de ser acusado al juez, paga para que no seas echado al calabozo, de donde no saldrás hasta que pagues el último cornado"? De esto, no han concebido más que lo material y Jesús no predicó la materia, pero tampoco la abatió ni la condenó; y si hubieran querido entender su sentencia de "dar al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios", habrían entendido el cuerpo por el César y el espíritu del hombre por Dios; y es así, porque el hombre no puede ni tiene nada para dar al Creador, ni nada le hace falta de sus criaturas, más que el amor para su reconocimiento.

Pero estos detractores sacerdotes, son materiales hasta en lo más divino y divinos ellos en sus acciones de las bestias; y hasta sujetan el cielo a la tierra y hacen al Creador antropófago porque lo son ellos y hacen que lo sean todos sus adeptos en el sacramento impío de la eucaristía, atribuido a Jesús.

Mas yo diré que, ese sacramento no lo instituyó Jesús, ni pronunció tan irracionales palabras de, "este pan es mi cuerpo y este vino es mi sangre"; pero en cambio, digo que, esa fórmula se encuentra en las religiones de Oriente en forma de comunión que se llama de las especies y allí no está la religión cristiana y sí la del Krisna, con más de cuatro millones de siglos de existencia anterior a la cristiana, aunque ritos y cultos escritos los tengan de los vedas que son muy posteriores.

Pero fué esa forma de comunión la que no han sabido hacer los pontífices infalibles del cristianismo. Con esa forma de ofrecimiento de las especies en pan y jugo de frutas, se suprimió nada menos que el sacrificio humano que se hacía a los dioses; y sabed aún más: hoy, sólo hacen esos ofrecimientos a los "manes", a los muertos, que auque sea ridículo es piadoso, porque debemos respetar el dolor de la pérdida de un ser que nos acompañó en la Vida.

Jesús, en el sacramento de la eucaristía, con el boato que acompañan a su exposición, con los ritos grotescos y tremebundos usados hasta evitar el aliento de los engañados que se prosternan perdiendo la dignidad de hombres al arrodillarse confesándose indignos, no puede menos que constituir el ídolo y suplantar en la conciencia (no, en la conciencia no, porque no tiene conciencia el que aun se postra ante ese impío sacramento), suplantar, digo, en el alma, al creador y esto es un delito de lesa deidad, acompañado de la premeditación comercial.

Y si al menos, a Jesús lo declararan en su realidad de hombre y misionero; hombre hijo del hombre por la ley única que existir pueden los hombres; misionero de la verdad y el amor y Mesías de la libertar; aunque aminorasen las consecuencias funestas para los hombres y para el mismo Jesús, sería, sin embargo una ofensa a la divinidad única del Creador, porque al Creador no se lo adora con pantomimas.

Pero entrañemos un poco más en ese sacramento, aunque sea repitiendo lo que anoté en el "Buscando a Dios" y veremos hasta dónde van en su maldad los inventores de eso sacrilegio.

Dicen y sostienen que "es necesario el constante rememorar el sacrificio de Jesús, hijo de Dios, para contener la ira de Dios, cuya sangre lo sostiene para no destruir a la humanidad, y que "Jesús es la víctima propiciatoria", esto no tiene precedentes en la maldad.

De modo que, Dios hace encarnar a su hijo con el solo fin de gozarse en su muerte; y es tan recalcitrante bebedor de sangre filial, que quiere que se la ofrezcan en todo instante, sin la cual destruiría la humanidad...

¡Hasta dónde han ido la bestia y el dragón, marcados en el Apocalipsis con el número 666!... Esto espanta en verdad .El creador convertido en irreconciliable enemigo de la humanidad su criatura: en antropófago de su mismo y único hijo y coloreados sus ojos y boca con la sangre de su víctima propiciatoria, de la que nunca se harta, al igual que los sacerdotes no se hartan de sangre humana, de honor robado, de oro extraído al sudor de los trabajadores, tomado por la venta de su mismo Dios y, en fin, insaciables en toda concupiscencia.

No; Jesús, vino en cumplimiento de un deber a declarar al creador, padre de todos los hombres en todo su amor. Jesús no vino a ser sacrificado, porque buscar la muerte es un suicidio; pero la aceptó, para sostener y poner con su sangre un sello a su doctrina y a la de sus hermanos, lo que significa abnegación; conocimiento de lo que sostenía y predicaba, no reñido con la razón; y porque los sacerdotes son irracio­nales, han hecho de su víctima su ídolo, porque vieron, que aun después de la muerte afrentosa, por sus apóstoles, va triunfante. Es que su doctrina era de vida, como lo fue la de sus hermanos misioneros a los que sucedió.

Jesús sufrió en espíritu, mucho más en todo instante por el sacramento de la eucaristía, que por todos los dolores y la afrenta de su crucifixión; de lo que resulta, que la intención de los sacerdotes, tampoco fué siquiera darle adoración, sino continuar el martirio del Gólgota en toda su intensidad, lo que es un delito de ensañamiento, con venta por dinero de su víctima constante, dándolo por ídolo impuesto a sus secuaces, para lo que llegaron a mistificar hasta su amor, con la caridad que es el baldón mayor de la humanidad.

De modo que, Jesús, resulta un ídolo antepuesto al creador, un mártir constante en la intención y un broquel de las infamias del cristianismo católico y no católico; y, por fin, un ídolo de ultraje de todo el mundo por las mentiras fantásticas, pero premeditadas, de los sacerdotes de la bestia y del dragón, porque sabían, que dejado Jesús en su realidad, era reconocido como profeta y como Mesías de la verdad suprema, cosa que no han podido estorbar con todos sus macabros esfuerzos.

Y esa verdad que Jesús traía, y ese amor que Jesús predicara, están confirmados hoy en la venida de los que él anunció : "el juez de vivos y muertos y el Espíritu de Verdad" Jesús ahora deja de ser ídolo infamado de los sacerdotes y queda lo que era: un Mesías de la regeneración humana; un maestro de los hombres de razón y un profeta fecundo, por que sus palabras se han cumplido a los 19 siglos de sufrimiento que "se han llenado los tiempos", se entierran la cruz y el cristo que bajan al abismo encadenados la bestia y el dragón y no sin estrépito, al contacto de la luz con las tinieblas.

Es eso lo que queda de la idolatría furibunda de esa mal nacida religión; la deshonra; lo que no queda de las otras, aunque son falsas e idólatras; pero que quieren progresar y unificarse bajo las doctrinas de Jesús (no del Cristo) y la religión cristiana lo impidió; pero resulta para todas, esta sentencia lacónica y terrible.

Si al Creador, sólo en el templo del universo se le puede adorar por su grandeza; si el hombre, es el conjunto del universo; y porque es así, y porque el hombre lo es por su espíritu que es consubstancial del Creador y criatura del Creador, el hombre, sólo puede adorar al Creador en verdad, por el espíritu. Luego, toda otra adoración en los templos, imágenes o religiones positivas e irracionales, es la antítesis de la adoración y es idolatría. Esto son todas las religiones, cuya consecuencia es la desmoralización, el antiprogreso y el desequilibrio mundial. Esto son todas las religiones.

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