CAPÍTULO VI
EL HOMBRE

PÁRRAFO I
EL CUERPO DEL HOMBRE

Aquí ya se puede compendiar el hombre en todo su ser, para comprenderlo de una ojeada; lo que no sé podría hacer sin saber todo lo que antecede.

Hasta hoy, sólo se pudo decir al hombre las verdades veladas y aun así se odiaron unos a otros, porque el malvado no podía soportar la verdad y prefería la muerte y proceder de un animal, antes que declararse equivocado y privado del libertinaje, que no es lo mismo que la libertad que el creador concedió al espíritu.

El hombre, que no se había conocido a sí mismo y ni aun los alimentos que tomaba y no supo cómo se elaboraban en la naturaleza, pretendió conocer al creador; y tiene el hombre libertad de comprender al creador; el caso es que pueda comprenderlo y llegar a él; y llegamos y llegarán todos los espíritus, en la eternidad del tiempo y de la vida.

Mas en cuanto quieran llegar, sin fundamentarse en el conocimiento de sí mismos, tanto más subirán en la falsedad de su base, cuanto más grande será el porrazo y el estrépito de su caída.

¿Hay alguien capaz de poner primero la cúpula o tejado de un edificio, sin muros o sin columnas que lo sostengan? Si alguno dijera que sí, le diríais loco y mentecato. Pues esto mismo han sido todos los que han querido explicarse al creador sin conocerse a sí mismos; la materia del mundo y sus formas; y, en fin, la creación, que es efecto; sin conocer ese gran efecto, no se puede conocer la gran causa que origina ese efecto.

Aquí ya podemos conocer la causa, por el examen que hemos hecho de los efectos; y puesto que podemos conocer la causa, estamos en camino de comprenderla, según vayamos ascendiendo en sabiduría; y por el mismo principio, podemos conocernos a nosotros mismos y comprendernos, porque hemos visto los efectos que hemos producido, de los que el hombre es causa. Y como el hombre es efecto de causa primera y única, el hombre es causa segunda de los efectos de los mundos, componiendo así la máxima trinidad, creador, hombre y mundo, que es la causa única y máxima en sus dos efectos únicos y máximos, en cuya gran trinidad, el espíritu sabio, todo lo comprende; todo lo abarca y en todo se satura; pero para llegar a él ha de empezar por el escalón primero que os señalé en el mundo embrionario y pasar por todas las luchas de todos los mundos, hasta ascender y ser sabio en el mundo de expiación; y si no, no. Esta es la sentencia; pero que nadie se arredre.

Sentada esa gran sentencia; formada la máxima trinidad, que aun el hombre no pudo formar por su ignorancia, ni, por lo mismo, el legislador en sus nueve leyes anteriores, no se las pudo dar y explicar hasta hoy después del juicio de mayoría; por lo que, al Padre le da gracias y eleva un hosanna de la mayoría aunque esté cautivo en el encierro; pero son los últimos momentos de su esclavitud.

Ya podemos sí, desentrañar el cuerpo, del hombre y atomizarlo y ver sus obligaciones y sus derechos dentro de la más estricta justicia y la necesaria armonía de la gran segunda trinidad que forma el hombre en su espíritu, alma y cuerpo, de la cual, el espíritu es creador y efectos los otros dos, alma y cuerpo; de este voy a ocuparme aquí.

Si yo hubiera empezado por aquí a decirle al hombre lo que es su cuerpo y sus derechos y obligaciones como tal, yo hubiera hecho el tejado del edificio, o la cúpula, que hubiera tenido que suspenderla con cables; pero no la podía asentar, porque faltaban los muros y las columnas en que debe descansar firme, para resistir los vendavales que se habían de agitar contra ella y sin buen fundamento era forzoso que cayera.

Sin esos fundamentos, es imposible que se sostenga la cúpula del edificio; y también imposible al hombre sin conocer su procedencia, su esencia y su acción; y como esto no se le pudo decir al mundo, porque no quiso renunciar a sus falsas teorías, se le dijo, sí, en parábolas y comparaciones, para que cuando se desengañase de sus hipótesis, se fijase en las comparaciones y máximas dejadas en nuestras anteriores leyes y prédicas.

Llegó el momento en que el hombre ya no encontró fundamento en sus teorías y se agarró como a tabla da salvación al Adán bíblico y no pudieron desentrañarlo, porque sólo concedió el hombre vida, a los cuerpos; y aunque a tiempo se le habló de la reencarnación, de otras moradas y de la vida continuada, el hombre, en su afán de ser el Dios de la materia, prefería mitologarlo todo y para sobresalir él por encima del dogma, y el principio; pero esto dió lugar a que los más grandes talentos se divorciasen del dogma y trayendo y llevando a Adán, al no comprenderlo parabólico e impersonal, porque encontraron, que este pasaje era más reciente que otros hechos del hombre que se encontraron de fechas muy anteriores, empezó la confusión y empezaron a derivar al hombre del mono y aun más abajo, pero sin poder fundamentarse. Así iban cayendo los castillos de papel de los dogmas y mitologías.

¿Qué le costaba al hombre haber puesto atención a sus instintos ya convertidos en pasiones, ya que no tomar directas las enseñanzas que en otros tiempos dimos? Como hubiera visto que no hay efecto sin causa y que el hombre reúne en sí, en sus instintos, todos los efectos de todos los animales y por lo tanto, no podía haber nacido de todos y así, de ninguno. Y además el máximo efecto de que el hombre progresa a ( ) voluntad y discierne y razona y vería una grave injusticia (que no se la podría perdonar el animal que hubiera sido madre del hombre) que éste tenga derecho a todo; se construya magníficos edificios donde habitar; se arrellane en mullidos colchones y se envuelva en blancas sábanas y, sus progenitores, condenados siempre a habitar la selva y a vivir cuando más en la gruta y hasta de ella ha de ir el hombre a sacarlos y asesinarlos.

¿Sería esto justicia? ¿Sería esto una ley sabia? ¿Podría decirse que el progreso no era limitado?

Para acallar las protestas de errores de esta clase y otros mayores, (como examinaremos en el capítulo séptimo) se hizo un artículo de fe en que decían: "Dios es todopoderoso y con todo su poder hace todo cuanto quiere".

Pero en este dogma envolvieron al creador en el absurdo. El Creador, con ser omnipotente y omnímodo, no puede hacer absurdos; y absurdo mayúsculo sería la procedencia del hombre de un animal y relegar al animal a más baja esfera. El creador no puede hacer eso, porque es marcar un retroceso en la ley del progreso; el creador hubiera mentido al imponer a la ley del progreso el carácter de continuado, indefinido e infinito.

No argumentaré aquí más, puesto que en su lugar será forzoso tocarlo, y porque para decir lo referente al cuerpo del hombre, ya tenemos cimentada y explicada la verdad de los hechos.

Dije en su lugar que, el cuerpo del hombre fué creado de los tres reinos (esencias) de la naturaleza, y confirmé, por los instintos, que el hombre tiene una partícula de cada especie animal, vegetal y mineral y os remito al estudio para que por la química lo comprobéis en la paz que os proporciona la comuna; y no para que lo creáis; porque esto es de la ley y esta la habéis acatado en conocimiento de vuestro espíritu en el juicio de mayoría, por cuyo acatamiento estáis en la tierra y, si nó, estaríais en otra morada.

Pero es necesario estudiarlo, para que señaléis en el análisis, las partículas o cantidad que un cuerpo tiene de cada especie de los tres reinos, de cuyas esencias fué, formado; por que todo tenéis que saberlo y a ello obliga la ley para empezar a ser sabios y conocer la causa de la vida, las obligaciones y derechos, en lo más estricto de la sabiduría.

Aquí os adelantaré que eso, no es necesario saberla para ser santos (perdonad esa palabra que es de justicia mentarla); en la comuna no queremos santos, sino justos, que no es lo mismo; porque yo conozco santos a montones, que fueron los más injustos y retrógrados ignorantes; y de los llamados santos, salieron legiones para otras tierras más duras, pero no salió ningún justo, como ellos desterrado, sino si acaso en misión del padre para recordarles que, la santidad es de ignorantes y la justicia es de sabios. Santo sólo hay uno al que jamás igualaremos entre todos los sabios; pero se empieza por amar al hermano antes, que al creador, de intención, porque si no hacemos con nuestro hermano la justicia so pretexto de acudir primero al creador, jamás haremos justicia, porque al creador, jamás llegaríamos por ese camino; a él sólo se puede llegar por grados, pisando todos los escalones y el primero siempre es el que tenemos delante y es el hombre nuestro semejante, hermano verdadero en espíritu y carne. El padre sólo nos manda: "Ama a tu hermano".

Y como en cada uno de nosotros está el espíritu (que ya sabéis que es hijo consubstancial del creador), amando al hermano, amamos al creador nuestro padre; y repito que "si non, non "

Es, pues, el cuerpo del hombre, un conjunto de todo lo existente en el mundo donde moramos; y tiene en sí todos los instintos, virtudes y defectos de todo y tiene por esto deberes para con todos; y al cumplirlos, tiene por eso derecho a todo lo de todos: He aquí el axiomático principio de la comuna de amor y ley.

Y si los tres reinos que tomaron parte en la constitución del hombre viven de la materia de que se crean ¿le será vedado al hombre algo que a los animales y los otros reinos no les está vedado? Esto sería tan injusto, como haber privado a aquel animal que hubiera parido al hombre, de los derechos que disfruta el hombre: por tanto, al hombre, no le es prohibido en absoluto nada de lo que en la tierra hay, pues todo fue hecho para el cuerpo del hombre.

El cuerpo es una herramienta preparada por el espíritu para el trabajo; y como el hombre trabaja en todo, a todo tiene derecho en su cuerpo; privarle de lo que sea en justicia de su necesidad, es más injusticia; pero es también una injusticia y acaso muchas injusticias a la vez, tomar con desmedida en perjuicio de otros.

Mas esto que parece tan difícil; no es sino muy fácil de cumplir en toda justicia; hasta del menos sabio (no digo ignorante porque en la comuna no puede haber ignorantes). ¿Cómo se confirma en justicia? Tomando sólo lo necesario en todas las cosas, por amor a los demás; pero mientras no habéis llegado a la fruición del amor (en cuyo momento para el común de todos no necesitaréis maestros), sujetáos al código y disposiciones de los maestros y nada temáis; y que nada os asuste, porque cuanto en la tierra hay, para el cuerpo fué hecho.

Pero he de extremar la verdad, pues yo no puedo ser menos de una barredora que nada deja atrás; porque otra ley y otra verdad no se os dará en la tierra, que la comprenderéis por vuestros grados de progreso, cada vez mejor; pero seréis vosotros los que cambiaréis y no la verdad ni la ley.

Pues bien; ya os dije antes, que el cuerpo y los mundos, ni aun en sus escorias mueren; sino que se renuevan, se transforman, reviven, si queréis; y llegan un día, (sirviendo de almas luminosas al espíritu) hasta la casa del padre su procedencia, porque el mandato es llegar, siempre ascendiendo y así, lo mismo que el espíritu que se materializa tarda mucho más en llegar a su origen, el cuerpo que toma sin medida, no retrasa, (porque nada retrasa en la creación) pero rodea más y para él es un perjuicio; pero aunque en realidad es responsable el espíritu solo, el cuerpo es parte con su alma, del espíritu; de este modo, aun sin ser responsable, se perjudica en la justicia. Es cuanto se puede decir del cuerpo del hombre.

El cuerpo es el instrumento para crear; pues dadle los efectos todos de la creación en justicia;. si no se los dais, cometeréis injusticia; porque, sabed por último, que la materia tiene su ley; y en tanto no se llena la ley, es decir, no se harta el cuerpo de aquello que le pertenece, reclamará y no lo acallaréis, porque en el alma está de menos la esencia de lo que al cuerpo no se le dió, pues de todo lo que el cuerpo consume sus esencias en el alma quedan y con ellas se agranda en cada existencia.

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