CAPITULO V
EL CUERPO DEL HOMBRE Y DE LOS OTROS SERES

PÁRRAFO I
EL CUERPO DEL HOMBRE LO FORMA SU MISMO ESPÍRITU

Es ésta otra sorpresa que se le reservaba a la humanidad para el día de la comuna, es decir, en el día de la paz, de la verdad suma y del amor. Si se le hubiera dicho al hombre cuando negaba la vida y la acción del espíritu, que éste fabricaba hasta su cuerpo, a quien tal dijera, de no haber existido manicomios, lo habrían encerrado en una jaula.

Pero el progreso sube por grados y por grados se descubre la verdad, porque por grados se adquiere la convicción y la sabiduría; hoy es hora de poderle decir al hombre: sólo tu te haces tu cuerpo y te lo preparas a la medida de la obra que tienes que realizar en cada existencia.

El mecánico, no será bueno como tal, en tanto no sepa fabricarse las herramientas de su oficio y darles el temple necesario para cada material a que ha de aplicarlas; y así, el creador dió el poder y la inteligencia al espíritu su hijo para fabricarse el cuerpo a su gusto; y en su discernimiento, recoge en el depósito de materiales aquellos adecuados para lo que quiere hacer, pero sujeto a la ley de afinidad y justicia que es su peso fiel, muy fiel y exacto al progreso de cada individuo

Se oyó siempre ponderar toda belleza y los poetas han cantado a la naturaleza las gracias y escultura de una mujer, o la gallardía de un mancebo; si esto no era una herejía, era un insulto al espíritu, único autor de su cuerpo. Pero, ¿cómo habían de cantar al espíritu, si ellos mismos que en sus estrofas evocaban al espíritu, o musa, no le daban vida y cuanto menos acción? Es cierto que hay ojos que ven blanco lo que es profundamente negro; pero aún es más tremendo esto cuando entre los poetas hubo quien dijo que “todo es del color del cristal con que se mira" y aun no lo entendieron; pero tampoco encontraron fundamento para contradecirlo y siguieron las cosas sin cambiar y se continuó evocando al espíritu y negándole vida.

Que el espíritu se fabrique su cuerpo, es de necesidad y también de la más estricta justicia porque, ¿cómo podría decirme, mandarme y exigirme el creador, que yo mirara a las estrellas si me diera un cuerpo sin ojos? ¿Cómo podría yo agarrar y manejar la pluma o la herramienta, si mi brazo fuera inflexible y de una pieza, sin las debidas articulaciones? No; fuimos creados en la libertad, hasta para fabricarnos nuestro organismo y nosotros mismos hacemos todo a nuestro gusto; de este modo, no tenemos derecho ni podemos quejarnos de una mala constitución en nuestro organismo, y en él depositamos ya los gérmenes todos de las aptitudes y hasta los microhombres en nuestra médula; pero no voy a decir más aquí, porque es del párrafo siguiente.

 

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