PARTE SEGUNDA

CAPITULO IV
LA CREACION

PÁRRAFO I
LA CREACIÓN DE LOS MUNDOS

Ya conoce el hombre la vida, la causa de la vida, el espíritu, las leyes del espíritu que son las del creador y todo lo concerniente a las funciones del espíritu: su plenipotencia y su omnipotencia y la relación que existe entre las leyes divinas y humanas y, cómo el espíritu es el creador secundario porque es consubstancial y coeterno con el creador, primario autor de todo: el gran Eloí.

Queda expuesta la función de los mundos y del espíritu y los infinitos grados de progreso y que no llegaremos nunca jamás a la perfección absoluta y siempre alcanzaremos a la perfección relativa en cada mundo y estado del espíritu.

Señalar un número de grados de progreso, (aunque dijéramos millones de grados), es un error capital y amenguar el progreso y aun sentar un principio falso, poniendo un límite que no existe en el creador, que lo habría tácitamente, si señaláramos un número de grados por millones que fueran, porque llegaríamos; pararse allí, sería la muerte de necesidad y se acabaría el universo y el creador.

No, los grados de progreso son infinitos y eternos y jamás llegaremos al fin; y cuanto más avancemos, siempre tendremos más allá al autor de la eternidad, sin haber pasado un segundo de su tiempo.

Habrán aparecido y desaparecido infinitos mundos (obra del espíritu) y el espíritu siempre será nuevo; porque, “pasan los cielos y la tierra, pero no pasa la voluntad del creador”: se dijo por los profetas.

Si el progreso pudiera tener límite, por remoto que fuera, no valía la pena de tanta lucha del espíritu en los mundos hasta la expiación, en donde alcanza el primer grado de progreso; ¿para qué tanta lucha, progreso ni sabiduría, si habíamos de llegar a encerrarnos en un callejón sin salida, lo que representa la muerte? Esto es lo que han pretendido el cristianismo y el catolicismo con su infierno y con su cielo de gloria y, ni aun para ellos existe en la ley, porque es contrario a la eterna ley de amor.

El infierno y el cielo, son los mundos; y el sufrimiento, la gloria y el infierno, están en la ignorancia o sabiduría del espíritu.

Si el espíritu forma los mundos, ¿llegaría a no poder formarlos, precisamente, cuando es más sabio y por tanto goza de la omnipotencia? Leed el testamento de Abraham y veréis allí el proceso del progreso eterno: “los mundos son infinitos y el hombre ha de vivir en todos los que hoy existen; pero la creación sigue y no se acaba”, dice; y como ya sabéis que el espíritu crea los mundos y es consubstancial y coeterno con su padre, aquél no puede acabar y el espíritu no puede acabar; y, los mundos seguirán creándose eternamente, por el espíritu. Esta es la verdad eterna que os traigo para siempre.

En el Código, está como ley la formación de los mundos; en la filosofía está confirmado; y aun cuando se ha de escribir la historia íntegra de nuestro terrón, tengo que dar aquí las generalidades de la creación del mundo, porque, sin esto, el hombre no puede “conocerse a sí mismo”, cuyo fin es el de este libro.

Mas son latas sus funciones cuanto amenas y necesarias y debo guardar orden para adelantaros tiempo y facilitaros la inteligencia en tamaño asunto y así, tengo que entrar por puntos.

Punto primero
EL MUNDO EN SU FUNCIÓN HASTA FIJARSE EN SU ORBITA

El espíritu maestro comprende toda la ley de una sola ojeada, porque la ley está en él; mas el espíritu estudiante, sólo puede comprender lo que su progreso le permite, porque sólo está en la ley; y no es lo mismo estar en la ley el individuo, que estar la ley en él.

De aquí la necesidad del espíritu de partir para su estudio, del efecto en que vive; y estudiando del efecto el retroceso, conocer todo el efecto, para elevarse hasta la causa.

Los hijos de la comuna, no pueden errar como hicieron los hombres (que soís vosotros mismos) en el tiempo pasado, que querían conocer al creador sin conocerse a sí mismos aunque se palpaban y querían conocer el éter impalpable, sin conocer la tierra palpable.

Voy a empezar la historia reseña del mundo; pero siento como base, “que todos los mundos que han pasado, los que existen y los que después serán, proceden todos de un mundo primero en la materia y naturaleza, como aquel primero, de la substancia cósmica y única el éter, cuya función está reflejada en el memorial del electromagno.

Nuestro mundo procede del sol y de él dependen en la materia y vida orgánica; por lo que es su padre directo en lo material, como el sol tiene otro progenitor y aquel otro y así hasta el centro de las vibraciones, de donde parte toda la vida universal y con la única ley para todos.

El sol, al ser creado como centro de su sistema y por tanto, instituído padre de una familia, cuyos hijos son los mundos que de él proceden y sujeta conforme a la armonía del universo, en sus movimientos, se carga de fuerzas y gérmenes necesarios a la vida y creación de todos sus mundos y los produce en el tiempo que la ley le manda.

Hace, 122.999.250 siglos, el sol, parió la tierra, conforme al decreto que del creador recibiera y la tierra formó unidad en los mundos infinitos.

Del sol, se desprendió el germen telúrico, (o fuerza ígnea) que es una chispa de la vida universal y se vistió como es consiguiente de todas las moléculas afines del germen que se desprendía de su centro, en el que ya iba todo lo que en la tierra existió, existe y existirá y el hombre.

Repito que la ley es una misma en el infinito; y el hombre nace por el parto de la madre, después de su primera aparición; y lo mismo, la tierra nacía de un parto del sol su centro; y como el hombre queda ligado a la madre por el cordón umbilical, por el que recibe la vida durante la gestación del feto, hasta que saliendo a la luz le es cortado aquél para que reciba el alimento por los pechos de la madre y el calor de su regazo, así la tierra fue engendrada y alimentada del sol en sus entrañas y quedaba en el parto, ligada, por los lazos de atracción y bañada por los rayos amorosos de su vibración, que serían su vida en su infancia.

Aquel germen telúrico, sujeto a su matriz por la atracción, hubo de vivir recibiendo vida y forma en la gran placenta del éter, recorriendo todos los mundos del sol y recogiendo de todos sus hermanos, el amor, la fuerza, las formas y el carácter, en gérmenes fluídicos; y cuando en sí tenía todo lo necesario para su vida de 123 millones de siglos que habría de vivir desde su aparición en el germen telúrico, su progenitor, por la ley, la sujeta a una órbita donde debe vegetar y cumplir su misión y le da un Mayor; un espíritu maestro para su naturaleza y otro para su atmósfera, que la hagan cumplir la ley y queda ya la tierra creada en su armazón, con camino trazado y maestros que saben la ley, que la cumplirán. Han pasado 23 millones de siglos en esa formación de su armadura y depósitos de vida, de lo que no hablo, pues los efectos hicieron las leyes de las ciencias geológicas que serán la base para vuestros estudios y que ahora llenarán los vacíos que en el sexto día dejaron los que las principiaron y tienen que venir a llenarlos; porque cada uno tiene lo suyo y no puede hacerlo otro, como otro no puede dar la ley que a mí se me confió; esto es de justicia en la armonía; pero esta ley suprema y eterna, es la causa de todas las demás leyes, por lo que son efectos, por los que los hombres y los espíritus han de estudiar para llegar a saber la ley causa, que como Eloí, es amor; y dejo el camino trazado cual es mi deber en justicia para evitar el equívoco.

Punto segundo
LA TIERRA EN SU ORBITA HASTA SU PARTO, EN QUE DIO LA LUNA

Ya el universo sabe que el sol tiene un nuevo hijo; el catálogo del creador se ha enriquecido con una habitación más en sus infinitas moradas; y el infinito sabe, que allí habrá una nueva jornada de trabajo para una familia que asciende y debe allí saldar sus cuentas y entrar en el concierto, aumentando el número de los omnipotentes.

Sigamos a la tierra en su órbita: aun no es más que el armazón todo él fuego incandescente y hay que cubrirlo; sin lo cual, no podía dar formas a los innumerables gérmenes de seres que allí se encierran.

¡Qué de evoluciones habrá de hacer!... ¡Qué ímprobo trabajo el del maestro que lo dirige, para vestir aquellas llamas y apagarlas!. . . y lo más grandioso es, que sólo de átomos tiene que formarse el caparazón que envuelva aquella inmensa hoguera!... ¿Pero para qué tiene y es el espíritu omnipotente, en la ley del creador?...

¿Para qué es ese espíritu a quien se le ha encargado la obra, maestro y creador? Por eso, él recogió los átomos y con átomos cubrió el caparazón y se formaron los gases que se liquidaron, formando aguas, las cuales se solidificaron y ya, pudieron empezar a crearse las primeras briznas de hierba, que serían al secarse material sólido y quedaban semillas salidas del germen, que en el germen telúrico ya iban y en seguida se multiplicarían hasta el fin del mundo.

Pero no creáis que fuera tan fácil contener todo aquel fuego encerrado; muchas veces, abriendo brecha, se desmoronaba su obra, mientras estabilizó los movimientos sobre el eje de su rotación e imprimió la marcha justa y rotación adecuada para el equilibrio de las dos fuerzas centrípeta y centrífuga, que debería ser igual a la fuerza central. Conseguido esto, ya pudo localizar las aguas, que se iban aumentando según se liquidaban los gases producidos por el calor, radiante del centro al exterior.

Entonces ya, se pudieron crear las gramíneas que darían consistencia y estabilidad a los montículos terrosos, los cuales se irían también recubriendo con los átomos constantes que se adherían cada vez más, según que los productos de las hierbas y gramíneas metamorfoseaban la materia con su consistencia bastante para que el germen de los arbustos pudiera arraigar; y con sus productos leñosos y la absorción de calor, ayudaban grandemente en su obra al maestro espíritu; y con su multiplicación y exuberancia, también aumentaban las capas geológicas y se formaban altos y hondonadas, donde el elemento líquido seguiría corriendo y enfriándose y formando el suelo más consistente y las rocas, con los residuos sebáceos o minerales que arrastraba. Así, en siglos y siglos, la tierra se cubrió de feracísima vegetación; no hemos de olvidar, que en la atmósfera creada por los gases de la tierra, había substancias riquísimas y gérmenes vitales, que otro, hermano maestro dominaba por el elemento aire o corrientes formadas por el flujo y reflujo de las fuerzas en acción y que así llevaba y traía todos aquellos gérmenes; pegándolos en la superficie de la rodante armazón, ayudando en su parte al maestro de la naturaleza.

Ya, la tierra estaba cubierta de colosales árboles y las gramíneas, en sus incesantes frutos, habían creado los primeros huevecillos de los animalejos invertebrados; por sabiduría de la ley de afinidad, (que obra desde el primer momento) de las esencias químicas reunidas y metamorfoseadas, adquirían vida y formaban el germen del alma animal, cuyas substancias, en la putrefacción, la absorberían las raíces de los arbustos los que, en sus frutos, darían las crisálidas de los alados, mientras en sus troncos darían los huevos de los vertebrados y se cubriría así la tierra de las especies animales, en ascensión, hasta llegar a las más finas, aumentando y purificando el alma animal.

Entretanto, las aguas, corrían llevando en su mordente carrera por el interior y exterior de la tierra, la esencia más pura de las almas animales, vegetales y minerales y las almacenaban en sí, dando vida a los acuáticos y mejorando siempre el alma, por el incesante tamizado, subir y bajar pendientes siempre obedeciendo a la cascada natural de la rotación y movimiento de la tierra y también por la evaporación, subiendo a la atmósfera para formar las nubes y volver a caer a la superficie para regar las montañas, donde por su curso natural, las aguas no pueden llegar; y aún dura y durará ese movimiento, hasta que el mundo haya cumplido su misión.

Mas hasta el tiempo señalado en que vemos ya todo cubierto de abrupta vegetación y monstruosos y feroces animales de tan colosales dimensiones, que el elefante de hoy sería al lado del primitivo, como un conejo al lado del elefante actual…¿Cuánto tiempo pasó?... Ya habían terminado 45 millones de siglos desde que la tierra fué sujetada a su órbita; va habían aparecido todas las especies vegetales y animales, cuyos gérmenes, la chispa telúrica llevaba en sí al nacer del sol. ¿Era toda aquella mágica obra la misión del mundo? Si fuera esa su misión, ¿para qué servía? ¿Para qué tanto trabajo y sabiduría empleados? ¡Oh! Todo eso, no ha sido más que la preparación de la creación; ahora va a engendrar al hombre; pero no os lo diré aquí: debo seguir la creación, y la aparición del hombre será en otro lugar.

Punto tercero
EL MUNDO EN SU PRIMER PARTO EN QUE DIO LA LUNA, HASTA LA APARICIÓN DEL HOMBRE

En las infinitas evoluciones, transformaciones o metamorfosis que el mundo ha sufrido en 68 millones de siglos, no ha hecho más que preparar materiales para disponerse a engendrar al hombre; luego el hombre, será algo que vale la pena de todo este trabajo; pero vamos a ver lo que sucede en su concepción.

Ya he dicho antes, que el hombre lleva en sí las esencias de los tres reinos de la naturaleza; vamos a ver cómo es así y de qué medios se vale la ley por la omnipotencia del espíritu, para tan grande hecho químico.

Saben, la ley y el espíritu maestro del mundo en la creación, cuál es la calidad de espíritus y el numero de ellos que lo han de habitar, así cómo de dónde ascienden; y ya cuentan también el valor que traen consigo de los mundos que ascienden. No debe olvidarse, que ahora, estudiamos nuestro mundo en su carácter de mundo de expiación.

La vida de los tres reinos, es necesaria al cuerpo y alma del hombre; en cada reino y en él cada especie, tiene la suya propia en vegetación; pero el hombre, tiene que aparecer siendo hombre y sobre todos los seres animados e inanimados. Lo que quiere decir, que no puede aparecer en un animado, para tener que correr toda la escala zoológica, puesto que el espíritu que ha de animar su cuerpo es nada menos que el hijo del creador, que es consubstancial y coeterno con él.

¿Cómo, pues, operar esa suprema metamorfosis que dé por resultado la fusión homogénea en una sola esencia, de esencias tan heterogéneas? La ley todo lo previene, porque es la sabiduría y la potencia universal; y el maestro encargado de ese mundo es sabio y por la ley, omnipotente.

Se ha señalado el momento en su cronómetro infalible y da suelta a las fuerzas internas aprisionadas y… Estalla el mundo en pedazos, cayendo en sus entrañas todos los seres movientes y semovientes, (1) saliendo de la tierra y llevando por la ley de gravedad, un pedazo, medido y pesado a la justa ley, que va a colocarse donde la fuerza magnética de su progenitor, la tierra, lo dominará y lo arrastrará, sirviéndole de reflector cuando el sol se retira de un hemisferio; y es la luna que alumbró las cuitas del hombre desde el momento de su engendro en las entrañas de la madre tierra. . .

¡Cuántos secretos guarda ese pedazo de tierra que nos refleja la luz del sol! ¡Y qué poco han visto en ella los hombres, ni con el telescopio, ni con la geología, ni con la razón! Y sin embargo, es un testigo presencial de toda la historia del hombre.

Explotó la tierra y la luna fue al sitio a que la ley de gravedad la llevó; todos los animales y vegetales, cayeron en las entrañas de la tierra. El agua la cubrió toda en sus oscilaciones y todo fué reducido a una común substancia, empapándose la tierra de la esencia de todo y, quedaba engendrado el hombre con las esencias de todos los cuerpos animales y toda el alma de todas las especies; fusionadas la fiereza y la mansedumbre, la ligereza y la inmovilidad, la astucia y la prudencia, la magnanimidad y la tacañería, todo, todo quedaba hecho una masa común, de la que el germen vital de cada especie (que nunca puede morir) renacerá de nuevo, pero mejorado en instintos y condiciones de servir al que venía luego a ser su señor, que quedaba engendrado de las substancias esenciales y del sacrificio de todos.

¡He ahí la potencia de la ley y la omnipotencia del espíritu en la sabiduría universal, obrando la sabiduría de creador! Algo es el hombre por su espíritu. Ya la tierra tenía luz de día y de noche y tendía a reducir su temperatura para la llegada del hombre. Las aguas fueron asentándose en sus lechos y la vegetación comenzó a aparecer más fina de lo que fué la anterior, pero de más abundantes frutos, porque las especies todas se habían cruzado; la mucha leña de antes ahora la daba en frutos, porque la tierra no necesitaba tanto elemento sólido, sino galas y bellezas, flores y frutos que embalsamaran su atmósfera, armonía en el conjunto de la variedad, vida más bella e instintos mas dóciles en los animales y, mucha procreación para afinar aun más las especies, por su propio filtro.

Ya llegaba el momento fijado en la ley y apareció en los puntos adecuados de las partes sólidas, el árbol último que serviría de matriz al hombre: el árbol de la quina, que contiene todas las esencias de los tres reinos. Habían pasado diez millones de siglos desde el parto de la tierra y aun el silencio reinaba porque la voz del hombre aun no había vibrado sobre ella y, cayeron los quinos dejando al descubierto al hombre liliputiense de la primera generación.

(1) Al corregir para la 2ª edición, vemos que el linotipista de la la primera, omitió este asterisco que dice: "Reservando algunas parejas de todas las especies de la fauna animal, lo que no le era difícil al espíritu maestro".

Punto cuarto
LA APARICIÓN DEL HOMBRE EN LA TIERRA

Hemos recorrido 79 millones de siglos en tantas y variadas evoluciones y revoluciones gigantescas, desde que el germen telúrico (en el que ya iba el hombre) salió del sol su progenitor en la materia; allí no estaba el espíritu del hombre, pero sí el espíritu universal; la ley preparaba aquella morada a una familia que ascendía de las luchas de tres mundos inferiores.

Son estudiantes y el padre les prepara las aulas de sus correspondientes grados y en ellas tenían que licenciarse los estudiantes; lo que hacía necesario preparar todas las materias de su estudio para ser licenciados y saldar sus cuenta con la creación, para luego empezar en el ejercicio de su carrera, libres de toda reclamación; esto exigía que se le proveyese de todo lo concerniente a su curso; y como los estudiantes, en su último grado son muy exigentes, (porque ya rayan en hombres de respeto) de aquí todos los preparativos y hechos que hemos descrito.

Es parabólica esta comparación, pero es real en su significado; pues no de otro modo no se le puede explicar al hombre para su comprensión y aun el espíritu lo idea para dar formas, porque en su deber de comprenderlo en el hombre, es esa la forma adecuada en la razón.

Pues bien; la ley de afinidad reunió en los puntos adecuados la parte necesaria de esencias de los cuerpos que sucumbieron en el gran cataclismo y la esencia de las almas de los mismo seres, ingiriéndolas ahora por sus raíces, el árbol de la quina, mostrándose hasta en esto sabia la naturaleza, pues nos reveló el nombre que indica quinta esencia; y como por su amargura no lo dañarían los animales, el feto del hombre, allí, no sería molestado.

Es de advertir también, que este arbusto, es el que más profundas lleva las raíces y así adquiriría las esencias de las almas animales que por su sutileza habían de penetrar más profundas y más se purificarían en el filtro, al ser llamada por la ley a dar vida animal al embrión del hombre, que en los troncos del quino se formaba.

En efecto; de la savia del quino, se formaron unos huevecillos y el cuerpo y el alma anima (que había de ser hombre por el espíritu) tomaron las formas del hombre, conforme a la ley, con todos los organismos que hoy el hombre tiene y allí se efectuó la encarnación de los primeros espíritus que había de rasgar el silencio secular en la tierra.

Ellos ya sabían (hasta donde su grado de progreso) formarse sus miembros y sus tejidos, sus sistemas nerviosos y venales y, ayudados por el espíritu maestro en ley de justicia; y estando ellos ya en vida y desarrollo suficientes, cayeron los árboles y quedaron al descubierto en sus envolturas, holgadas y elásticas de un color verde obscuro y de unos cuatro a cinco centímetros de longitud; y al bañarlos el sol y el aire, despertaron del letargo y se movían a saltitos y eran multitudes y machos y hembras.

Nada falta en la sabiduría del creador. El espíritu maestro (que tanto poder nos ha demostrado en tan heterogéneas funciones del mundo) no podría, sin embargo, rasgar las envolturas de aquellos hombrecillos de 4 centímetros de longitud; pero en su sabiduría y potencia, no le faltarán medios; por él obró el gorrión que con su pico, rompió las bolsitas que encerraban la omnipotencia del hombre y el mismo animalito le proporcionaba los primeros alimentos, aunque la atmósfera embalsamada, le era suficiente en los primeros días; y ya, el gorrión, partera del hombre en su aparición, no lo abandonó y con él vivió en la tribu y vive en la ciudad.

Se desarrolló rápidamente aquella generación, que alcanzó a unos 50 centímetros (dos pies); su agilidad lo ponía a salvo dé algunas asechanzas de las bestias, pero muchos sucumbieron.

Hagamos aquí un lugarcito a un hombre misionero que me confirma.

 

"La Nación"  Miércoles 6 de agosto de 1913

AMEGHINO  2º ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO

Espíritu profundamente analítico y genialmente sintético, tuvo la extraña visión retrospectiva de lo que había sido el mundo nuestro en las remotas épocas: creó las formas eslabonadas de los seres en la evolución filogenética, pronosticó su futuro, y elevándose desde la entraña misma de la tierra donde sus manos de sabio palparon esas formas fósiles que había soñado, se alzó hasta el poema de la Creación que vibra en su "Credo", como un acorde poderoso de infinita armonía.

Hoy, en la república entera se rinde homenaje a la memoria del sabio, y si el culto de los muertos es el lazo más fehaciente de la solidaridad humana, el hacerlo ante la tumba del maestro, importa también exteriorizar la gratitud reclamada por la herencia científica que se recorre y atesora como bien fecundo.

La verdad que dimana del conocimiento de la naturaleza es lo que más hace perfecto al hombre, robusteciendo su cerebro, dando la luz que alumbra las sendas que eran tiniebla, revelándole el misterio y prestándole fuerza para afirmar con mayor seguridad su planta en la investigación de esa verdad que también se llama belleza.

En este concepto, no es sólo la patria la que puede estar agradecida a la labor del sabio; son también los hombres de todos los pueblos.

Muerto el maestro, la comprobación ha continuado ya que los hombres se suceden unos a los otros y el afán de investigación es eterno desde que la razón pudo formarse: el territorio nacional, desde Jujuy hasta la Tierra del Fuego, entrega sus tesoros de la vida pasada, cada vez que se excava, y cada hallazgo es un nuevo elemento de prueba que robustece lo afirmado por él. Y esto no sucede sólo aquí en donde el capital fósil es mayor que en cualquiera otra parte; sucede en la Europa como en los yacimientos de Pildton y en África con los de Egipto; de esto nos informan hasta los últimos correos llegados, y los que han creído al hombre originario del cuaternario europeo y descendiente de monos, han abandonado esa creencia que impugnara tan virilmente el maestro, en vista de lo que ellos mismos han encontrado ahora en su tierra.


El Monumento al sabio

El segundo aniversario de la muerte de Ameghino, llega plena evidencia de su definitivo triunfo póstumo.

Sus 179 obras encierran otras muchas profecías que aun no se han realizado, dejando constancia, en cuanto a hechos y labor, algo que asombra.

Ameghino no fué sólo el paleontólogo que halló más de 1000 especies nuevas y cientos de géneros, determinándolos: halló faunas enteras desconocidas que marcaban otros tantos horizontes ignorados de la tierra, y con su dominio de la geología, estableció en la capa terciaria que no se trataba: de tres o cuatro de esos horizontes, sino que ella era de trascendental y mayor importancia, pues se componía en realidad de diez y nueve horizontes que representaban otras tantas edades en las que mundos nuevos de animales habían aparecido y habían evolucionado hasta extinguir sus tipos característicos. No era ya marcar nuevas especies ni nuevos géneros: era el descubrimiento de épocas que habían durado cientos de siglos, con extraordinarias poblaciones viviendo en su ambiente.

En esto, la afirmación del geólogo estaba comprobada por la del paleontólogo que presentaba los restos fósiles de los animales diversos en cada época.

Halló en nuestro suelo que la Patagónia era la cuna originaria de todos los mamíferos que poblaban la tierra, y por tanto del hombre, presentando los diminutos seres primitivos de los que derivaron los gigantes monstruosos del terciario y pudo seguir paso a paso su evolución desde el origen hasta las formas actuales; el secreto de la evolución fué expuesto a la luz del día, y la geología y la paleontología unidas le sirvieron para trazar las líneas de los continentes que habían existido en la tierra.

El mundo no había tenido en otras épocas la misma distribución geográfica que hoy tiene. Afloraron en su origen las primeras tierras, que surgieron del caos de las aguas, islas arcaicas diseminadas en el Océano hirviente entre las que se contaban nuestras venerables sierras del Tandil, testigos silenciosos de toda la evolución terrestre; después, en las épocas carbonífera, jurásica o cretácea los continentes cambiaron, como incesantemente y lentamente se modifican; tierras colosales como Gondwana, que se extendía desde las regiones occidentales de la Argentina hasta las orientales de Queensland y Nueva Gales del Sur, abarcando en su conjunto Australia, la India y la mitad austral de África y la América del Sur. Destrozada después Gondwana, el vasto continente de Archelenis nos ligó al África, desapareciendo más tarde y quedando sólo como rastros visibles los picos volcánicos de las islas Trinidad, Ascensión y Santa Elena.

Esto explicaba las emigraciones de los animales formados aquí, al África y la Europa, en donde evolucionaron para regresar de nuevo, ya transformados, por los puentes geológicos que vinieron más tarde. Esta circulación de corrientes de faunas, dominadas en sus épocas y en el estado de evolución de los animales, permitió a Ameghino profetizar los tipos de fósiles que debían encontrarse en África y en Europa, en capas fijas geológicas, lo que ha venido a realzarse después de su muerte, con asombro de todos.

El gran observador analítico había estudiado los dientes de los mamíferos desde su forma primera hasta la actual, y el genial espíritu sintético y generalizador, había deducido de ellos toda la ley filogenética de esos seres. Por eso leía en los dientes y el examen de un solo molar le permitió reconstruir el tipo antecesor del elefante, en ese mismo molar leyó toda su historia desde el más remoto pasado y pudo así escribir la de este judío errante que originado aquí pasó a evolucionar en el África y dio la vuelta al mundo regresando por el norte a la América, después de haber alterado su forma en cada edad.

Fué siguiendo así los seres de otras edades, desde el silencio de su gabinete, acompañándolos en su cambio de forma por todos los continentes en todas las épocas, y por eso sabía en qué capa geológica se encontrarían sus restos en la forma que entonces debían haber tenido.

En el último tiempo de su vida, aplicó estas facultades poderosas y extraordinarias a buscar el origen y la evolución del hombre que él había presentido y explicado en su maravilloso libro "Filogenia", y un cuarto de siglo más tarde tenía sobre su mesa los ejemplares fósiles de Homúnculos, el diminuto hombrecillo de la Patagonia de 50 centímetros de altura, Antroppos, Tetraprothomo, Diprothomo, Homo Sinemento, Homo Pampaeus y cien restos de hombres extinguidos, con lo que sorprendiendo su origen desde las capas eocenas, paso a paso fué siguiendo sus huellas y sus transformaciones, teniendo la felicidad de hallar sus restos.

Así transformó no sólo la paleontología sino también la antropología, y sus atrevidas afirmaciones tuvieron más tarde como prueba irrefutable la evidencia de los hechos, de las formas predichas y encontradas, de los yacimientos comprobatorios que señaló en diversas partes del mundo y que aparecen recién ahora.

Por eso los descubrimientos del futuro llevarán su nombre ligado a ellos, y el recuerdo de su genio forzosamente tiene que acompañar los adelantos de la ciencia.

El monumento

El escultor argentino D. Ernesto Durigón, que acaba de regresar de Europa, en donde estaba pensionado por nuestro gobierno, ha concluido ya su proyecto de monumento al Dr. Florentino Ameghino, el cual será presentado en breve al P. E. de la provincia de Buenos Aires.

Reproducimos hoy, día en que todos los colegios y corporaciones de la República rinden homenaje al gran maestro extinto, una fotografía de la "maquette" que el señor Durigón presentará al gobierno respectivo.

Obra armónica y simbólica, bella en suma, en la que resalta la corrección de la forma por el dominio del dibujo, se ve en ella, coronándola, el grupo que representa la ciencia descubriendo a la naturaleza al arrancarle el velo del misterio, que como todo el bloque alegórico, será de mármol. A la derecha se ve el plátano simbolizando el genio, y debajo el rosal como belleza y el cardo de la naturaleza virgen.

La estatua de Ameghino será de bronce, así como los dos bajo relieves, alusivos uno a la fauna cuaternaria y otra a los fenómenos volcánicos terciarios.

La parte arquitectónica será de granito o piedra lustrada perteneciente a alguna de nuestras regiones, como lo sería por ejemplo, la piedra litográfica de Salta, cuyos tonos intensos y suaves servirían de fondo admirable al bronce.

La altura total del monumento será de 5 metros, sobre una base rectangular de 6 m. 50 por 3.

La conferencia de anoche

Con motivo del segundo aniversario del fallecimiento del sabio, se realizó anoche en el teatro Argentino, de La Plata, una velada, a la cual asistió una nutrida concurrencia de aquella ciudad y muchas personas de esta capital.

El acto resultó muy interesante y se prolongó hasta después de las 12.

Se empezó con el Himno al Sol, que estuvo a cargo de la orquesta dirigida por el maestro Ruta.

En seguida D. Ernesto Nelson leyó una larga conferencia sobre la obra científica realzada en su fecunda vida por el doctor Ameghino, disertación que fué hábilmente ilustrada por cerca de cien proyecciones luminosas.

El señor Nelson hizo un estudio detallado y preciso de los descubrimientos y teorías de Ameghino sobre los fósiles encontrados en las pampas argentinas, y que han constituido la base de todo un sistema científico, por medio del cual se explica con claridad el origen, desarrollo y evolución de todas las especies de animales que existieron en las distintas épocas geológicas de la tierra, hasta llegar al hombre, como el ser más perfecto de la creación. Finalmente, puso de manifiesto el papel principalísimo que ha desempeñado en todo ese proceso evolutivo el suelo argentino, según lo afirmado por el eminente hombre de ciencia desaparecido.

Hubo después varios números de música. En la segunda parte del programa el profesor Rodolfo Senet disertó sobre las teorías de Ameghino respecto al origen del hombre, y el profesor Víctor Mercante cerró el acto con un trabajo referente a los propósitos de la Sociedad Científica Argentina relativamente a la obra de Ameghino y de su generalización en nuestros centros de enseñanza.

En La Plata

Esta tarde irán a La Plata, en el tren de las 12.15, delegaciones de los colegios nacionales de esta capital, compuestas de diez alumnos por cada uno, a asociarse a otros actos que se realizarán en la capital de la provincia en memoria de Ameghino.

El subrayado es nuestro. Queda comprobada la verdad que yo escribía, mientras este hombre la confirmaba con la ciencia, servidora del Espiritismo Luz y Verdad. Sigamos nuestro estudio.

Como habían quedado en el espacio muchos otros que debían encarnar en ellos, cuando sus padres sintieron el aguijón de la ley de la carne, se juntaron y se multiplicaron con profusión, creciendo las generaciones con portentoso desarrollo y llenando por la belleza y sabiduría, todo por el trabajo, adónde hoy nos encontramos; pero han pasado 44.999.250 siglos desde que nos iniciamos, hasta que podamos empezar otra etapa: el séptimo día que se anunció con el juicio de mayoría y se confirmará con un nuevo parto de la tierra, del que se embellecerá con otro nuevo satélite, y recibiremos el gran “Electro Magno'', del centro vibratorio de donde proceden el espíritu y el germen telúrico que hemos visto salir del sol, ya cerca de 123 millones de siglos.

¡Hombre! Conócete a tí mismo, que por dondequiera que te mires, te verás grande; reconocerás la grandeza de tu procedencia y te sentirás obligado a cantar a Eloí tu padre.

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