PARRAFO VII
¿QUE ES LA COMUNA?

Que la comuna es el fin de las humanidades en los mundos, nos lo indica la misma ley social; la constitución de familias, de pueblos, de ciudades, de naciones e imperios; pero sobre todo, el eslabonado semiperfecto de todos los trabajo, de un mundo, desde las faenas del campo, hasta el que se ocupa de las bellas artes.

El mecánico tiene las vituallas y el vestido, porque el agricultor le arranca a la madre tierra, con su trabajo, las esencias de su savia en productos alimenticios y textiles; y de sus entrañas, saca el mineral con que el mecánico fabrica los instrumentos y maquinarias para la mayor producción con menos trabajo; esto es ayuda mutua y trabajo común y colectivo.

El químico, el físico y el ingeniero, tienen materias, instrumentos y alimentos, porque el labriego cultiva el campo y rasga las entrañas de la tierra, arrancando los minerales, de los que el mecánico hace los instrumentos, por reglas que da el ingeniero; este conoce las fuerzas y características de la fusión de los metales y los líquidos, porque el físico y el químico, por el estudio de la razón, le dan los valores y naturaleza de los minerales.

El pintor y el músico, copian la melodía de los sonidos y la armonía de los colores, para dar expansión al espíritu en la lucha cotidiana; pero sólo pueden hacerlo, porque el labriego extrajo de la tierra alimentos y materiales minerales para instrumentos y colores, que el químico estudia, el ingeniero amalgama y el mecánico forja y pulimenta.

Se crea un estado, o poder, que gobierne o administre el complicado engranaje trayendo de un punto lo que falta y llevando allá la producción que sobra; esto es servirse mutuamente y en común todo el mundo, sin mirar si este producto es de los negros o de los blancos, porque es necesario al concierto de la vida.

Se reúnen los hombres en ampulosas ciudades cada día mayores, para mejor disfrutar de la belleza y la armonía: pero principalmente, porque el hombre gusta de la vida de comunidad, en la que, si la administración es equitativa, el bienestar es mayor que en la vida aislada; y así se llega a la civilización, con un buen ejercicio de la justicia.

El hombre se reúne en los comicios y elige al mandatario a quien reviste de la autoridad de todo el pueblo, porque esto simplifica al minimum el orden de las cosas y de las responsabilidades en el orden administrativo y de las relacione para con los otros pueblos; y tanto mejor será el mandatario, cuanto más consciente sea el pueblo mandante, que en unidad, es la voluntad y poder soberano.

La administración de las ciudades se efectúa por el mismo orden, sufragándose los servicios con el peculio de todos y, ya se les ha dado a esas autoridades el simbólico nombre de comunas; es que el espíritu sabe el fin de las humanidades en los mundos y trabaja en la unidad de los hombres preparando todas las cosas, para el día de la gran comuna.

Todo (en la naturaleza y en los hombres) camina derecho, desde su principio, a la comuna perfecta y de justicia, en la ley de amor impuesta y los hombres no se dan cuenta.

¿Por qué, siendo tan hermosa la organización que existe natural, en el engranaje armónico de las producciones (en que no puede pararse nadie, porque si uno se parara se paralizaría todo), por que - digo, -- siendo esa organización tan bella, ha habido y hay tanta miseria, tanta desigualdad, tan pocos que son felices y tantos desgraciados?

Ya lo veremos en los capítulos correspondientes a sociedades y religiones; pero sabed de antemano, que sólo son culpables las religiones que levantaron dioses de barro, madera y oro y aun se convirtieron en dioses los mismos hombre, y desconocieron al creador y a sus hijos los espíritus, a los cuales no les concedieron vida, siendo así que dentro de cada hombre está necesariamente el espíritu, por el cual sólo el hombre puede ser hombre.

Aquí sólo hago constar, que la vida, únicamente es posible en común y que los hombres (quieran o no) se ven arrastrados a la comuna y en común viven en la familia, pueblos y naciones, sin que puedan prescindir las unas de los otras, aunque sean enemigos mortales. Ved cómo, si una nación quiere rebajar o desconocer los derechos de otra, aunque esté a remota distancia, ésta protesta de que se le cierre la puerta y no admite su expulsión, invocando el derecho de gentes; y si se la desconoce, apela a las armas para hacerse respetar y a fin de que se la conserve en el concierto; lo que indica claramente, que ha llegado el tiempo en que el espíritu no quiere ser extranjero en parte alguna: no le basta ya al hombre la comunidad de su nación; reclama, quiere y exige, la comunidad universal.

¿Qué falta, pues, para pasar de la comunidad nacional a la comuna universal? Que el pueblo soberano poder del mundo, diga: La nación no existe: sólo una tierra hay conforme a la ley divina. Y, ya ha empezado en la forma que los deudores eternos en su supremacía han preparado. Para esto era necesario que no existieran religiones; pero como existen y han dicho que son de derecho divino y han prejuiciado a los poderes (que son feudos de las religiones), y al pueblo lo han esclavizado porque el pueblo cumple la ley amando a sus hijos y sabe el supremático, que el amor lo ahuyenta de las represalias, siendo esto cumplir con la ley suprema del creador: éste que oye la voz de sus hijos esclavizados sin precio, viene a libertarlos sin dinero, cual es lo prometió a Jacob y borra de la tierra todas las rayas que marcan propiedad individual, porque El dio la tierra en usufructo común, por el trabajo común; y, esto viene en estos días en que el desequilibrio mundial llegó a rebosar los bordes de la copa. Los causantes de la esclavitud, tiemblan, por su Pseudoestesia.

La ley es una en todo el Universo y se cumple inexorablemente en cada mundo, en el día, hora y segundo, marcados en la ley y a la tierra llegó ese segundo dichoso de la comuna, como ocurre en todo el Universo después que cada mundo hizo su Juicio de mayoría; y en la tierra, la mayoría fue (como es en todos los mundos) del pueblo trabajador, que elige por convicción y reconoce en sabiduría la dirección del espíritu, representado en el espíritu de verdad, el que manda un maestro, hombre como los demás y trae como potencia el espiritismo, con la credencial de Eloí que es la luz y fuerza del centro vibratorio.

La comuna, no reconoce más propiedad que la sabiduría y el más sabio gobierna, por el maestro superior, sin que lo discutan los hombres, porque los espíritus de los hombres eligieron en justicia, o lo acataron en el espacio; el que siempre será propuesto y confirmado por el espíritu de Verdad, único maestro director en todo el plano que representa a Eloí y no puede equivocarse.

En la comuna no puede haber diferencias como hombres entre los hombres, en lo referente al trabajo y el usufructo y la igualdad es absoluta en la justicia por la justicia misma y es su galardón, como es el amor su sello, su acicate y su salvaguardia.

No pueden ya existir la miseria, las lágrimas, los agobios ni la tristeza; pero tampoco caben los parásitos, los viciosos, los libertinos ni los supremáticos. Todos trabajan y todos disfrutan por igual y todos consumen lo justo, lo que les place, lo que hay, y habrá tanto más, cuanto con más ardor se trabaje y más estudio haga el hombre.

No tiene ya el hombre que temer la perturbación de la paz, porque mató el germen de la guerra; ni teme equivocarse en la adoración del creador, porque el culto es sólo interno y del espíritu, que conoce el único nombre universal, Eloí, que le dio por ley su amor, por régimen la comuna y por defensa, la potencia de la mayoría universal. ¿Por qué no lo evitan y lo impiden los dioses pigmeos, pero antropófagos de todas las Religiones?

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