CAPITULO CUATRO
La Unión de los seres.

Párrafo I
La Unión de los seres ha de ser por Amor

Desde que el matrimonio es sujeto a leyes, cuyos intricados puntos los jueces no pueden abordar nunca justamente; desde que hay hijos de los cónyuges, no hay felicidad en la humanidad. Hay muchos puntos, en este articulo, que para resolverlos, no son bastante todas las leyes sociales ni toda la teología de las religiones; los cánones son una mordaza, a la libertad del espíritu; las costumbres sociales, creadas por sus equívocos, causan infinitos crímenes, infanticidios, suicidios, la trampa y la infidelidad y el desconcierto del mundo.

Los que han legislado, ¿en dónde se han inspirado? En la conveniencia propia, en la materialidad, en el prejuicio, en el orgullo, en el desconocimiento absoluto del corazón humano y en la ignorancia absoluta de la fisiología de los seres, porque no se conocieron así propios y porque desconocían en absoluto el alto fin de los mundos y las humanidades.

Las teologías, los cánones, los dogmas, ¿en qué se apoyan? En el absurdo, en la concupiscencia, en la supremacía que desequilibra las leyes divinas. Unos y otros, legisladores y codificadores, desconocían absolutamente la ley divina de amor con que la creación fue hecha y las sabias leyes de afinidad, justicia, igualdad y libertad que el Creador dio a los seres; y que la procreación es el fin primordial de los mundos y, el fin, el amor universal.

El coartar a la mujer la libertad de elegir, o declarar a un hombre su amor, es esclavizarla y obligarla a matar los más hermosos sentimientos en el secreto de su corazón; esa mujer, que por una mal comprendido moral social, puesto que nada que mata un sentimiento coarta una legitima aspiración, un cumplimiento de una ley superior (y todo esto no se puede matar con una ley, dogma o costumbre social) no puede ser moral, sino inmoral y produce siempre los efectos contrarios que esas leyes persiguen, porque al corazón no se le domina con imposiciones, sino con amor; esa mujer será desgraciada, porque ama y no se la deja amar.

Añadamos a esto la imposición, por prejuicio de los padres que, en la mayoría de los casos, le dan el compañero de conveniencia material; y ésta mujer es de necesidad desgraciada y hace desgraciado al compañero y viven en unión con los cuerpos, pero completamente divorciados en el corazón y más en el espíritu. El hombre se hastía de la frialdad de la mujer; la mujer piensa, sin querer, en el que llenó su corazón y, las más de Las veces, se produce lo que llaman infidelidad. Ella no es responsable; es responsable, en primer lugar, la costumbre social deprimente; y en segundo los padres prejuiciados, porque deben, ante todo, saber que la felicidad no la dan los intereses materiales, sino la satisfacción de los sentimientos. Esta es la causa de que el hombre busque otra mujer donde, aunque sea comprando el amor, satisface su necesidad de amar y hace inmoral a otra mujer, no menos desgraciada que la esclava que deja en casa, porque, muchas veces, éstas uniones clandestinas son las verdaderas de afinidad; pero que es preciso vivir engañándose mutuamente unos a otros, y para conservar el incógnito, si no es un hombre de valor para arrostrar las miradas de la hipócrita sociedad, tiene sucesión con otra clandestina, porque su unión es de amor y afinidad; y si no se ha cometido un infanticidio, que es el caso más común tomando abortivos, quedan esos hijos sin nombre o tirados en el arroyo, para ser mañana, en justicia, la vergüenza de esa podrida sociedad.

Es cierto que las vergüenzas han hecho levantar esas casas de maternidad; pero... ¿Qué calvario no habrá de pasar la madre sin esposo para conseguir depositar en aquella casa, que no es de amor ni d caridad siquiera, sino de baldón para la madre y el hijo? Habrá de dar su filiación; se tratará de saber si el padre es soltero o casado, si aquel ser es fruto de una pasión de hombre sólo, o la madre ejerce comercio con su cuerpo. ¿Quien sois vosotros para entrar en el secreto de corazón de nadie, porque ejerzáis una obra que vosotros llamáis de caridad, pero que por eso mismo es de baldón, porque la caridad es la encubridora de la maldad Esas casas deben ser consideradas en otra forma más santa y administradas por personas de verdadero amor; no de caridad; la caridad, ha hundido a la humanidad en el vicio, porque la caridad... cristiana es el invento de la patraña Cristo, para perdonar, por la dadiva de uno la usurpación de mil; para poner la venda después de dar la puñalada.

¿No seria mejor no tener que perdonar esas miserias?,Pues yo os lo digo; para que esas miserias no existan, quitar el error; amar, ser sabios en las leyes del Dios de Amor, porque todos los que tenéis son de los hombres, y, precisamente, de los hombres que más unos tiene que dar y de los que más vendas tienen que poner en nombre de esa caridad denigrante.

Más veamos cómo se trata a los seres allí depositados y nos llenaremos de dolor; 3 y 4 niños para una ama, mal pagada y peor alimentada y la imposición de las descorazonadas.. "Hijas de la religión"... que no saben ser madres; o porque no usen del amor carnal, sino porque burlan la ley de la naturaleza, obligadas por la imposición de los célibes que no se hartan de carne, faltando a sus votos, que, ante el Dios de Amor, es la negación de sus divinas leyes; causa por la cual están fuera de la ley y faltando a la sociedad, porque el voto no le prohíbe a la carne pedir lo que le pertenece. Y conforme a su falsa religión, tiene que faltar, porque, con el celibato se prohíbe ser hombre y usar de las leyes de la naturaleza, que son inexorables; pero por encima de toda las leyes de las religiones y de la sociedad, pide la naturaleza lo que es suyo; lo que le pertenece; lo que el Creador le dio por ley; y como por leyes absurdas y egoístas lo tiene prohibido; y como la naturaleza no obedece, no puede obedecer esas leyes, lo busca y lo toma; pero ha faltado al voto y a la ley social. Su divulgación lo acusará; las consecuencias naturales de sucesión le harán imposible la vida de su mentido prestigio y falsa virtud. ¿Que se impone? Buscar, idear todos los medios de burlar la santa ley de la procreación; y si ésta, como millares de veces sucede, se impone por justicia a pesar de todas las burlas y hace nacer un ser, las

más de las veces es asesinado al ver la luz del sol, o empieza ese ser una odisea dolorosa y horripilante y se le hace torcer el cumplimiento de un deber que trae a la tierra.

El ser irá a parar a la casa del baldón; se le privará desde el instante de su nacimiento, de las caricias del regazo materno, generalmente, ese, como todos los que en aquella casa de vergüenza están, serán mañana los que, llenarán las cárceles, después de haber sido la afrenta de la sociedad en las calles.

Sí, señores gobernantes; son esos seres, el oprobio de la sociedad y sois los responsables ante todas las leyes divinas, aunque os cubráis con la máscara hipócrita de la caridad; aunque se os llame "filántropos" por los causantes directos de todas esas desgracias, y aunque os colmen de bendiciones, esos.. sacerdotes y papas que de nada valen sus gracias, porque ellos no son depositarios de las gracias del Dios de Amor.

Las bendiciones de esos prevaricadores son el veneno que anestesia el alma y mata los sentimientos humanos del corazón; esas bendiciones, esas indulgencias, esos perdones, son el sello de la malicia de ellos y el corroborante del servilismo vuestro y de que, mutuamente, sois parías unos de otros.

Esos seres allí reclutados por la vergüenza y eximidos del amor materno, son educados en el error y en el prejuicio; y antes que tengan uso de razón, ni valimiento, ni instrucción, son sacados al publico con el sobrenombre de expósitos, que les avergüenza, porque ellos ya están prejuiciados y porque los demás viven del error y la mentira; son sacados como vendidos esclavos y la vigilancia de la ley es nula; por lo cual son tratados peor que las bestias y se ven en la necesidad de repeler el insulto y los malos tratos, en los, que no escasea el castigo del látigo y el palo; y, por fin, se produce la idea del crimen en defensa de su cuerpo, porque el alma ya esta pervertida.

Muchos huyen de la esclavitud en que se les coloca; pero llevan el sello del "expósito", del "sin padre", de la ”madre desalmada" y no encontrarán alivio a sus penas, y el hambre y la miseria y el cansancio llevan necesariamente a lo que llamáis robo, teniendo derechos a la vida lo mismo que el rey o el presidente. Pero es "¡Juan sin padre!". Nadie lo defiende; todos lo señalan; en él se cavan la calumnia y la injusticia y la cárcel es su paradero. ¡Hombres de la ley! Esos seres no han entrado en el mundo por puerta falsa; al mundo entran todos los seres por la puerta de las leyes de afinidad y justicia; sois vosotros los responsables sufriréis la pena del talión; esos seres vinieron buscando su afinidad, y vosotros, por vuestro error, los habéis equivocado y serán vuestros acusadores. Mas hay todavía algún caso más tremendo. Entre esos seres se encuentran hijos engendrados por vosotros mismos y LA conciencia os acusa; pero el prejuicio no os deja oír la inspiración y condenáis a la miseria, al crimen o a la muerte a vuestra misma sangre. ¿Podréis desmentirnos?

¿Cuantas veces, después de un hecho de vuestra profesión, os sentís molestados, inquietos y no podéis conciliar el sueño? Pues si fuerais, sabios sabríais encontrar la causa del desasosiego; habéis bebido el néctar en la joven; la habéis seducido por dinero, o por engaños muchas veces, porque hasta en esto juega papel vuestro empleo o posición y, después, no-os acordáis más de ella y ya fecundada; y en su desvalimiento y después de verse deshonrada, tiene que abandonar su hijo por la necesidad y muchas veces quitado por vosotros mismos, para ser luego su juez y su verdugo.

Este es uno de los efectos del matrimonio de imposición, de conveniencia, de prejuicios y sin amor.

Párrafo II
Situación de la mujer unida sin amor. Sus efectos

Examinemos aquí a la mujer, unida en matrimonio, por cualquier causa sin amor.

La mujer, unida sin amor en matrimonio, ha ocasionado, por su natural frialdad, el desvío del compañero, por las razones expuestas en el párrafo anterior, y producida ésta, causa los efectos tristes que hemos visto y que nadie puede negar. Pero la mujer no tiene la libertad que el hombre le ha quitado y el se la abroga y busca la expansión que la naturaleza le impone. Sí, señores: la naturaleza impone, porque es ley que nadie puede eludir, ni nadie debe torcer ni desoír menos burlar.

La mujer, falsamente educada en la tiranía de leyes egoístas, prejuicios religiosos, prejuicios de sociedad y desconociendo en absoluto las leyes divinas de la creación y procreación, se la obliga a suicidarse moralmente siempre, y materialmente no pocas veces y muchas veces también hacerse criminal.

Educada la joven en el más absurdo error de las conciencias sociales, en la mentira de las religiones y prohibiéndole en absoluto de la santa libertad de amar a lo que su corazón ama, se le obliga a matar lo más grande de su alma, que es el sentimiento. A la mujer no se la ha estudiado, porque el hombre no puede estudiarla; porque se la ha figurado un mueble de su capricho, un chiche del niño, que cuando se cansara del, lo tirará a un rincón y no se acordará del hasta que, no teniendo otro con que entretenerse, lo saque y se entretiene hasta que otro le llame la atención y lo vuelva a arrojar.

Esto es la mujer, en general porque aunque hay hermosas excepciones, no pueden hacer ley, porque están en minoría.

En ley de los afines dije que la ley de afinidad tiene su mayor trabajo en la unión de los seres: y es así, porque todos tenemos el libre albedrío, auque no absoluto. Pero como las leyes oprimentes y prejuicios puestos por el egoísmo y la supremacía hacen desviarse de su fin a los seres, hace que la ley de afinidad tenga que usar con rigor de la ley de justicia, a nuestro humano entender. Pero no hay tal rigor; el rigor está nuestra ignorancia en nuestra malicia; que si viviéramos la vida del amor, no nos sentiríamos heridos, porque veríamos en todo el exacto cumplimiento de las leyes divinas, que le han sido ocultadas al nombre por las religiones, desnaturalizando a los hombres.

El espíritu no tiene sexo, el hombre y la mujer, en su espíritu es espíritu y no-hombre ni mujer; pero debe cumplir las leyes todas, y el espíritu torna alternativamente el sexo masculino y el femenino. Aquí tenéis el secreto de muchas degradaciones que veis, en algunos casos, del uso de la materia; porque el espíritu conserva las inclinaciones de su anterior existencia; y es culpa de la falsa instrucción de la humanidad, porque el espíritu viene siempre a corregirse y a cumplir un nuevo deber; si las leyes no son sabias, he ahí la causa del desequilibrio.

El espíritu no tiene sexo, y es alternativamente hombre o mujer y; por consiguiente, pensar que la mujer es inferior al hombre, es un error; pensar que la mujer no puede desarrollar su cerebro e inteligencia lo mismo que el hombre, es un error; pero educar a la mujer en la pusilanimidad, coartarle las libertades del hombre, es crimen de lesa humanidad.

En el consejo que cada espíritu tiene antes de tomar carne en cada existencia, se presenta con su solicitud, donde expone lo que se propone realizar en aquella prueba, y el consejo del Padre le pone en sus manos y en justicia, los talentos necesarios al triunfo; sus guías y protectores y el espíritu, también por consejo, pero dentro de la ley de afinidad y justicia, elige sus padres, sus hermanos y los medios a que en justicia debe ajustarse, para sufrir la prueba, y el sexo en el que se propone luchar, depende de la justicia, siempre.

Si la prueba ha de sufrirla en el sexo masculino, traerá la acción y la fuerza, unida al amor; si la prueba será en el femenino, traerá la delicadeza, la belleza y las cualidades necesarias a la armonía, la sensibilidad y mayor grado de sentimientos y fuerza moral; que, unido al amor, debe constituir la unidad de la familia. Saben los espíritus (al pedir su reencarnación) con quien o con quienes tiene que unirse y las vidas que tiene que dar, y ellos se buscan para cumplir su fin y viven ya en el amor el uno del otro.

Ahora bien. Ha llegado al mundo, y las leyes, los prejuicios, la errónea educación los separa y quedan por cumplir los propósitos que hicieron. El hombre toma la esposa por conveniencia o imposición y se produce el efecto que hemos visto en el párrafo anterior. La mujer es esclavizada y se le hace entregarse a un hombre que no es el que está en su corazón. ¿Se puede exigir amor donde no esta, la afinidad?

El amor de la mujer estará donde está el hombre que con el vino a cumplir una misión, así como el del hombre se va a su afinidad.

Pero el hombre se ha atribuido leyes más libres y busca y toma el néctar donde encontró su a fin y, aunque a hurtadillas de una ley oprimente, satisface su aspiración, pero se ve obligado, por la absurda ley, ha hacer lo que no haría de seguro si el absurdo y el prejuicio-no le obligasen materialmente y no ocultaría ni el fruto de su amor, ni a la madre de aquel fruto, que por la ley de afinidad y justicia se unieron y produjeron el fruto prometido.

¡Mas la mujer'... Unida por la conveniencia y la imposición, ¿en qué estado vive? Es un autómata; entrega su cuerpo, con displicencia al hombre que por la fuerza le dieron, pero no le entrega su corazón, porque en la ley pertenece a otro. ¿Es suya la culpa? Sí y no. Es suya la culpa porque tenemos el deber de ser fuertes, para imponer nuestros sentimientos a la imposición injusta de los padres y de la conveniencia. No es suya la culpa, porqué la ley es de fuerza y tiranía y el prejuicio domina. Pero ambos son responsables el que impone y el que obedece, y casi siempre pagan ambos, aun en la presente existencia su error, ya con la desgracia de la hija de la que, historia y quejas llegan a los padres; ya con el abandono del esposo, que la frialdad de la compañera lo alejó y buscó encontró su afín; y no pocas veces con lo que llaman deshonor, porque la mujer también encontró su afín y le entrega el corazón y de la unión del verdadero amor dio el fruto que la ley suprema les impone y se producen pleitos, desavenencias, crímenes y el desequilibrio.

”La mujer es un arcano incomprensible", dicen los llamados sabios y fisiólogos. La mujer es un libro abierto en que todo se puede leer, os dice el Juez. El arcano sois vosotros, pero arcano de ignorancia y de maldad. Educar a la mujer en la más amplia libertad de pensamiento; librarla absolutamente del prejuicio de sociedad y religión; hacerla vivir desde su infancia en la sociedad común y que no vea diferencia de clases: pero ser todos sabios en el puro amor y no temáis que se produzca lo que hoy teméis y que sucede, justamente, por la prohibición, por el prejuicio y por la errónea educación.

La mujer, unida a un hombre en las condiciones dichas y con el prejuicio social y religioso, se desnaturaliza, porque se le obliga a matar sus más bellas aspiraciones y los sentimientos puros que concibiera al venir al mundo; pero sueña y ve al adorado de su corazón, al prometido de su alma, porque sus espiritus saben donde se encuentran y más tarde o más temprano se han de encontrar sus cuerpos y se entregan en toda su alma. No importa la clase y condición que ocupen; aún si la unión, la material, se hace imposible por muchas circunstancias y prejuicios, la ley de justicia esta por medio y sus espíritus se unen y hacen muchas veces infecundos los deseos de las materias de loa cónyuges, porque podría decirse que son dos cadáveres, porque los espíritus no toman parte cuando la afinidad no es la que los unió. Sólo los instintos brutales obran en ese caso.

Muchas veces veis una arrogante joven en que todo era vida, hermosura y belleza y que, a poco de contrariarla en una legitima aspiración, prohibiéndole hablarse y mantener una relación con el joven más modesto en posición y obligada por la imposición a desposarse con quien no enciende el fuego de su corazón, ponerse famélica, y perder la vida en sus ojos, hacerse huraña e intratable "Está enferma, quiere curársele y la medicina es impotente. El teatro la entristece, las amigas, las excursiones la hastían y acaba por encerrarse en un mutismo y soledad aterrador". Es incurable, dice el doctor". No. No es incurable; dejadla en la libertad; que corra a los brazos del que ama su corazón y la veréis vivir y renacer sus alegrías; no importa que sea una princesa, sí cabe, y él un rustico labrador o modesto artesano; son medios que ellos han elegido y sus espíritus lo saben y en esa diferencia aparente de clases venían a luchar y responde a un acto de justicia que solo en los principios redentores del espiritismo podréis explicaros.

¿Cuantas veces nos sorprende que una alta dama (como llamáis a las aristócratas) vive el amor de un sirviente o de un artesano modesto ( y esto que sólo trasciende al publico el uno por mil de los casos) llamándolo escándalo social? ¿Escándalo de que? Justicia, os dice el Juez, es eso. El escándalo está en las leyes que habéis hecho, que no pueden hacerse, porque los espíritus no responden más que a las leyes divinas que vosotros ignoráis. Los espíritus responden a la ley de afinidad, a la justicia suprema; y cuado la justicia divina se cumple, el escándalo no existe mas que para la ignorancia, para el egoísmo, para las leyes despóticas, que quieren sujetar a la ley absurda la divina ley de la procreación.

Escándalo social llamáis si el rico o poderoso unió su nombre con la modesta hija del pueblo, mostrando valor para arrostrar el prejuicio social.

Justicia, virtud, valor, lo llama éste Código, porque ha sabido oír la ley de su corazón y lo demuestra al mundo con su satisfacción en el vivir y con los hermosos vástagos, fruto de su afinidad y amor, que le adelantan la felicidad que luego disfrutará mejor, por saber ser vencedor del error.

Yo conozco una alta dama ( como llamáis) heredera de títulos nobles; de posición encumbrada de riquezas, que en paseo ha visto y sentido en su corazón los latidos de la afinidad, como de la más modesta posición. Los consejos, las amenazas, las proposiciones, el desheredarla; nada pudo acallar la potente voz de la afinidad; y por encima de toda conveniencia y rompiendo todo los prejuicios, la que a cada hora tenia un traje diferente y a su voz acudían una docena de sirvientes, todo lo deja y se una al hombre que su corazón amaba; y, unida con las mujeres del pueblo y vestida del humilde traje como ellas, ya satisfecha, con la cesta al brazo, a llevar el alimento al que trabaja ganando mezquino jornal y en él se mira y en él se satisface y es dichosa, porque es su afín.

Es un caso aislado, se objetará: los héroes son pocos siempre os digo yo; pero la causa es el prejuicio, el error, la falsa educación, que, sino fuera así, este caso sería uno de los millones que se enumerarían, y esta verdad está en la conciencia de todos; y sino contestadme, hombres y mujeres; ¿El amor que bebéis a hurtadillas no lo beberíais con más satisfacción en libertad? Yo, que leo o en las conciencias, en todas las almas ingenuas, leo el sí; pero también leo en muchas la duda y la negación. Estas son ruines y viciosas; malas e ignorantes. Pero yo les digo: ¿Porqué tomáis y aún robáis el amor y el honor, que no os debe pertenecer según los dogmas y falsas leyes? Y si lo tomáis y lo robáis, ¿porqué empleáis medios criminales para burlar la ley de la naturaleza?¿Pensáis, acaso, que la naturaleza emplea para vosotros distintos materiales, o aparecisteis con más prerrogativas que los demás? No; porque la ley es una y la ignoráis por malicia. La Ley es Amor.

La ley de justicia, encargada de ejecutar los actos de la ley de afinidad, burla las trabas y absurdos de las leyes humanas y hace encontrarse a las afines, y no tiene en cuenta para nada que éstos estén atados por las leyes sociales o religiosas y los une; ellos, luego, deben saber cumplir su deber. Pero el error, el prejuicio, la conveniencia social, el castigo de la ley hecha por los egoístas y suprema ticos, tiene tal gravitación en la ignorancia de los individuos (sin la cual no podrían existir los absurdos), que obliga a cometer toda clase de crímenes y hechos delictuosos.

Sabe, la esposa, que si es sorprendida por el esposo en los brazos de otro hombre, le arrancará la vida y a ley lo absolverá y aún el publico lo coronará de laureles.

Sabe, el esposo, que si es descubierto en los amores de otra mujer, la esposa lo acusará y pedirá el divorcio. ¿Por qué? ¿ Por que no hace la esposa la igual justicia criminal que puede hacer el hombre, amparado en una ley egoísta? ¿De modo que el hombre es dueño de la vida de su compañera, que es siempre una esclava por las leyes? ¿Dónde esta aquí la justicia equitativa? La vida la da el Creador no son los hombres los que, pueden quitarla a un semejante. ¿Quién papás, reyes, presidentes, jueces, ricos, pobres, curas, frailes, monjas, hombres de todas condiciones y mujeres de todas tallas, está limpio de cuerpo y alma para acusar a otro?.

Nadie puede contestarme, y si alguno lo hiciese lo llamaría hipócrita. Yo veo el mundo entero con sólo mi pensamiento y mi espíritu ve todos los millones de los hilos de todos los espíritus encarnados y sabe la confusa red que forman en la atmósfera, buscando cada uno su afín.

Yo veo cómo, sin temor, esos espíritus dejan sus cuerpos en el lecho y ellos descansan sobre la cama donde yace la mujer que ama, y ésta verdad que os digo, debe poneros en conocimiento de que el espíritu de la esposa sabe donde esta el del esposo, a igual que el del esposo sabe donde ama el de su esposa; pero la sabiduría del Creador, la ley de afinidad, la justicia de las cosas, hace que la materia no presienta los hechos en cumplimiento de la ley de las armonías, porque todo lo proveyó el Creador en sus leyes de Amor.

Pero cuando el amor que hoy se proclama sea la norma de los habitantes de la tierra, éstas cosas las sabrá la materia, porque todos los seres vivirán en la afinidad.

De todo ese océano de errores, la mujer es el blanco, y para ella sólo parece que ha querido el hombre hacerlos; y como las leyes del Creador se imponen, la mujer es llevada a su a fin y le entrega el corazón y el depósito de amor que para él guardaba. ¿Es el esposo su afín? Pues será el depositario del amor de su esposa. ¿No es él? Pues otro será el que beba el néctar de su alma, aunque él posea el cuerpo; pero que puede estar seguro que cuando disfrute del cuerpo, de la materia, esta bien lejos el espíritu y ni el alma hará parte en muchas ocasiones.

La mujer sabe las penas de la ley de los hombres; el prejuicio de la sociedad, la coarta; pero, con todo eso, entrega su alma y su cuerpo a su a fin, que no es su esposo; del choque de amor de los cuerpos que por el error están separados y por eso hambrientos el uno del otro, necesariamente producirá fruto; la mujer, por el temor y por el prejuicio, tomará todas las medidas para evitarlo y ya no cumple el fin de la creación; mas la ley se impone miles de veces, y, a pesar de las medidas, ha concebido; apelara a todos los bajos medios que la malicia de los supremáticos (pero en especial de los célibes religiosos ha inventado, haciendo servir a la química para lo que no nos la confió el Creador y destruirá el feto; y si a pesar de eso no lo consigue, acudirá a otras malas artes, y, en caso extremo, lo sacrificará al nacer o la casa del baldón será su paradero.

Aquí hay tres victimas del error de la ley; la primera, el infante, que correrá la suerte que ya señalé en el párrafo anterior; la segunda, el amante, que se ve obligado a tomar como robado lo que en ley divina le pertenece; y la tercera, la mujer, que se la llamara "adúltera", "infiel" y nada de esto es; pero la presión de las leyes y los prejuicios la han hecho desnaturalizarse, y esto es lo más lamentable: porque ésta mujer no dejará de unirse y entregarse, siempre que tenga ocasión, a la que es su afín, y siempre tendrá que usar de los medios ilícitos para burlar la ley.

Estos son los efectos, en general, ocasionados por la imposición del matrimonio y cuyos casos los vemos a diario; hay mil y mil efectos más, pero que atacan a intereses materiales, y éstos, a mí ni al Padre de Amor nos importan; pero diré que no carecen de justicia, pero en cuanto vienen a castigar, aún en vida, los causantes de todas estas desgracias.

Voy a estudiar, en otro párrafo, otro efecto no menos doloroso, que ocasiona el matrimonio sin amor; pero lo uniré con otras causas que ocasionan el mismo efecto. Prevengo que todos éstos efectos tienen su prueba indudable en millones de expedientes judiciales en todos los tribunales del mundo; pero para los más raros los he comprobado yo mismo, para escribir verdad, porque ese era mi doloroso y crudo deber.

Párrafo III Punto Primero.
Efectos dolorosos del matrimonio impuesto.

Los Prostíbulos.

He visto los efectos terribles que causa la unión en matrimonio por imposición, sea por la conveniencia, sea por el prejuicio de cualquier clase, que es el infanticidio en todas sus fases desde el uso de medios para burlar las leyes de la procreación hasta matar el feto y el infante; desde el abandono del recién nacido en medio del arroyo hasta depositarlo en la casa del baldón, y desde esta hasta la cárcel y el patíbulo, después de una horripilante odisea y hacer la vergüenza de la sociedad; desde matar los sentimientos más nobles en el corazón de la mujer hasta desnaturalizarse la madre.

Pero siguen aun las consecuencias, sino tan horripilantes, más vergonzosas y dolorosas, porque se trata de seres ya de uso de razón y se ven en la necesidad de ser la depravación en los prostíbulos.

¡Hay tanto que pensar en estos lugares! Cuadros tan aterradores se presentan en esas casas, que la conciencia de la que los estudia, estallaría de cólera si el amor no le enseñara que al fin, los causantes han de pasar por ese camino y sufrirán la pena del talión.

Mas no por esto esta satisfecha la conciencia viva; tiene que despertar a las corrientes muertas o anestesiadas por el error y el egoísmo; es por esto, precisamente que el Juez llamara a razón a los causantes de estas desgracia, porque pueden poner remedio y evitar que la justicia se cumpla en ellos mismos en esa forma aunque se cumplirá inexorable; pero puede, el hombre, con sus obras, permutar la pena que en la justicia le corresponde, porque el Padre es todo amor y no quiere la desgracia de sus hijos, y sus leyes son la sabiduría.

Del estudio general, razonado, resulta que todos tenemos parte en una u otra forma, de obra, palabra o pensamiento, en estos hechos. Mas si el que ocasionó la desgracia de la joven, seducida y engañada o comprada; y que por su abandono esta joven, puesta en el camino resbaladizo cayo en el lodazal corre y la saca y la regenera, se ha hecho el mismo la justicia y el Padre lo tiene en cuenta; más si así no lo hiciereis la justicia os hará pasar por los mismos bretes en que habéis precipitado a vuestras victimas; y no creáis que no sabréis estas verdades, porque las sabréis; es la hora de la justicia; es el día de la verdad y todos han de saber y oír la justicia de los hechos.

Hasta ahora era el tiempo de la tregua; pero llegó la hora del juicio final de la tierra y esté se celebró; los discordantes fueron ya retirados al hospital; al mundo de sus aficciones donde se curaran, en uno, cincuenta, o cien siglos, pero se curaran, por el remordimiento; si aquí corrompieron, allí serán corrompidos; Si aquí desnaturalizaron a una mujer, allí en mujer serán desnaturalizadas y por ellas mismas, si no fueron más felices y el amor los salvó. Pero ya en la tierra no cabéis los suprematicos los viciosos los ignorantes, porque la. tierra es patrimonio de los espíritus que le hicieron progresar y no podéis perturbar la paz que se conquistaron.

Pero en la tierra habrá reunido la ley de las afines a todos los que tienen cuentas pendientes con otros, y ese será el momento de la justicia y de la sentencia y se celebró. Pero, por vuestra ceguera, no habéis querido ver las señales; y aún así, se os dice, para que no aleguéis ignorancia y para cumplir la ley de amor si no queréis oír esta voz, vosotros os condenáis a vuestro suplicio; nos dolerá, pero habremos cumplido el mandato que el Padre nos impusiera.

Entre las consecuencias funestas del matrimonio sin amor y los prejuicios, después de los enumerados, está la de que, muchas de las mujeres que compartieron el lecho con el esposo hastiado de la frialdad natural de la esposa por fuerza, tienen su paradero forzoso en el prostíbulo, sirviendo de escarnio a la dignidad de la mujer que vino al mundo con más altos fines y que rodó por la pendiente, por las leyes absurdas opresoras de los pueblos todos.

El hombre que la sedujo, la fecundó y la hizo madre, a pesar de que muchas veces falseo la ley de la naturaleza, por el prejuicio, por el temor, o por la conveniencia, la abandono sacudiendo la carga que le impone el patriarcado. Esta mujer ama; la ley social no la deja amar ni manifestar sus sentimientos; se desequilibra en su abandono; sabe que, por el prejuicio de los hombres, no puede pretender la unión de otro hombre, que le exigirá el honor, cosa que pocos hombres saben donde reside la virginidad verdadera, que solo en el corazón debe buscarse, porque la materialidad, el egoísmo, la ignorancia, la circunscribe a sutil membrana, que por mil causas puede desaparecer sin obra de varón.

Más ¿con qué derecho puede pedir el estrupador de una joven hija del pueblo, que la joven de la clase elevada o media o de la baja a que él aspira conseguir su amor o la unión en matrimonio, le guarde esa flor, si él no respetó la flor de la otra?, ¿Olvidáis que se os ha dicho que “con la vara que midiereis seréis medidos?” Pues tenedlo presente.

Cuando corrompáis a la joven o burláis a la esposa, reclamáis para vuestra pretendida y para vuestra esposa la misma ley. Y si pensáis que vuestra posición, cargo o empleo os da mayores derechos, sois ignorantes de las leyes divinas, que tienen establecida la más exacta igualdad; porque las leyes sociales son hijas del orgullo, la fantasía y la ignorancia delas leyes del Padre, en las que el rey y el vasallo no tienen la más mínima excepción. Todos, todos somos absolutamente iguales en obligaciones y derechos, porque todos tenemos el mismo, origen y el mismo fin; tanto vale para el Creador el que cava la tierra como el rey que gobierna el estado; al fin de su misión, todos han consumido el mismo caudal y sido de todo, hasta que reinará el amor. Entonces ya las afines se miran en amor, sin trabas, ni prejuicios, ni imposiciones; y por la civilización verdadera todos respetarán lo que les pertenece en afinidad y no se equivocarán, porque el amor se manifestará libremente por el hombre y por la mujer. El vicio y la pasión carnal no tendrán cabida en el corazón de los humanos, porque la ley será amor puro, sin que esto prohíba, sino al contrario, dará mayor libertad al uso de la carne, pero sin libertinaje. En tanto llega este tiempo, los que violan a la joven tienen la obligación de reparar el daño, sin importarles la ley que les una a otra mujer, si ya forma familia, o uniéndose a la joven si él es libre y en ella ve afinidad; no importa la diferencia de clases; más si el violador no comprende afinidad, o está unido a otra mujer, la justicia y el amor les obliga a no abandonar desde aquel momento a aquella mujer, hasta ver si hay sucesión, para amparar al infante y a la madre.

(1) Me veo obligado a hacer clases para hacerme entender, puesto que así las tiene esta Sociedad; pero las clases no existen.

Y si no hay sucesión, puesto que bebió el néctar de la mujer, no puede ser abandonada ni desatendida, para que no ruede al prostíbulo o vaya vendiendo su cuerpo en publico, cuyo único responsable es el que la violó, porque desde que despertó los instintos naturales del sexo en la materia, la ley de la carne reclama sus derechos; que si nadie la despertara en los instintos, la ley de las afines pondría en su hora las dos afines frente a frente y se unirían en verdadero amor; a la mujer y al hombre, en tanto no pone a la materia en uso de la ley de conservación de la especie, le es fácil pasar sin él; pero una vez, despertado, hay que darle en medida lo que la ley de la carne reclama y en uso natural; pero la ley pone siempre muy cerca las afines; y si la educación, el ejemplo sobre todo, es moral y conforme a las sabias leyes de la naturaleza, las afines se encontraran al tiempo de la ley y se unirán, y esa unión es bendecida por la misma ley.

Pero las leyes sociales, desiguales y egoístas, y sobretodo faltas de razón y fuera de las leyes divinas, encierran secretos inconfesables y son ellas la causa de la corrupción. Mas como ésta materia es tan lata y delicada, haré varios puntos sobre ello.

Voy a terminar ésta, diciendo que el abandono de la mujer por el estuprador o violador, llena los prostíbulos, las casas de comercio libre, los hospitales, los manicómios y las cárceles, después de ser la vergüenza en las calles y plazas y tienen obligación de redimirlas los mismos que las perdieron, y como no es fácil que el que abandonó a la violada o amante sepa su paradero, pongan remedio desde ahora en adelante para no perder a otra; y para remediar el mal de otro, cada uno sabe, en su archivo, las bajas que hizo y redima tantas cómo sean en numero, sin mirar que sean las mismas, aunque más justo sería que fuesen sus victimas; pero obrando así, todas quedarán redimidas, en lo material, y, con sabios y sanos consejos, ella se redimirá en lo moral y como las leyes son las más responsables, sean éstas las que inspiren al buen fin de la redención de sus victimas.

Punto Segundo
La mujer en la vida pública, cumple un deber de justicia

¿Pensáis que este aserto es inmoral o contrario a las leyes divinas?. No, mis hermanos. Pero hay tres clases de mujeres en la vida libre(1), y una cumple su deber de justicia: las otras, unas son vuestras victimas y las otras las viciosas; aunque es estas dos últimas son victimas de la maldad y de la ley social, las separo, porque sus cualidades son distintas.

La primera es siempre una mujer desenvuelta e inteligente y de un hermoso corazón que no se corrompe; no puede ver miserias delante de ella, ni es paria de la injusticia y de la explotación; es varonil y jovial y rara vez es soez en sus palabras, ni es capaz de causar daño a nadie y es temerosa d la injusticia; indaga si su visitante es casado y pone el mayor cuidado y aseo para prevenir cualquier contagio de enfermedad; no pone obstáculos a la procreación y generalmente son madres varías veces lo que las hace ser ahorrativas; las mas educan bien a hijos, y en cuanto comprenden que éstos necesitan su constante presencia, se retiran y se regeneran y, en millones de casos, los hijos ignoran la vida que llevó su madre, la que a la vez bebe dicha y amor en los ojos y labios de sus hijos.

¿Pero donde esta el cumplimiento de la justicia? Diréis. La justicia está en que esta mujer fue un libertino y desconoció en su libertinaje a los hijos que engendró; y como la ley es inexorable, viene esa mujer en ese estado para dar vida en sus entrañas a aquellos seres que antes desconoció; y sabed que, aquellos hijos que ahora tiene, son los mismos espíritus de los de antes, y sus padres las mismas madres que antes los recibieron en sus entrañas, y admirar aquí todo lo grande de la ley de afinidad. El complicado engranaje que tiene que poner en movimiento y la justicia del Creador. ¿Habéis entrado en estos secretos, legisladores y suprematicos materialista?. Pues aun trae otro hermoso fin esta gran mujer: si gran mujer porque es madre; y es que se impone el sacrificio de su cuerpo para la moral pública, porque sabe en su espíritu que, a la par que cumple la justicia, librará del deshonor a la joven que quiere guardar su flor para su afín, porque el hombre inmoral y vicioso no respetaría a la joven si no tuviera donde dar expansión a su pasión despertada antes de tiempo, o por lascivia, o por la frialdad de la esposa por fuerza: ¿que pensáis ahora hombres y mujeres de esta mujer? ¿Cumple o no la justicia?...Pues aun cumple otro fin grande. El saciamiento de sus instintos, con lo que se corrigen para siempre.

La segunda mujer de la vida pública y del prostíbulo, es la virtuosa abandonada: la seducida, entregada o comprada; sufre horriblemente y es una autómata sin conciencia; depende de la ama de casa y es tratada inhumanamente, porque es recelosa y huraña; es explotada miserablemente; no pone cuidado ni le importa de nada, porque lleve en su corazón la desesperación de la vida; si es fecundada, se le hacer abortar; en general, se enferman y se enloquecen y el hospital y el manicomio es su paradero.

Si estudiáis una de estas mujeres y lográis una confesión de su vida, o aterraríais de sus sufrimientos y el odio que encierra al causante de su desgracia; mas no sólo son los hombres los que juegan papel en la perdición de las jóvenes. Hay algunos casos horribles en que damas que se quieren hacer respetar por decentes, toman jóvenes para sirvientas, teniendo hijos menores en casa; y ellas mismas, las... señoras... de bien, las han conquistado para sus hijos," con el buen fin', dicen, "de que sus hijos no vayan a donde los pueden enfermar”. Esto lo he oído y presenciado yo mismo y he ayudado a la victima, pagando el viaje para volverse a casa de sus padres. Pero los "niños" se cansaran de ella o habrá sucesión; y en cuanto esto se nota, la... ¡bestia madre! La tira a la calle. Esto no tiene bastantes penas en las leyes humanas para castigarlo y es, por desgracia, una realidad que sucede, pues en el caso referido he arrancado la confesión verdadera a una de esas. amorosas madres; Porque había obtenido declaración de la joven seducida, que por añadidura era menos de edad y, los jóvenes tres, de 15 a 22 años, saciaban su apetito en la fruta que la misma madre les proporcionaba”; así tengo sujetos a mis hijos y no los enferman por ahí", me dijo; y lo más grande del caso es que esta madre era asidua diaria a misa y confesar y vistas de monjas. ¿Que les parece a Uds.?, ¿Podrían estas jóvenes regenerarse?. Pues cometerán delito por desesperación y serán castigadas y vilipendiadas, sin estudiar el Juez el principio de su perdición; y si acusa a sus corruptores, será una calumnia contra una familia. ¡Honorable! .. ¡ Que vergüenzas! ¡Qué inmoralidad por falta de amor!. Sin embargo, aquí, la responsabilidad esta en la religión y las leyes sociales, pues estos hechos son efecto de la errada educación pero las leyes divinas castigarán con la misma pena.

¿Que camino les queda abierto a las jóvenes, así o de otro modo engañadas y abandonadas?... ¡Ay!... No les queda más que el de la desesperación: el de, salir a la calle vendiendo su cuerpo, siendo la vergüenza de la sociedad; y en el mejor de los casos, encerrarse en el prostíbulo, para no regenerarse más.

Más son muy virtuosas estas desgraciadas, porque cuando van por la calle, ellas mismas se avergüenzan de sí mismas y no se hacen justicia; la justicia sería, cuando ven al corruptor, que lleve del brazo a su... señora, ellas deberían agarrarse del otro brazo, porque tienen el mismo derecho que la otra, y veríamos entonces cómo se arreglaría un juez para sentenciar en justicia. Yo le aseguro que los autos envolverían a muchas más personas. ¿Por qué estas miserias? ¿Por qué estas injusticias? Tristes consecuencias de las falsas leyes sociales; triste epílogo de las... civilizadoras religiones. ¡Caigan, caigan para siempre al olvido esas causas de tan lamentables efectos! Acátese, acójase, practíquese la Ley de Amor y nada habrá que temer de todas esas vergüenzas, por que el amor les revivirá la conciencia.

La tercera mujer, la mujer viciosa, presenta otro aspecto muy diferente; pero esta viene para castigo de los libertinos. Esta mujer es desvergonzada, astuta y todos sus actos son premeditados y se impone y aún se hace respetar con descoco y es temible; no le importan los barullos; desea y promueve las francachelas y derrocha las fortunas con la mayor frescura, gozándose en la ruina de sus admiradores; y si la esposa tuviera la debilidad de presentarse a pedir auxilio a la justicia o a pedirle cuentas de sus actos, ¡pobre de ella!

Puede que vuelva a su casa sin cabello y se quede sin marido y ni aun el Juez ha de encontrar causa, pues saben ellas todos los burladeros de la ley.

Esta mujer es raro encontrarla en el prostíbulo, salvo que tenga que ocultarse algún tiempo; pero allí es la reina y todas la han de obedecer o de lo contrario guardarán su recuerdo; el uno por mil de éstas mujeres se deja fecundar y esto con fines que persiguen sobre algún "tórtolo"; no busquéis a esta, mujer donde haya tristezas; ellas nacieron para el jolgorio y el lujo y son insensibles al dolor de sus semejantes; el despilfarro es su locura, y muchos otros se aprovechan

El viejo verde y vicioso, es en general, su presa pagana, a cuenta de unas migajas amorosas; el banquete lo dan a un joven mas corrompido que ellas, que les guardan las espaldas y es su confidente para sus hechos. Esta mujer asume todas las formas del vicio refinado que para ella es "un arte"; su perspicacia es tal, que el más astuto policía es un "lelo" comparado con ella: lleva siempre dispuestos sus encantos para cambiarlos por la conciencia de sus perseguidores, y miles de veces triunfan

Esta mujer, pues, con todo es arsenal de crímenes y malicia, viene al mundo para hacerse justicia, porque antes fue victima de esos mismos hechos, que la malicia, la supremacía, lo falso de las leyes civiles ha introducido en el mundo mísero de la tierra, en que la ignorancia lo hizo fin de la creación, con un Dios raquítico y tiranuelo, haciendo reinar el despotismo, en el que sólo el derecho fue de la fuerza bruta y el odio y la venganza el patrimonio.

¿Creéis que esta mujer no se puede regenerar?, Sí, señores; se puede regenerar. Regeneraros vosotros; hacer la Comuna de Amor y Ley y la veréis regenerarse; proclamar el amor como ley única, y el ejemplo todo lo regenera; hasta los animales serán más inteligentes, por el mejor contagio. Esta mujer vive para castigo de anteriores culpables y caerán en sus redes, generalmente, sólo los que le deben cuentas anteriores porque la ley de justicia lo dispondrá así; y si fuerais sabios en la verdadera sabiduría, descubriríais en estos hechos la justicia de la ley suprema, en la que está escrito que "No hay deuda que nos se pague" y esposo, esposa e hijos de arruinadas familias por esas mujeres, son deudores y pagan; vuestro mal está en el prejuicio, en la ignorancia de que os habéis embotado y empequeñecido, circunscribiendo la vida de los seres a una miserable existencia una sola vez. He ahí el error.

(1) En Roma en los tiempos de los Césares se catalogaban 39 clases de estas mujeres.

Punto Tercero
Las casas de comercio y de traición.

Si no fuera lo que representan estos prostíbulos secretos y tolerados; pero de necesidad en su existencia, sería lo más divertido su estudio.

Las puertas de estas casas son la boca que traga la amargura que causan las leyes y los prejuicios y están escupiendo en la cara a los causantes de esas amarguras; y que no sólo no se dan por aludidos, sino qué aun van a cobrar el barato con ignominiosas patentes de impuestos, lo mismo que a los prostíbulos, que se les matricula cual si fuese una parada de machos sementales; con la diferencia afrentosa que en aquellas paradas se recibe a las hembras, sanas, yeguas o vacas, que van en disposición de reproducir y cumplir el mandato de la naturaleza, y en estas "Posadas" están las hembras que han de matar, la ley santa de la procreación; esto referente a los prostíbulos, que en cuanto a las casas de comercio y de traición, hay que estudiar aún mayores vergüenzas.

Poneros un momento a la vista de esa casa y descubriréis las grandes miserias humanas y la traición del esposo y de la esposa v el soborno del honor, de un hombre que estará, seguramente, en el trabajo y quizás en el taller o escritorio de su burlador, dejando allí el producto de su trabajo e inteligencia, `para que sea el arma de su deshonor.

Veréis también llegar el carruaje en vertiginosa carrera y salir del a la joven, cuando apenas sus formas empiezan a redondearse, seguida por el ave de rapiña, que en sus ojos podréis leer la codicia y la lascivia; ella, la joven, entra en aquella casa, donde dejara entre aquellas inmundas paredes la inocencia de su alma, y ésta se anestesiará al sentimiento, por lo soez del trato del libertino que la condujo y será, pagada con un mísero puñado de dinero que ni aún siquiera será oro.

Si examinamos a la joven ganándole la voluntad y la franqueza, descubriremos más de un crimen; veremos que el taller que con nombre de arte abre sus puertas, es un centro de corrupción y que el arte de la maestra es sólo el de corromper jóvenes, donde se reciben y se escriben cartas en que se combina la venta de la dignidad de la niña, que no se da cuenta del paso a que se la conduce.

Se le hace ver a la inexperta niña una proposición que pocas veces se presenta; se le ensalza en sus formas y belleza; se le presenta el lujo a que su hermosura le hace acreedora, y hasta se le incita, para resurgir la ley de la carne.

Ya se ha vencido a la inocente: pronto el lascivo sin conciencia aparecerá con una alhajita: hará promesas que no cumplirá y se concierta la venta de la cual la mayor parte se quedará la maestra y él sin conciencia corromperá a la niña, saciará su lujuria y la abandonará en cuanto le presentaron otro cliché; esta ya esta en el camino del prostíbulo o en la calle vendiendo su cuerpo; todo esto a espaldas de los padres, por los consejos de la maestra Celestina que sabe esquivar el peligro de hacerse madre y engañar a los padres con mentidos por adelanto en el taller.

Otras nos contarán que aquel es su patrón a quien sirven y que la señora es fría e indiferente, porque la casaron a la fuerza; las otras nos dirán que el que la lleva es el patrón de su padre, viejo, y que, para que no lo tiren a la calle, tuvo ella que rendirse; las otras nos contarán la enfermedad de la madre y que la falta de recursos la obligó para no verse en la calle y poder atender, en algo, a aminorar en algo la desesperante miseria.

Más veamos otros cuadros, no menos dolorosos aunque más divertidos; veremos llegar a la mujer hecha y que denuncia la mujer de su casa, la esposa despechada y fría e indiferente; pocas veces va acompañada, pero de cerca seguida por el hombre que se conquisto a poco esfuerzo, porque ella estaba olvidada por el esposo o porque éste es su afín.

Aquí veremos una gran variedad; unas se entregan a su afín, que fue su pretendiente; por la imposición de los padres la unieron a otro hombre que ella no amaba, y los conoceremos nada mas que en la mirada, que no es de lascivia, pues se dan el alma por los ojos; no faltan a la ley divina en la unión, aunque sí en las prevenciones; otra veremos que lleva la desesperación en su alma y e remordimiento en la conciencia, y se le une un hombre que aborrece; preguntar la causa y oiréis que su esposo al que adora, es un empleado de aquel hombre y que le ha dado a elegir entre su entrega o la cesantía del padre de sus hijos y, ante la necesidad de alimentar aquellos seres que Dios les confiara y sin que el padre pueda sospechar, se rinde a aquel miserable, que por un mezquino sueldo que paga por mucho trabajo, manda en el honor de la esposa, amargando así horriblemente su existencia; veremos otras, en fin, que desvergonzadas llegan, llevando un cautivo a quién enlazaron en la calle y sólo el deseo del lujo y de la moda la llevó al vicio.

Pero hay cuadros más interesantes y que revelan el desequilibrio de la sociedad, por el matrimonio de imposición. Entremos en esa casa y observemos y oigamos; oiremos odisea de amor de años atrás; renegar la mujer del esposo y maldecir a sus padres; al hombre hacer ascos de la esposa y maldecir el haber obedecido a la imposición o seguido el brillo de la riqueza, que no le llena el vacío en el alma y se dan casos de que, aquel hombre, es victima del marido de la mujer que adora y con quien está solazando su alma y, tabique por medio, están las otras dos medías parejas, maldiciendo de la misma suerte; nada suponen sus cuerpos , y sin embargo es cierto, como la luz del sol baña la tierra, que los espíritus de los cuatro están presenciando y enterándose de toda ese trapisonda, porque al espíritu no se le puede burlar; pero como lo que hacen lo hacen obedeciendo a la ley de afinidad y justicia, que está por encima de toda ley humana y conveniencias sociales, evitan muchas veces, con la intuición, los crímenes que se perpetran en esas reuniones, unos contra otros y los inducen, a los más decididos, a la emancipación por la fuga, ya que la ley es un grillete que los ata ante la sociedad para romper legítimamente los contratos que les fueron impuestos y que no firmaron de propia voluntad.

¿Que dice luego la prensa? ¿Que hace luego la llamada justicia? La prensa hace un chascarrillo, siempre indigno, como él copio al final de este párrafo, de la fecha que lo escribo; y la justicia hace unas pesquisas que la ley divina le prohíbe por la ley de libertad.

El espíritu no se sujeta, a ninguna ley humana, si ésta es irracional, como lo son todas las que conciernen hoy al matrimonio. La libertad del espíritu es absoluta, y donde ama, allá está por que el amor es su ley.

Dejad libre el matrimonio; imponer, en caso, penas de rigor a quien imponga el matrimonio sin amor y veréis florecer la misión del matrimonio y cesara eso que llamáis escándalo social, porque la unión será de afinidad; y si alguna vez, por razón de un desequilibrio, muy raro, que puede suceder, y de haberse equivocado dos seres, dejadlos libres y veréis que, sin rozamientos duros, sin tener que acusarse el uno al otro, se separan y busca cada uno su verdadero afín.

Más para esto, moralizar la juventud en amor puro y moralizarse antes los legisladores.

Ahora bien; de las otras mujeres que hemos visto en esa casa, ya están consideradas en los puntos anteriores y dictados el deber de cada hombre. ¿Que debo decir de esas casas?, digo que son una vergüenza para los gobiernos; que son sus acusadores ante la conciencia pública, del error de las leyes; que las patentes que pagan son el sello de que los gobiernos son tratantes de carne humana, ya que esas casas son necesarias para cubrir las miserias a que la humanidad esta sujeta por el error de las leyes y de los legisladores que paga el mismo pueblo, para que lo deshonre; y, por fin, que, si no existieran, deberían convertirse en tales los palacios de los suprematicos donde reside la malicia que se imprime a ley.

Hay otras muchas clases de prostíbulos de éstas mismas condiciones, sólo que burlan la ley para no pagar la patente: no los voy a describir porque llegaría a las mismas conclusiones, solo con la diferencia de que, no pagando patente pública, la pagan quizás mayor, porque los subalternos cobran allí el barato y se convierten en encubridores del más bajo comercio; pero voy a hacer otro punto de otras casas de verdadero crimen.

La Tribuna Miércoles 14 de Agosto de 1912.

UN TENIENTE CURA ENAMORADO

“Una casa de citas”
“Y un pequeño escándalo”

“Un teniente cura de parroquia suburbana se ha pasado de galante.”

El teniente cura en cuestión no las va con la abstinencia y mucho menos en cuestiones del amor.

Y practica, entonces, el amor libre, en los momentos en que las tareas eclesiásticas no le fastidian y aun en plena tarea eclesiástica.

El caso es que, una interesante joven de 16 años, un buen bocado, fue enfocada por el terrible curita al dar la; bendición final con que se rematan las misas.

El curita inquirió, indago, y en una casa de modas consiguió la amistad de la linda chica.

Pero el curita quiso algo más que la amistad. Y con pretexto apostólico atrajo a la joven a una casa de citas ubicada en la sección 9a, de Policía.

Enterada de los propósitos del curita, la joven pidió socorro a gritos y se produjo el escándalo consiguiente.

Intervino el auxiliar Berazategui, de la 9a, quien arresta al curita en el momento que realizaba una honrosa retirada.

Y a estas horas la curia y el departamento cambiaran opiniones al respecto.

No damos otros detalles, porque, francamente, después del caso de Becar Ibáñez, hay que tener mucho cuidado con estos amores místico-mundanos”.

PUNTO CUATRO
“Prostíbulos aristocráticos y por la fuerza”

Hasta ahora los descritos descubren la miseria y el desconocimiento absoluto de la moral. En los que entro a examinar ahora, veremos el horror de la supremacía y hasta la maldad sirviendo de patrón a los administradores de la cosa publica, que, siendo comunal, se la apropian... ‘”Porque soy”.

Triste es tener que enumerar tanta inmundicia; pero no puedo menos si he de sanear la tierra como he saneado el espacio, por cuya causa la atmósfera exterior terrestre se baña en la luz por primera vez. Ya comprendéis que ataco los vicios, sin atacar ni citar la individualidad, porque lo hechos son efecto de causas; y es a las causas las que quiero herir de muerte, en bien de la verdadera moral y del reinado del amor. Aquí las causas son el prejuicio y el orgullo, el “soy”; y yo os tengo probado que ante el Creador somos sus hijos iguales: y si pudiera tener preferencias, la tendría por los humildes que cumplen mejor su ley, por que trabajan y sufren, además, la imposición del “porque soy” que no trabaja y despilfarra, y en su holgazanería fragua el medio de arrebatarle el honor de la esposa, la inocencia de la hija; y, ¡si se queja!... ya habrá un medio de acallarlo y se apela hasta el encierro, cuando no sea cobardemente asesinado, que por desgracia tenemos miles de ejemplos que podríamos citar, si en esas citas pudiéramos prescindir de los nombres.

¿Quién es él, bestia del trabajo, para quejarse de que se le haya robado la hija o la esposa? ¿Paraqué es él, rico y poderoso o tiene las leyes de la justicia en su mano?. Él podrá faltar, al entender del ofendido: pero “ante todo y sobre todo ha de respetarse el principio de autoridad”, han sentado, y cállese y sufra, o haber nacido rico y potentado. ¿Es esto moral? ¿ Es esto civilización y ni siquiera educación?, Pues, por desgracia, esto pasa y nadie lo ignora; más ha llagado el día de rendir cuentas y establecer la verdadera moral bajo la Ley de Amor, y el legislador de este Código es el Juez que el Padre señaló y tiene que levantar hasta la última piedra de las carcomidas instituciones, para purificarlas; y tened presente que, antes de sanear la tierra, ha saneado los espacios de donde os venían las ideas inmorales y solo queda ahora vuestra malicia, que por desgracia es mucha.

Voy a dar una hojeada, rápida sí (por que también a mí me daña tanta podredumbre y mi alma esta triste ante tanta vergüenza) por lo que me detendré poco en los prostíbulos aristocráticos y por la fuerza, entendiendo que se que diréis que falto a la “caridad”; pero ya sabéis que la caridad es vuestro antifaz y que la he condenado porque en vez de virtud es hipocresía. Yo traigo amor, pero amor del Padre. El amor solo se alimenta de la verdad y la verdad es amarga, porque es medicina eficaz.

Si en un momento recogiese los secretos de las grandes y medianas damas y las carteras de los grandes señores y empleados altos y medios de la comuna (sin común) y las expusiese al publico... ¡Qué decepciones! ¡Cuantos colores veríamos pasar por el rostro de todos!..... Un momento de cólera saltaría en el amor propio y, luego..., el sopor del engaño los sumiría en un letargo, y, por fin, una exclamación general resonaría: “Todos somos victimas”.

Sí, señores; todos sois victimas de vosotros mismos y unos de otros, amigos con amigos, jefes con subalternos, porque a todos les rige la misma ley suprema, a la que no engañáis con vuestra hipocresía.

En estos secreteros encontraríamos la carta amorosa del amigo del esposo, frecuente visitador; en la cartera del esposo leeríamos la tarjeta perfumada de la mujer del amigo; todos saben a qué horas no serán interrumpidos en sus coloquios amorosos y, en esas uniones se saca el cuero el esposo a su esposa y la esposa al esposo. Aquí el egoísmo juega su papel, el amante le cuenta a su amada que su esposo tiene una entretenida, por lo que ella debe excusarse todo lo posible, y así lo hace y así se entrega en todo su ardor al amigo de su marido tapadera; pero en esa misma hora, en la otra casa, se produce el mismo espectáculo y con los mismos resultados. Este ejemplo valga por mas del cincuenta por ciento de los y las aristócratas. Se fraguan mil y mil viajes, excursiones y visitas que no tienen más objeto que engañarse mutuamente; esto es en el seno de las familias y en sus propios hogares, y su prostíbulo es nada menos que el servicio de correos..

¡Pobre progreso humano! ¡Hasta donde llegan los efectos del error!. De esto es causa, muchas veces, la imposición del matrimonio por conveniencia; pero otras muchas, el vicio y la holgazanería, y, principalmente, el estado de esclavitud en que se ha colocado a la mujer en todas las clases.

Hay otros prostíbulos de traición; en esos no veréis entrar muchas parejas y mejor dicho ninguna; pero allí veréis una mujer astuta con un gran archivo de retratos de bellas damas casadas y solteras y llega el opulento y se hace dueño del castillo; la astuta Celestina ya se arreglara para saber el nombre del visitante y quitará del álbum la dama que puede ser comprometida, quizás será la esposa del visitante; quizás una hija, y alguna vez, que no se ha precavido, se han encontrado frente a frente el padre con la hija, el hijo con la madre y el esposo con la esposa; y de que esto es cierto, hasta los tribunales nos darán razón.

Esas casas están muy bien custodiadas, porque los visitantes son ases de la baraja de la sociedad y la política, y el subalterno, el guardia de orden público, no sólo esta aleccionado, sino mandado por el “Soy yo”.

Ahí se hacen francachelas de renombre y a ellas acuden los que se han convenido, a donde acudirán unas cuantas “palomas”, que necesitan la influencia de aquellos hombres, que entre los vapores del champaña y el aroma de la juventud, extienden, en acuerdo, más de un título académico; no importa la absoluta ignorancia de la pretendiente, como tampoco importa la competencia de otras que no se rindieron, para desaprobarlas. ¿Es esto moral? ¿Es esto justicia?¿Es esto civilización? De este punto hay muchos ejemplares que son las victimas y, valiendo científicamente, no valen, porque no rindieron; y muchas, ineptas en absoluto, por su disolución, merecieron un titulo. Hasta esto se ha llegado por la fuerza de la necesidad creada por las erróneas leyes de la supremacía.

Pero esto no es nada; con una bendición del cura, ya esta perdonado; a ellos los guió la “Caridad”; aquellos jóvenes no podrían atender a su subsistencia; es cierto. Reconocen que han cometido una ligereza, pero la carne es débil; pero para eso esta el tribunal de la penitencia; confesando, el cura da la absolución y nada pasó... ¡Hipócritas!.....¡Olvidáis que os dije que esas bendiciones esos perdones, son la prueba de y que sois parias unos de otros y los serviles de los prevaricadores del Creador!.... Sabed, pues, esa deuda la pagareis hasta el último cornado y en moneda de ley, porque el Creador no se paga de hipocresía.

Punto Quinto.
Los conventos de monjas son prostíbulos

“No hay quinto malo” diría un aficionado a toros, pues aquí se trata de vacas y es un quinto de quinta esencia en la prostitución y el crimen.

Es verdad que, en la opinión pública, hablar de conventos ya es hablar de prostíbulos; lo que no sabe la opinión publica es casi nada de lo que allí pasa, por que, cuando se descubre algún hecho, son los plañidores de la ley los que lo descubren y hasta pondrán, penas al gacetillero o al periódico que lo publique. ¡No faltaba mas!

Dejar publicar los secretos vergonzosos del claustro, donde ni el Juez puede entrar; allí solo puede entrar el sultán amo de aquel serrallo, y este es “un ministro de Dios..” que tiene en sus manos las llaves al cielo y del infierno; aquellas “esposas de cristo” son insensibles a las pasiones, y el dicho de ese sultán será valido ante el Juez y ante todos los poderes, aunque ese sultán no diga nunca una palabra de verdad, porque representa la mentira y el error.

Él es el que inspira la ley de los estados; y los jueces y los poderes inclinan la cabeza para recibir su bendición. ¡Ignorantes, cobardes, parias! ¿No sabéis que cuando se anuncia un lobo, es por lo menos perro o zorro? ¿No veis que la opinión pública rechaza en su conciencia esos prostíbulos? Dejad legislar a la mujer educada y veréis que pronto tapia a piedra y lodo las puertas y ventanas de esos prostíbulos y lo hará en justicia; porque la mujer sabe lo que son las mujeres y los hombres vestidos de mujer.

¿Que mujeres se encierran en esos antros? ¿Quién las encierra? ¿Que se le exige al encerrarse?

En general las mujeres que se encierran en el convento son las contrariadas en un amor; las que tuvieron un tropiezo; las perseguidas del cura y del fraile por su belleza o por sus riquezas, porque los sultanes de todo necesitan.

Los que las encierran son padres y madres desentrañados; ignorantes de todo lo que es ciencia y amor y, en general, autómatas anestesiados del confesor de la mamá, la que no sabe mas que errores y la que no tiene mas conciencia que la de aquel hombre de conciencia vil, que persigue ser dueño de la joven y del patrimonio y, el padre, es el juguete de aquel padre sin hijos (aunque haya engendrado muchos), el que sabe hasta los pensamientos suyos, porque la esposa le ha dicho hasta del lado que duerme. (Léase “Buscando a Dios”.)

Lo que se les exige al encerrarlas, es nada menos que renunciar a los padres, hermanos, amigos, su libertad, voluntad y conciencia. ¿Que se persigue con todo esto?

¡Oh, dios de Amor! Cada vez te veo más grande en tu misericordia; de no ser así, de ser tú el Dios que cantan esos degenerados, los habrías reducido a la nada para que no quedara memoria ni vestigio de su corrupción; porque te habrías cansado, aun siendo paria de ellos. El dios que cantan los cristianos por su iglesia y el que representan las religiones todas, no puede existir, y solo el Dios de Amor puede esperar, como tu has esperado, hasta el día señalado hace tantos siglos.

De nada se asuste el Juez, ni aun el cataclismo que se avecina la asusta: y eso que han de desaparecer grandes continentes y la tierra ha de hacerse pedazos volando uno de ellos al punto donde la ley le ordena para servirle de segunda luna a las humanidades de luz, que ya llega. Y, sin embargo, se asusta, aunque no se arredra, en entrar en esos cementerios donde se entierran seres vivos y el crimen queda impune.

¡No temáis pobres mujeres! No; no temáis que el Juez del Dios de Amor os conde ni que revele la desgracia ni el crimen individual; dirá los horrores que se cometen y acabara con abriros las puertas de vuestras prisiones y saldréis al mundo, donde cumpliréis el precepto de ser madres amorosas, ya que, encerradas, sois madres criminales, porque sois obligadas.

Yo vengo a descubrir errores no a acusar delincuentes individualmente, y por eso condeno a las causas del mal y no condeno a los individuos, efecto de la cusa; a estos les doy el ancla de salvación que el espíritu de Verdad tremola, a quien represento; yo os quito un cristo mito y os doy un Jesús real y ya sin padecimientos, a quien no podéis honrar siendo cautivas; yo os quito una virgen que no existió como tal la creéis y os doy a María la gran madre; fecunda Madre, que no es reina de los cielos ni madre de Dios, ni esposa del espíritu santo, pero es la reina del Amor, la madre de Jesús y de 6 hijos más y la esposa de José, varón fuerte y padre de doce hijos; elegir entre una mujer fuera de la ley y una madre en toda la ley.

¡Pobres mujeres! yo sé todas vuestras cuitas; yo sé todos vuestros sufrimientos; yo sé vuestros deseos y hasta vuestros pensamientos; yo juzgue a todos los mil1ones de vuestras compañeras de esclavitud y en su justificación entrasteis las hasta hoy esclavas y también quedasteis juzgadas. Todas aquellas, que componen millones, acataron la ley del Padre y acusaron despiadadamente a vuestros opresores; por ellas tengo confirmado lo que yo ya sabia, porque sin que os deis cuenta estoy viendo, en espíritu, pero con conciencia, todo lo que hacéis; mejor dicho, todo lo que os hacen hacer.

Más yo sé que, aunque os pregunte, todo lo habéis de negar; pero no lo podréis negar ante el osario del convento donde encontraré enorme numero de esqueletos de tiernos infantes y esos no entraron de monjas. ¿De donde proceden? ¿No es esto verdad?

Yo sé que me negareis los amores con los célibes; perO los acusaréis tan pronto como yo os revele que ese... padre..., tiene otra hija tan querida o más que tú y que la conocerás por la antipatía que os tenéis las dos, porque lo que no pueda mi palabra, lo pueden los celos que no sabéis reprimir. ¿No es cierto que sí? ¿Que me importa? .... Al Juez les importa eso y a vosotros más. Esas vidas cortadas las debéis y las tendréis que dar.

También negareis, por aleccionadas, las bacanales que se forman; y como la deformidad de vuestro cuerpo por el embarazo es expuesto algunas veces en las bacanales, para farsa y sainete; pero si en una de veces el Juez hiciera presencia visible (porque invisible esta)¿qué haríais?. Pediríais a la_ tierra que os tragase. ¿Porque no pedís que os trague a la vista y contacto de los libertinos que están con vosotras, con el corazón y el espíritu mas negro que sus sotanas?

Pues sabed que éste juicio es vuestro salvador, y al Juez lo podéis ver muchas de vosotras que tienen esa facultad, porque su espíritu es luz de la luz del Padre; su vista que os dé valor; y con las escobas barrer para afuera la inmundicia de vuestros verdugos y secuestradores, que se apropiaron de vuestra flor, de vuestra dignidad de mujeres, del sentimiento de hijas, de las ternuras de madre, de vuestras dotes, y aun tenéis que trabajar para ellos; barridos que los hayáis, salir a la calle y el pueblo os aplaudirá y os auxiliará; no le temáis al pueblo; éste os denigra hoy porque sois hipócritas por imposición. ¿No es así?

Yo se los tratos que os dan, cómo se os hace abortar queráis o no; y si llegáis al alumbramiento, sé como se os arranca el infante sin consentiros darle un beso, y se que muchas veces a vuestra vista, se sacrifica aquel ser.

Yo sé de los vicios que alimentáis entre vosotras y las bajezas a que es sometida la desgraciada que no es hermosa; las torturas porque pasáis por la desobediencia y como se elimina a la que estorba; y, en fin, sé todo lo que se encierra en esas casas, que no se pueden purificar sino por el fuego que el Padre mandará.

Habéis sido anestesiadas, ¡pobres esclavas! por unos votos que son la negación de las leyes de la naturaleza y os habéis salido de la Ley humana; pero como la carne pide lo que es suyo, lo que le pertenece, faltáis a vuestros votos no conseguís revalidaros en la ley del Padre; abandonar ese inmundo prostíbulo, porque en comparación, el prostíbulo público es casa de perfección. Hago punto aparte para agregaros a vosotras una culpa que es muy grave, aun que procede de la misma causa y los mismos responsables.

Los colegios de educación de señoritas.

Es el mismo articulo y del mismo genero, y no lo señalo con un punto especial, pero lo separo de los conventos, por justicia, por que no todas educandas se anestesian ni se conquistan, aunque todas, sin ninguna excepción, son envenenadas de corrupción y todas sacan una educación errónea, un prejuicio pernicioso y el provecho de su educación en nulo para la sociedad; pero, en cambio en aquella tierra virgen se ha plantado el germen de la denigrante ignorancia de la verdad, y es muy raro encontrar una dama de sentimientos nobles que haya sido educada entre monjas; todas con pocas excepciones, serán malas esposas y peores madres; y gracias que al rozarse luego con la sociedad (aunque corrompida), dejará ciertos hábitos con los que sería imposible transigir, y esto que su educación ha costado lo que constituiría una fortuna para una familia.

Desde el momento que pisa los umbrales del colegio la niña es examinada en todos los secretos de la casa de sus padres; sabe la monja, madre sin hijos y desnaturalizada, los defectos del padre y hasta los vicios de la madre y empiezan a zaherir los sentimientos de la niña y de la madre; a estas se le harán observaciones, se le indicará que la caridad todo lo perdona y sacarán astilla a cuenta de rosarios y escapularios y oraciones, e irán preparando a la niña para enjaularla en el convento; si la madre es virtuosa (de lo que llaman virtud, que yo llamo hipocresía e ignorancia), esta será explotada con el nombre siempre de “caridad” y se conseguirá una buena suma para la obra; suma que luego hay que economizar en el salario de los sirvientes y hasta en la comida, o subiendo los alquileres y aminorando el jornal a los obreros que trabajan el campo; esto no importa; Dios es antes de todo y este es un comilón y todo lo consume; y sus ministros y los esclavos de los ministros son el gancho de ese Dios glotón de la religión que nunca se harta; y los que trabajan, que ayunen, para que maten las pasiones; ellos y ellas comerán por aquellos y así podrán los “grandes educadores” engordar y reavivar las pasiones y disfrutar en nombre de su Dios.

Pero ya se os acaba el trigo, porque sólo quedan unas cuantas espigas que estaban verdes el día de la siega, y ellas (creo que la mayoría) se convertirán en tizón por vuestro contacto seréis justos arrojados al horno al horno del mundo primitivo.

En suma; los colegios de religiosas son las agencias de los conventos, primero; y después los envenenadores de las conciencias de las niñas. No quiero hablar de los colegios de religiosos, porque por fuerza tendría que hacer la historia del vicio de las cinco ciudades del Mar Muerto, ejercido por robustos y mofletudos frailotes, en tiernos e imberbes niños; pero la historia judicial tiene millones de datos, y algunos hemos trasladado al libro “Buscando a Dios”.

¿Han visto que quinto? Pero yo he faltado, porque el quinto es no matar, y yo he muerto muchos sapos y culebras y hasta escorpiones, y en mi justicia reclamo para mí el castigo de mi Dios de Amor, que me mandó con el cargo de Juez y censor.

Ahora bien; ante tanta vergüenza y corrupción, ¿cómo será posible regenerarse la humanidad? En vano se intentará esperar la evolución de las leyes sociales, de las costumbres sociales, sin quitar la causa; pasaría como en un pajar, que se quitan las telas de araña y no se matan las arañas; a los ocho días están otra vez las telas y mejor hechas aún, porque se le ayudó a las arañas barriendo el polvo de los techos que les ensuciaba su trabajo; “matar las causas y quitaréis los efectos, nos dice la ley”. Pero los hombres que trazan la ley son precisamente efecto de la causa que hay que matar y, así, obran como la causa misma: pedir a los hombres que escriben la ley una ley moral, es lo mismo que pedir peras al olmo; ellos no saben más que moral de opresión moral que llena el morral del parásito con el que comulga; pero ya, sus yerros, van llenando también el morral de la indignación popular y si esta no fuese contenida por hilos invisibles para los ciegos de le conciencia, pero que los ve el Juez y los suyos, ya abría estallado el trabajador hace mucho tiempo y el mundo todo se hubiera convertido en un charco de sangre, si no contuviéramos al ofendido Juan Pablo, al que enseñamos amor.

Más esto no hubiera cambiado tampoco las cosas; y el Padre, que todo lo ve y sabe hacer las cosas en justicia y amor, señaló la hora del juicio final, y se llamó y se dio la Ley de Amor por arma, anunciando la Comuna en toda su grandeza, pasadas tres generaciones que obcecadas viven en la tierra y quedan sentenciadas.

Esto sucedía en los momentos en que en toda la tierra el grito de rebelión y protesta se levantaba; pero fueron iluminados en el amor los millones de espíritus que agitaban, por afinidad, a las masas, porque ellos habían padecido lo que padecen sus hermanos en la tierra, porque preveían que tendrían que pasar lo mismo nuevamente, pues tenían que volver a tomar cuerpo en la tierra y querían encontrar el camino menos áspero que en sus luchas anteriores.

Estos espíritus, que no odiaban por cierto, pero que pedían y querían hacer justicia con las mismas armas con las que se les había sacrificado, ante la luz que reciben, se llenan de amor a sus verdugos y cesan en la instigación de sus hermanos trabajadores, para la venganza; pero les inspiran la reunión, los principios de fraternidad y todos ven un oriente en sus almas, que les da esperanza segura, y esperan y se confortan y lucha con principios donde no hay vencidos.

Más la supremacía promete y no cumple; eleva los impuestos, grava la vida y aminora los salarios, porque creyó que el pueblo es impotente.

¡Insensatos!... No. No es impotente el pueblo; es civilización verdadera lo que tiene el pueblo; civilización que no tenéis vosotros suprematicos; Civilización que no podéis tener porque sois parias de los destructores de la humanidad, de los negadores del Dios Amor, a quienes le dais los millones que robáis al sudor del productor, a cambio de que os corrompan la hija y os deshonren a vosotros mismos.

La imposición de la religión os hace autómatas, inclinando la cerviz ante los ministros de un Dios de vergüenza y baldón, que cada palabra que sale de su boca es un espumarajo venenoso que infecciona el ambiente, hasta hacerlo irrespirable.

Sabe el Padre de Amor que esos detractores, por la presente existencia, no han de enmendarse, y empezó por separarlos del espacio y ya están en el mundo primitivo, donde irán en breve todos los que ahora en la tierra adoran a la bestia y el Dragón y con ellos la grey que les sigue, dándoles tiempo de encontrar la luz con este Código, para lo que vino el Espíritu de Verdad en autos de Juez.

Mas este sabe lo que el Padre en su justicia tiene decretado; porque vino con el anunciado con órdenes de los Consejos de Sión y en amor llama a los obcecados a la luz de la verdad y os dice que la tierra cambiará su faz, porque esta es la ley; que estáis sentenciados inapelablemente y podéis acogeros a la ley de Amor contenida en la sabiduría del verdadero Espiritismo que es el axioma eterno, porque el espíritu es hijo consubstancial del Creador su padre. Y no hay réprobos; pero si hay corrigendos.

No sois vosotros los que habéis de destruir la causa, gobiernos; es el Juez que a eso vino; pero os señala vuestro error para que no paguéis a quien os devora y pierde.

Punto Sexto.
El desprecio y la calumnia.

Ya he expuesto la corrupción que hay en todas las clases de la sociedad y la causa de esta corrupción, que es el prejuicio religioso, del que se desprenden todos los otros prejuicios, y, sobre todo, la crasa ignorancia de las leyes divinas; por lo que, el amor, en la humanidad presente es nulo.

Esta falta de amor, con la educación errónea de clases, produce un efecto que ni en las bestias lo conocemos; la calumnia y el desprecio que degenera en infamia y odio a sus semejantes.

En lo que voy a censurar en este punto, podría haber recopilado toda la maldad de los hombres; pero seguramente no se darían por aludidas las principales partes, y es por eso que he tragado tanta inmundicia en su registro ocular. ¡No merecen menos lo hombres que, aunque de hollín por su tizne, son hijos del Padre y, por lo tanto, mis hermanos!

Yo represento los vicios y el error y no vitupero a los individuos; pero he juzgado a todos y pesado uno a uno en la balanza en el día del juicio, cuyos autos recogerá cada cuál los suyos el día de su desencarnación y cuyo archivo tiene el Espíritu de Verdad, que tiene tribunal formado hasta que pasen las tres generaciones que están sentenciadas; lo mismo el labriego que el magnate, como el sacristán y el pontífice, todos son iguales ante la ley; pero es más responsable el que más dones se apropia de la naturaleza, porque mas tiene que responder. Allí será vuestro desengaño, que más cruel será cuanto más engañados viváis aquí por el prejuicio; en vano invocaréis allí vuestra mentida caridad, vuestra alcurnia y vuestra supremacía; más en vano aun será pedir bendiciones papales y absoluciones; allí la justicia es recta y no se equivoca; de nada valdrán las misas y sacramentos; antes al contrario, os servirán de tormento. No llaméis, no, entonces, al Dios de los cristianos ni al de los budistas ni al de religión alguna que es Dios hechura de sus sacerdotes. Allí no hay más Dios que el Dios de Amor, que es el Creador y Padre universal, el que en su justicia os dice por el Juez “La muerte del hermano solo se perdona dándole la vida, y el odio se apaga con el amor”. Esta es la ley, la que no podéis cumplir con mentida educación ni falsa sabiduría.

El principio de la sabiduría verdadera está en conocerse uno así mismo: esto no es difícil, si uno se limpia de prejuicios; pero el limpiarse de prejuicios implica el sacrificio del “Yo soy” y la proclamación del “Todos somos”.

¿Pero quien será capaz de convencer a la empingorotada dama que su lavandera no es menos que ella? ¿Quién hará ver al inflado señor que su sirviente es tanto como él? Y, sin embargo, nada más real y verdadero; pero se alimentan doctrinas indigestas y sólo el revulsivo de la justicia divina podrá hacerles vomitar estas sustancias mortíferas de la conciencia.

Os recordaré la sentencia de Jesús, cuando le presentaron los escribas y fariseos a la mujer adúltera, que por la ley debía ser apedreada: “El que esté limpio de entre vosotros, que tire la primera piedra”.

Y nadie la pudo tirar. En otra ocasión le dice al murmurador: ¿Cómo ¿Cómo quieres sacar la paja del ojo de tu hermano, si el tuyo tiene una viga y te impide ver? Quita primero la viga de tu ojo y luego podrá sacar la paja del ojo de tu hermano.

¿Podréis alegar que, el Padre no os dio a su tiempo la enseñanza de la verdad? ¿ Y porque pedís moralidad a vuestros hermanos, cuando vosotros, los de arriba, los escandalizáis? Por esto sé té descubren tus secretos, tus vicios y tus traiciones, dama orgullosa; porque vituperas, porque hipócritamente rebajas a la mujer que por necesidad va vendiendo su cuerpo por la calle, siendo tu mas perdida que ella y mil veces más baja que ella, porque tú lo haces por vicio y porque tu lujo es causa de la miseria de aquella que la obliga a lo que no haría si solo pan tuviera, o si en la casa donde sirvió no le hubieras tú misma corrompido entregándola como juguete a tus, hijos y aun a tu marido, porque tu libertinaje con el amante te enfrió en la correspondencia con tu esposo.

Quizás en esto tienes disculpa en que fuiste casada sin amor; ya te defendí en lo que toca a este punto y volveré a defender luego; Pero tengo que condenarte en ese desprecio, en ese orgullo con que miras a la desgraciada victima tuya y de vuestras leyes y costumbres, siendo tu mucho más despreciable que ella, porque te encubres de la hipocresía; no, mujer, no; no puedes despreciar ni vilipendiar a tu víctima quieras y no, la tendrás que llamar y querer como lo que es: tu hermana.

¿No ves que haces ascos de esa mujer cuando tu interior debería darte nauseas y vomitarte a ti misma?, ¿ Por qué has de acusarla, si tu no estas limpia para poder tirar la primera piedra?, ¿Por qué no ves la gruesa viga de tu ojo, ya que ves la paja en el ojo de tu hermana? ¿ Dónde está tu sentimiento de mujer? ¿Dónde la nobleza de corazón de la mujer?¿, ¿Dónde tu amor de madre?¿, ¿Dónde tu instrucción?.

Yo sé donde fuiste anestesiada; yo sé quién y conque mataron tus sentimientos; fuiste anestesiada en el principio religioso y social; te mataron los sentimientos en el colegio y el confesionario, tomando en nombre de la caridad unos cuantos pesos conforme a tus faltas y la bendición de esos ministros falsos, del falso Dios, te invistieron de la patente de pecar con lo que, con luego confesar, serias absuelta otra vez. He ahí la cadena que te has hecho tu misma.

Allí cubrieron tu inmundicia y te enseñaron a odiar a tu víctima, que siempre es más noble que tú, fíjate y veras como esa pobre caída huye en cuanto ve una sotana o un hábito; detenla a esa tu hermana cuando la veas huir de esos disfrazados; interrógala con cariño, con la familiaridad con que fácilmente os sabéis entender las madres y oirás una historia que más o menos será la tuya, y saca la sabia consecuencia de que todo el mal social procede de la maldad de las religiones.

Vosotras, las madres, podéis mover el mundo, porque el Padre os da (nos da por que en el tiempo somos mujeres y hombres) todas las bellezas y las armonías del universo; y sabéis usarlas, los hombres serán buenos, e influiréis tanto, que todo se cambiará; pero solo podréis hacerlo cuando os apartéis todas de los disfrazados hombres y mujeres, haciéndoles el vacío, que mata a los microbios.

No; no podéis huir de esas victimas; trataros con ellas: sabréis lo que no sabéis de verdad; no gastaréis mas, porque todo lo que dejáis a los parásitos, que tantos son, seria muy de sobra para crear el bienestar de todas las familias desgraciadas y ellos ser verían en la necesidad de trabajar la tierra y en el arte y los habrías regenerado también porque el trabajo todo lo regenera. Ya veis como vosotras sois capaces de mover el mundo: entonces seriáis en verdad grande, porque solo la virtud y la sabiduría hacen grandes; y ahora os di la verdad eterna, explicada en él “Buscando a Dios” comprobada en la filosofía y codificada en la Ley de Amor que es el fundamento del espiritismo, no alegaréis ignorancia ni podéis interpretar en otro sentido que el que dicen sus palabras; si no lo hacéis así, vuestra alma esta anestesiada con sombras de muerte y la justicia se verá en la dolorosa necesidad de destinaros al hospital del Padre, el mundo primitivo, donde los sufrimientos harán despertar la conciencia.

Punto séptimo
La comuna de los hijos de la libertad se impone urgente.

La regeneración impone la comuna de los hijos de la libertad o de las madres sin esposo y las de los divorciados.

La sabiduría divina es tan grande, que aún del mal de sus hijos saca el bien para ellos mismos. Al hablar de las casas de maternidad, que yo llamo de baldón, debía haber insertado este punto, como cambio de régimen de ellos; pero yo no puedo hacer leyes sin base firme y aquí le corresponde después del estudio de los prostíbulos y de los efectos naturales del matrimonio de imposición.

Mas es en tan trascendental este punto, que él sólo es todo un régimen al que llegaremos dentro de tres generaciones a toda su grandeza, que es la verdadera comuna, y debo dar algunos puntos, aunque sea repitiendo partes ya descritas, porque en mi amor voy a redimir al mayor número posible de las tres generaciones sentenciadas.

Los mundos y sus humanidades, todas han pasado por las mismas fases y vicisitudes que la tierra, y os lo mostré en el “Asiento del Dios Amor”. Todos los mundos y los hombres tienen el mismo origen y principio, y todos, por justicia, tienen el mismo fin; el progreso indefinido e infinito y la felicidad, cada vez mayor, conquistada por la sabiduría, a la que sólo se llega por la Ley de Amor.

Los mundos y las humanidades han tenido su día de justicia para entrar en la luz, después de seis días o epopeyas de trabajo, para en el Séptimo disfrutar de la paz v del amor en toda su grandeza y por las leyes de afinidad, justicia e igualdad, se impone la Comuna, que siempre empezó por el reconocimiento de los “hijos de la libertad” como yo los llamaré por un momento.

La tierra ha entrado en ese Sétimo día; la rigen las mismas leyes que a los demás mundos, y el Padre exige, en su amor, el reconocimiento comunal de todos los seres racionales, siendo el primer eslabón de esta comunidad estos hijos de la libertad que el orgullo, el prejuicio y la malicia deshereda en sus leyes sin razón.

Será un hotentote o un degenerado el que no vea en esto el máximun de la justicia y del amor igual a todos sus hijos; y si los hay descontentos, estos se han sentenciado a salir de la familia de la tierra, que ya pertenece a la luminosa cadena de los mundos de dicha, donde la ley es el amor y el régimen, la Comuna.

Ya sabéis que los seres no vienen ni entran en el mundo porque sí; todos los seres vienen al mundo mandados por la Ley suprema a cumplir la parte de trabajo Que todos tenemos que hacer para llegar al máximo del progreso: y siendo así, “ningún ser entra al mundo por la puerta falsa”, así como ninguno de los hombres entra de diferente modo ni con más prerrogativas uno que otro.

Sea el príncipe o el pordiosero, todos lloran al ver la luz en la tierra, todos han sido engendrados del mismo modo, todos pasan la infancia y la juventud y todos, anatómicamente, se componen de los mismos órganos, de las mismas substancias y todos sienten por igual las mismas necesidades.

Rigiendo la misma Ley, sin cuyo consentimiento no viene ningún espíritu a tomar cuerpo, el nacer un ser de una mujer soltera no esta fuera de la ley, porque la ley es de justicia; pensar de otro modo, es no conocer y aún negar la justicia divina.

La Ley de afinidad es tan cruelmente exacta que no tiene para nada en cuenta la posición o el estado de los seres que tienen un cumplimiento en la procreación, porque la ley suprema no se sujeta a las leyes caprichosas y de conveniencia de los hombres.

:El pretender los hombres sujetar a leyes. de conveniencia la procreación es oponerse orgullosamente a la ley de procreación que es el fin primordial de la creación de los mundos; y el no reconocer a los hijos de la libertad en el seno de la comunidad con el mismo derecho absoluto que todos los otros, es ignorancia de las leyes de la procreación; es orgullo de ignorantes legisladores; Pero todo es hijo de los suprematicos de las religiones, causa principal del desequilibrio de los pueblos ; porque hasta que no aparecieron éstas, los hombres se creían y eran naturales en todas partes y común al usufructo; y si se constituyó la familia y la tribu y el pueblo, fue por la afinidad y el amor.

Os he dicho en la forma, grandiosamente maravillosa, como el hombre apareció sobre la tierra y es la misma como aparece en todos los mundos; y en aquellas bolsitas verdes estaba el labriego y el monarca de hoy. ¿Serías capaz (si nos fuese dado presenciar aquel acto) de designar en que bolsita se encerraba el supremático, el emperador o el labriego? Seguramente no lo sabríais señalar, y ni el gorrión, que fue la primera partera (valga la frase), lo sabía; y con la misma igualdad rompió con su pico la envoltura de todos y dio los alimentos que la naturaleza le proveía hasta que aquellos diminutos seres tuvieron valimiento propio..

Á propósito guardé este párrafo para insertarlo aquí cuando os descubrí la aparición del hombre sobre la tierra, y esto os explicará el porqué esta ave anida en la morada de los hombres y come del producto del hombre y de lo que come el hombre. Ahora bien, aparecieron los hombres en la misma forma la primera vez en la tierra, como en todos los mundos, no solos a capricho, sino en comunidad; y me falta deciros que todos los que aparecieron en cada tronco eran espíritus afines que ya venían en familia; pero los que aparecieron en la India, el Asia, África, América, Europa o la Atlántida o en los continentes sólidos entonces, eran producto de la. misma evolución metafísica (según la materia) ,y sus espíritus de la misma evolución, metafísica de la causa única, del único creador universal y padre común.

Si la tierra y la naturaleza toda depositó en aquellas bolsitas todo el germen de la procreación imponiéndole la ley de multiplicarse, ¿donde está la razón para no admitir sino a regañadientes y con desprecio a los seres que nacen de la mujer, que, cumpliendo la inexorable ley de la justicia, se hace madre por obra de varón que según la ley egoísta llamáis ilícito su nacimiento?, ¿No estimaría mejor el monarca, el supremático y el poderoso, tener su procedimiento, aunque fuese de Lucrecia Borgia o de Cleopatra, que de las bolsitas salidas del tronco del árbol de la quina? Pues todos salimos en cuerpo en aquellas bolsitas, que encerraban el germen de la procreación; todos fuimos y, nacimos, después de aquellas bolsitas, madres fecundadas por el varón, a quien no conocíamos, y si conocíamos a la madre; y todos podemos decir con certidumbre: esta es mi madre, y no podemos jurar este es mí padre porque la ley de afinidad reúne las causas en el punto indicado en justicia y la ley de justicia cumple su deber, inexorablemente, riéndose de las leyes caprichosas que el absurdo y la ignorancia sanciona e impone.

Por lo tanto, todos los nacidos en la tierra somos hijos de la familia misma y tenemos las mismas obligaciones y derechos; y la constitución de la sociedad, tal como se encuentra es contraria a la ley suprema y tiende al desequilibrio que se encuentra en su grado máximo.

La inmoralidad así llamada por el uso de la materia de la que nacen los hijos de la libertad, está en las leyes egoístas y caprichosas que llevan el sello de la ignorancia absoluta de las leyes de afinidad y justicia. Inmoralidad es el abuso de tomar sin medida el amor de la carne y el burlar la ley de la procreación.

El matrimonio de imposición y conveniencia, consagrado bajo el prejuicio social y religioso, es la causa principal de los hijos de la libertad; y, por lo tanto, esas leyes que lo sujetan son atentatorias a la ley santa del amor, porque nadie puede obligar al espíritu a vivir con quién le es antipático y repulsivo: pero la ley los junta también para dar principio a la afinidad.

Por lo que, siendo los motivos del nacimiento de los hijos de la libertad efecto de un error común, se impone remediarlo por el esfuerzo común y con la ley común que es común a todos los seres y tiene su fundamento en la Ley de Amor.

Ante estas consideraciones, que no son hipótesis, sino axiomas derivados del único axioma Eloí, Padre Común y Universal, se impone en justicia el reconocimiento del bienvenido a los hijos de la libertad y tenemos la ineludible obligación de tratarlos con el respeto y amor que para nosotros quisiéramos, recogiéndolos a ellos y a las madres desde el momento que conciben, sin mirar si es hija del humilde obrero, ni si es hija del potentado o de un magistrado; su subsistencia es comunal, como será comunal su provecho. Cuando esto será, veréis pronto cerrarse las cárceles y los manicómios primero; los hospitales luego, por innecesarios y quedará planteada la Comuna que la nueva generación trae e implantará en toda su grandeza, conforme a la ley del Padre.

Punto Octavo
El celibato es la negación de la ley divina y causa del desequilibrio social

Este punto debería ocupar, al parecer, el medio de establecer la Comuna para los hijos de la libertad y del divorcio; pero no puede ser en Justicia, porque aun nos estorbaría el celibato y sus consecuencias, que son las más funestas que desequilibran la sociedad y la fuente originaria de los mayores escándalos y de un sin fin de crímenes.

En nuestra primera obra “Buscando a Dios” y en la “Filosofía Universal” esta tratado y condenado; por lo qué aquí sólo hay que codificarlo con las debidas consideraciones.

El fin de la creación de los mundos es primordialmente para el progreso de los seres racionales; una vez que aparece el hombre sobre la tierra, al igual que todos los otros seres que le sirven al hombre y complementan la creación, la naturaleza deposita en la materia que compone el cuerpo del hombre, las sustancias germinativas de su reino; por lo que, a la naturaleza, no le compete directamente la procreación de otro ser, sino que le ordena con ley inexorable al ser que produjo, la reproducción de su mismo ser y con el mandato de progreso evolutivo y metafísico, conforme a la justicia y sabiduría del Padre, que también debe aprender con la evolución metafísica del espíritu.

Pero el espíritu en sus primeras encarnaciones, sufre la represión de la burda materia que, aunque sea esencia de la materia, es incomparablemente más imperfecta y pesada que el espíritu, como la tierra y el éter en comparación y por esta presión, por su debilidad, por su ignorancia en el mal y por su amor a la unidad de la substancia que viene a animar, cae en un letargo que no le deja lugar más que al instinto.

Pero la sabiduría eterna que todo lo prevé, al imponer la procreación, imprime a ésta función el goce más sublime que la materia posee, por el cual se mueven todas las fibras del organismo material y los sentimientos más profundos y exquisitos del alma donde reside el espíritu que rige todo ese laberíntico engranaje que es ciencia del espíritu y que hereda el alma tan pronto es consciente: pero posando muchas existencias.

La concepción de un ser no es desapercibida por el Padre Creador, porque cada hombre tiene su parte que cumplir, y el universo es un infinito taller donde cada obrero tiene su labor que otro no se la desempeñará; por lo que no puede ser ignorada la reaparición del hombre en la tierra, como no es desapercibida la presencia del obre en uno de nuestros talleres industriales.

Luego, si cada espíritu tiene que realizar un trabajo, no puede ser más que animando un cuerpo material; y como éste no puede hacerse más que por las funciones que la ley impone, resulta que la procreación es la ley que obliga a todos los hombres. Por lo tanto, el celibato es contrario a la ley y es la negación de la ley.

La causa es una y la substancia una: luego los hombres, siendo todos hijos de la misma causa, compuestos de la misma substancia y regidos por la misma ley que también es única y con el mismo mandato, que también es único, los hombres todos y las mujeres todas tienen ineludible deber de la procreación, y su negación es desnaturalizarse y salirse de la ley y, por lo tanto, es faltar a la ley.

Esto lo entendían perfectamente en la antigüedad, cuando creían una falta y un castigo no tener hijos; pero tampoco entonces sabían la ley de afinidad y justicia que rige estos actos; no, no es un baldón para los que no cumplan la ley para tenerlos; el no tenerlos obedece a otras causas de justicia que en el espiritismo se explican, cuando no son causas de conformación que os explica la ciencia.

La carne es condenada por el dogma católico, como el mayor enemigo del espíritu; nada más errado. La carne tiene su ley que nadie puede burlar, y el burlar la ley de la carne por la fuerza, por las maceraciones, los ayunos y otras prácticas antihumanas, es un suicidio en toda la ley y un crimen y muchos crímenes a la vez ante la ley divina de la procreación.

El celibato, consagrado por la iglesia católica, en el siglo XI, constituye el atentado supremo; que indica, o la más refinada maldad o la mas indigna ignorancia o quizás las dos cosas a la vez y es desde entonces el desequilibrio; la merma de la producción humana y el aumento de la corrupción y el crimen, constituyendo la mayor de las vergüenzas.

Desde ese día, el engaño, el estupro, el deshonor de las familias aumentó; levantó los tablados y las hogueras de la inquisición y se hicieron necesarias las casas de baldón con el nombre de maternidad, porque los célibes de obligación tenían y tienen que robar lo que les esta prohibido y que no pueden menos de tomar, porque son de carne como los demás hombres: para establecer el celibato, debió haber hecho obligatoria la castración de los curas y frailes y monjas, y aun así el celibato, en lo que representas sus palabras, sería nulo; porque la castidad y la pureza están en el corazón y solo con el amor y la sabiduría de “dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, o lo que es lo mismo, “dar a la carne lo que le pertenece y al espíritu lo que es suyo” se puede conquistar la pureza y la castidad el corazón.

Por el celibato, han aumentado desde su promu1gación las sociedades de mujeres, o conventos, en dos mil por ciento, y en un diez mil por ciento el número de las mujeres admitidas en ellas. ¿Es que aumentó la fe en la religión. No por cierto: lo que ha aumentado es la trampa del clérigo, por que tiene necesidad de dar expansión a la carne; y como su vida de parásito aumenta la concupiscencia, en los claustros encierran el mayor numero posible que les sacien sus apetitos: y como; por otra parte, éstas participan de las mismas necesidades de la carne y las paredes del convento las ponen a salvo de la vista del pueblo, que en la mujer es un freno; como la ignorancia completa en que se las educa, no siéndoles imposible por el dogma leer ni estudiar mas que aquello que el padre espiritual les permite; como éstos son astutos sobre el mismo lecho que en que estupran o toman a la esclava le dan la absolución para quitarle remordimientos, se entregan a toda clase de bajezas y bestialidades, y, por fin, se hacen insensibles a los llamamientos de su dignidad, porque no encuentran mas consejo ni mas amparo que el del padre espiritual.

No pueden escribir una carta a los suyos del mundo, que le puedan contar sus fatigas, vergüenzas y rebajamientos, porque la carta será revisada antes de salir del convento; no podrá revelar una palabra a la madre, a la hermana o a la amiga visitante, porque aun para éstas tendrá dos testigos de vista, y, además, les hablará desde un metro de distancia con dos rejas por medio, y aun la oscuridad no permite verse las caras; y si se les escapa una palabra que revele su descontento, un pellizco parecido a un mordisco de víbora la pondrá en cordura; y aun muchas veces es retirada desmayada por aquella picadura y sus visitantes siguen hablando con las paredes, o son contestados por una voz bien fingida voz y se entera de algo que interesa saber.

Si seguimos a la infeliz que retiraron os avergonzaréis o llenareis de ira; la veréis, en el mejor de los casos, de rodillas en el refectorio, siendo el blanco de las habladillas; no será extraño verla tirada en el suelo a la puerta de éste, pasando por encima de ella toda aquella manada de pobres esclavizadas; y si tuviera. el descoco de protestar, la veréis encerrada en lóbrega mazmorra y aún desnuda y atada, recibiendo azotes y teniendo que contestar “ora pro nobis” a la evocación de una letanía.

Hay otros castigos que rebajan aún más y matan la conciencia; pero donde no tienen límites los ultrajes es, si una de ellas se niega a entregarse al sultán, para ser pasto de sus pasiones; no hay inconvenientes en hacer apariciones e inventar diálogos de ese padre con Cristo en la ostia, ordenándole la entrega de su flor.

En suma, dentro del claustro se hace todo lo que no se permite en los prostíbulos públicos, se toman todas las prevenciones que la maldad puede inventar para evitar la procreación; y caso de que la ley burle todas las medidas, el aborto vendrá a deshacerlo aunque cause muchas veces la muerte de la esclava; y sí aun esto no evitase el nacimiento del feto, se le sacrificará al nacer y no verá más aquel ser la madre.

Mas esto es hecho con quien y por quien se han salido de la ley divina y humana por voluntad; pero su equivocación no es causa para que el Juez del Padre los deje en su ceguera, porque sabe que son hijos del Padre de Amor y les dice sus hechos y sus errores, dándoles los medios y la luz necesaria para su regeneración.

Mas donde hay que clamar aún más alto es en el confesionario; en ese tribunal asqueroso y corruptor de la conciencia del pueblo, invención para el dominio del mundo y para la corrupción del corazón virgen de la niña y del deshonor del esposo; el confesionario es la agencia de la causa de iglesia y el punto de conquista de los célibes; de allí no salen libres de oír la propuesta obscena más que las viejas y las desgraciadas en belleza; y esto es muy natural que así sea, porque ¿qué le importa a la carne el voto de castidad? Si el uso de la carne es una ley, ¿porque se le obliga al sacerdote con una ley antinatural? El Juez que el Padre os mandó no os condena, curas, frailes y monjas, por el uso de la carne; os condena por vuestra ceguera, egoísmo y perversidad, puesto que sabiendo como sabéis que no podéis cumplir un voto, lo hacéis porque él os excusa ante la sociedad (errada por vosotros mismos)del cargo y responsabilidades del patriarcado; os condena porque para libraros de las responsabilidades y de la justa ira popular, os valéis de todos los medios antinaturales y hasta del crimen, para burlar la ley santa de la procreación, para lo cual existe la clausura, donde no entra más que vosotros; pero yo os aseguro que entrará el pueblo y revolverá hasta la última piedra de esos cementerios sin patente, cuyos enterradores y enterrados son las mismas madres, vuestras esclavas y sus frutos; y ni vosotros ni ellas encontraréis donde esconderos ni aun en las entrañas de la Tierra y el confesionario será vuestro acusador, si no sois como las vírgenes prudentes y salís al camino con la luz encendida, que al efecto os da el Juez y os abrazáis a la ley de Amor y Justicia rompiendo los hábitos y cantando “Pecavi Domine Coram Coeli et coran te”

Punto noveno
El decrecimiento de la población es causado por el celibato.

En cálculos hechos por los mismo pontífices de los cristianos han hecho ascender a1 99% los clérigos violadores del celibato. Quizás han dicho 99%, apoyados en la promesa de Dios a Lot, “si un justo encontrara en las ciudades del Mar Muerto, no las destruiría”. Si 99% de los sacerdotes de todas castas usan de la carne, ¿donde están los hijos que necesariamente han de engendrar o habían de engendrar?. ?

De estos 99% quiero que la mitad tengan entrada en los conventos de monjas; y quiero aun más, que sean tan recatados y comedidos que se contenten con el disfrute de las esclavas del cementerio.

Y los otros, ¿donde sacian su apetito?. En las mujeres del pueblo; en la hija que corrompen y en la esposa que deshonran. Pero no es la mitad, sino todos los que disfrutan de la carne en las hijas del pueblo, porque su falta de trabajo, la no-necesidad del trabajo porque se hacen pagar del erario público, no les hace necesario el trabajo y ya sabe todo el mundo lo que hace el vago y el holgazán; idear todo lo más entretenido y lo más placentero; Y como viven en constante roce con la mujer; y como la mujer es mal educada porque la educaron en sus errores y le han hecho creer que él perdona por la absolución, un golpe hoy, y otro mañana, la piedra se rompe; la esposa se deshonra y la hija se corrompe.

No tienen ellos la culpa más que en que saben que están equivocados, y en su egoísmo se desnaturalizan; y en que cometen toda clase de atropellos bajo la capa inviolables de ser ministros de Dios; pero la culpa es directamente de los gobiernos y del pueblo que se deja engañar por falsas creencias, haciéndose esclavos serviles y aun les pagan por corresponderles las hijas y deshonrarlos a ellos en sus mujeres.

Mas ya dije, y es Ley del Padre, que la procreación es obligatoria, porque es el fin primordial de la creación de los mundos; y al oponerse a ella es la negación de la ley, y sólo el celibato consagrado por la iglesia es lo suficiente para acusarla de prevaricadora y, por lo tanto, a la condenación de no ser, a su destrucción, por la dignidad del hombre.

Pero como el celibato entraña culpabilidad en todas las leyes sociales y encierra sin fin de crímenes por los cuales la población disminuye en una proporción espantosa, es urgente poner el remedio mas radical sin temor a faltar, declarando a la iglesia católica perjura y fraticida, para lo cual el juez os dio ejemplo, condenándola sin misericordia.

Voy a poner un ejemplo que confirma histórica y matemáticamente que el celibato destruye la humanidad, dando cabida en las páginas

de éste Código a un es estudio hecho al respecto, en Francia, España y otros países, el que es producto de registros de tribunales y otros medios fidedignos de observación, por la Sociedad de los Derechos del Hombre.

Señalo (como dije al principio) el 99% de los célibes (sólo de confesores, sin contar las monjas) que no guardan el celibato; por indagaciones cautelosas, se comprobó que los sacerdotes jóvenes, en su primer año de confesores, habían conocido, carnalmente una mujer por mes, y así doce en el año; se fue más adelante y se comprobó también que aun había que añadir a ese número una nueva dama por año; de modo que, en 10 años, ha conocido cada sacerdote, carnalmente, 22 mujeres; :los confesores eran, por término medio, 49.500, y así son 1. 078.000 mujeres cada 10 años que tienen comercio carnal con los célibes, y en 100 años 10 millones 780 mil mujeres del pueblo deshonradas por los confesores.

A este número hay que agregar las monjas, y resulta. que apenas quedan mujeres que no tengan comercio carnal con los célibes.

¿Dónde están los hijos que necesariamente habían de nacer de estas uniones? Lo único que se ve es que las naciones donde dominan los célibes no crecen en habitantes con relación a sus pobladores y que todas estas, naciones tenían más millones de hombres antes del celibato y no tenían ni casas del baldón, ni sala-cunas y apenas prostíbulos; luego, ¿quien puede negar que el celibato es su causa?.

Voy a hacer un promedio de los crímenes que cometen, no con arreglo al número de mujeres con quién se solazan, aunque en realidad debería hacerlo, pero será una añadidura al número que resulte de mi promedio.

Son 50.000 confesores, y los no confesores, de ordenes menores y los legos de otras religiones y sociedades de educación como los hermanos de las escuelas cristianas, etc., etc.; aunque sea mas, haré números redondos: 100.000. Unámoslo a otras tantas mujeres, que serán las monjas y las que por haberlas corrompido ellas están en los prostíbulos, y veréis que no quedarán hombres sin mujeres ni mujeres sin compañero, porque la ley de afinidad y justicia pone en el mundo los sexos, con medida.

Sírvanos de patrón el promedio cierto, que tenemos, que es cuatro hijos por matrimonio, y la vida media de este, que son las bodas de plata, 25 años, y tenemos: l00.000 matrimonios por 4 hijos, 400.000 en 25 años y en 100 años 1,600.000 hijos.

Estos no están, porque ya los hemos casado, con las monjas y los prostíbulos públicos, y, por lo tanto, solo Francia tiene un déficit de habitantes de .1,600.000, cada 100 años, por el celibato. Pero como éstos los célibes, las prostitutas y las monjas usan de la carne y por la ley natural deberían tener hijos, si no los tienen son por que los han asesinado, ya sea tomando prevenciones, ya haciéndolas abortar, ya sofocándolos al nacer; son crímenes de que en justicia tiene que responder, los célibes, porque desequilibran la humanidad.

Mas no para aquí; ellos han inventado, los medios de destrucción para evitar las consecuencias con la joven; esta llego a casarse, y por evitarse el dolor de parir y por no cargarse de hijos, se oculta en el momento sublime de la concepción y es un atentado de cuya responsabilidad acuso al celibato allí y en todo el mundo, porque a todo el mundo ha cundido esa prevención de los célibes, que solo puede subsanarse con el cataclismo que se avecina y con la implantación de la Comuna.

Todo lo que antecede que nadie en justicia puede rebatir ni aminorar y si aumentar, condena a la causa iglesia creadora del absurdo celibato; y unido a las continuas guerras que el odio cristiano despertó entre las naciones por su ambición, la inquisición y otros actos, a la desesperación total del mundo, hasta en la memoria; porque resulta autora del sacrificio de la mitad de la humanidad y de la imbecilidad de la otra mitad.

Este es el juicio que le celebra a esa iglesia el Juez, porque para eso lo manda el Padre; y si los gobiernos de los pueblos aun le prestan su apoyo a la que es única causa de todos sus males, con ella rodarán, porque el pueblo esta civilizado por el sufrimiento y porque oyó la voz del Espíritu de Verdad, por su representante, recordando las palabras de Jesús, al que hemos salvado del baldón del cristo que esta Iglesia le agregó y queda comprobado que es la causa de la inmoralidad; de llenarse los prostíbulos de mujeres; de las traiciones de muchas esposas; de la corrupción de las jóvenes; de la degradación de muchos hombres, y, en una palabra, el desequilibrio de la humanidad.

Punto Diez
Las casas de maternidad deben ser casas comunales.

La desaparición de la iglesia católica y por consiguiente del celibato, no pondría remedio al mal profundo que ha causado, al momento; Y así, la Comuna debe tomar las medidas de amor para ir regenerando la humanidad dañada por la falsedad del dogma religioso y los prejuicios de sociedad que se derivan de las erradas leyes sociales suprema ticas, porque todas fueron inspiradas en el mismo error.

Tal como hoy se encuentren esas cosas, mas bien son un baldón, porque son inspiradas en la caridad cristiana, que es una refinada y estudiada hipocresía, porque la iglesia la ha inventado pera matar el amor, haciendo una arma indecorosa, digna de las mayores censuras.

Por la caridad, la Iglesia cristiana entiende muchas cosas que denigran en todo su horror a la humanidad; llama caridad a la limosna que rebaja; pero que lo trataré donde le corresponde, porque aquí sólo quiero tratar de la caridad en general, para referirme a las casas de maternidad, que son la bandera de las vergüenzas públicas, la que no logra encubrir las vergüenzas porque sus pliegues son muy estrechos.

Hay países donde el torno esta abierto en la casa de maternidad y allí hay menos infanticidios; pero hay otros donde es necesario entregar los infantes en mano de una monja, que es madre desnaturalizada de la manera que hemos visto en el convento; pero no lo recibe sin saber quién es su madre, si es mujer de vida airad, si es soltera, casada y separada del marido, o viuda; si sabe quien es el padre, si es casado, viudo o soltero, y, al fin, se pide una recomendación de la dama tal, que es seguramente una esclava viciosa aristócrata, como ya estudié; o del cura de la parroquia, otro corruptor; o del señor tal, otro libertino; y en todas estas procesiones se reciben insultos y menosprecios esto obliga a que la madre, que está llena de odio, porque el cura, su patrón, o el libertino la sedujo y la abandonó, abandone ella a su hijo en medio del arroyo, lo deje tras de una puerta y no pocas veces asesine al inocente infante; Y luego se hará la crónica de una desalmada, con datos espeluznantes y sé hecha la policía a buscar a la autora del crimen que, si la encuentra, será publicado su retrato para su vergüenza.

Si esta confesara ser aquél hijo del cura, de su patrón, que bien pudiera ser un encargado de funciones públicas o el mismo Juez.. ¡Que disparate! Al calabozo, incomunicada, y ya no sabréis mas de aquella mujer. El causante de aquellas tragedias habrá visto por la prensa todas esas odiseas horribles; no se conmueve, porque esta prejuiciado; porque pertenece e una familia honrada, y, lo ve todo impasible. ¡Infeliz! ; que poco sabes de la justicia divina. ¿Aun tendrás coraje de decir: soy civilizado?

En este crimen, la madre es la menos responsable de todos y es la única castigada; aquí los mayores responsables son los que manejan las casas de vergüenza; porque si no hubieran exigido tantas historias para recibir el infante, no se ocasionaría ese ni muchos otros infanticidios

¿Pero no sabéis 1a causa de tantas preguntas? Pues yo os lo diré; se trata de saber si el padre de aquel infante tiene pesos; la monja lo participa a la dama presidenta, que está bien aleccionada por el canónigo, obispo o cardenal, y ya se arreglan para hacerle una observación que será una amenaza y pronto llueven pesos y todo esta bien; puso una venda a la puñalada que dio y “Ego te absolvo”.

¿Quién os ha dicho, farsantes? Solo la justicia divina, que esta muy lejos de vosotros, lo absolverá, pagando en la moneda correspondiente.

Esta es la odisea que generalmente corre cada infante que es recibido en la casa de baldón, donde empieza otra odisea que, como ya dije, lo llevará a la cárcel y aún al patíbulo y quizás sentenciado por su propio padre.

No, gobiernos; esas casas tienen que ser comunales y allí no puede haber ni monjas ni frailes, ni curas; Allí es donde debe haber hombres y las mujeres más probadas en virtudes de la ciudad; los maestros y maestras más sabios de vuestros estados y al cuidado de los municipios que les corresponde; pero es al gobierno exclusivamente que le compete su vigilancia y sostenimiento. Esa casa debe ser el palacio más suntuoso y la colonia mas completa donde nada debe faltar, aún a costa de los más grandes sacrificios pecuniarios.

De allí deben salir los hombres de valía, porque yo os lo digo, esos hijos de la libertad son todos espíritus intrépidos que obedecen a la ley de afinidad, y tenéis grandes ejemplos en todos los que han sido educados por particulares, en amor, y hasta hay algunos, a pesar de vuestra soberbia y orgullo que han sido tales sus obras que no habéis podido menos de incluirlos en la historia y hasta tiene alguno de ellos estatuas en las plazas públicas.

¿Moisés no fue recogido en el río metido en una cesta?. Es necesario, gobiernos que os inspiréis en este Código de Amor en el que el Padre os da el máximun de su ley y para ello mandó al Juez que la mayoría reconoció, a preparar el camino a la generación que ya empieza a llegar y que trae el amor por ley por régimen la Comuna; Pero quiere el Padre que en este pequeño período de transición os acojáis a la ley que en su nombre proclamo y para eso se escribe este Código, porque las generaciones que ya llegan lo traen sabido y se os lo dice.

Pues bien; en todos los mundos la Comuna empezó por el reconocimiento de los hijos de la libertad; más no creáis que se deben recoger cuando ya han nacido; el amor debe ir mas allá, y en cuanto llegará la mujer que haya concebido, o en cuanto la verá el vecino, debe ser recogida y que nada le falte; mas sabed que la ley es el trabajo3 y allí también hay que trabajar, y el trabajo sobrara para todas; allí la madre criará con amor a su hijo y el hijo tomará la instrucción y se hará hombre en la agricultura y las artes o las ciencias cualquiera de los ramos del progreso humano, porque nada debe faltar.

Allí se miran en amor las afines, formando familia ejemplar que será de provecho, y en ese estado la Comuna le dará a esa casa lo que le pertenece en justicia y equidad para su vida de trabajo y trabajará para la Comuna, porque esos ya saben que todos son sus hermanos. Los salidos de allí y los nacidos en familia en nada desmerecen porque sabrán que al igual que han cumplido la ley del Padre y la propiedad les pesará, por que en la igualdad encontrarán cuanto hoy sólo pueden encontrar unos pocos, a costa de todos.

¿Pensáis, gobiernos, que tienen que imponeros sacrificios grandes? No tal; con menos de vuestro presupuesto actual llegáis y aun os sobra, y, dentro de poco, si organizáis con sabiduría, el solo establecimiento aun os producirá intereses, si esto hubiese de ser necesario.

Los enormes presupuestos que tenéis para mantener esa inmensa multitud de parásitos, los que sobre no producir más que crímenes y deshonra aún os obligan a inclinar la cabeza, cuya imposición denigra y hasta su aliento perjudica vuestra salud porque yo sé los efectos del magnetismo animal. Esos muchos millones, digo, que invertís en ese culto infamante, grotesco, no los habéis de gastar ni con mucho en la instalación de las casas comunales.

Mas si fuera necesaria, en nada con mas justicia pondría una contribución comunal, porque debe dotarse aquella casa de todo el progreso material en el confort, las ciencias, las artes, la agricultura cuantos conocimientos industriales hay en nuestro progreso.

Os veis (en mil casos sobre divorcio) atados, sin saber ni poder resolver en justicia cuando hay hijos y condenáis generalmente a estos a vivir con quien no quieren y los hacéis desgraciados; os repito que al espíritu no le atan las leyes humanas; se comete un atropello a las leyes humanas que no las sabéis porque no les habéis querido estudiar por el error de religión, o por un malentendido material materialismo; este atropello encierra uno o más crímenes y el desconcierto en todos los individuos de la familia..

Esto, que necesariamente aun sucederá durante pasan estas tres generaciones que están sentenciadas en juicio inapelable, es porque están prejuiciadas por la religión y las leyes sociales, inspiradas en su error, lo resolveréis en justicia en cuanto tengáis la comuna de los niños, porque los hijos de los divorciados son también hijos comunales y en aquella casa tiene el calor del amor de los hermanos, y aún el padre o la madre que en voluntad quiera seguir seguirlos, tendrá allí no solo acogida, sino que tienen perfecto derecho de vivir en la Comuna, trabajando y disfrutando de los mismos bienes comunales.

En estas casas no se debe dar otra enseñanza más que la verdad del espiritismo, a la que se unen todas las ciencias exactas y la astronomía, como todo lo que concierne a los oficios; pero no deben salir de allí sirvientes, porque esta clase desaparece de la humanidad; el servicio ha de ser mutuo entre vecinos que, cuando el amor reina, en ninguna parte es ajeno nadie, ni nadie deja de ser servido en la necesidad; pero la comuna tendrá todo el servicio de todas clases necesario a todas las necesidades.

Los oficios, allí, no pueden ser explotados por patrones, pues no hay más patrón que la Comuna y esta ha de regular la producción de los enseres; pero la agricultura ha de saberla todos los hijos de la tierra en la que deberán trabajar todos, para tener en su mano la generalidad de las vituallas, a excepción de los productos que deban producirse en la comunidad, como el pan, azúcar, etc.; etc.

En el tiempo de transición que es el de las tres generaciones, la Comuna quedará en propiedad de todo lo existente en el mundo, debiendo empezar por los ferrocarriles y anexos, y no pueden ser arrendados cumplidos los compromisos de hoy, sin preocuparse de los territorios, que estos, en ese tiempo, todos pertenecerán a la Comuna, por las disposiciones organizadas por la ley de los afines y porque la educación en el verdadero amor los individuos nadie pretendería cargarse con la carga de la propiedad que no tiene razón de ser, por no caber, porque es muerta la supremacía y porque en la igualdad verán todos la armonía de que es capaz el ser humano.

Ya entonces se habrán acabado las miserias de la vida, y el mundo disfrutará de la belleza y de la paz, porque las guerras, solo por la historia y para compadecer los tiempos pasados se conocerán. El hombre vivirá donde mejor le plazca, siendo hijo de la Comuna en todas partes, y la mujer será la reina del amor no la esclava de las leyes de la maldad. La administración de la Comuna siempre será, por necesidad, en los hombre y las mujeres que al efecto elegirá el plebiscito sin trabas ni componendas políticas, y nunca será errada la elección, porque el Espíritu de Verdad no será ajeno a ninguno de los actos del mundo tierra, como no lo es en ninguno de los mundos de la cosmogonía a su cargo, que son un radio espantoso de 7-1/2 nebulosas con infinitas miríadas de mundos y humanidades en cuyos mundos, el jefe de la Comuna es llamado el Maestro, el que reúne todas las cualidades necesarias, conforme al amor y sabiduría del Padre.

He dado el conjunto de la Comuna, por el que se ve los beneficios que aún pueden disfrutar los hombre de las tres generaciones, empezando su establecimiento desde ahora y seria una prueba inequívoca de que acatan la ley y el Juez le dirá al Padre que en su misericordia y -amor se extremó, para que mis hermanos oigan mis avisos y luego, dentro de poco, después de haber estado algún tiempo en la luz del Padre, vuelvan a la tierra, en cuerpo, a disfrutar de su trabajo y trabajar de nuevo para llegar al mayor grado de progreso y sabiduría. ¡OH feliz día!; yo te veo.

Párrafo IV
El amor da plena libertad a los seres.

A la tanta inmundicia registrada en el largo párrafo anterior, sucedió la dulzura de las últimas palabras del punto diez, con cuya percepción del fin a que en breve llegará la tierra se consuela el Juez de los largos miles de años en los que ha tenido muchísimas existencias sobre este pobre, pero al fin feliz terrón de nuestro globo.

Tengo que volver otra vez a examinar calamidades y miserias del error, en procura de enderezar los entuertos de estas tres generaciones, porque el amor, no porque se haya dado la sentencia que inexorablemente se cumplirá, ha de abandonar al sentenciado, sino que eso es motivo para que le este diciendo continuamente: un momento té falta; aún tienes tiempo; después de ese segundo ya no hay lugar. Acata, pues, la ley que viene del Padre, y aunque serás el obrero de ultima hora, como el amor es la ley y la Comuna su régimen, todos somos iguales en trabajo y derechos y no se conoce el último del primero, mas que en su luz y sabiduría. ¿Que tienes que hacer? Muy poco: “Ama a tu hermano”, “que amando a tu hermano amaras a Eloí padre común y luego sabrás amar primero al Padre y adorarlo en espíritu y verdad; este es el mandato.

¿Dónde tienes los medios?. En el Espiritismo Luz y Verdad, que es el credo de todos los mundos y es la verdad suprema; aquí esta la sabiduría eterna y se llega por grados, y más grados se ganan cuanto más se ama.

Entremos a desarrollar el epígrafe de este párrafo, uno de los más importantes de este Código, porque tengo que condenar la tiranía y salvar de la esclavitud a la mujer; sentemos axiomas fundamentales.

Donde está el amor, todo es armonía; hasta el dolor se anula con el amor. Ya tenéis el secreto de la felicidad relativa a que podemos aspirar.

Si el amor todo lo endulza y en la tierra no hay mas que amarguras, en la tierra no hay amor; terrible silogismo.

Si el objeto amado no se iguala al que confiesa amarlo, más que amor, es egoísmo lo que se manifiesta; verdad concreta.

Si el amor o las manifestaciones del amor están monopolizados por el hombre, el hombre es un tirano; triste verdad que palpamos.

Si la mujer no es libre en las manifestaciones de amor y sus sentimientos, la mujer es una esclava; así lo es.

Si el amor y las manifestaciones del amor constituyen la base de la felicidad y la mujer no las puede manifestar libremente, la mujer no es feliz; para que lo sea, hay que educarla.

Hemos recorrido casi toda la escala social en nuestro enojoso registro de los prostíbulos y he encontrado en todo la trampa, la traición y la inmoralidad más horrible; he buscado la causa y he encontrado en todo la imposición absurda y falta de lógica razón; sólo he visto siempre la ambición, el egoísmo y el libertinaje para el hombre, encontrando siempre a la mujer esclavizada.

Este ser, que constituye la mitad de la humanidad, en número, es el ser más despreciable que sostiene la tierra y muy a menudo citaríamos casos en que ha sido cambiada por una bestia de carga; y donde no se le cambia por la bestia, se le hace servir de tal a ella misma.

Si una mujer manifiesta su amor a un hombre y a la condenación la tiene en su misma declaración; “es una cualquiera “; cae en el desprecio y es señalada como una ramera.

La mujer no tiene derecho ni en la elección del compañero, ni en la manifestación de sus sentimientos, ni a intervenir en la hacienda pública, ni a tomar acuerdo, ni aun familiar; y aún llega a más llega hasta tener que “purificarse” después de dar la vida a un ser, para entrar donde jamás debería haber entrado: en la iglesia, sea de la religión que sea. ¡Pobre mujer!¡ Y no te has revelado en tantos siglos de oprobio y de bajeza! ¡Oh! Yo te haré justicia, porque sin ti el hombre orgulloso y bestia no existiría; no quieras parir, mujer, y el mundo, es decir, la humanidad se acabara irremisiblemente; ya veríamos si esos mentecatos que te embotan y vilipendian serian ellos capaces de hacer nacer otros hombres porque lo que es la tierra, entregó su germen en aquellas bolsitas en que aparecimos y no pude dar otras, sin antes fundir de nuevo otra vez todos los reinos que al hombre sirven y otra vez podríamos aparecer de nuevo. Pero esto no esta en ley del Creador y el Padre exige, y el hombre quiera y no, ha de cumplir la ley impuesta; será todo lo orgulloso y tirano que pueda, pero no podrá substraerse al cumplimiento de la ley, aunque se suicide millones de veces. Volverá siempre a cumplirla.

El Padre no se cansa de esperar, pero n se deja burlar por su criatura; tiene mandado hacer una A o un mundo; pues la hará; busque todas las excusas; rodee con la intención de no llegar nunca; llegará; habrán pasado 10, 100 millones de siglos y aún no habrá pasado un segundo en el tiempo eterno; sólo él habrá perdido, porque más habrá perdido; y al fin, caerá del burro, cumplirá, y como le manda amar, amará en toda ley, pues tampoco lo engañará como te engaña a ti, mujer, diciéndote que te ama y te quita todos los derechos, menos el que no puede: el de ser madre, por el que eres más grande que el hombre en la creación.

Querer hacer historia de la esclavitud de la mujer seria hacer historia de la humanidad y no es de un Código su lugar, ni es necesario al fin que tiene mi Ley de Amor, no quiero dejar en este momento un cuadro atan desolador que apene a las humanidades que llegan, porque si horroroso es el que queda de los prostíbulos, es la consecuencia de un error pequeño, comparado con los horrores de la esclavitud de la mujer, hasta la venida de la raza adámica; Desde cuyo momento histórico fue amenguado, porque todos los mesías tuvieron el mismo argumento. Pero no es menos horrible hoy privar a la mujer de una sola cosa que antes de todas, porque el progreso nuestro es tan grande al de entonces como el no ser, al ser; pero no se puede completar el progreso rebajando a la mujer, ni puede existir la armonía, ni llegar a la Comuna decretada por los Consejos del Padre; y el Juez ha venido a hacerla y la justicia le ha dicho: “Y quitare todo lo que te estorbe”.

Pues bien; sabéis, supremáticos y gobiernos y hombres de la tierra toda, que el espíritu no tiene sexo; que aparecieron hombres y mujeres a la faz de la tierra en unas bolsitas y todos igual, recibiendo el germen de la especie y la ley de procreación, por lo cual, el espíritu, conforme a la Ley de Amor, tomó el sexo que la ley de.justicia le ordenó la primera vez, con la promesa e igualdad. No tengáis esto por una hipótesis en el Código de Amor, que es el máximum de la Ley del Padre, no se escriben hipótesis, sin axiomas; y el testigo es el Padre y sus Consejos de esta afirmación.

Sentado este axioma, pregunto a los hombres y la ciencia. ¿Para que se necesite mas virtud y valor? ¿Para engendrar a un ser, o para concebirlo, encerrado durante la gestación en sus entrañas y luego exponerse a morir para parirlo y seguir luego dándole el ser, de su propia sangre en sus pechos? Aún es posible que haya alguno de los llamados sabios que haga un distingo. ¡La ceguera es tan grande!. Pero no lo voy a oír; la contestación es que no cabe comparación de valor ni virtud en ese acto tan trascendental, del que pende la vida de un hombre.

Pues bien; admitiendo, como es así, que el Padre ordenó a los espíritus más valerosos, más virtuosos y por lo tanto más sabios y así de mas amor, tomar por la primera vez el sexo femenino, resulta la mujer superior al hombre en valor, virtud, sabiduría y amor. ¿Y es este ser al que el hombre vitupera y esclaviza siendo su madre?.

Y gracias que la ley de igualdad obliga en justicia a tomar alternativamente el sexo masculino y femenino; si no fuera así; si la mujer siempre fuese mujer, sería ella mil y mil veces más sabia, virtuosa y valerosa que el hombre, aunque así y todo lo es.

No aceptar, por muchos que se creen sabios la reencarnación sucesiva siendo en los dos sexos, es condenarse al no ser, confesarse tiranos por malicia extrema, e ignorantes, cobardes y criminales; porque no viviendo mas que una vez y no sabiendo nada de estas cosas, ni poseyendo las virtudes, la sabiduría y valor de la mujer madre, no se diferencian en nada del animal más animal

Yo no hago todas estas consideraciones exclusivamente para ganar un adepto ni mil; Mis adeptos vienen por millones, pues todos los que nacen después del 5 de abril de 1912, que corresponde al 17 del 7 mes del año 1 del siglo primero de la verdad o de la era nueva, que en toda la tierra han aceptado la justicia, la Comuna y el espiritismo, bajo la Ley de Amor; y en a tierra hay el 20 por ciento de los habitantes que ya lo habían aceptado al venir y comulgan en él, por convicción y hoy ya, cuando se escribe este Código, mas de un 30 % que estudia y se convencerá; por lo que exclusivamente no-se escribe este Código para ganar adeptos, sino para que no aleguéis ignorancia los ciegos de voluntad, y, principalmente, para emancipar a la mujer de la esclavitud y ponerla en el lugar que le pertenece, porque ellas no los hombres es la base de la sabiduría, de la armonía y del amor.

Por lo tanto, la mujer es en derechos, absolutamente igual al hombre; y en respeto y ternuras, superior al hombre, por el solo hecho de ser madre.

La mujer en ningún caso es inmoral sin la corrupción del hombre; y se corrompe la mujer por la ignorancia en que se le mantiene y por la esclavitud a que la fuerza bruta la somete.

La mujer tiene en absolutos más derechos que el hombre a declarar su amor al hombre, porque tiene percepción más clara que e hombre del fin que viene a cumplir; Ser madre y el consuelo del hombre.

La mujer no puede ser inmoral por si misma, porque presiente y sabe que su misión es la de ser madre; y no se declarará jamás por capricho y pasión carnal, sino obedeciendo la ley de afinidad; y es seguro que solo en el uno por mil se equivocaría una vez educada en sus derechos y prerrogativas; pues la mujer, educada en el sentimiento,

aun en el placer de la carne, presiente también los dolores de muerte del parto por el que será madre; Pero este su afán, ante el que en el espacio ya conoció en su afinidad y se propusieron cumplir en justicia sus débitos y dar a la creación lo que le deben, la mujer, que es dotada de la percepción de ese deber, tiene el valor de tomar un segundo de goce, a cambio de tres años de padecimientos y desangrase, para dar vida a in ser; cosa que el hombre en ningún caso haría, porque le falta el valor, constancia y el amor verdadero.

Sería imposible enumerar los crímenes que se cometen al esclavizar a la mujer, porque se las obliga a matar los más grandes sentimientos, y de aquí el cúmulo de crímenes que hemos registrado que desequilibran la humanidad..

Por tanto, declaro: que la mujer tiene perfecto derecho y se eleva a donde le corresponde al declarar su amor al hombre que en su corazón vive desde antes de su nacimiento.

Que la mujer, educada en la más amplia libertad, es la base de la moral y que su participación en los asuntos de la Comuna es, además del equilibrio, el complemento de la armonía.

Que la mujer, fuera de la esclavitud, es la garantía de la paz universal, y su concurso en la cosa pública pone veto al despilfarro, es el ancla salvadora por su amor y mata el libertinaje, lo que será materia del siguiente párrafo.

Queda, por tanto, proclamado el derecho igual de la mujer en todos los actos de la vida; que el hombre, con malicia le ha usurpado, no pudiendo ser excluida ni obstaculizada en la declaración de su amor y sentimientos.

Párrafo V.
El Amor y la libertad de la mujer mata el libertinaje.

Punto I.

Como hemos visto, los efectos desastrosos de la imposición del matrimonio por la causa que sea, no se necesitan mucho esfuerzo para sentar con fundamento el aserto del epígrafe de este párrafo; pero convenía ponerlo en este lugar, después de iniciada la casa comunal, porque ofrece facilidades extremas y de justicia para sentar las sentencias del divorcio.

Hay que considerar, sin embargo, una razón, que aunque ya esta esbozada en otra parte, hay que darle aquí_ asiento y valor de ley de justicia. Sucede a menudo un caso de hastío en la unión de los seres, aún habiéndose unido en libertad o sin imposición. ¿Cómo se explica esto? Las leyes de la materia, en los códigos civiles, religiosos o criminales están faltas de fundamentos de las causas de las cosas, porque sólo de la materia se han instruido, y esto, sin profundizar aun las leyes de la materia porque, al haberlas profundizado, se hubiera encontrado otra clase de fisiología que la que el mundo sabe, porque las leyes de la materia se enlazan con las de espíritu, y solo en ese conocimiento se puede ir adelante en el camino de la verdad; no lo han hecho, y de ahí los equívocos el atolladero de los jueces y el error sin nombre de los cánones.

Pues bien; en su no interrumpida vida los espíritus, y en sus continuadas y múltiples existencias de encarnados, contraen deudas pasajeras; se han encontrado dos seres en caso fortuito y han cometido un acto que no debían cometer, conforme a la ley de justicia, y ya los dos se obligan a pagar aquella deuda.

Voy a concretar un caso que explique claramente estos hechos.

Supongamos una guerra; un individuo que toma parte en ella ha hecho relación con una mujer, a la que fecundó; el soldado ha tenido que abandonar la población y queda aquella mujer con un ser en sus entrañas o en sus brazos; el militar no se acordó mas de su hecho faltó a un deber, pues deja imposibilitada a la madre, según las leyes sociales; pero el hijo hará justicia a la madre; y cuando todos están en el espacio, la ley los lleva a juntarse para pagarse mutuamente aquella deuda; pero hay cuarto perjudicado; el fin de aquella mujer, que por haberse puesto por medio aquel militar no cumplió luego su deber de justicia, por el error de la educación prejuiciada, y aun habrá ofendido a la mujer que un caso fortuito la coloco en caso irresistible, o quizás cedió por la fuerza. Pues bien; esta deuda se cumplirá; el militar, divorció moral y realmente a dos afines, siendo la mujer la mas perjudicada, porque quedó con un hijo y padecía, y porque seguramente, aquel hombre tenía otra mujer.

Ahora bien; han vuelto al mundo los tres individuos y fue acuerdo de ellos, más del hijo del caso fortuito; en este caso habrá tomado los tres el mismo sexo, y el militar de antes se unirá a la mujer que antes abandonó y tendrá sucesión que por le sexo le pertenecerá en ley al hombre y no será otro que el espíritu que antes abandonó; el afín no estará lejos y la mujer se entregará y se marchara con su afín, quedando el padre con el hijo que antes abandonó y se cumple la ley divina de justicia y compensación que en nada perdonan un adarme.

Según los cánones y leyes sociales, códigos civiles y penales serán un pecado, un escándalo y un caso penable; pero en la ley divina es un acto de justicia, y el Juez que esto castiga se condena a pagar él, en otra ocasión, la pena que imponga

Pero en la Comuna este acto se sentencia sencillamente así; se tomaría al hijo y sería, como todos, hijo comunal; los padres, en su libertad, trabajarían, como todos, para el bien de la Comuna; y tenéis la verdadera justicia. ¿Sabéis estas leyes, jueces?, ¿Sabéis estos secretos, legisladores?. En vuestro materialismo no podéis saberlo; y, sin embargo, esto es real y sucede; pero el espiritismo lo sabe y puede legislar en justicia y equidad; y... No os sorprenda que legislen los espíritus de progreso en el día de la Comuna, que serán derogadas todas las leyes egoístas que hoy imponéis..

Tomé ese caso no meditado, ni siquiera pensado; pero que no sólo pasa uno, sino miles y millones de otras formas fortuitas, pero que tienen su base en lo absurdo de las leyes que rigen al mundo hoy; pero que no sucederán mas, desde que el amor será la ley; y porque todos tenemos nuestras afines y es la mujer quien más los siente y los sabe, y como será instruida en las leyes divinas y sabrá que el amor solo es la verdadera felicidad, y sobre esto, como sabe que sus hijos son hijos de la Comuna y que todos los hombres y las mujeres trabajan por la Comuna, y que a los hombres solo el amor y la justicia les guía, la mujer vivirá en su libertad, declarándose al que vive en su alma, y el libertinaje no tendrá cabida, siendo el hogar un edén.

Pero como en régimen comunal, en toda su amplitud, no tendrá cabida hasta el completo paso de las tres generaciones, el remedio está en dar a la mujer amplía educación y dejarla en la más completa libertad en la elección de compañero y sin sujeción a leyes que hoy llamáis lazos indisolubles, no hay más lazo indisoluble que el de la afinidad, la cual une a los seres por amor verdadero; pero esto no se puede lograr mas que por la absoluta libertad de la mujer en declararse a su afín. Y esta declaración no puede llegar sino siendo la mujer libre como el hombre y forman parte como el hombre en todos los asuntos de la vida; en la administración, en la legislación, en los trabajos,, en las manifestaciones populares, de regocijo y tumulto. Pero aquí hay materia interesante y me veo en el deber de hacer punto aparte,

Punto Segundo.

La mujer es parte integrante de la humanidad y le corresponde, por su fisiología legislar.

“La mujer es un arcano impenetrable”, se dice por los sabios; yo os repito: la mujer es un libro abierto en el que todos podéis leer, pero no sabéis leer en ese libro porque no sois sabios; la mujer viene al mundo para amar; saber amar vosotros y leeréis en la mujer; pero el amor de la mujer se ve coartado por leyes absurdas, y hace como las margaritas: cuando viene la noche envuelven su botón dorado, que lo mostrarán a la mañana, cuando el sol la visita.

La mujer, en su juventud, lleva su botón dorado del amor expuesto a la vista, en el candor de sus ojos; observar que la joven, muchas veces, siente palpitar su corazón fuertemente, hasta el punto que un observador lo puede notar en la agitación de sus sueños; si esta joven tuviera libertad, si tuviera la educación conveniente, la veríais estirarse para alcanzar mas con la vista y aun dirigirse con paso firme a un punto, donde el latido, cada vez mas fuerte la conduciría, y pronto la veríais frente a otro ser, que también latiría su corazón; poner ahora vuestras manos sobre el corazón de los dos y lo oiréis latir al unísono; si los separáis, separaréis los cuerpos; mas los espíritus ya se encontraron y no los separaréis ya; pero con arreglo a las leyes de conveniencia, la joven no tiene libertad; el mancebo no puede llegar por la oposición de clases; para él, es una contradicción; para ella,

Es la muerte moral; Se le dará otro hombre; pero ese es el hielo de la noche; la margarita envolverá su botón de oro y solo lo abrirá ante el sol que la calienta en su amor; habéis cometido Dios sabe cuantos crímenes; esta mujer está muerta; se le une a un hombre que no es el que su alma sintió; no le llena la posición, ni los títulos, ni la arrogancia personal; todo esto es hielo. Le entregará el cuerpo. Pero el botón de oro lo guarda para aquel que hace latir su corazón; y, en la primera ocasión, no mira la clase, ni las conveniencias y le entrega su cuerpo, ajado eres verdad por el hielo, pero su botón de oro esta vivo y allí late su corazón, y ya sabéis las consecuencias que señalé en su sitio; para la sociedad corrompida, hay una falta; para las leyes divinas un cumplimiento; dejad libertad a esa mujer para amar y no hay escándalo.

¿Que dicen los fisiólogos al estudiar a esta mujer? Después de una sarta de disparates, no dirán nada, a no ser la canción de siempre: “la mujer es un arcano incomprensible”. El arcano es la ignorancia vuestra y las trabas de las conveniencias.

La fisiología de la mujer se cifra toda en la palabra amor; le gustan las flores, los pájaros y los niños, porque todo ello representa inocencia y amor. Le gusta la música y la alegría, porque es su ambiente y representa armonía; es reacia al mal, por percepción del bien que en su ser tiene; es amiga de la moda, porque es amante del progreso; y como no se le da libertad para otra cosa, en ello trata de satisfacer la necesidad que siente, pero que no puede satisfacer. La moda parece que esta hecha en la justicia para castigo del hombre tirano

Y para defenderse la mujer de la amenaza constante que tiene en el libertinaje del hombre, de ser pospuesta por otra bella; pues cuando la mujer ha visto ya muertas sus esperanzas, la realización de sus sueños se resigna, pero impone sus deseos, ya con esta moda, ya con aquel capricho, y el hombre también es esclavo de su mismo error y tiranía y aguanta aquellas impertinencias, aunque sea a regañadientes porque le conviene tener aquella esclava un tanto satisfecha, para así el tener mas libertad de entregarse a su libertinaje: de aquí los desequilibrios económicos, las trampas en la administración de sus propios intereses y el gravamen oneroso al productor, el rebajamiento de los salarios al trabajador, o un aumento insignificante contra la elevación mayor de los alquileres y de los artículos de consumo, hasta hacer imposible la existencia, obligando a vivir al que trabaja en inmundo hacinamiento; de aquí las epidemias, las algaradas, el eterno malestar, el crimen y todas sus consecuencias que degradan a la humanidad.

Si la mujer fuese educada en la más amplia libertad; si esta tomase parte en la cosa pública, no tendría necesidad de la renovación de la moda cada tres meses, para buscar en ella la defensa a su rebajamiento por parte del libertinaje de los hombres; sabe la mujer que es más hermosa con sus encantos naturales que con los horrores de la moda; pero tiene que encastillarse en ella y hacer resaltar su busto con los fines, los dos malos por cierto; pero ella no es culpable; la culpa es del libertinaje que desvía de su lado al que heló su botón de oro, y sobre todo es la ley que la esclaviza y le reconoce nada más que el derecho de ser madre y su ama dentro de casa; pero todo esto restringido, pues la caja estará en manos del libertino su esposo, que estará mas de la media noche y noches enteras fuera del hogar. ¿En donde? La esposa esclava lo sabe por presentimientos que no la engañan; sabe que esta en los brazos de otra mujer y calla una y cien veces; pero ella es también de carne, y, después de ser esclava, ni siquiera es satisfecha en su ley; esta mujer, que ya no es la inocente doncella, que perdió sus ilusiones más hermosas que fueron anestesiada en sus sentimientos, medita su situación en las interminables horas que el esposo la abandona y acaba por no guardar mas el respeto, que no merece el que le juró amor, mintiendo, porque tampoco aquel sabía de amor de afines; La dama se entregará al hombre sea quien sea, y hace justicia, porque tiene la obligación de mantener la vida de su cuerpo y el uso de la ley de la carne es de necesidad de la vida, en su medida; no darle la satisfacción de esta imperiosa necesidad mata al cuerpo, como lo mata el exceso; Pero esto es materia de un capitulo y lo haré por ser de mucho interés, y lo dicho aquí es solo para sentar la igualdad de derechos de la mujer con el hombre, porque le rigen exactamente las mismas leyes.

Hechas estas consideraciones de juicio, la sentencia recae contra el hombre; la mujer es un ángel en la belleza material y en la espiritual; ha reunido la naturaleza en la mujer, todos sus dones y gracias, como también toda su sabiduría y sus leyes, de lo que no es depositario el hombre. Eduquemos a la mujer en las condiciones del hombre y la veremos resaltar sobre el hombre en iniciativas que no errara, porque posee una mayor percepción de la realidad de las cosas con una mayor delicadeza y gusto, y sabe dar armonía a todos sus hechos.

Hay algunos contados casos de hombres dignos; de uniones de amor en verdad, donde el hombre entregó la administración de sus intereses a la esposa, en tanto que él realizaba las empresas o trabajos, que es lo que en verdad, corresponde al hombre; si diera aquí cabida a sus informes, veríais como en aquella moralidad armonía subió su riqueza, sin interrupción, moderada con alta moral y todos, sus empleados trabajadores no sufrieron calamidades; y aun los veréis a todos en días señalados, componiendo una sola alma en la alegría y bendiciendo a aquélla buen ministro de hacienda que se cuida hasta de las necesidades y desgracias de sus subalternos, que no los tiene como tales, pues llega a considerarlos parte integrante de la casa y se suceden las generaciones de unos y otros y todos trabajan en su categoría y todos cubren igual sus necesidades. ¿Creéis que esos no son seres de alta misión moralizadora?. Hablarle a aquel hombre de política, de componendas inmorales y él os contestará; Yo no puedo meterme en eso; me llaman mis obligaciones que no debo desatender. Pero surge una necesidad en el pueblo y lo veréis ser el primero en acudir al remedio con su óbolo, no en forma de caridad, sino que manda a sus mismos dependientes, hasta para no recibir él las gracias y dice que es un deber; hablarle de otra mujer que no sea la madre de sus hijos y lo oiréis, yo tengo la mía y me basta; pero, en cambio, que cepa el desvío de un amigo y lo veréis, sin mirar a la crítica meterse a reconvenir y buscar el motivo y remediarlo; pero preguntarle que dinero tienen y os dirá; no lo sé; eso es de mujer; ella es la administradora; yo no le digo mas que aquí tienes esto de la venta de tal cosa o fulano vendrá a cobrar por este servicio; pero veámoslo en una nueva obra o labor que haya que emprender; allí veréis el gobierno entero de una nación, con tal precisión, que no hay cuidado que yerren; el hombre da su plan, la mujer lo estudia, no para desecharlo sino para medir los valores y se cuenta la caja, las probabilidades de la cosecha, el tiempo que tardará en producir aquella obra; y si la cajera encuentra peligro de déficit, ya hay consejo de familia y hasta de los trabajadores, porque estos son considerados parte integrante y se soluciona; y no haciendo toda la obra, ya realizándola bajo el consejo de todos, y en cualquier caso es la mujer la que mueve aquel mecanismo, que en su previsión vigila y oye a diario a su esposo, a sus hijos y aún con preferencia al peón o encargado de la dirección.

Preguntar a los trabajadores de aquella casa para quién trabajan; si envidian la suerte de sus amos; si hiciesen algo en su favor y oiréis que son como su padre; que trabajan con mas amor que para ellos mismos; y, por fin, os dirán: Dios quiera que nunca necesiten de mí, pero si necesitaran, yo trabajaría para ello. De su amo, hablan con la naturalidad de sí fuese su compañero y con la confianza de su propio padre; pero de su ama no os ocurra una broma siquiera; aquella mujer es para ellos como Dios; es la providencia; todo lo ve; sabe cuando su pequeño necesita un pantalón o calzado; si tuvo un parto su mujer, fue ella la primera en acudir para que allí nada faltara; y en una enfermedad se ha pasado las noches enteras a la cabecera de la cama, para que los que han de trabajar descansen; y así, aquella mujer, a su sola palabra, rige todo el pueblo, corno regiría toda una nación y el mundo todo.

No temáis que a esta mujer llame la moda por vanidad, ni que miradas aviesas la envenenen, ni tema ir sola por parte alguna; ella lleva en su rostro marcada la felicidad, esta en su centro, va respirando y dando amor, y con su pureza, infunde respeto; habla con él

Hombre, conversa con la mujer y no hace ascos de alguna desgraciada. Ni huye de ella; al revés, la llama, le da consejos y acaba por regenerarla.

He ahí la mujer tipo; he ahí la familia patrón; he ahí el régimen de la Comuna; pero hay que buscarlo en la mujer libre y educada como el hombre y con el hombre sin distinción de clases; dejad a la mujer, cuando joven, correr a donde su corazón la lleva; no la prohibáis estar en la reunión del trabajador, como en la conferencia académica; en el concierto del salón, como en la música de la plaza; que corra la ciudad y el campo; que se agite en el aire y el sol; no temáis que se pierda, porque ella tiene dignidad en la libertad y su percepción es clara del deber que tiene que cumplir; pero en cuanto le cortéis la libertad, le pasa como al ruiseñor que metéis en la jaula que no le oiréis los trinos arrebatadores; teñidos de melancolía le oiréis, y, si no le dais suelta, morirá de tristeza.

Yo dije también que el Padre ordenó a loes espíritus más experimentados, sabios y valerosos, tomar el sexo femenino cuando aparecimos en aquellas bolsitas, y por lo tanto, es la mujer siempre más valerosa, sabia y perspicaz que el hombre; se humilla porque su mayor amor que el hombre no le permite amargar, por su parte la existencia como alternativamente es hombre, como el hombre es mujer en virtud de la ley de justicia e igualdad tiene la fuerza suficiente para los trabajos físicos, como el hombre, aún que su constitución es mas delicada, porque es mas perfecta materialmente y los cuidados maternales la eximen de los trabajos rudos destinados solo al hombre en tiempos antes del progreso que hoy disfrutamos y que hoy los ejecuta el hombre, siendo no la máquina sino el director de la máquina, porque ese es el progreso impuesto por la ley a los seres, en el régimen de la Comuna de Amor y Ley.

Pero antes de ahora poco se le ha permitido a la mujer por un egoísmo, mal entendido, apoyado por la idea religión tomar parte en los actos públicos y administrativos, ni entrar en las universidades; Mas de lo poco que se le ha permitido, y esto bajo prejuicios y predominio de programas poco liberales, se han mostrado algunos ejemplares que compiten con los más preclaros hombres; lo que demuestra hasta la evidencia que lo contado por la ciencia materialista de que la mayor o menor inteligencia depende en general de la masa gris o encefálica, teoría que demuestra absoluta ignorancia de las leyes divinas, porque no radica en la materia; ésta está en el progreso del espíritu, y, el espíritu no tiene sesos ni sexo, aunque por la ley del progreso la materia del cuerno es modelada por el espíritu ocupante y se la prepara a sus necesidades en cada existencia.

El espíritu que por la justicia de la ley debe tomar el sexo femenino, trae, sobre su sabiduría y por la experiencia de anteriores encarnaciones la belleza, hermosura y atractivos de toda la naturaleza en su estructura; y esto; agregado a la sabiduría que posee según su grado de progreso, le da la superioridad al hombre, en sentimientos y amor; y como esto es lo que constituye el progreso espiritual; Y de los conocimientos científicos posee lo que el hombre, porque hombre ha sido, será siempre la mujer superior al hombre, y está demostrado los mil casos, aún en la falsa educación y aún nula educación de la mujer.

La mujer no sólo viene a ser madre; viene a ser la armonía de la sociedad, y él prohibirla a la mujer tomar parte activa den lo que se refiere a armonizar a la humanidad, es hacer el desconcierto. Es lo mismo que querer interpretar una melodía sola con los bajos y el bombo de una orquesta.

No hermano mío; la vida en el mundo es una armonía en la que toman parte todas las partes que lo componen, y la mujer es parte integrante principal y primera porque es media humanidad en número y más de media en sentimientos generosos y entera cual el amor, porque de éste es la depositaria; y los hombres tienen amor porque lo reciben de la madre en el primer beso al nacer, en los arrullos de la infancia, en el néctar de sus pechos y en todos los momentos de la vida.

¿Cómo, pues, hombre, relegas a éste ser que es tu madre y lo esclavizas y lo condenas al no sé ser, porque no le permites hacer las leyes más primordiales que deben regir la humanidad? No digas que la mujer es inconstante, libidinosa distraída, ni ninguna majadería de las que acostumbras, porque te engañas; porque si así fuera no vivieses tu; ni digas que carece de talento, porque tendrás a la vista ejemplos de tu misma madre que te harán colorear tus mejillas, porque sufriste un desengaño por no seguir su consejo; di mas bien que la participación de la mujer en todos los actos de la vida té prohíbe a ti ser libertino v te confesarás como eres.

En consecuencia de todas las consideraciones anteriores, el hombre comete un acto criminal en monopolizar la legislación, abrogándose derechos de supremacía que ni la ley humana puede consentir ya.

Comete el hombre delito de lesa humanidad al prohibirle a la mujer la libertad más absoluta porque resulta una premeditada esclavitud.

Comete el hombre un sin número de crímenes al no dar a la mujer la libertad de buscar su a fin para su unión, y da motivo, para que ella se entregue a otro, cuando por causa de la frialdad natural del hastío causado en la vida por una unión de conveniencia y el esposo pasa largas horas de la noche y aun todas las noches fuera del hogar.

Comete el hombre la más burda arbitrariedad al mantener en la ignorancia a la mujer, que a causa de que ella busca expansión a su inteligencia, sólo se le ofrece la religión, dónde por todas las razones contenidas en éste Código no debió jamás entrar; porque allí se le dio el veneno que le faltaba para anestesiarse, después de las imposiciones yerros de las leyes civiles y sociales, resultando así la mujer esclava en su trinidad de cuerpo alma y espíritu; de cuyos delitos acuso a cada hombre en particular, a la sociedad así llamada en general, a los gobiernos y sus leyes y legisladores, y, por todos a las religiones todas, y, por todas a la católica y cristiana.

Por tanto, declaro a la mujer parte integrante de la sociedad con todos los derechos de intervención en todos los actos públicos y comunales y apta para legislar y ocupar el gobierno de los pueblos y de la Comuna; é invito a la mujer a reclamar y tomar sus derechos, y declaramos nulas todas cuantas leyes tienen los pueblos en las que se le niegan los derechos que las leyes divinas le conceden, hasta llegar con fruición a la santa Comuna fin de la felicidad de los mundos y sus humanidades.

Cierro este capitulo diciendo que, si el mundo pudiera ser incompleto, se podría suprimir el hombre, pero no la mujer. He ahí lo que por malicia esclavizáis.

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