PARTE CUARTA
CONOCIMIENTOS DE RÉGIMEN
CAPITULO X
EL HOMBRE ANTE LA LEY
123 D.- Ya que me dijo el maestro que el espíritu no puede eludir la ley divina, ¿quiere decir esto que está impresa en el hombre?
M.- Puesto que el hombre sólo lo es por el espíritu, y es hombre (que haga honor a ese nombre) sólo cuando es trino y sin embargo de tantas caídas siempre se rehabilita, ello es porque lleva impresa en su ser la ley de amor, que es la ley divina.
124 D.- La sociedad humana, en tanto que no tiene en fruición el amor y la equidad, ¿por qué leyes debe regirse?
M.- Por las leyes de mayoría siempre, aunque sea estando solo en la fruición de la equidad; porque la equidad aun no significa justicia absoluta, ya que, cuando ésta llega, el amor está en su más alto grado posible en cada mundo y entonces la ley está en todos y no se necesita dictarla.
125.- ¿Cuándo la ley es realmente de mayoría?
M.- Cuando es hecha en verdadero plebiscito, estando como constitución la ley de amor y la verdadera libertad.
126.- ¿Y el plebiscito quién lo compone?
M.- Todos los seres en uso de razón, es decir, desde que están en posesión de los conocimientos comunales; y son cómputo hombres, mujeres y los espíritus libres, porque también para ellos se legisla, y toman parte en verdadera justicia; pues ellos serán los hombres de la generación siguiente.
127 D.- Dictada la ley de mayoría, ¿son los de la minoría obligados a cumplirla?
M.- ¿Y dónde estaría entonces la autoridad de la mayoría, sino en el acatamiento y cumplimiento de la ley? Lo que hay es que la mayoría, en la comuna, no busca supremacías ni un bien particular, y no hay luchas de ignorantes aberrados, sino que triunfa la mayor sabiduría y en ésta están inequívocamente los mayores. Además, no son leyes de opresión, sino que en ellas se busca mayor progreso, descanso, libertad y acrecentar el amor, porque la comuna es el yugo suave del Creador.
128 D.- Pero, como es natural, la minoría debe sufrir un algo en el cumplimiento de una ley que no está en su fruición. ¿No se comete extorsión o injusticia al imponerle la ley?
M.- ¿Cuándo la justicia puede ser injusticia? ¿No hacéis la ley en plebiscito y bajo un código de amor y libertad? No, no hay extorsión, ni la ley comete injusticia; la ley es un acicate para los que aun están atrasados, y es justo que les obligue a adelantar, hasta poder igualarse a la mayoría, y al fin se llega así a la unidad. Mas puede haber responsabilidades al hacer cumplir la ley, porque es posible que los más atrasados no estén en la capacidad suficiente para poder cumplir la ley, y aquí del maestro para medir las distancias y poner a cada uno en el punto que le corresponde. Por lo demás, todos están obligados no sólo a respetar, sino a cumplir la ley.
129 D.- ¿Qué causas han de ocurrir al establecimiento de una nueva ley comunal?
M.- El mayor progreso; el ser insuficiente la ley que regía hasta entonces, siempre buscando el mejoramiento; el mayor progreso con el menor esfuerzo, y esto sólo puede ser hecho por la mayor sabiduría.
130 D.- ¿En todos los continentes puede ser la misma ley?
M.- Sí, en cuanto a ley fundamental del código de amor, porque esta ley es única, y desde el mundo embrionario hasta el centro de las vibraciones ella sola impera, sin excepción. Ahora, en cuanto a las leyes de administración y régimen social, no puede ser la misma absolutamente más que en su fondo, pero variará sin que lo podáis evitar como varía el ser étnico para la ley natural: y es que el esquimal no está en las mismas necesidades ni puede ser lo que el hombre del meridiano: por lo que cada región se dicta su régimen distributivo y social, conforme a sus necesidades.
131 D.- ¿Cuál es el carácter universal de las leyes de régimen parciales de cada región?
M.- El reconocimiento del “Código universal”, al que se han de ajustar todas las leyes internas de las regiones y ciudades; cuyas leyes no pueden tener ni una letra de desconocimiento del código, ni una palabra que desconozca la plena libertad de todo hombre, ni un artículo impuesto o sugerido por otra región; sino que el esquimal, lo mismo que el del meridiano, deben hacer sus leyes como si no existieran más que ellos y su región fuera todo el mundo. Lo que quiere decir que en todas partes llega el hombre a su ciudad y a su casa, porque en todas partes encuentra las mismas obligaciones, los mismos derechos y los mismos beneficios, porque en todas partes son sus hermanos y en todas partes no hay más que el reinado del espíritu regido por el amor.
132 D.- Cuando hay un plebiscito en una ciudad y en ellas se encuentran hermanos de otras ciudades, ¿pueden tomar parte?
M.- No sólo pueden, si no que son obligados a ello y nadie puede prohibirles tal deber, porque toda ley que hace extraños a los hombres no es ley civilizada; y como las leyes son el reflejo de la sociedad, ciudad o región que tal ley tuviera declararía que no es civilizada. Aun al contrario, exige el código agasajar y anteponer el viajero hermano, porque lo habrá llevado a vuestro hogar una razón elevada, como la de visitar afinidades, estudiar vuestro progreso o llevaros más que el vuestro; y en todo caso el hombre estudia en los viajes. Pero de todos modos y por todo sabéis por el código que el mundo todo es sólo una casa y una familia, y que cada ciudad es un hogar de esa familia.
133 D.- ¿Cuál es la ley más inexorable en la comuna?
M.- La ley del trabajo. Y cada uno en su oficio, ocupación, arte o ciencia ha de ver sólo su deber, porque sólo el trabajo es la regeneración y la base del progreso, y por tanto, de la civilización.
134 D.- ¿Por trabajo debe entenderse toda ocupación y siempre está obligado el hombre a él?
M.- En la comuna no puede haber trabajo inútil; todo trabajo u ocupación es productivo, y el hombre no debe de carecer de nada, ni aun del asueto y las regalías; porque todo lo de la naturaleza le pertenece y en ella no hay nada superfluo, ni aun en los juegos y danzas. En cuanto al tiempo, primero es el estudio y hacerse apto para el aprendizaje; luego trabajar durante su fuerza y a los sesenta años descansar y dedicarse al consejo de las juventudes; pero esto lo tenéis en el código especificado y es de la incumbencia de los maestros, con sus consejos, que precisamente serán los ancianos sus consejeros.
135 D.- Por fin, maestro, ¿qué haremos de todas las leyes seculares que rigieron a la humanidad?
M.- ¿Qué hacéis con un edificio que no sirve? Lo demoléis y aprovecháis los fragmentos sanos, como ripios de la nueva obra que vaís a levantar. He ahí lo que haréis. Pero ante todo sabéis que se os da una ley nueva; y si se os da es porque se han derogado todas las anteriores; y la última derogada es la de Moisés, porque ésta fué la de la siembra y hoy estamos en la recolección del fruto del trabajo y la ley no puede ser la misma para niños que para hombres, ni para segadores y sembradores. Aprovechad, pues, muy bien los ripios, porque ellos son como reliquias del pasado, que ayudaron a que se pudiera levantar el nuevo edificio, que ya es el definitivo, hasta que dejemos esta morada por otra mejor, que el espíritu prepara con agrado de nuestro Padre Eloí.