Joaquín Trincado

5 de Abril de 1959

Médium Margarita - Posesión

Buenos días:

47 años en que se rasgaron los velos obscuros que cubrían la Tierra. 47 años que los hombres ya no alegan Ignorancia, porque los
encarnados de entonces y los encarnados de ahora escucharon el juicio y estuvieron presentes y Juraron cumplir la obra de la Ley y trabajar, laborar, dentro ya de la Comuna universal.

Fundé esta Escuela mandado por la Ley, como un misionero de amor y de fuerza, porque yo no fui el misionero dulce y mártir, como Jesús de Nazaret; la Tierra necesitaba la mano de hierro y fui enérgico y hasta duro en mis actos y en mis palabras. Sufrí, luché, pero triunfé estableciendo la Escuela y logrando abrir muchas cátedras.

En 47 años la Escuela debería de ser conocida ya por todos los hombres de la Tierra y, sin embargo, no lo es. Los hombres han sido débiles, han sido sordos y no han respondido al juramento que hicieron al celebrarse el juicio de la Tierra.

Yo llamo a todos los hombres para que recuerden el compromiso contraído, porque el plazo es llegado y ninguno alegue ignorancia. Llamo especialmente a los hermanos pertenecientes a esta Escuela, a los voluntarios que se han ofrecido como soldados en el ejército del amor universal, a, los meteoros de la luz y la justicia, a los hijos de esta Escuela amada conscientes y responsables, para que, más que nunca, procuren unirse y amarse, no sólo entre si, sino que desplieguen mayor actividad mayor entusiasmo, mayor ahínco para que la obra de la Escuela sea conocida y difundida por todos los ámbitos de la Tierra

Que no os amedrenten las amenazas; ya veis con que facilidad doblan la cabeza los supremáticos religiosos, los supremáticos de la Ley, los supremáticos del capital, los supremátícos de la política; basta una palabra bien dicha y en el momento oportuno para que doblen la cabeza, porque la Ley está sobre todos y los momentos son llegados en que las tinieblas no existan ya en el mundo Tierra.

¡Abajo las ambiciones mezquinas! ¡Abajo la supremacía! ¡Abajo el orgullo! ¡Abajo los abolengos! ¡Abajo las distinciones de razas! ¡Abajo todos los prejuicios que amargan y separan aún a la humanidad!

Que brille la luz, que se ejerza la justicia, que las conciencias despierten y los ojos se abran para que vean la luz de frente y los oídos escuchen el llamado que se les hace, urgente, en estos momentos en que la humanidad de la Tierra va a la hecatombe por los propios hombres, porque son los hombres los que están hundiendo a esta humanidad en este desequilibrio, en este caos que reina.

La causa es la ambición y la supremacía de unos cuantos, en perjuicio de todos los demás.

Hermanos míos: en este día glorioso en que estamos unidos, en que se me oye, en que me sienten todos los aquí presentes y los que están en espíritu, yo vengo a Invitaros a que laboréis en forma más activa; que no estéis separados, que os unáis, que olvidéis rencores y rencillas y tendáis la mano aún a aquellos que no os la quieran dar. Dad la. luz que aquí recibís; repartid el amor que mana de vuestro corazón y que vuestros espíritus sean vuestros guías; no obréis ya nada más por la intuición, porque ya no podéis vivir sólo de la consulta, de lo que dice el hermano mayor; tenéis vuestro libre albedrío; sois responsables de vuestros pensamientos y de vuestras obras, pues como hijos conscientes de la Escuela, responded al llamado que os hago para que vayamos, todos unidos.

Siempre más allá.

Joaquín Trincado

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