Joaquín Trincado

2 de Junio de 1958

Médium Margarita - Posesión

Buenos días:

Aquí estoy con vosotros.

¿Por qué estáis tristes? Os veo decaídos os veo llenos de desesperanza.

Hermanos míos, os creéis derrotados y la derrota es triunfo porque los extremos se tocan; no estáis derrotados, no estamos derrotados, estamos luchando, estamos avanzando.

Esta vorágine que envuelve a la humanidad actual es signo de progreso, porque vosotros podéis comprobar qué rápidamente se ha progresado, no sólo material, sino espiritualmente; ya habéis visto qué grandes hombres están surgiendo en todas partes y de entre estos juramentados surgen grandes espíritus.

Acordaos que tenéis tantas cosas buenas para todos los hombres, que benefician y facilitan la vida, porque no me negaréis que a pesar de la carestía y de las dificultades actuales, ya no es tratado el hombre como bestia de carga, ni en el campo ni en la fábrica; el campesino ya tiene derechos y garantías, el obrero ha elevado su nivel material e intelectual; el hombre ha surgido, ha roto las cadenas de la esclavitud y ya veis como destroza a los tiranos que tratan de perpetuarse en el poder porque el hombre ya no admite cadenas.

El hombre siente que es libre porque se siente ya hijo del Padre y reconoce sus atributos y sus poderes.

Hermanos míos: adelante, que no os vea yo vacilantes, decaídos, no, que os vea siempre activos, optimistas, llenos de luz y de esperanza; que os vea confiados, serenos para ir juntos SIEMPRE MAS ALLÁ.

JOAQUÍN TRINCADO

Francisco Javier

30 de Enero de 1958

Médium Amalia Torres Moreno

Sigamos siempre por el camino marcado y tengamos en ustedes los pilares en que descanse nuestra Escuela, pues nos encontramos en los momentos más álgidos de la lucha y necesitamos fuerza y valor para continuar este trabajo. Ya sabemos que las fuerzas del mal a todas horas se mueven para impedirlo, de una manera o de otra; pero tened fe y confianza y seréis fuertes para resistir los ataques de ese lobo hambriento que se llama maldad, y al que no dejamos acercar a vosotros, aunque alcancéis sus rasguños y en cambio, él va herido y maltrecho porque ésta es su recompensa.

Unámonos todos los espiritistas, para formar un bloque, ante el que se estrellen sus acechanzas, y así iremos unidos siempre más allá.

Francisco Javier.

Heinrich Bruch

13 de Junio de 1958

Médium Margarita

Soy Heinrich Bruch. Soy ministro luterano que durante la última guerra ayudé a muchos hermanos desgraciados en un campo de concentración cuyo nombre no puedo decir.

Los horrores que yo presencié, las angustias que sufrí, las impresiones de que fui víctima, el ambiente que respiré, me hacían dudar muchas veces de la existencia de un Dios sapientísimo que permitía que ante los ojos míos y de los que me acompañaban, se desarrollaran escenas de tanta maldad, de tanta ignominia, porque se traficaba con los dolores ajenos, con la carne de los hermanos.

No quiero decir todos los horrores que presencié porque os llenaríais de asco, os llenaríais, tal vez, de odio para aquellos que ejercían aquel poder maldito, pero quedé asqueado y quedé escéptico porque no pude consolar a aquellos seres destinados al martirio más cruel y me rebelaba ante esa injusticia divina que permitía tales horrores, tales trasgresiones a aquella Ley de Amor que desde niños conocimos, que desde niños tratamos de seguir y comprender, y así vino la muerte para mí.

Estoy desencarnado y solo entonces he comprendido que no era injusticia; solo entonces he comprendido que aquel Dios que yo me imaginaba un hombre, porque había sido hombre y había conocido las torturas del hombre encarnado, no era tan injusto como parecía, porque es un Ser superior a el, a ese Jesús que en la Tierra se le dice Dios; es un Ser superior que permite que los mismos hombres se curen por sí mismos, que los mismos hombres se limpien por sí mismos, que los mismos hombres progresen por sí mismos, porque ese Dios de clemencia, al que yo invocaba, no era Dios, no era el Padre Supremo que ahora conozco, que es todo sabiduría, que es todo amor y todo bondad y todo ciencia y todo espíritu.

Hermanos míos: he hecho conciencia, se que estoy en el espacio; he aprendido mucho, mucho, porque mi espíritu se rebelaba y así sé yo por que, como un ministro honrado que fui, porque ejercí la religión que profesé con toda convicción y con todo amor y eso, en esa sabiduría del Padre Creador, de ese Ser omnipotente que todo lo comprende y todo lo sabe, me valió que hiciera conciencia pronto y que perdiera toda la noción de la injusticia de la Tierra y de mi propia materia. Supe que era un espíritu; supe que pertenecía ya al mundo, no de los muertos, sino de los vivos, de los iluminados y supe también que, aunque ministro de una pequeña religión, yo la había ejercido noble y amorosamente y entonces había ganado también un eslabón en mi corta vida espiritual y ya sabedor de que era un espíritu que ya no sufría por aquellos dolores físicos que me toco presenciar, sino que comprendí el por qué de ellos y, al contrario, bendigo a ese Padre porque permite que en el mundo Tierra, en este mundo pequeño, se cometieran tales crímenes que horrorizaban a todos; había un por que pues no hay nada, por más que os asuste, por más que os avergüence, por más que os indigne, no hay nada injusto; de lo que pasa, todo tiene un por que, todo tiene un "ayer" o un "antier" que justifica el presente; esos hombres que fueron tan bárbaramente asesinados y martirizados; habían asesinado y martirizado a muchos hombres antes y, llegado el momento, tuvieron que pagar en la misma moneda, porque en la justicia divina no hay una deuda que no se pague.

¿Y ahora que piensan los hombres? ¿Que se va a hacer los hombres en estos momentos de turbación? Yo estoy cerca de ellos, estoy cerca de mi país, cerca de mi pueblo, por afinidad. Es natural que sienta esa atracción por esa Alemania que si es cierto que cometió grandes crímenes, también es cierto que tiene grandes poderes y grandes espíritus que la están reconstruyendo mejor que antes, ya no con la supremacía de la raza aria, de que tanto se jactaba, y ellos harán una Alemania que ayudará a todos los hombres, no sólo en su progreso material, sino espiritual.

No tengo ya el concepto material; pienso muy alto. Al oírme hablar así pensareis que estoy dominado todavía por los prejuicios raciales, pero no, soy un misionero de amor que viene aquí seguro de ser escuchado.

Vine a invitar a todos los que me escuchan a que, conmigo y otros más que tenemos esta misión, hagamos una plegaria a ese Padre todopoderoso, a ese Ser supremo, todo sabiduría y amor, y entre todos, con nuestro espíritu en pie, pidamos a ese Gran Arquitecto del universo justicia para la humanidad de la Tierra, amor entre los hombres, olvido de los rencores y que la bendición del Padre sea con todos para que en la Tierra reine ya la verdadera fraternidad y se olviden las razas, las fronteras y todos los motivos de distanciamiento que todavía hay entre los hombres y que el progreso que alcance la ciencia sea para el adelanto de toda la humanidad.

Hermanos míos: elevad vuestro pensamiento a las alturas y pedid al Padre, pedid a ese Ser superior, al Supremo Hacedor del Universo, a ese Ser que es luz, que es justicia, que es sabiduría, justicia para todos y que su amor os envuelva y que las bendiciones del cielo, o del espacio, como le llamáis vosotros, sean para todos los que me escuchan y, entre todos, elevemos esta plegaria en bien de la humanidad doliente.

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